viernes, 9 de diciembre de 2005

Autonomía financiera: Un poco de historia

O de cómo a muchos panistas ya se les olvidó el ejemplo de Manuel Gómez Morín.

La presidencia de Plutarco Elías Calles fue un período de claros y oscuros pintados con aguafuerte. Dejemos para otra ocasión la parte sombría y hasta sórdida de su mandato, para fijarnos hoy en el semblante ejemplar de su gobierno: La profunda reforma financiera y fiscal que reestableció el crédito de México en el mundo y creó instituciones clave – como el Banco de México – que han dado estabilidad al país, pese a todos los gobiernos erráticos (especialmente los de 1970 a 1982) que hemos padecido.
Instituciones que aún persisten, perfeccionadas y susceptibles de mejorarse en beneficio de la certidumbre que merecemos los ciudadanos en dos aspectos clave para el progreso del país: El cumplimiento irrestricto de los contratos y el respeto permanente a los derechos de propiedad.
El gobierno de Calles se propuso, en al ámbito financiero, recostruir a México a partir de las ruinas que dejaron las violentas luchas de facciones alrededor de eso que llamamos Revolución Mexicana. El gobierno propuso cuatro objetivos financieros: 1. Equlibrar el presupuesto hasta alcanzar un superávit fiscal (en palabras del propio Calles: “Es imperativo que la nación se acostumbre a vivir de sus propios recursos sin recurrir a la ayuda del exterior”),
2. Reorganización del sistema tributario, con la centralización de la recaudación y la creación de un moderno – para la época- impuesto sobre la renta,
3. Establecer un sistema bancario sólido y confiable, en el que ahorradores, acreditados e inversionistas tuviesen la garantía de que los contratos serían cumplidos y los derechos de propiedad respetados, esto incluyó, por cierto, la creación de la Comisión Nacional Bancaria en enero de 1926, y
4. La “restauración del crédito interior y exterior del gobierno mediante la satisfacción de las obligaciones relativas”.
Los cuatro propósitos se lograron. Para ello fue indispensable el concurso de un inteligente Secretario de Hacienda, el ingeniero Alberto J. Pani, y de varios abogados y excelentes financieros entre los que destaca Manuel Gómez Morìn, quien en la década siguiente fundaría el Partido Acción Nacional y quien sería el primer presidente del Consejo de Administración del Banco de México, fundado en agosto de 1925 (se mantuvo en ese puesto hasta 1929, cuando se alejó decepcionado por el uso indebido que el propio Calles habría dado al banco que, carente de autonomía respecto del gobierno, otorgó, entre otros, préstamos al ingenio el Mante, propiedad del mismo Calles).
Estoy convencido de que si en 1925-1926 se hubiese propuesto darle autonomía institucional – para hacerlos organismos de Estado y NO de gobierno- al Banco de México y a la Comisión Nacional Bancaria, Manuel Gómez Morín habría sido el más entusiasta promotor de tal iniciativa.
Y repito, para quienes requieren de mucho tiempo antes de hacer lo correcto: Se trata de respetar los derechos de propiedad y garantizar el cumplimiento de los contratos al margen de banderías políticas o de mezquinos cálculos electorales.

jueves, 8 de diciembre de 2005

Lo de Felipe es estrategia; lo del otro, locura

Buena serie de artículos sobre este asunto de las autonomías de organismos financieros y sus repercusiones en el ámbito de la política electoral. Sólo hay que considerar que, desde un punto de vista electoral, quien peor ha jugado este "issue" ha sido López. ¿Por qué? Porque lo que ahora le urge NO es convenecer a sus votos duros o incondicionales - que lo seguirán a un precipicio si es preciso, con tal de suponer que con él, por fin, habrá un gobierno de izquierda en México-, sino atraer a los votantes indecisos. Bien, pues esos indecisos le tienen miedo a los radicales. Cuando López se descara y dice que le quieren atar las manos o enjaularlo (bonita metáfora para un paranoico) con la autonomía de los organismos financieros lo que logra es fortalecer a sus seguidores duros y tan exaltados e irracionales como él, pero asusta a los electores independientes, indecisos que simpatizan con una izquierda moderna, civilizada y sensata que no se meta con los ahorros de la gente o con el funcionamiento técnico de organismos que - como dice Medina - cuidan los derechos de propiedad y el cumplimiento de los contratos. Quien mejor ha capitalizado el asunto es Madrazo que ahora se viste de modenrizador y reformador demócrata y Calderón (Felipe) es una incógnita, porque dice que sí está de acuerdo con institucionalizar esos organismos dándoles autonomìa pero que no hay que precipitarse, Maquivélicamente, el candidato del PAN a lo mejor está jugando a que el tema siga en la polémica y Lóipez siga asustando a los votantes indecisos. Quién sabe, todo puede ser...

Cuidado: Un loco que NO come lumbre

Los organismos reguladores y supervisores de los mercados deben ser profesionales, sujetos a la ley, independientes de las veleidades de la política. Su misión NO es hacer política económica, sino vigilar que siempre se respeten los derechos de propiedad plasmados en los contratos.

Dice el dicho que “no hay locos que coman lumbre” y debe ser cierto. Detrás del delirio de persecución del que ha hecho gala uno de los candidatos a la Presidencia – con motivo de la iniciativa para otorgar autonomía institucional a diversos organismos de supervisión y regulación financiera- parece haber un motivo racional. No se trata de locura gratuita, ni mucho menos de locura por la cual el delirante se muestre dispuesto a comer lumbre o infligirse daño a sí mismo.
¿Cuál puede ser ese motivo? No es, obviamente, el aducido en público – que dicha autonomía le impedirá, en caso de ser Presidente, manejar la política económica del país – ya que el susodicho o sus asesores debieran saber que NO son esos organismos los que llevan a cabo la política económica de un país. Es, a poco que se medite en ello, que el delirante planea (en caso de llegar a la Presidencia) darle un uso corrupto a esos organismos y hacerlos instrumentos de algunas o de todas sus políticas económicas. Uso corrupto porque tales organismos deben solamente garantizar –contra viento y marea- los derechos de propiedad de ahorradores, inversionistas y demás participantes en los mercados financieros, plasmados en contratos explícitos o implícitos.
Para el respeto a los derechos de propiedad no importa la orientación que un gobierno quiera darle a la política económica. Sea el Presidente del país de tal o de cual orientación ideológica – rosa, roja, verde, azul, blanca, tricolor, sepia o multicolor- no obsta para que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas, la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro o el Servicio de Administración Tributaria actúen conforme a las leyes y garanticen, en todo momento y lugar, el cumplimiento de los contratos y el respeto a los derechos de propiedad correspondientes.
El cajero es el cajero y entrega un peso cuando el ahorrador muestra en la caja sus derechos a recibir un peso, no importa que el Presidente del país se llame Andrés, Felipe, Betito o Juanito.
Pero la cosa cambia cuando el Presidente (o aspirante a serlo) carece en absoluto del talante y de los rudimentos de la democracia y quiere usar el poder para apropiarse de lo que no le pertenece. Claro, entonces, sí necesitará empleadillos a modo a quienes ordenar que roben los pesos a los ahorradores – por ejemplo, sus fondos de pensiones a los trabajadores- en nombre de alguna entelequia demagógica.
Sí, no hay locos que coman lumbre. Pero de tarados nos dejamos gobernar por locos tan abusivos.

martes, 6 de diciembre de 2005

¿Gobernar o apaciguar loquitos?

Carta a un gobernante en ciernes: Gobernar no es una tarea de relaciones públicas. No se trata de llevar la fiesta en paz y apaciguar a los loquitos y a los exaltados, se trata de que seamos gobernados por las leyes –iguales para todos- y no por las volubles personas.

Estimado amigo:
Me he enterado que como no quieres que alguno de tus adversarios políticos se convierta en víctima – y eventualmente gane puntos en las encuestas de popularidad- propones que reformas decisivas para institucionalizar tu país mejor se pospongan. Has de suponer que con ello el exaltado (el loquito) será apaciguado y no podrá capitalizar, como en el pasado, su papel de víctima.
Para los gobiernos los chantajes son tan o más nocivos que los sobornos. Ambos – chantajes y sobornos – se deben rechazar sin más.
Tenemos hoy mismo, en España, un ejemplo claro de un gobierno atascado en un dilema entre el respeto irrestricto a la Constitución, que se dieron a sí mismos los españoles en 1978, y la complacencia que le exigen sus aliados, que hoy promueven la aprobación de leyes que amenazan con disolver el concepto de España como nación única e indivisible. José Luis Rodríguez Zapatero, el jefe de gobierno, y su partido, el PSOE, cometieron su primer error cuando trabaron alianzas con grupos minoritarios con tal de no aceptar el concurso de su principal adversario, el Partido Popular (PP), en el gobierno.
Parecería que Zapatero y compañía nunca aquilataron el riesgo de tales alianzas, ni, mucho menos, que el método de negociación de sus coyunturales aliados consiste en el chantaje – “o me das lo que quiero o te quito el apoyo y pierdes el gobierno” – más o menos desembozado. Cedieron primero, cedieron después y hoy no saben a ciencia cierta en dónde está el límite en el que deberán dejar de ceder.
Te pongo este ejemplo, como podría citarte muchos otros, para advertirte de los peligros de tu contemporizadora opinión. Supongamos que algún político, aquejado por un delirio de persecución, asegura que tal reforma tendiente a institucionalizar contrapesos de poder (en beneficio y garantía de los derechos de los ciudadanos) va dirigida sólo a perjudicarle a él hoy o en el futuro. Nota que el delirante presume que políticas públicas que por años han sido anheladas y propuestas por muchos, sólo giran en torno a su magnificada persona. Locura, se llama eso. ¿Te parece inteligente que las reformas sean abortadas, pospuestas hasta nunca, sólo para no alimentar la paranoia del delirante? No, desde luego.
Pues eso, amigo, es lo que propones. Mal empieza quien aspira gobernar si empieza por ceder a los chantajes o si preconiza que por encima de las leyes y de las necesidades de todos, está el objetivo de apaciguar a los dementes o de complacer a los exaltados.
Piénsalo. Cero y va uno.
Con el afecto de siempre.

lunes, 5 de diciembre de 2005

Delirios que delatan

Si en diciembre ya están tan desquiciados, ¿qué nos espera en mayo o en junio?

En el Senado vieron la luz ordenamientos legales – que aún deberán ser discutidos y aprobados, en su caso, por los diputados- que se refieren a la autonomía del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) así como a la autonomía de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. En los dos casos se trata de propuestas añejas que desde hace diez o más años han merecido la atención de los especialistas.
Este es el hecho. Los delirios aparecen cuando algunos personajes, enfebrecidos tal vez por las próximas elecciones presidenciales, aportan las más descabelladas hipótesis para explicar estas iniciativas. La palma de las interpretaciones desquiciadas se la lleva la que ha echado a retozar el precandidato único del PRD a la Presidencia, Andrés M. López, quien asegura que tales iniciativas (dotar de autonomía institucional a dos organismos clave de la vida pública) no persiguen otro fin que “atarlo de manos” ante lo que él considera su inminente llegada a la Presidencia de la República.
Como si esta manifestación de delirio de persecución no bastase, algunos opinantes de oficio se han sumado a la paranoia y ayer nada menos que uno de los principales columnistas de los diarios del Grupo Reforma – y director editorial adjunto del mismo grupo- se hizo eco de esta versión en su columna cotidiana. Versión que, opino, más que en los periódicos debería discutirse en las clínicas psiquiátricas.
La especie no tiene pies ni cabeza desde un punto de vista racional: 1. ¿Es creíble que quienes desde hace más de doce años hemos propugnado por la autonomía de esas instituciones y por el establecimiento de contrapesos entre los poderes, lo hiciésemos porque desde entonces estábamos pensando en que López podría ser Presidente?, 2. ¿Por qué tales iniciativas “atan las manos” de López y no las de otros posibles Presidentes del futuro próximo y del futuro remoto?, 3. ¿Qué locura pretende hacer López en la eventualidad de ganar la Presidencia ya que los contrapesos institucionales le estorban e irritan tanto?
Alarma, desde luego, que nada menos que un aspirante a la Presidencia razone de forma tan extravagante que sólo puede equipararse a la de quien padece un severo delirio de persecución; alarma, también, que quienes le rodean alimenten esa penosa y peligrosa enfermedad mental…o la compartan; y alarma aún más que la versión “pegue” en los medios de comunicación al grado de que analistas más o menos respetables incurran (seguramente sin advertirlo) en despropósitos lógicos monumentales.
Cito, como ejemplo:
“Se puede justificar cuanto se quiera ese conjunto de iniciativas pero el hecho visible es que son una medida preventiva ante la posibilidad de que AMLO gane las elecciones presidenciales”

Perdón, pero ¿”el hecho visible”? De veras, no lo veo por ningún lado. Ni es un hecho, ni mucho menos es “visible”. Una invasión marciana hoy al mediodía sería más verosímil.

jueves, 1 de diciembre de 2005

Innovación, mercado de capitales, transparencia

El inversionista que se asocia con el empresario innovador tendrá todo el derecho de exigir – a cambio- conocer oportunamente toda la información y las decisiones que atañan al proyecto; hoy en día, por razones evidentes, esto incluye también, desde luego, al accionista minoritario, que lo es muchas veces a través de una Sociedad de Inversión.

No se puede sino admirar la perspicacia de Schumpeter en su análisis de la innovación empresarial, que es el motor del capitalismo, y en su previsión acerca de las consecuencias que estas “nuevas combinaciones” de los factores de producción – como él mismo les llama – generan en términos de productividad.
Hay, sin embargo, al menos dos características contemporáneas del fenómeno de la destrucción creativa (innovación empresarial) que Schumpeter no previó: 1. La aparición de empresarios-tecnólogos o inventores; un ejemplo paradigmático son los fundadores de Google que a partir de un algoritmo han generado uno de los negocios más revolucionarios de la historia. Schumpeter creía – porque esa era su experiencia respecto de la revolución industrial a fines del siglo XIX – que uno era el inventor o tecnólogo, otro el empresario innovador que tomaba la idea y un tercero el capitalista que la financiaba. Hoy es frecuente que sean los propios inventores o tecnólogos – como Bill Gates- quienes se transforman en empresarios; otra cosa que no previó el economista austriaco fue
2. Que el mercado de capitales adquiriría tal profundidad y extensión que en los países desarrollados o medianamente desarrollados serían, entre otros, los trabajadores comunes y corrientes los nuevos capitalistas-inversionistas a través de las sociedades de inversión y específicamente de sus fondos de pensiones.

Dada esta segunda condición es evidente que el mayor riesgo que asume el capitalista que invierte – vía el mercado de capitales- en un proyecto innovador debe acotarse de alguna manera similar a como está acotado el riesgo del ahorrador bancario (fuente del crédito) con garantías preestablecidas. En el proyecto innovador NO existen tales garantías preestablecidas – el empresario pocas veces dispone de ellas y, si las tuviera, él mismo sería su patrocinador y no tendría que recurrir al mercado de capitales – y el socio inversionista – del tamaño que sea- tiene su mejor garantía en la transparencia de la información y en la posibilidad de participar y de ser escuchado, directamente o mediante su representación en el mercado, en las decisiones que atañen a la esencia del proyecto productivo.
Esa, y no otra, es la razón por la cual las empresas que financian sus proyectos (innovadores o no) acudiendo al mercado de capitales se convierten, por ese hecho, en “empresas públicas”, cuya gestión y decisiones estratégicas (las que afectan a la naturaleza o a la esencia del proyecto) deben ser difundidas y conocidas oportunamente por el público inversionista.
Y estas exigencias de información transparente se han hecho más agudas ante los dramáticos fracasos (quebrantos) de empresas como Worldcom o Global Crossing.