jueves, 29 de noviembre de 2007

Ugalde, demasiado tarde

Luis Carlos Ugalde se ha despedido del IFE con el discurso correcto y pertinente: Hay que salvar a la democracia en México evitando que los partidos políticos la secuestren…Demasiado tarde. En las elecciones de 2006, Ugalde convalidó arbitrariedades graves contra la libertad, al votar a favor de la censura de mensajes que decían verdades incómodas para el candidato favorito de políticos y periodistas enchufados: Andrés López Obrador.

Una de los más graves errores del IFE y de su consejero presidente en 2006 fue convalidar una inaceptable censura a la libertad de expresión, durante la campaña electoral, para complacer a un candidato histérico – Andrés López- y a su séquito de acólitos, igualmente histéricos e inmaduros.

Es probable que, a la distancia, Luis Carlos Ugalde esté arrepentido de haber votado a favor de esa censura de carácter fascista que exigieron a gritos y sombrerazos – no conocen otra forma de expresión- Andrés López y sus feligreses. El arrepentimiento, si lo hay, debe ser amargo: Ugalde nada ganó lesionando las libertades ciudadanas y la vociferante clase política a la que quiso complacer acabó, al final, echándolo de mala manera. Ni modo, los más serviles son los primeros en ser desechados cuando ya no son útiles a sus amos. (Una lección que podrían aprender, por cierto, algunos colegas en los medios electrónicos).

El miércoles, al despedirse anticipadamente del IFE, Ugalde hizo sus mejores declaraciones y habló como un verdadero defensor de los derechos y de las libertades ciudadanas, es decir: Como lo que deben ser los consejeros del IFE y, por lo visto, como ya no podrán serlo. Recordó algo esencial: La democracia no se construye con prohibiciones. Muy mal andamos cuando los encargados de diseñar las leyes electorales son tan amigos de los controles burocráticos y tan poco afectos a respetar la libertad. Bien dicho pero demasiado tarde.

Y, por cierto, ya que tanto preocupa a los autonombrados comisarios de la corrección político-electoral que se utilicen expresiones denigrantes en las campañas, tal vez me puedan explicar lo siguiente: ¿Por qué llamarle López a López es denigrante y, en cambio, motejar a otro candidato con adjetivos escatológicos, propios de quien se estancó en la fase anal del desarrollo psíquico, es sólo una “puntada chistosa” de personajes como Federico Arreola, el todavía fiel escudero de López?

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miércoles, 28 de noviembre de 2007

Cuando crear riqueza es un pecado

La prohibición tiene destinatarios claros: Aquellos que despectivamente Jorge Alcocer moteja como “dueños del dinero” que en realidad somos todos los que no deseamos ser mantenidos por el dinero de los contribuyentes.

Una parábola: Alguien, abusando del poder que le fue confiado para servir y no para servirse de él, decreta que queda estrictamente prohibido santiguarse, sea con la mano izquierda o con la derecha. Cuando se denuncia esa prohibición como un atentado contra las libertades fundamentales, ese “alguien” fabrica un alegato irrisorio: “No es un atentado contra las libertades, porque hay muchos mancos a los que la prohibición no afectará; además, se sabe de muchos más a quienes jamás les ha pasado por la cabeza usar las manos para santiguarse, sino que prefieren rascarse la cabeza o hurgarse la nariz, lo que por cierto aún no se prohíbe”.

Quede la parábola para terminar de una vez con el alegato ridículo.

Lo que Alcocer y otros autores de esta malhadada reforma electoral no se atreven a decir – porque sería tanto como confesar que están fabricando leyes con dedicatoria para cobrarse agravios reales o imaginarios y para satisfacer resentimientos sociales- es que prohibir a los ciudadanos independientes contratar tiempos en la televisión o en la radio con el fin de influir en los procesos electorales, busca castigar a los “impertinentes” empresarios que en 2006 osaron advertir – mediante mensajes en los medios electrónicos- de los graves peligros que entrañan las políticas populistas y las promesas irresponsables de algunos candidatos, como fue el caso de Andrés López Obrador.

Con mayor claridad, o candor, lo escribió Carmen Aristegui hace unos días, elogiando la prohibición: Se trata, explicaba, de cerrarle el paso a mensajes como los que difundió el Consejo Coordinador Empresarial en 2006 advirtiendo contra los riesgos de regresar a políticas irresponsables que generan inflación y miseria. Para Carmen tales mensajes deben prohibirse porque “descarrilan” las elecciones. Supongo que una elección “encarrillada” es aquella en la que, piensen lo que piensen los electores, gana siempre el favorito de Carmen. Ni hablar.

Para estos “napoleoncitos” la democracia estará bien “encarrilada” mientras haya menos debate, mientras exista menos crítica y mientras los electores permanezcamos desinformados o mal informados.

Y se trata, también, de satisfacer ese arraigado resentimiento social que manifiestan los parásitos del erario contra quienes generan riqueza.

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martes, 27 de noviembre de 2007

Jorge Alcocer y sus fallidos desvelos

El principal artífice de la reciente reforma electoral recurre a un burdo razonamiento circular para justificar una prohibición que claramente atenta contra la libertad de expresión, no de los medios, ni de los santones del periodismo, sino de los ciudadanos.

Esperaba un razonamiento mejor elaborado por parte de uno de los principales autores de la reciente reforma electoral para defender su criatura. En el asunto de la prohibición a los particulares para contratar tiempos en radio y televisión, con el fin de expresar sus opiniones sobre procesos electorales y candidatos, Jorge Alcocer nos ofrece hoy una justificación tan endeble y tramposa que alarma considerar la eventualidad de que tal personaje llegue a presidir el Instituto Federal Electoral. (Ver artículo de Alcocer "Velos y desvelos" en el periódico "Reforma" de hoy, martes 27 de noviembre).

El “argumento” – las comillas son intencionalmente sarcásticas- es más o menos así: “No estamos limitando la libertad de expresión de los ciudadanos comunes, sino la libertad de expresión de los dueños del dinero; la prohibición nada tiene que ver con los ciudadanos comunes porque los ciudadanos comunes ni tienen dinero, ni tienen interés en expresar sus opiniones”. Alcocer nunca define quiénes son “los dueños de dinero” pero, a ojos vistas, le parecen unos personajes nefandos que no merecen tener libertad de expresión. Después de explicarnos que llegó a sus conclusiones tras preguntar a su empleada doméstica y a su asistente si les interesaría, en caso de tener cientos de miles de pesos, contratar tiempos en televisión para expresar sus opiniones, y recibir de ellos una obvia y previsible respuesta negativa, establece la conclusión: Sólo a los dueños del dinero les interesaría contratar tales tiempos, y sólo ellos podrían hacerlo, por lo tanto esta no es una prohibición que afecte a quienes ni pueden, ni quieren.

Aunque Alcocer no los define, es fácil inferir quiénes son para él “los dueños del dinero”: Cualquiera que pueda, individualmente o en grupo, contratar algún tiempo o espacio en radio o en televisión (nótese que un “spot” de 20 segundos en una estación de radio local puede ser tan barato como $5,000 pesos) pertenece a dicho universo. Es a ellos contra quienes se dirige la prohibición. ¿Por qué? Porque por axioma, en el razonamiento circular de Alcocer, las opiniones de esos personajes son perniciosas. Su libertad de expresión no debe existir. Punto.

Tal prohibición es fascista, en el sentido amplio del término, aquí y en China.

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lunes, 26 de noviembre de 2007

Los políticos y los maleteros

¿Cuál es el objetivo de las barreras físicas que impiden a los turistas llevar en un carrito sus maletas por los pasillos del aeropuerto? Proteger a un gremio que se ha vuelto incompetente. ¿Cuál es el objetivo de las recientes “reformas electorales? Proteger contra viento y marea, aun con disposiciones de corte fascista, a un gremio cuya incompetencia es aún más manifiesta y dañina: el de los políticos de profesión.


Un país es competitivo cuando alienta la productividad. Y productividad es todo aquello que hace más fácil la vida a las personas. Sin competencia alentamos la improductividad y, por tanto, la miseria.

México recibe a cualquiera que llega al país a través del aeropuerto de su capital con un mensaje directo en contra de la productividad: Se trata de los barrotes de metal que impiden al viajero llevar sus propias maletas en carritos diseñados precisamente para hacer la vida más fácil. Sí existen tales carritos en el aeropuerto pero, una vez que se ha pasado el trámite de la aduana, los dichosos barrotes impiden su paso. Prestos, aparecen los maleteros – agrupados en una unión sindical- ofreciendo sus servicios. Ese gremio es el objetivo de los barrotes, a despecho del interés de millones de extranjeros y mexicanos que llegan al país por ese aeropuerto. Me imagino que cada vez que se planea una remodelación del aeropuerto o la construcción de una nueva terminal, como la que se acaba de inaugurar, alguien muy poderoso recuerda a los constructores: “No se olviden de los barrotes; ni se les vaya a ocurrir hacerle la vida más fácil a los viajeros porque arde Tenochtitlan”. Y otra vez quedan los barrotes como monumento a la improductividad, sentencia condenatoria a la libérrima voluntad de los viajeros y advertencia de que estamos ingresando no a la región más transparente sino al reino donde los gremios particulares, convenientemente enchufados al Estado, son más importantes que las personas comunes.

El gremio de los políticos de oficio en México ha diseñado una reforma electoral que persigue, a la postre, expulsar a los ciudadanos de los procesos electorales, para hacer de los comicios un negocio exclusivo de esa camarilla. Por ejemplo: Advertir contra los riesgos de políticas irresponsables y populistas propuestas por algún candidato será, para estos señores, un delito. De ese tamaño es su talante fascista.

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Los desafíos del calentamiento local

En lugar de usar el calentamiento global como un cómodo pretexto, deberíamos combatir todo lo que genera mayor calentamiento local en nuestras ciudades, por ejemplo: las políticas públicas que premian la proliferación de autos-chatarra.


Hace unos días el ecologista Björn Lomborg describió de manera accesible – para nosotros, los neófitos- el fenómeno de las "ciudades horno" o del calentamiento local en las grandes concentraciones urbanas, donde el asfalto, el concreto y las construcciones que incrementan la temperatura le ganan terreno, día a día, a parques arbolados y otros espacios que refrescan y oxigenan el ambiente.

Lomborg mencionó, entre otros casos, el de la ciudad de Houston que en los últimos doce años creció 20% (unos 300 mil habitantes) y, como consecuencia, ha incrementado su temperatura nocturna 0.8 grados centígrados en el mismo periodo, lo que significaría un aumento impresionante de siete grados en un siglo (para leer el artículo de Lomborg, ver, entre otros, el periódico colombiano "El Tiempo" del 19 de noviembre).

Si eso sucede en una ciudad del tamaño de Houston, el lector podrá imaginar que el grado de calentamiento y la velocidad a la que se incrementa la temperatura son mucho más graves aún en la ciudad de México. Y uno de los principales responsables es todo el asfalto que hemos sembrado para servicio de "su majestad, el automóvil".

Por eso resulta criminal que sigamos teniendo políticas públicas tales como el contraproducente programa "Hoy no circula", la libre importación de automóviles usados sin verificaciones ambientales previas y el impuesto a la tenencia de vehículos, que premian e incentivan la proliferación de chatarra automovilística, incrementando las temperaturas y deteriorando el ambiente.

Un ejemplo: El viernes 16 de noviembre la ciudad de México padeció los usuales embotellamientos de tráfico típicos del último día laborable previo a un "puente"; la lentitud exasperante de la circulación en varias arterias, y la consecuente contaminación, se agravaron exponencialmente por las descomposturas de automóviles chatarra (y por los frecuentes accidentes causados por ellos). Autos de esos que fácilmente se regularizan en estados como Michoacán, de esos que pagan una tenencia ridícula, de esos que proliferan – como auto "comodín"- cuando se restringe la circulación mediante programas como el "Hoy no circula" y de esos que el gobierno de la ciudad de México permite circular sin seguro de daños a terceros por puro desplante demagógico.

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viernes, 23 de noviembre de 2007

La reforma electoral al gusto de López

La reciente "reforma electoral" apunta a dejar a los ciudadanos como meras comparsas de los arreglos que se hagan entre partidos y políticos de profesión. Debería llamarse "la reforma fascista inspirada por López".

La esencia del sistema electoral mexicano radicaba hasta ahora en que el núcleo de los comicios – la emisión y contabilidad uno a uno de los votos emitidos- estaba en manos de los ciudadanos, no del gobierno, no de los partidos políticos, no de las "familias custodias" del corporativismo mexicano.

Antes de la creación del IFE y del tribunal electoral autónomo eran los propios políticos en competencia quienes – erigidos en "colegio electoral"- decidían quién triunfaba y quién perdía, a despecho incluso de los votos contabilizados por los ciudadanos. Un gran avance democrático fue otorgar carácter definitivo al escrutinio realizado por los ciudadanos – funcionarios de casilla sin vínculos con los partidos políticos- salvo que, por impugnaciones con sustento objetivo, el IFE o el tribunal electoral autónomo considerasen el escrutinio viciado o falaz.

El dos de julio de 2006 Andrés López perdió. Así lo indicaron los resultados de la totalidad de los escrutinios realizados por los ciudadanos en todas y cada una de las casillas. Ya se sabe que López no aceptó tales resultados y demandó contar de nuevo cada voto descalificando burdamente (incluso profiriendo calumnias por las que nunca ha sido sancionado) la tarea de los ciudadanos.

Para efectos prácticos la reforma electoral que se ha aprobado recientemente vuelve a expulsar a los ciudadanos de los procesos electorales: Los ciudadanos no podremos opinar en los medios de comunicación electrónicos sobre los candidatos; los ciudadanos contaremos los votos, pero cualquier político de profesión podrá descalificar sin mayor sustento nuestro escrutinio y decretar otro en sentido contrario (basta con que convenza a sus pares) y el IFE, que alguna vez con todas sus imperfecciones fue representación profesional de los ciudadanos en los comicios, volverá a ser herramienta dócil de los partidos políticos con funcionarios permanentemente amenazados de sufrir un cese fulminante si no se avienen a los caprichos de las cúpulas políticas.

Esta reforma – que debe agradar sobremanera a López dado su talante antidemocrático y antiliberal- es claramente un retroceso hacia el fascismo. Fascista, en sentido amplio, es lo que restringe las libertades ciudadanas en beneficio de las corporaciones que se han adueñado del Estado, como es el caso hoy de los partidos políticos.

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miércoles, 21 de noviembre de 2007

Si es "de interés público", ¡usted no se meta!

En México parece haber una fórmula infalible para saber qué se considera "de interés público": Todo aquello en lo que los ciudadanos, como personas libres, no somos bienvenidos.

Tal vez el día que el petróleo deje de ser patrimonio nacional podremos saber cuánto le cuesta a PEMEX obtener un barril en cada campo petrolero, cuánto de dicho costo obedece a condiciones objetivas asociadas a la extracción del energético, cuánto a costos administrativos y financieros y cuánto a las negociaciones laborales con un sindicato poderoso, hermético y temible.

Por fortuna, hay algunas pocas empresas privadas que cotizan en el mercado de valores y así podemos saber cuánto venden cada trimestre, cuál es su margen de utilidad de operación, cuánto deben, a quién, a qué plazos, a qué tasas y en qué condiciones. De esa forma, yo puedo saber que el supermercado en el que compro tiene un margen de ganancia – antes de costos o beneficios financieros- menor al seis por ciento sobre el total de las ventas. Y de la misma forma me he enterado que la compañía telefónica dominante sigue quedándose con un porcentaje de ganancias operativas sobre sus ingresos totales muchísimo más elevado (digamos el 30 por ciento), lo que significa que se queda con una buena parte del "excedente" que, en un mercado de libre competencia, correspondería a los consumidores.

Esos son asuntos de interés público y no deja de ser un poquito irritante que sepamos más de varias empresas privadas (que son en realidad públicas, al cotizar en el mercado de capitales) que de algunas empresas públicas (que son en realidad herméticas, gracias a los venerados mitos nacionales). Y que no sepamos cosa alguna de sindicatos que operan en actividades que pomposamente se han bautizado como de "interés público" (a algunos se les llena la boca al decir las dos palabras mágicas, como si fuesen subnormales gritando: "Es un honor estar con Obrador").

Ésa es otra ley no escrita del arreglo político: Si es de interés público, que los ciudadanos no metan las narices.

Por eso, porque las elecciones son de interés público serán ahora por ley un negocio privado de los partidos políticos. Gran reforma electoral, ¿o no?

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martes, 20 de noviembre de 2007

Educación: Dos modelos opuestos

Juan Carlos de Borbón fue objeto de una educación esmerada a cargo de algunos de los hombres más sabios de España. Hugo Chávez obtuvo la mayor parte de sus rudimentos en cuarteles más o menos sórdidos, donde aprendió a admirar a personajes como el militar y dictador peruano Juan Velasco Alvarado.

En esto de callarse, como muestra provechosa del dominio de sí, Juan Carlos de Borbón tuvo un prolongado aprendizaje. La educación de Juan Carlos estuvo a cargo de algunos de los hombres más sabios de España y fue resultado de un difícil compromiso entre los deseos de su padre, don Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII, y monárquico liberal si los ha habido, y los proyectos de continuidad que para su régimen autoritario concibió Francisco Franco.

Desde el exilio, y odiado por Franco, don Juan cuidó decididamente que su hijo no tuviese como tutores a burócratas incondicionales del dictador, sino a personajes de intachable solvencia intelectual y moral, especialistas en historia, en derecho, en ciencia política, en economía. Franco debió ceder, persuadido tal vez porque veía que su propia corte de sujetos grises no destacaba por lúcida, sino por aduladora y sumisa.

El proverbial silencio de Juan Carlos dio pábulo para que los despistados conjeturasen que tenía pocas luces y escaso talento. Error. El silencio, que Juan Carlos aprendió a sopesar hasta el escrúpulo gracias a sus maestros, le rindió provechosos frutos y fue abono para una feliz transición de España a la democracia.

El rey también aprendió cómo poner un alto a personajes de cuartel, atrabiliarios, como el teniente coronel Antonio Tejero, el mamarracho – otro de la especie de Hugo Chávez- que intentó el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.

A Chávez nadie le enseñó a callar y dominarse. Poco y malo lo que habrá aprendido en los cuarteles. A eso suma, ahora, la tutoría de una famosa divulgadora marxista de los años setenta y ochenta del siglo pasado, Martha Harnecker, chilena, cuyo tosco manual de materialismo dialéctico, de ínfima calidad, fue catecismo impuesto en esos años a miles de universitarios latinoamericanos. Hoy es la amanuense de Chávez; trata, sin resultados, de dar coherencia a las largas peroratas del palurdo y le dispensa rudimentos de su marxismo barato, trasnochado y esquemático; simplista hasta el ridículo.

Dos modelos educativos opuestos, cuyos respectivos frutos están a la vista.

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domingo, 18 de noviembre de 2007

Las muestras del desastre educativo

Si uno desea ver los frutos del desastre educativo en México, los más espeluznantes los puede encontrar en las páginas editoriales de los periódicos, en las cámaras legislativas, en oficinas gubernamentales, y sí, también en los salones de clase, pero de frente a los alumnos, y en las oficinas encumbradas de algunas universidades públicas que confunden lo grandote con lo valioso.


Con el famoso “grito de Guadalajara”, en 1934, proclamando que el Estado debería apoderarse de las conciencias de niños y jóvenes para consolidar la revolución, Plutarco Elías Calles marcó la pauta de lo que ha sido el “sistema educativo mexicano”: Un gigantesco aparato en el que, por un lado, entran toneladas de dinero público y, por el otro, salen generaciones troqueladas para medrar con las armas de un abigarrado conjunto de mitos, pretextos y lugares comunes; refractarios al conocimiento y a la crítica, incapaces de descifrar la realidad y aun menos capaces de cifrarla con acierto.

El sistema se reproduce y amplifica año con año exhibiendo sus miserias. Los herederos del desastre se convierten en sus promotores activos pidiendo más y más recursos para que la espiral descendente no cese.

Una escritora otoñal justifica, con pasmoso candor, el burdo plagio que hizo de un artículo ajeno contándonos que padece divertículos intestinales. Hizo lo que se espera de un aventajado alumno: que justifique haber copiado en un examen porque los tamales que cenó le sentaron mal.

Otro caso: Un periodista, que presume cuatro décadas en el oficio, argumenta que fue mala idea autorizar más bancos porque eso ¡inhibirá la competencia! Insatisfecho con este desafío a la lógica sugiere a continuación que, como los potenciales clientes de un nuevo banco serán de clase media baja, no se percatarán de que las tasas de interés que les cobren serán muy altas. Su achacoso “progresismo” le hace calificar como tontos irredentos a los pobres.

Uno más: Un economista sesentón, asesor de un candidato presidencial que no supo ni competir ni perder, escribió: dado que la energía se percibe como escasa habrá que bajar sus precios. ¿Para qué?, ¿para que se acabe más rápido?

Y estos son los “líderes de opinión” - ¡maestros!- de quienes se nutren aquéllas y aquéllos que están en las cámaras legislativas o en los partidos políticos o filmando insufribles piezas de propaganda sectaria o perorando ante un micrófono. Misión cumplida, Plutarco.

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jueves, 15 de noviembre de 2007

El rey y el mamarracho: Lecciones gramaticales

Quien quiera que conozca un poco la sintaxis del idioma español estará de acuerdo conmigo en que la pregunta del rey de España – dirigida al mamarracho- fue precisa y pertinente.

La exclamación interrogativa del rey Juan Carlos I – “¿por qué no te callas?”- dirigida a Hugo Chávez fue precisa. El rey preguntó lo que quería preguntar, tuvo la cortesía de interrogar al verboso de forma directa, no con circunloquios de falsa modestia y significado oscuro. Un típico político mexicano habría usado la oración dubitativa, deliberadamente ambigua: “¿Podría callarse?”, pluscuamperfecto en modo subjuntivo que, en este caso, tiene además el riesgo del equívoco, dada la igual declinación del verbo en español para la segunda (usted) y para la tercera personas (él) del singular (la única forma de evitar tal ambigüedad es hacer explícito el pronombre personal: “¿Podría usted callarse?”; de ahí que también sea un acierto gramatical, amén de político, haberse dirigido en términos de igualdad – de tú, como decimos coloquialmente- al parlanchín: “¿Podrías callarte?”, al menos deja en claro a quién se hace la pregunta).

Otro acierto de esa oración interrogativa es el uso del verbo callar como intransitivo. El monarca no preguntó a la audiencia en general si acaso Chávez podría ser callado (participio pasivo), sino que interrogó al locuaz acerca de la causa de su incapacidad para guardar silencio cuando no le correspondía hablar. Esto es muy importante: El rey apeló, respetuoso de la libertad de cada cual, a la capacidad de su interlocutor para dominarse a sí mismo, para ser señor de su ánimo.

Chávez ha confesado, sin rubor, que no escuchó la pregunta del rey. Esa es la mejor respuesta a la interrogante real: Chávez no se calla – nótese otra vez el verbo intransitivo: el efecto de la acción debe recaer sobre el mismo actor que voluntariamente la ejerce- porque no puede: a la verborrea insustancial se suma, como suele suceder, la sordera. Ambos síndromes provienen de la misma enfermedad: Narcisismo incontrolable. El adicto al habla desenfrenada ha perdido no sólo la capacidad de escuchar, sino el dominio de sí cada vez que cae, con frecuencia creciente, en las garras de su adicción.

“¿Podrá (él) callarse?” (Futuro de indicativo). Ya lo sabemos: No podrá porque ha perdido el dominio de sí. ¿Y así, quien no es capaz de gobernarse pretende gobernar a los demás?

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Napoleoncitos al abordaje

Sean del color que sean o de la adscripción ideológica que se les antoje – izquierdosa o derechosa- buena parte de nuestros políticos son Napoleoncitos llenos de sueños de grandeza y de desprecio hacia la libertad de los ciudadanos.

El modelo del típico político mexicano es napoleónico y, por ende, profundamente antidemocrático. Un ejemplo prístino de esta admiración por el paradigma del déspota benevolente es la reciente reforma electoral: Para quienes idearon tal reforma los ciudadanos somos tan idiotas e irresponsables que no se nos debe permitir perturbar una contienda electoral con la expresión de nuestros libérrimos juicios acerca de los candidatos.

Supongamos que el día de mañana el señor Narciso Delgadillo se nos ofrece como candidato del partido Tal a un cargo de elección popular. Supongamos también que varios ciudadanos, alarmados por las propuestas de Narciso, pensamos que es un peligro para el país. Y supongamos, por último, que unidos – el grupo de ciudadanos preocupados, con razón o sin ella lo mismo da- juntamos los recursos para contratar anuncios en la radio o en la televisión para tratar de influir en el ánimo de otros electores. ¡Prohibido, bajo pena gravísima! Ninguna estación o cadena de radio o televisión se arriesgará a ser castigada – hasta con la suspensión definitiva de sus transmisiones- si comete el desacato de vendernos tiempo para transmitir nuestros mensajes.

¿Qué hay detrás de esta fascinación de muchos políticos mexicanos por establecer qué debemos decir y qué no, qué debemos hacer y qué no, qué podemos disfrutar y qué no? Una imagen idealizada de ellos mismos como seres omniscientes y omnipotentes que salvarán a los ciudadanos a pesar de los ciudadanos. En breve: El arquetipo de Napoleón.

En el caso de México, la genealogía napoleónica es extensa, lo mismo incluye a Gustavo Díaz Ordaz que a Lázaro Cárdenas del Río. Y si nos ponemos cosmopolitas lo mismo incluye la versión chabacana – digamos Hugo Chávez- que la refinada – digamos Charles de Gaulle- del déspota que se sueña y se ofrece a su pueblo como la encarnación de la sabiduría y la benevolencia.

La coartada que nunca se les cae de la boca es “el interés público”. Como si nos dijeran: “Dado que esto es de interés público, tú no te metas, es un asunto privado de nosotros, los políticos y los partidos”.

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martes, 13 de noviembre de 2007

Chávez: ¿Cómo se enfrenta un desastre natural?

Me extraña que tantos críticos no hayan recordado, a raíz de las inundaciones en Tabasco, el caso de la tragedia de Vargas, en Venezuela, en diciembre de 1999, que dejó unos 15,000 muertos…y en la que Hugo Chávez mostró cuáles son las prioridades del socialismo del siglo XXI: Primero que voten mi nueva constitución, después atendemos los llamados de auxilio.

El 15 de diciembre de 1999 Hugo Chávez Frías salía feliz tras depositar su voto en el referéndum al que convocó el propio Chávez para aprobar la nueva Constitución que redactó el mismísimo Chávez…y que más tarde presumiría al mundo como visionaria obra suya. Dijo entonces a los periodistas que le preguntaron qué estaba haciendo su gobierno para atender la tragedia que estaban provocando las lluvias torrenciales – desde diez días antes- en el departamento caribeño de Vargas, lo siguiente:

“Hemos actuado y afortunadamente no tenemos una tragedia nacional. Algunas pequeñas emergencias y hemos demostrado la capacidad de reaccionar” (periódico “El Mundo” 15 de diciembre de 1999, citado por el diplomático y periodista venezolano Edgar C. Otálvora, en su libro digital “El Pez”).

Ese mismo día miles de niños, ancianos, mujeres y hombres morían en el departamento de Vargas, ahogados, arrastrados al mar o aplastados por los derrumbes de las montañas que se desgajaban.

Horas antes, cuando hacía días que las autoridades locales de Vargas ya habían decretado la emergencia, Chávez mostró con toda claridad dónde estaban sus prioridades: No en esas “pequeñas emergencias”, sino en que votaran su nueva Constitución porque “de esos venezolanos que voten hoy dependerán los próximos 200 años”. Los quince mil o más que murieron en Vargas no entraban en los cálculos electorales.

Y para quienes insistían en que aliviar los efectos de las lluvias torrenciales era más importante que el referéndum y que éste debería posponerse, Chávez les ofreció una frase atribuida a Simón Bolívar:

“…y si por obra de la naturaleza mañana amanece lloviendo, no dejar de acordarse de la frase que dijo Bolívar: ‘Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca’” (Hugo Chávez en cadena nacional, la noche del 14 de diciembre llamando a votar al día siguiente).

Así, con frases célebres y emotivas, enfrentan los caudillos del narciso-populismo del siglo XXI los desastres naturales. Por eso nunca callan.

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lunes, 12 de noviembre de 2007

A ver si el rey nos hace el favor

Exasperado, el rey le preguntó al mamarracho: "¿Por qué no te callas?". Y el mamarracho siguió diciendo sandeces…, pero nunca respondió a la pregunta. El mamarracho no se calla porque es pura vocinglería, si calla se esfuma, se desinfla, vuelve a la nada.

Ya era hora de que alguien, aunque fuese el rey de España, le preguntase al mamarracho lo que decenas de miles deseamos preguntarle: "A ver, Chávez, ¿por qué no te callas y escuchas?"

Por supuesto, es una pregunta retórica. Es una manera correcta y valiente de hacerle ver a una persona que su palabrería hueca y monótona se ha vuleto irritante. Es una manera elíptica de callar al que importuna y no deja espacio al diálogo.

Un mamarracho es un hombre que no merece respeto. Lo dice el diccionario.

Debía darse por descontado que el mamarracho no podría responder en forma directa: "No me callo, porque si me callo me muero, no me callo porque no soy más que palabrería, no me callo porque no sé hacer otra cosa que perorar sin fin y sin sentido…".

El mamarracho siguió con su retahíla de sandeces. Y al relevo entraría otro de la especie, Daniel Ortega, acusando a las empresas españolas de quién sabe cuántas maldades… Y el rey abandonó el salón, cuando las agujas del medidor de estupideces – si acaso existe tal aparato- estaban saltando, al rojo vivo.

Una vergüenza colectiva. Un relámpago en la oscura noche que es el batiburillo de la diplomacia políticamente correcta, que confunde la prudencia con la cobardía y el silencio cómplice.

No tienen remedio, ni el mamarracho ni la corte de melindrosos que callan para no irritarle, que fingen no enterarse de las tropelías crecientes y cotidianas del mamarracho. Que son incapaces de pedirle una explicación o de ponerle un alto cuando se pasa de la raya.

Ni modo, a ver si un día el rey de España nos hace el favor a los mexicanos de preguntarle al mamarracho, así como al pasar, qué se le perdió por aquí, en México, para andar promoviendo "movimientos alternativos" en estas tierras, según propone el multicitado mamarracho en su pomposo Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación. Pura curiosidad, mera pregunta retórica. Y digo que se lo pregunte el rey, porque por aquí, a lo que se ve, nadie se atreve.

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sábado, 10 de noviembre de 2007

La UNAM y un listado muy engañoso

Tanto si salimos bien situados, como si salimos mal calificados en algunos listados internacionales – competitividad, transparencia, educación superior-, lo más inteligente es tomar con una dosis de escepticismo esas calificaciones. La "caída" de la UNAM del sitio 74 al sitio 192 en sólo un año nada tiene que ver con esa universidad, sino con la veleidad metodológica de quienes elaboran ese "hit parade".



Hace un año desaté la temible "ira unamita" porque me atreví a censurar el triunfalismo con el que las autoridades de la UNAM festejaron el hecho de que esa universidad apareciese en el lugar 74 del listado que publica año con año "The Times Higher Education Suplement" de las 200 mejores universidades del mundo. Sospecho que no habrá muchos comentarios de la UNAM ahora que la misma publicación bajó a la "maximísima casotota de estudios" nada menos que al lugar 192.

A reserva de un análisis más detallado del cambio de la metodología, e incluso de algunos indicadores, encuentro menos confiable el listado de este año que el precedente. En todo caso, es un grave error de los editores del suplemento pretender que son comparables los sitios de 2006 con los de 2007 porque no miden lo mismo.

La comparación entre el listado de 2006 y el de 2007 habla mucho más de las veleidades metodológicas de los editores que de los avances o retrocesos de las universidades. Nadie en su sano juicio puede creer que la UNAM o que Washington Univerisity en Saint Louis o la Escuela Normal Superior de Lyon en Francia hayan caído en sólo un año ¡118 sitios!, ¡113 sitios!, y ¡85 sitios!

Tampoco es creíble que prácticamente todas las universidades británicas en el listado (salvo la London School of Economics a la que bajaron del lugar 17 al 59 y alguna otra) hayan avanzado en sólo un año tantos lugares. Por ejemplo: diez sitios la Universidad de Edimburgo, 20 sitios el King College, 27 sitios Bristol, 34 sitios Sheffield, 41 sitios Leeds, 42 sitios Cardiff, 50 sitios York, 54 sitios Leicester, 61 sitios Southampton, 67 sitios Dundee, 68 sitios Surrey.

No me interesa hacerles el trabajo a los numerosos propagandistas de la UNAM, oficiosos y oficiales, pero este listado parece muy poco confiable. Y eso no hace a la UNAM ni mejor ni peor de lo que en realidad es.

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jueves, 8 de noviembre de 2007

China como vendedor y como “tax-eater”

A pesar del descenso del dólar, China seguirá invirtiendo sus reservas en valores del gobierno de Estados Unidos, porque ese es un requisito para que los consumidores estadounidenses puedan seguir comprando mercancías chinas, lo cual, a su vez, es un requisito – en el modelo chino- para elevar el nivel de vida de millones de chinos.

Fréderic Bastiat (1801-1850), uno de los mejores escritores de ensayos cortos de gran poder argumentativo (panfletos), ridiculizó la arraigada creencia mercantilista – que ve como el máximo logro de un país las exportaciones y considera nocivas las importaciones – diciendo que, de acuerdo con tal creencia, la solución para que todos los países fuesen prósperos sería que todos enviasen sus respectivos barcos cargados de mercancías a la mitad del océano…y ahí los dejasen.

China sigue un modelo de acelerado crecimiento sustentado en las exportaciones, pero ése es el sustento del modelo, no la finalidad del mismo. La finalidad es elevar el nivel de vida de los chinos. De ahí que lo importante no sea tanto cuánto venden los chinos, sino cuánto pueden comprar gracias a lo que venden.

De forma muy esquemática, el modelo funciona así: 1. Incrementos en la productividad orientados a satisfacer las necesidades de los consumidores del exterior, 2. Consecuente crecimiento de las exportaciones, 3. Consecuente crecimiento de las importaciones, primero de bienes de capital – para incrementar más la productividad- y después de bienes de consumo, para empezar a generar bienestar interno, 4. Acumulación de excedentes (reservas) a causa de las crecientes exportaciones, 5. Inversión de los excedentes en la moneda y en instrumentos de deuda de su cliente más voraz, Estados Unidos, lo que permite…6. Que su voraz cliente pueda financiar, con las inversiones de las reservas chinas entre otras inversiones extranjeras, su déficit en cuenta corriente y seguir importando…mercancías chinas.

Por eso China seguirá invirtiendo sus cuantiosas reservas en deuda del gobierno de Estados Unidos y, si seguimos la llamada equivalencia ricardiana (por David Ricardo) de que la deuda pública de hoy serán los impuestos de mañana, los chinos no sólo quieren ser los principales proveedores de los ávidos consumidores estadounidenses, sino uno de sus principales acreedores ya que, más temprano que tarde, esos consumidores, como contribuyentes, pagarán impuestos que servirán para dar servicio a la deuda y disminuir el déficit fiscal de Estados Unidos.

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China y Estados Unidos: ¿Quién trabaja para quién?

En realidad, millones de chinos han estado trabajando muy duro para que millones de estadounidenses vivan mejor.

Usted qué prefiere: ¿Comprar barato o vender barato?

El progreso de China consistentemente lo vemos al revés de lo que es la lógica elemental de la economía. Si el objetivo último de la actividad económica es vivir mejor, NO deberíamos decir que a los chinos les va muy bien porque cada día le venden más cosas a Estados Unidos, sino que les empieza a ir bien porque cada vez pueden comprarle un poco más a Estados Unidos y al mundo.

En 2003 China superó a México como proveedor de los consumidores estadounidenses y es muy probable que en breve supere también a Canadá y se convierta en el país líder en exportaciones a Estados Unidos. Un dudoso campeonato.

¿Por qué “dudoso campeonato”? Porque no compramos para vender, sino que vendemos para poder comprar, que es lo verdaderamente interesante (como suelen saber muy bien las mujeres). Lo que nos debe interesar, para evaluar el progreso real de China en términos de bienestar para los chinos, es cuánto más pueden comprar ahora respecto de lo que podían comprar hace siete años. Visto así, China no va por mal camino, pero le falta muchísimo por recorrer: En 2001 por cada dólar en mercancías que China exportó a Estados Unidos importó sólo 18 centavos de dólar de mercancías estadounidenses, en junio de 2007 la situación había mejorado un poco (para los chinos en términos de bienestar tangible: capacidad de compra y consumo) y por cada dólar que exportaron a los estadounidenses les compraron ya 20 centavos de mercancías.

En los siete años que van de 2001 a 2007 los chinos han trabajado muy duro para que los consumidores estadounidenses y del resto del mundo – que son clientes de los chinos- puedan vivir mejor; a cambio, empiezan a mejorar su precario poder adquisitivo y ya pueden comprarle un poquito más de bienestar al mundo. Si China cada vez vendiera más pero cada vez comprara menos se estaría empobreciendo. Esto último es lo que le sucede a Venezuela y le pasará en breve a la Argentina: Un alto crecimiento del PIB que no se traduce en mayor poder de compra, es una mejoría ficticia.

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martes, 6 de noviembre de 2007

Lluvias y “calentamiento global”

La mejor base de datos sobre precipitaciones pluviales disponible en el mundo NO permite inferir que el llamado calentamiento global haya incrementado las lluvias; por lo pronto, se sabe que, de unos años a la fecha, ha llovido un poco más en el océano, pero un poco menos en tierra.

Un periodista “serio” escribió ayer respecto del desastre en Tabasco: “…con el proceso de calentamiento global, las inundaciones y los huracanes se van a hacer más comunes en distintos lugares de nuestro país”.

¿Cómo lo sabe?

Tal vez por ciencia infusa, porque después de muchos e intensos huracanes (2005), hemos tenido dos años consecutivos (2006 y 2007) de muy escasos huracanes en el golfo de México y en el Atlántico Norte, lo cual echa por tierra el vaticinio que hizo Al Gore – en su célebre corto metraje- acerca de la creciente intensificación de los huracanes por el calentamiento global.

Además: La base de datos más completa y confiable sobre variaciones en las precipitaciones pluviales en el mundo – la del Global Precipitation Climatology Project (GPCP) – que abarca 27 años (de 1979 a 2005, inclusive) combinando varias fuentes de información (Sensor Especial de Imágenes de Microondas – SSM/I por sus siglas en inglés-, estimaciones de precipitación pluvial por rayos infrarrojos a partir de satélites en órbita y mediciones en la superficie) revela para los trópicos (25° S- 25° N): 1. Un incremento lineal de la lluvia en los océanos de 5.5% para todo el periodo y un decremento lineal de la lluvia en tierra de 1%, con un cambio cercano a cero en la precipitación global en el planeta y 2. Que los indicios de mayores precipitaciones pluviales en los océanos no son concluyentes, aunque tampoco desmienten “las ideas de una alteración en los ciclos hidrológicos atribuibles a un calentamiento del ambiente”. Ver “Tropical Rainfall Variability on Interannual-to-Interdecadal and Longer Time Scales Derived from the GPCP Monthly Product”, Adler, Robert F; Curtis, Scott; Huffman, George J; Gu, Guojun , agosto 1 de 2007 en “Journal of Climate” . (Este trabajo se puede consultar en la red sólo estando suscrito al motor de búsqueda especializado "Highbeam Research").

Lo cierto es que, aun aceptando la hipótesis del calentamiento global, éste habría disminuido – apenas 1% en 27 años- las precipitaciones pluviales en tierra, NO las habría incrementado.

Para la base de datos ver en este sitio de la NASA.

Nota (por si las dudas, ya ven que Miss Ecuador "cree" que el Everest es el río más caudaloso del mundo): Tabasco está en tierra, no en el océano.

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lunes, 5 de noviembre de 2007

Tabasco y la prevención de riesgos

Monstruoso y totalmente imprevisible sería que en Zacatecas, con una precipitación pluvial anual promedio de 515 mililitros, se acumularan en sólo tres días de lluvia 300 mililitros; que del 28 al 30 de octubre se acumularan 300 mililitros en Tabasco fue extraordinario, pero había sucedido antes y volverá a suceder. Era un evento probable y previsible para un estado en el que la precipitación anual promedio fue de 2,424 mililitros de 1941 al año 2000.

Uno no compra un seguro de gastos médicos mayores pensando en que lo deberá utilizar todos los días o todos los años. Por el contrario, uno compra un seguro de gastos médicos mayores – y renueva la póliza año con año- con la expectativa de que en el largo plazo (diez, veinte o treinta años, por decir algo) algún día podrá necesitarlo…y deseando que eso no suceda.

Sería desaconsejable que el gobierno de Nuevo León gastase parte de su presupuesto en la prevención de sismos, pero es perfectamente lógico que el gobierno de la ciudad de México tome las medidas preventivas para un sismo de 7 grados o más en la escala de Richter. La probabilidad de que un sismo de esa magnitud se verifique esta misma semana en la ciudad de México es bajísima, pero un sismo entra dentro del espectro de riesgos catastróficos a los que está sujeta esa ciudad.

Suena acorde con el fatalismo mexicano decir que la tragedia que hoy vive Tabasco fue totalmente imprevisible: una mala pasada de la traicionera naturaleza o producto de ese novedoso y omnipresente demonio abstracto del "calentamiento global", pero es tan absurdo como si un hombre mayor de 60 años dijese que es un evento inaudito, imprevisible, el hecho de que la próstata le cause problemas.

También suena bien, acorde con la superstición política de que todo se arregla con toneladas de dinero público, decir que Tabasco no recibió suficientes recursos federales para prevenir el desastre; lo que nadie comenta (supongo que se considera de mal gusto) es que Tabasco es el estado de la república que más participaciones federales por habitante ha recibido en los últimos siete años.

Decir que el desastre entraba en el espectro de los eventos probables no es insensibilidad ante la tragedia. Es honestidad intelectual, un bien mucho más escaso que el dinero público.

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sábado, 3 de noviembre de 2007

Tabasco: Extremo, pero no inaudito

Las precipitaciones pluviales de los últimos días de octubre en Tabasco fueron, en apariencia, de las más altas registradas desde 1948, pero no fueron inauditas, monstruosas o fuera de lo que se puede esperar para esa región hidrológica, ni para esa época del año.


Lo importante en estos momentos es atender con diligencia y eficacia las necesidades más urgentes de quienes han sido afectados por las inundaciones en Tabasco. Pero también es importante determinar con la mayor exactitud y objetividad, sin politiquerías, las causas del desastre.

Todo indica que los daños podrían haberse minimizado tanto con medidas de prevención relativamente sencillas y económicas – una verdadera cultura del riesgo entre la población- como con un patrón racional de asentamientos humanos. Al respecto, no tiene desperdicio el análisis crítico de Gabriel Quadri de la Torre publicado el viernes en El Economista : “Diluvio en un territorio huérfano”.

Por desgracia, en lugar de un ejercicio de autocrítica profunda – respecto de nuestro pésimo arreglo jurídico en materia de normatividad del uso del suelo- se ha empezado a echar mano del chivo expiatorio de moda – el calentamiento global- para tranquilizar conciencias y minimizar responsabilidades.

Lo sucedido, sin embargo, desde el punto de vista de las precipitaciones pluviales NO es inaudito o monstruoso o fuera de la norma – regularidad estadística- para la región o para la temporada del año. Los meses más lluviosos en Villahermosa y en toda la región centro de Tabasco son septiembre y octubre. El año más lluvioso en Villahermosa de la serie que va de 1948 a 2003, inclusive, fue 1988. En dicho año, la precipitación pluvial de octubre (641.2 milímetros) fue 67.5% superior a la de septiembre. Todo indica que este año, 2007, se verificó el mismo patrón que entonces.

Lo que debe discutirse seriamente es cómo regular la convivencia armónica entre el aprovechamiento óptimo del gran potencial hidroeléctrico de la cuenca y la presencia de densos asentamientos humanos en las zonas inundables. Del mismo modo, ya no puede desatenderse la necesidad de desazolvar las cuencas, contaminadas por los asentamientos humanos, para permitir que las precipitaciones se derramen hacia el mar.

Lo peor que podemos hacer es diluir las responsabilidades. No sin amargura se dice que así como el perro es el mejor amigo del hombre, el chivo expiatorio es el mejor amigo de los políticos.

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jueves, 1 de noviembre de 2007

Supersticiones irrefutables

Una vez que han sido promulgadas – como si fuesen revelación divina-, algunas modernas supersticiones resultan tan irracionales como irrefutables.

Escuché por la radio decir a un conocido juez y profeta instantáneo que ya está “demostrado científicamente” que un trágico accidente en una plataforma petrolera – que cobró varias vidas- se debió al calentamiento global. Este visionario, tal vez usted lo haya escuchado, se caracteriza porque maniáticamente repite las palabras como si su auditorio fuese sordo o distraído.

Ha nacido, pues, una nueva causa última que lo explica todo: El calentamiento global.

Después de escuchar este monótono evangelio – y ¡ay de aquél que dude! porque será tachado de “negacionista” (sic)- leí en un periódico de inconfundible e incorregible sintaxis que: “Impacta el IETU el bienestar”. Vamos mejorando, se trata de una superstición más compleja. La fuente original de esta otra profecía es un comunicado del banco central que dice: “Existen riesgos adicionales para la inflación (sic). En particular, es previsible que algunas empresas intenten trasladar al consumidor el costo asociado a la elevación de la carga fiscal”. Además de que en buen castellano debería decirse que ése es un posible riesgo para la estabilidad de precios, NO para la inflación, la conjetura – que el diario convirtió en superstición dogmática- es poco probable, toda vez que la competencia en la mayoría de los mercados de los bienes comerciables impediría que el presunto intento tuviese éxito.
Pero eso no importa, porque estamos en el reino de las supersticiones irrefutables. Bertrand Russell en su ensayo “Un perfil de la basura intelectual” (An Outline of Intellectual Rubbish) escribió:

“Admiro especialmente a cierta profetisa que vivió a orillas de un lago al norte del estado de Nueva York en 1820. Anunció a sus numerosos seguidores que ella poseía el poder de caminar sobre las aguas y propuso que lo haría a las 11 horas de cierto día. Llegado el momento se reunieron miles de fervorosos seguidores alrededor del lago y ella les preguntó: ‘¿Están completamente convencidos de que puedo caminar sobre las aguas?’ A una sola voz la multitud replicó: ‘Lo estamos’. Entonces ella anunció: ‘En tal caso, no es necesario que lo haga’. Y todos ellos volvieron a sus hogares muy edificados”.

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La lección del griego

Fuimos educados para ser príncipes del Renacimiento, emperadores aztecas o "señoritos" en cortijo andaluz. Modelos, los tres, a los que repugna el prosaico comercio, la fatigosa competencia en un mercado libre.


Primo Levi fue un judío de Turín, Italia, que fue deportado a Auschwitz en 1944, padeció los horrores indecibles del campo de concentración y milagrosamente sobrevivió. Sus experiencias las narró en una trilogía: "Si esto es un hombre", "La tregua" y "Los hundidos y los salvados".

Una de sus narraciones cortas – "El griego"- relata la relación que entabló con un griego, también sobreviviente de los campos de exterminio de los nazis, a los pocos días de haber sido liberado. Liberación desencantada, porque el ejército soviético los dejó librados a su suerte, sin recursos, en un país desconocido: Polonia.

Después de incontables penalidades Primo Levi y el griego encontraron acogida entre un grupo de italianos en un pobre campamento improvisado. Tras una noche en la que por fin pueden comer algo sustancioso, explayarse y hasta tomar vino, Primo es despertado bruscamente. Apenas despunta el día y el griego le ordena: "Levántate, ponte los zapatos, coge el saco (que contenía todas las escasas pertenencias del griego) y vámonos".

"- ¿Adónde vamos?
"- A trabajar. Al mercado. ¿Te parece bonito que te mantengan los demás?"

Y cuenta Primo: "Era un argumento que yo rechazaba de plano. Además de cómodo, me parecía muy natural que alguien me mantuviese y también bonito. Me había parecido bonita, exultante, la demostración de solidaridad nacional, y más aún de espontánea humanidad de la noche anterior. Además, lleno como estaba de conmiseración por mí mismo, me parecía justo, hermoso, que la gente, por fin, experimentase compasión por mí. Y además no tenía zapatos, estaba enfermo, tenía fiebre, estaba cansado y, en resumen, por los clavos de Cristo, ¿qué demonios tenía que hacer en un mercado?"

Dos preguntas: Si uno NO está recién salido de un campo de exterminio, ¿por qué puede parecerle "bonito y muy natural" que le mantengan y por qué puede repugnarle ganarse el pan en el mercado? y ¿qué modelo es eficaz para sustituir a los de príncipe del renacimiento, emperador azteca o señorito en cortijo andaluz? Ah, pues sí, el modelo de político. Por eso hay tantos…

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