jueves, 28 de febrero de 2008

El fetiche de las fronteras

Frontera: Línea arbitraria que suelen pactar los gobiernos para hacerles aún más difícil la vida a las personas.

En un ameno ensayo acerca de la migración el economista Robert Higgs se pregunta más o menos lo siguiente: ¿Cuál es la diferencia entre mi padre que con su familia dejó el estado libre y soberano de Oklahoma, y cruzó los estados libres y soberanos de Texas, Nuevo México y Arizona, para establecerse y trabajar, sin permiso de ninguna autoridad, en el estado libre y soberano de California, y el trabajador mexicano que dejó el estado libre y soberano de Jalisco y cruzó varios otros estados libres y soberanos para llegar al estado libre y soberano de California, establecerse ahí y trabajar, sin permiso de ninguna autoridad?

La única diferencia que yo veo es el fetichismo de las fronteras usado por los gobiernos para hacerle más difícil la vida a la gente. Si es aberrante impedir que alguien que salió de Oklahoma, que no es precisamente el paraíso en términos de oportunidades, busque una forma decente de ganarse la vida en California, ¿por qué nos parece que está “en el orden natural de las cosas” prohibirle hacer lo mismo a alguien de Michoacán?, ¿o impedirle a un hondureño ganarse la vida en Jalisco?, ¿o enviar al paredón a un originario de Santiago, Cuba, porque quiso irse a trabajar a Miami, Florida?

¿No nos hemos dado cuenta de lo ridículo y aldeano que es, en pleno siglo 21, pretender que el lugar de nacimiento marca indeleblemente a las personas y les hace propiedad escriturada del gobierno fulano o del gobierno mengano?, ¿no nos percatamos de que esta idea de los gobiernos soberanos, con “ciudadanos” esclavos, está anclada en la edad media o más atrás?, ¿no hemos entendido que no hay otra soberanía que la de las personas?

Por esto, los alegatos demagógicos de Hilaria Clinton y de Barak Obama en contra del libre comercio y de la libre migración resultan repugnantes, oscurantistas, esclavizantes. Igualitos que los alegatos demagógicos de los que pretenden que un mexicano sólo puede desarrollarse como ser humano si es siervo de un becerro de chapopote pintado de verde, blanco y rojo, llamado Pemex.

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miércoles, 27 de febrero de 2008

¿Ya se desinfló la burbuja?

El miedo a la recesión en pleno año de elecciones presidenciales en los Estados Unidos parece estar posponiendo, dolorosamente, el ajuste definitivo en los precios de las viviendas y, por ende, las pérdidas en los activos financieros que las viviendas respaldan.

El último martes de cada mes se difunden los índices S &P (Standard & Poor’s)/ Case- Shiller de los precios de las viviendas en 20 áreas metropolitanas de los Estados Unidos. Los índices dados a conocer el martes pasado correspondieron a los precios del cierre de 2007.

Sin duda los precios están sufriendo un ajuste acelerado a la baja. En el índice nacional trimestral se observa una caída en los precios de las viviendas en el cuatro trimestre de 2007 respecto del trimestre inmediato anterior de menos 5.4 por ciento y un decenso anual de menos 8.9 por ciento.

Sin embargo, y a pesar de que los precios han seguido bajando durante enero y febrero, sería precipitado concluir que la burbuja inmobiliaria ya se desinfló. Cabe pensar que la relajación de la política monetaria, así como los estímulos fiscales de emegencia, están posponiendo la caída final. Por su parte, el descenso en las tasas se entiende en los mercados, con toda razón, como anticipo tanto de una futura alza abrupta en las tasas – una vez desatada la inflación- como de una restricción crediticia severa.

El punto más alto de la burbuja inmobiliaria se alcanzó en el segundo trimestre del 2006 (189.94 puntos contra 170.64 puntos del cuarto trimestre de 2007), lo que significa que al cierre del año los precios habían caído 10.6% respecto de su punto más alto. Pero también al cierre de 2007 los precios de la vivienda seguían 20% arriba de los vigentes cuatro años atrás (último trimestre de 2003). Para darse una idea de la magnitud de la burbuja vale la pena recordar que en un solo año, 2005, los precios de la vivienda en Estados Unidos crecieron un impresionante 14.7 por ciento (viniendo de otra alza anual, 2004, de 11.5 por ciento).

Los precios actuales parecen todavía muy altos para que la ejecución de las hipotecas (“foreclosures”) sea viable y se encuentren compradores de los inmuebles que tendrían que rematarse (con pérdidas para los tenedores de vehículos de inversión estructurados, donde están dichas hipotecas).

Va para largo.

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martes, 26 de febrero de 2008

El contundente fracaso de las nodrizas oficiosas

Los gobiernos con vocación de nodrizas suelen generar con sus prohibiciones efectos contraproducentes. Algunos ejemplos.

La prohibición de fumar en los bares de muchos condados en Estados Unidos ha incrementado el número de accidentes fatales causados por conductores alcoholizados.

La anterior es la conclusión de una rigurosa investigación estadística que publicará próximamente el Journal of Public Economics con el título de "Drunk driving after the passage of smoking bans in bars", y que comentaron hace unos días tanto el diario “Boston Globe” como el economista Mark J. Perry en su bitácora en Internet “Carpe Diem”.

¿Por qué la prohibición de fumar en bares habría de incrementar los accidentes automovilísticos relacionados con el consumo de alcohol? Los autores de la investigación conjeturan que los fumadores conducen más kilómetros – incrementando las probabilidades de un accidente- para encontrar un bar en el que sí se permita fumar (por ejemplo, hasta un condado donde no exista la prohibición). Otra hipótesis plausible es que un fumador consuetudinario en un bar donde se prohíba fumar sufrirá el síndrome de abstinencia y tenderá a beber más para disminuir la ansiedad.

Otro ejemplo: El salario mínimo, que significa prohibir que alguien gane por un trabajo subordinado menos que “X” cantidad. ¿Cuál es el efecto indeseado de esta prohibición? El desempleo de los menos capacitados, que son, paradójicamente, quienes más requieren de un empleo (entre otras cosas, para mejorar sus capacidades mediante el mismo trabajo). En Francia, para citar un caso específico, no hay empacadores en las cajas de los supermercados porque el salario mínimo es demasiado alto respecto del valor agregado por la actividad de empacar. Lo grave no es la incomodidad para los clientes – que deben empacar ellos mismos sus compras-, sino que cientos de miles de inmigrantes llegados a Francia del Norte de África no pueden obtener ni siquiera ese empleo, ¡que desempeñarían gustosos por la mitad o menos del salario mínimo obligatorio!

Uno más: El “Hoy no circula”. La prohibición de circular determinado día de la semana propicia que muchas familias adquieran un segundo automóvil barato (“comodín”) que contamina más que el auto al que sustituye. Lo peor es que, ante la evidencia de su fracaso, al gobierno-nodriza lo mejor que se le ocurre es ¡incrementar la dosis de prohibiciones!

Como nodrizas los gobiernos no sólo son odiosos, sino un completo fracaso.

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jueves, 21 de febrero de 2008

Los ruido – traficantes

Un gran porcentaje de la supuesta información que difunden los medios no es tal sino “ruido” a veces involuntario y a veces deliberado. Por eso, como aconsejaba Antonio Machado, conviene pararse “a distinguir las voces de los ecos”.

El prematuramente fallecido economista Fischer Black (1938-1995) desarrolló, entre otras valiosas aportaciones a las finanzas modernas (derivados y opciones), una sugerente descripción del mercado financiero como el lugar de encuentro entre los “information traders” y los “noise traders”. Dicho en forma simple: Los mercados se mueven porque no somos omniscientes y diferimos en nuestras especulaciones acerca del futuro; pero algunas de esas especulaciones están sustentadas en información – por ejemplo, los datos sobre el crecimiento de las importaciones de bienes de capital que nos dan indicios sobre el futuro de la actividad económica – mientras que otras de las especulaciones se mueven por puro “ruido”, sinónimo de cualquier interferencia que distorsiona los mensajes. Dos ejemplos de ruido: los múltiples datos falsos que maneja en sus peroratas el patriarca de los pantanos (López) o las frecuentes campañas de desinformación que emprenden las televisoras – y sus apéndices- con el objeto de obtener alguna ventaja para sus negocios.

Tomo prestada la descripción de Black para hablar de los traficantes de ruido – o ruido-traficantes- que padecemos en México y en otros países. Tengo para mí que hay una correlación estrecha entre la proliferación de ruido y los obstáculos al desarrollo. Suele haber más ruido que información en los países pobres e improductivos y la más clara muestra de la improductividad es que hay en dichos países muchas más personas que obtienen rentas mediante el tráfico del ruido, que personas ganando utilidades legítimas al difundir información.

Una de las fuentes más prolíficas de ruido son las supersticiones y mitos disfrazados de dogmas “nacionalistas” o “revolucionarios” que caen en tierra fértil gracias a un sistema educativo diseñado para promover y perpetuar la ignorancia. El sistema educativo es la nodriza y ése, y no otro, es el significado de la frase acerca del gran poder que tiene “la mano que mueve la cuna” acuñada por James Joyce.

A mayor ruido en el sistema mayor será la brecha futura entre los ingresos de quienes tienen información y los ingresos de quienes sólo tienen ruido. Y a mayor pobreza y desigualdad se refuerza el negocio de los “ruido-traficantes”.

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miércoles, 20 de febrero de 2008

Todavía no

Ese viejo soberbio y despreciable se muere en abonos vistiendo un inopinado atuendo deportivo. Ya no puede con la carga de fingirse omnipotente, pero, afortunado, aún puede anunciar que se va de a poquitos, a su modo, a su aire, dictando el guión. ¿Podrá salirse con la suya?

Fidel Castro no quiere morir como mueren los dictadores. Debe sentir un escalofrío de terror imaginando una agonía como la de su paisano gallego Francisco Franco – a quien, sin embargo, quiere imitar dejando todo atado y bien atado- y debe estremecerle de miedo la sola eventualidad de un final violento y atroz como el de Nicolai Ceaucescu.

La muerte es ineluctable e irrespetuosa. Lo sabe Fidel Castro. Le quiere ganar la partida, aunque sea parcialmente, poniendo algunas condiciones. Me voy, pero no me voy. Me voy, pero todavía no. Lo de su renuncia a ocupar todo el catálogo de cargos supremos que se fue fabricando a lo largo de más de 45 años de mentiras, opresión y cobardes astucias de obseso del poder y del control, no es la gran cosa. Una especie de prestación laboral por razones de edad, como la describía ayer Román Revueltas Retes, para no cumplir con extenuantes horarios de trabajo. El héroe está fatigado y enfermo. Pero no ha renunciado a ser el héroe y a hacer su voluntad por encima de todos. Ni soñar con que a él lo quiten.

En su abrumadora soberbia pretende que el mundo aplauda, extasiado, su nueva estratagema, como si fuese un gran gesto de renuncia. Pero no hay grandeza en este cálculo mezquino de quien, desde la Sierra Maestra, corría a esconderse apenas escuchaba, lejano, el motor de los aviones de Batista.

Lo que más asombra en este episodio de una lenta agonía, de una desesperante despedida, es el embobamiento de sus fieles, la mayoría de ellos fuera de la isla por cierto, que atesoran llenos de nostalgia la imagen sagrada del héroe que soñaron. Desempolvan recuerdos – la memoria tiende a lo apoteósico-del revolucionario infalible que habría de llevarlos al paraíso del socialismo impoluto, maravilloso y justiciero. Patrañas, entrañables para ellos.

Todavía no. Ya veremos en qué termina este episodio, probablemente el último en el que ese viejo, disfrazado de cliente de gimnasio, trata de imponer su voluntad. Todavía no. Ya llegarán tiempos mejores para los cubanos. Paciencia.

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martes, 19 de febrero de 2008

Cada vez que Bono aplaude…

El asunto no es resolver la pobreza, el hambre o la enfermedad. El asunto es mostrarnos conmovidos, consternados por el sufrimiento y descargar nuestra santa indignación contra algún culpable etiquetado como tal y más o menos abstracto.

No puedo garantizar la veracidad de la anécdota pero cuentan que en un concierto del cantante Bono (U 2), en México, se produjo un instante conmovedor, cuando el conocido filántropo – siempre preocupado por la terriblemente injusta distribución del bienestar en el mundo- pidió silencio a todo el público. Y el silencio se hizo en el auditorio. Entonces, Bono dio un aplauso. Silencio. Dio otro aplauso. Silencio. Y un tercer aplauso solitario de Bono. Silencio. Por fin, el cantante explicó con voz grave:

“Every time I clap my hands, a child in Africa dies” (“Cada vez que aplaudo un niño muere en África).

De inmediato, del fondo del auditorio alguien, anónimo, le dio una respuesta práctica al emotivo comentario de Bono: “Pues entonces deja de aplaudir, cabrón”.


(Imagen: rauldm.files.worldpress)

Cierta o no, la anécdota ejemplifica con claridad la bobalicona beatitud que, entiendo, debe caracterizar a ese sentimiento que se conoce como “ser de izquierda”.

Todo mundo – o casi – se autodefine “de izquierda” porque todo mundo dice ser bondadoso, defensor de las causas justas, enemigo de la desigualdad, más o menos culto y conocedor de las bellas artes, adversario de la explotación del prójimo…En una palabra: Simpático. Ser de izquierda, parece, es sinónimo de tener una gran capacidad de padecer y gozar con los buenos de este mundo. Y así como en la frase de Sartre el infierno siempre son los otros, en el corazoncito de las mujeres y los hombres de izquierda, la detestable, abominable y execrable derecha siempre son los otros: Unos personajes desalmados, villanos de caricatura, extraídos de las edades más oscuras de la humanidad, que son autoritarios, intransigentes, intolerantes, avaros, ambiciosos. Y que siempre saludan con el brazo extendido al estilo de los nazis, de los fascistas de Benito Mussolini o de los falangistas de Primo de Rivera. En una palabra: Antipáticos.

La beatitud bobalicona del sentimiento “izquierdoso” cumple la función del bálsamo que nos dispensa de fastidiosas comprobaciones y razonamientos. Puede ser que cada vez que Bono aplauda muera un niño en África, ¡pero es tan emocionante sentirse en el equipo de los buenos!

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lunes, 18 de febrero de 2008

Políticos vaciando la bañera

¿Cuál es la destreza más apreciada para redactar leyes y reglamentos?, ¿será la capacidad de hacer complicado e ineficiente lo que puede ser sencillo y eficiente?, ¿cómo vacía una bañera un político?, ¿con un gotero o con una cucharita?

Circula mediante correos electrónicos un chiste acerca de cómo en un manicomio diagnosticaban cuáles personas requerían internarse y cuán grave era su padecimiento psiquiátrico. A los candidatos se les mostraba una bañera colmada de agua, así como tres herramientas: una cubeta, una taza y un gotero. Se les preguntaba cómo vaciarían la bañera y sólo pasaban airosos la prueba (es decir: se diagnosticaban como más o menos sanos) aquellos que respondían: "Vaciaría la bañera removiendo el tapón del desagüe". Los demás, sea que propusieran la taza, la cubeta o el gotero, eran internados de inmediato.

Imagen de bañera de 1917, aproximadamente, reformada. Referencia original de bañeras antiguas aquí.



El chiste es injusto. Se supone que los internados en un manicomio ("institución psiquiátrica" para no ofender los castos oídos de la modernidad) están ahí por locos, no por estúpidos.

En cambio, el procedimiento diagnóstico de la bañera podría aplicarse con gran eficacia en algunos exámenes, si los hubiese, para aspirantes a legisladores. Por supuesto, todos aquellos que dijesen que vaciarían la bañera removiendo el tapón del desagüe quedarían descartados: No sirven para hacer leyes y reglamentos porque no saben hacer complicado lo sencillo, ni saben levantar obstáculos a la eficacia y a la productividad.

Son destrezas extrañas, pero así como hay personas a las que les gusta escribir sonetos en los que cada una de las 14 líneas termine en "ix", hay personas que tienen dos o tres problemas que oponer frente a cada propuesta de solución. Por ejemplo, liberar todo el potencial de crecimiento que podría tener una empresa petrolera propiedad del gobierno (del "Estado" para no ofender los castos oídos de la corrección política) sin tocar los impedimentos que establece una Constitución obsoleta es lo más parecido a vaciar una bañera con gotero. Que nuestros políticos se propongan hazañas como ésta, similares a las de quien se propone competir con la internet usando palomas mensajeras, es admirable. Improductivo, desesperante, pero admirable. Para registrase en un libro de hazañas inútiles, como el Guinness.

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domingo, 17 de febrero de 2008

Productividad y opiniones malinformadas

Por increíble que parezca incluso algunos especialistas – o que se presumen como tales- incurren en el síndrome de las críticas gratuitas. Tal vez les da flojera leer algo más que los titulares de los periódicos.

No es una novedad que algunos políticos, ávidos de micrófonos que registren sus monólogos, emitan juicios tremedistas y lancen condenas tronantes sin fundamento alguno. Lo que ya toma ribetes de tragedia nacional es que presuntos especialistas elaboren críticas partiendo de datos falsos y de una pasmosa ignorancia de la información veraz.

Hace unos días, un economista local de un banco global que opera en México pontificó que la inversión en infraestructura que promueve el gobierno federal, a través del Fondo Nacional de Infraestructura, es una estrategia errada porque – según él- se basa en transferir recursos de la sociedad al gobierno, a través de nuevos gravámenes como el IETU. Es increíble que un profesional cuya tarea precisamente requiere estar bien informado confunda de tal manera la gimnasia con la magnesia.

Primero, confunde lamentablemente el Fondo Nacional de Infraestructura, lanzado en febrero de 2008, con el Programa de Infraestructura difundido el año pasado. El Fondo NO es el Programa. (Para ver en qué consiste el Fondo, aquí, en comunicado de prensa 013/2008 y para ver el Programa Nacional de Infraestructura ver en este otro sitio).

Segundo, y más grave, presume que los recursos iniciales con que se inició el Fondo provienen de la recaudación de nuevos impuestos cuando hasta en las notas más breves de periódico en las que se anunció dicho Fondo se informa que los recursos provienen del Fideicomiso para al rescate carretero (Farac) que ya cumplió la tarea original para la que fue creado, así como del ahora extinto Finfra. No son en absoluto recursos que provendrán de la recuadación tributaria o de los ingresos ordinarios del gobierno.

Tercero, ignora que el Fondo pretende detonar la inversión del sector privado en infraestructura y no sustituirla, también ignora que promoverá proyectos de inversión público-privados, como se hace en Irlanda o Gran Bretaña con los famosos PPP.

Por último, ignora que si bien el fondo coadyuva a una estrategia anticíclica, no surgió como respuesta coyuntural a una desaceleración económica en Estados Unidos, sino como una respuesta estructural, planeada cuidadosamente, ante el tremendo rezago de México en infraestructura y ante el hecho innegable de que una infraestructura insuficiente, deficiente y obsoleta es un abrumador obstáculo para incrementar la productividad.

Por cierto, la desinformación, involuntaria o deliberada, también obstruye la productividad.

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jueves, 14 de febrero de 2008

¿Los consumidores? ¡Al final de la fila!

Sólo dos ejemplos recientes del desprecio que manifiesta el pensamiento políticamente correcto hacia los consumidores. La consecuencia es que nuestro marco institucional obstruye la productividad y el crecimiento.

Primer ejemplo: En todo lo que se ha dicho y escrito acerca de una reforma energética en México prácticamente nadie menciona el interés de los consumidores. Aun los más “liberales” aceptan la petición de principio de que tal reforma debe hacerse para “salvar a Pemex”. Es decir: El interés del monopolio está por encima del interés de millones de consumidores de energéticos.

Que la discusión parta de ese prejuicio – del tamaño de la pirámide del Sol- ha provocado que el supuesto debate se convierta en un pleito entre los idólatras del becerro de chapopote. ¿Por qué es impensable plantear la reforma desde el punto de vista de los consumidores? Simplemente porque eso no es rentable, ni para la clase política, ni para el gobierno, ni para los negociantes, ni mucho menos para los sumos sacerdotes del trópico y de los pantanos.

¿A los consumidores mexicanos les conviene que persista el monopolio energético? ¡Chitón, niño, esas preguntas no se hacen!

Segundo ejemplo: Incluso algunos defensores del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) incurren en el despropósito de mostrar el superávit mexicano en la balanza comercial México-Estados Unidos como ejemplo de los beneficios del tratado. Es síntoma del típico desprecio mercantilista por los consumidores, como si el bienestar económico consistiese en vender, no en consumir. ¡El mayor beneficio del TLCAN está en que ha mejorado el nivel de vida de los consumidores mexicanos y que la competencia ha obligado a muchos que eran cazadores de rentas a volverse productivos!

En estos días, este complejo mercantilista (“las exportaciones son buenas, las importaciones son malas”) se ha agudizado con una discusión absurda sobre el crecimiento de las importaciones de maíz, leche y frijol (productos cuyas importaciones se desgravaron, ¡por fin!) como si tal crecimiento – de la magnitud que sea- fuese por sí mismo algo alarmante y perjudicial. Nos dicen, con todas sus letras, que les parece nefasto que los consumidores mexicanos podamos adquirir maíz, leche o frijol a precios más baratos.

No deberíamos asombrarnos de que la productividad promedio de la economía mexicana sea tan baja, ¡es el resultado directo de desdeñar sistemáticamente el interés del consumidor!

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¿Recesión?



El economista Mark J. Perry, de la Universidad de Michigan, campus en Flint, muestra esta elocuente gráfica de las ventas al menudeo, deflactadas, y aventura que más que una recesión, los datos hablan de una desaceleración en el crecimiento. Para ver el estupendo comentario de Perry se puede consultar su blog "Carpe Diem" (¡nombre genial!) aquí.

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miércoles, 13 de febrero de 2008

¿Por qué las minorías mandan?

Las minorías pesan más que los consumidores en el diseño del marco institucional porque están organizadas. Y están organizadas porque la utilidad que obtienen al orientar el marco institucional en su beneficio supera con creces el costo de organizarse. A los consumidores, dispersos, desorganizados y con intereses diversos, les sucede lo contrario.

El libro “La lógica de la acción colectiva” del economista Mancur Olson se publicó en 1965 y fue parte de la revolución copernicana de la ciencia política ya que despojó a la democracia de su halo romántico para mostrarla como en realidad es: Un arreglo político lleno de defectos y de riesgos que, sin embargo, tiene la enorme virtud de ser menos malo que los otros arreglos conocidos: dictadura, despotismo, anarquía o guerra permanente.

El principal hallazgo de Olson fue que en una democracia las minorías organizadas en torno a un interés único suelen prevalecer sobre las mayorías desorganizadas con intereses dispersos. Y que tales minorías pagan los costos de organizarse porque los beneficios que obtienen al influir en el diseño de leyes y políticas públicas resultan mucho más altos que los costos. Por el contrario, la utilidad que las mayorías obtendrían a cambio de informarse y organizarse para influir en las decisiones políticas no compensa los elevados costos en que incurrirían. El arquetipo de la mayoría desorganizada (y desatendida por los políticos y los gobiernos) somos los consumidores.

Todos somos consumidores, pero en esa condición tenemos mucho menos peso político que como productores, miembros de un sindicato o de un partido o socios de un gremio profesional. En las urnas cada voto pesa lo mismo, pero en el Congreso Juan pesa mucho más si se presenta como miembro del sindicato de petroleros que si lo hace mostrando su credencial de elector.

El político tiende a satisfacer las demandas de esas minorías organizadas porque, a diferencia de la mayoría anónima, esos grupos sí le pueden retribuir sus esfuerzos por complacerlos. Ésa es la razón de fondo por la que suelen estar tan mal defendidos los intereses del consumidor en las instancias que diseñan el marco institucional: Congresos y gobiernos.

A 43 años de distancia el hallazgo de Olson sigue opacado por la romántica leyenda de que la democracia es el gobierno del pueblo y para el pueblo. No del todo, no siempre.

Mañana: Colección de ejemplos mexicanos.

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martes, 12 de febrero de 2008

El misterio del crecimiento y la productividad

¿Por qué el PIB de México no crece de forma sostenida a tasas más elevadas, digamos de 7% u 8% anual?

Mi respuesta inmediata ante esta pregunta suele ser: "México no crece a tasas más elevadas porque padecemos múltiples obstrucciones a la productividad". Y podemos enumerar decenas de dichos obstáculos: precarios derechos de propiedad, barreras a la competencia, restricciones a la inversión, lamentable calidad de la educación, excesivas regulaciones, presencia de monopolios públicos y privados en áreas estratégicas…

Tal vez, sin embargo, la respuesta deba ir más allá de la noción típica de productividad como la relación entre lo producido y los medios empleados en la producción, para enfatizar que ese cociente – el resultado de dividir lo producido entre el caudal de medios e insumos empleados- tiene que definirse en términos de beneficio neto para el consumidor. Es decir: Productividad es todo aquello que nos hace la vida más llevadera como consumidores.

Intento un ejemplo para tratar de arrojar luz sobre esa distinción: La empresa A obtiene una utilidad neta de 45 por ciento sobre sus ventas brutas porque disfruta de una condición monopolística en el mercado. El principal medio empleado para lograr esa condición y esa elevada rentabilidad podemos resumirlo en: "Excelentes relaciones con la agencia gubernamental reguladora y con los legisladores". ¿Es eso productividad? No. Podrá definirse como rentabilidad pero no como productividad porque no se ha generado una riqueza adicional a través del proceso productivo o de mejoras en los factores de la producción (capital financiero, trabajo, conocimientos, destrezas, capital humano, tecnología), sino que se ha verificado una apropiación de rentas, un juego de suma cero: El beneficiario, cazador de rentas, ha obtenido su utilidad despojando a los consumidores de un excedente que los consumidores podrían haber disfrutado en condiciones de competencia o libre mercado. Para el conjunto de la economía se trata, de hecho, de un retroceso en términos de productividad: La vida se ha hecho más difícil, más cara, de lo que podría ser en condiciones de verdadera competencia.

Hay que añadir, entonces, una precisión a la respuesta original sobre las causas del mediocre crecimiento económico: Abrumadores obstáculos a la productividad definida éste en términos de beneficios netos para el consumidor.

Lo cual nos lleva al gran problema de ¿por qué los intereses del consumidor están tan mal defendidos en el terreno institucional? Problema que abordaré mañana.

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lunes, 11 de febrero de 2008

¿Una reforma o un psicoanálisis?

Algunos intelectuales “sienten” que no habrá auténtica democracia en México hasta que la izquierda – léase el PRD – gane la Presidencia. Para satisfacer ese “sentimiento”, dicen, se hizo la reforma electoral. ¡Qué enredo!

Escribe uno de los promotores de la reciente reforma electoral (Agustín Basave Benitez) que la transición a la democracia en México está trunca porque en 2006 prevaleció un veto al Partido de la Revolución Democrática (PRD). ¿Cuál es la demostración de esta enormidad? La “demostración” es la siguiente y cito: “Me basta con acreditar la percepción social, que es la medición de la legitimidad y que indica que una tercera parte de los mexicanos creyó y cree que hubo fraude electoral”.

Es decir: La “demostración” no es demostración, sino la creencia-sentimiento del analista de que: 1. La percepción social (¿una encuesta?, ¿un sondeo entre amigos?, ¿una consigna?) es la medición (¿fuente?) de la legitimidad, que se suma a la creencia-sentimiento de que: 2. Un tercio de los mexicanos creyó y tal vez aún cree que hubo fraude electoral, lo cual conduce al terrible sentimiento de trauma que el analista formula con dramatismo: 3. “En otras palabras, que la gente de izquierda o centro-izquierda, creo que es valido llamar de esa manera a quienes votamos por Andrés Manuel López Obrador, se siente excluida” (puse dos comas que faltaban a la confusa sintaxis original).

Se le escapa al analista que su sentido alegato implica reconocer que sólo un tercio de los mexicanos votó por López, ¿no se la ha ocurrido que ese simple dato, equivalente a que dos tercios de los mexicanos NO votamos por López, explica la derrota mejor que cualquier veto fantástico? Pero dejémoslo así. Lo que importa en esta apología sentimental de la reforma es la confesión de que estamos NO ante la mejoría de un diseño institucional, sino ante la sublimación de un sentimiento de agravio: “Siento que merecía ganar; por eso no perdí, me robaron”.

Con los sentimientos no se discute. Si Eloísa le dice a su amante Abelardo: “Siento que ya no me quieres”, Abelardo, con todo su arsenal de lógica, está perdido.

Así estamos. Este país no debe hacer otra cosa en los próximos años que exorcizar el sentimiento de exclusión de estos sentidos muchachos y muchachas… ¿No saldría más barato pagarles una terapia psicoanalítica y mandarles flores?

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domingo, 10 de febrero de 2008

Horóscopos, ideología y "análisis político"

La ideologización ha logrado el milagro: algunos "análisis políticos" son ya menos confiables que los horóscopos.

La semana pasada un periódico se burló de la "profundidad" de la siguiente frase de Brooke Shields: "El fumar mata y si te mueres has perdido una parte muy importante de tu vida". El periódico se mofaba, en una "foto galería" en su edición en la internet, de las tonterías, supuestas o reales, que dicen guapas artistas, modelos y cantantes. Muy gracioso.

Un día después en su principal columna política – firmada por un misterioso F. Bartolomé- el mismo periódico pontificaba que Andrés López quiere "aprovechar el sentimiento nacionalista que invade a muchos mexicanos cada vez que se celebra el aniversario de la expropiación petrolera". Comparadas con esta sentencia las criticadas frases de Brooke Shields y de otras bonitas famosas parecen brillantes.

¿De veras quien escribió esa tontería está convencido de que conforme se acerca la primavera, y con ella el 18 de marzo, "muchos mexicanos" (¿cuántos?, ¿diez?, ¿catorce?, ¿23.7 millones?) son "invadidos" por un sentimiento nacionalista?, ¿cómo es ese sentimiento?, ¿es un cosquilleo, un mareo, una punzada, un zumbido en los oídos?, ¿cuáles son sus consecuencias?, ¿esos mexicanos dejan de tomar coca-cola y la sustituyen por una "nacionalista" agua de jamaica?, ¿disminuye el consumo de hamburguesas y aumenta el de garnachas? ¿De veras hay quién cree que la gente se siente "más mexicana" o "más nacionalista" porque se acerca el 18 de marzo?, ¿y se siente "menos mexicana" conforme esa fecha se aleja?

Jean Francois Revel escribió en "El conocimiento inútil" que la mentira en su vertiente de ideología goza de tres dispensas: una dispensa intelectual (la verdad no importa), una dispensa práctica (los fracasos de la ideología no cuentan) y una dispensa moral (los actores ideológicos están por encima de las nociones de bien y de mal, y la ideología justifica cualquier atrocidad). Esas mismas tres dispensas imperan en los "análisis políticos" que se ofrecen en muchos medios de comunicación.

Las patrañas de los horóscopos están mejor estructuradas. "Piscis (cito el horóscopo para enero): Necesitan más ingresos para la familia y para sentirse mejor consigo mismos, tratarán de escalar posiciones pero no siempre serán exitosos". Más o menos lo mismo que nos estuvieron anticipando en los medios, en materia de inflación, los expertos instantáneos.

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jueves, 7 de febrero de 2008

Infraestructura – Productividad – Crecimiento

¿Qué es lo más valioso que puede hacer un gobierno para propiciar un mayor bienestar? Remover obstáculos a la productividad. Esa es la gran virtud de apostarle a la inversión en infraestructura.

1. La única llave efectiva para acelerar en forma sostenida el crecimiento económico de un país es la acumulación de incrementos en la productividad.

2. La productividad es la relación entre lo producido y los medios empleados para ello.

3. Los obstáculos a una mayor productividad, básicamente, pueden ser de tres tipos: financieros, institucionales y físicos.

4. Gracias a la estabilidad económica México ya no tiene obstáculos financieros que impidan crecimientos en la productividad. Tenemos baja inflación, finanzas públicas sanas y un sistema financiero con buenos índices de capitalización y con regulaciones modernas. El ahorro interno crece a un ritmo saludable.

5. México padece, en cambio, abrumadores obstáculos institucionales para desatar la productividad: Por ejemplo, una Constitución llena de restricciones absurdas y de mitos consagrados como dogmas que la clase política no está dispuesta a tocar. El fundamentalismo mitómano de la mayoría de nuestros políticos nos permite aspirar, en el mejor de los casos, NO a reformas estructurales, sino a reformitas de muy baja productividad (el producto final de esos cambios, si se logran, será magro en relación a los costosos medios empleados), como una reformita en Pemex, una reformita laboral, una reformita de la instrucción pública…

6. Los desarreglos fiscales y monetarios de los últimos 30 años del siglo pasado, así como las recurrentes crisis en las balanzas de pagos derivadas de los primeros, dejaron como herencia en México, al igual que en la mayor parte de los países de América Latina, una infraestructura insuficiente, deficiente y obsoleta. Esa carencia física es otra barrera abrumadora contra la productividad.

7. Dado que ya alcanzamos, tras una década de políticas fiscales y monetarias ejemplares, la estabilidad económica suficiente y se han removido los obstáculos financieros, y dadas las restricciones “político-mitológicas” para realizar reformas institucionales de gran calado, parece evidente que la apuesta por la inversión en infraestructura, que además tiene un poderoso efecto multiplicador, es obligada y un gran acierto de este gobierno.

Un dato para meditar: En 2005 China invirtió en infraestructura el equivalente al 9% de su PIB. Ese mismo año la inversión en obras públicas en México fue equivalente a 2.4% del PIB.

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miércoles, 6 de febrero de 2008

Guerra entre idólatras

Por lo visto, el asunto de la “reforma energética” terminará discutiéndose en la subsecretaría de asuntos religiosos de la Secretaría de Gobernación. Es una discusión enconada entre idólatras: los tradicionalistas y los reformistas. Ambos sostienen que debemos adorar al becerro de chapopote, aunque en formas distintas. El petróleo no es para los mexicanos, son los mexicanos los que deben estar al servicio del ídolo.

La esencia del supuesto debate – o intercambio de epítetos y acusaciones- respecto de la reforma energética, al menos lo que se puede leer en los medios de comunicación, es la disputa entre idólatras acerca de cómo se puede salvar y preservar el mito del becerro de chapopote al que los mexicanos debemos adorar y ponernos a su servicio. Por distantes que parezcan sus posiciones, los idólatras enfrascados en el pleito coinciden en un punto: El petróleo nacional es más importante que cualquier mexicano y que la totalidad de los mexicanos.

La aparente discusión – que semeja una disputa apasionada entre teólogos- se centra en qué es lo mejor que se puede hacer para que PEMEX sea – o siga siendo- un poderoso monopolio gubernamental pletórico de riquezas que extrae no sólo de las entrañas de la tierra, sino de los bolsillos de millones de consumidores cautivos. Los tradicionalistas a ultranza pretenden que el ídolo – el becerro de chapopote- es tan grande y fuerte que solito puede mantener su dominio sobre vidas y haciendas de los mexicanos; los reformistas, por el contrario, advierten que para salvar al becerro de chapopote habrá que hacer algunos cambios, como permitir que el ídolo se asocie con empresas privadas – lo que horroriza a los tradicionalistas- o que en asuntos no esenciales para el culto del ídolo (digamos, la petroquímica) se acepte que el becerro de chapopote tenga que competir con - ¡herejía!- empresas normales y profanas.

Lo que nadie discute entre los idólatras, sean éstos avanzados o retardatarios, es que los mexicanos son propiedad del becerro de chapopote. Eso se da por hecho. Es el primer dogma que nos dictó el profeta Tata Lázaro. No estamos presenciando la discusión acerca de la propiedad de los recursos del subsuelo, sino la discusión apasionada entre idólatras acerca de cuál de las sectas que se disputan el culto del becerro de chapopote es la representante legítima del ídolo y, por tanto, la dueña de nuestras vidas.

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martes, 5 de febrero de 2008

Energéticos y “guerras de religión”

El concepto “revolución mexicana” es un poderosísimo mito integrador que el general Lázaro Cárdenas consolidó con la expropiación petrolera. Conforme al mito, plantear una reforma energética desde el punto de vista de los consumidores provoca excomuniones fulminantes dictadas por los guardianes de la fe revolucionaria, quienes amenazan con desatar una guerra de religión contra los liberales infieles.

Supongo que el valiente y valioso libro de Macario Schettino, “Cien años de confusión” (1), fue recibido con fingida indiferencia por las capillas intelectuales de México – ya no se diga por los amanuenses de las minorías rectoras del país- porque es un libro peor que herético, que derrumba el mito fundacional e integrador (“revolución mexicana”) alrededor del cual se han sustentado la mayor parte de los arreglos de poder y de reparto de rentas en México de 1937 a la fecha.

La tesis fundamental de Schettino es que la revolución mexicana es un concepto construido a posteriori – principalmente por Lázaro Cárdenas del Río- para dar coherencia a las variopintas revueltas de las primeras décadas del siglo pasado y establecer un sistema corporativista y mercantilista de permanencia en el poder. Palabras más o menos, Schettino propone a Cárdenas como el gran creador del concepto nacional-revolucionario y ubica a la expropiación petrolera como el momento fundacional de ese mito integrador.

Con más o menos rigor, el autor aporta numerosos elementos históricos para desmontar el mito. Se podrán encontrar varias imprecisiones y lagunas en la revisión que hace Schettino, pero la tesis de que la revolución mexicana es una construcción posterior a los hechos, diseñada para controlar e integrar a los mexicanos, así como para repartirse más o menos pacíficamente el poder y las rentas entre unas minorías rectoras, tiene un gran poder explicativo. Rechazarla a priori es como rechazar la teoría general de la relatividad porque en su formulación, en 1905, Einstein cometió alguna pifia matemática.

Mito integrador que se ha convertido en religión institucional, con culto, sacramentos, liturgia, sumos sacerdotes, dogmas, escrituras y santoral. El monopolio estatal petrolero – monopolio extendido más tarde a todos los energéticos- está en el núcleo del mito.

Y los guardianes del culto – como Andrés López- desean fervientemente la gloria de encabezar una guerra de religión, sangrienta si es preciso, en contra de los infieles liberales que osen, siquiera, proponer una reforma. ¿Otra guerra de reforma, pues, con López encabezando a los “cangrejos de la reacción”?

(1) Ficha bibliográfica: Cien años de confusión. México en el siglo XX. Schettino, Macario. México 2007, editorial Taurus (Santillana), 526 páginas.

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Dehesa, un premio y la búsqueda de Borges

Es una gratísima noticia que Germán Dehesa reciba el premio internacional de periodismo Rey de España en la categoría Don Quijote. Lo triste es que los jurados del premio se hayan fijado en una columna específica de Dehesa que ni por asomo es una muestra de lo mejor de su trabajo.

Cuando leí que el jurado (1) del premio Rey de España había elegido la columna de Germán Dehesa publicada el 22 de junio de 2007, llamada "¡Ah, qué tiempos!", como muestra de la destreza de Germán en el uso de la lengua española y de su fino sentido de la ironía (entre otras virtudes) me apresuré a buscarla en la hemeroteca, esperando reconocer algún texto memorable.

¡Qué pena! Si en el futuro algún investigador desea conocer lo mejor de los textos de Dehesa se llevará una decepción si se atiene a la muestra que eligieron los jurados. La columna escogida es regular, a lo sumo.

La columna que yo premio sin titubear se publicó el 12 de abril de 2007 y se llamó "Llovizna". Es un texto magistral de Dehesa. Me gustó tanto que cometí el atrevemiento de escribirle al autor, al poco tiempo, lo siguiente: "No sé si le sirva de algo, pero a mí me gustó mucho su recreación de Jorge Luis Borges conociendo y reconociendo cada rincón de Buenos Aires; me gustó el final de esa cuidada artesanía literaria y me emocionó imaginarme, en alguno de los tantos mundos posibles del jardín de los senderos que se bifurcan, como anónimo escribano de un soneto maravilloso dictado por Borges en el espacio mágico de una confitería.

"Seguramente usted experimentó un gran gozo escribiendo esas líneas y, sospecho, le habrá extrañado la indiferencia o la ingratitud de los lectores. Así pues, si le sirve de algo - y creo que sí- le mando un aplauso. Me gustó, sin peros y sin dardos envenenados".


Con gran amabilidad, que mucho le agradezco, don Germán me respondió: Ya me "hiciste el día", estimado Ricardo. Mil gracias.


Aunque la búsqueda de ambos textos – el que escogieron los jurados y el que yo elogio – puede ser costosa (2), vale la pena compararlos; apuesto que la mayoría de los lectores preferirán el mismo que yo. Cuando se escribe para publicar a diario es imposible que todos los textos queden gozosamente redondos. Son esos los que debemos celebrar.

Notas:

(1) El jurado estuvo encabezado por la funcionaria del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Leire Pajin (Secretaria de Cooperación Internacional), como presidenta del jurado; por Alex Grijelmo, (presidente de la agencia de prensa EFE, del Estado español, y autor de un voluminoso manual de redacción periodística), como vicepresidente; y por Carmen Aristegui, periodista mexicana, la panameña Lucy Molinar, la peruana Silvia Miró Quesada y Ana Vaca de Osma, directora de comunicación y relaciones públicas de EFE.

(2) Lamentablemente, el periódico "Reforma" en el que se publican las columnas de Dehesa no es de libre acceso en la internet y requiere de suscripción la consulta de su hemeroteca, de ahí que la búsqueda sea costosa, no sólo en tiempo sino en dinero. Por supuesto, respeto los derechos de propiedad del diario y de autor de Germán y no reproduzco aquí las columnas mencionadas.

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sábado, 2 de febrero de 2008

La tasa de rendimiento por tractor quemado

¿Cuál es la tasa de retorno que se espera obtener del negocio de quemar en la calle un tractor que vale en el mercado, conservadoramente, unos 200 mil pesos?, ¿una ganancia de diez veces respecto de la “inversión original”?, ¿digamos un subsidio a fondo perdido para el dueño del tractor de dos millones de pesos? No está mal el negocio.


La manifestación de los rentistas agropecuarios en la ciudad de México el jueves pasado nos regaló, en los noticiarios de la televisión, una imagen inusual: Vimos a supuestos productores agrícolas quemar en la calle uno de los bienes de capital más eficaces para incrementar la productividad en el campo: Un tractor.

Si uno se traga el cuento de que se trataba de verdaderos productores el hecho parece inexplicable: ¿Para qué destruir sus medios de producción? Sin embargo, el hecho es perfectamente lógico, porque la manifestación no era de productores agrícolas, sino de un gremio con un oficio diferente: el gremio de los rentistas del campo mexicano.

Hace muchos años un secretario de Agricultura del nefasto gobierno de Luis Echeverría se hizo célebre por acuñar una frase demoledora: “El campo mexicano está organizado para votar, no para producir”. Unos 35 años más tarde, y después de avances formidables en el mundo en materia de productividad agrícola, debemos modificar la frase: “Una parte del campo mexicano, la más ruidosa políticamente y la más improductiva, no está organizada para producir sino para obtener subsidios crecientes”.

Esa parte de los campesinos y agricultores mexicanos, generalmente asociada en el papel con las cosechas de granos básicos, obtiene sus ganancias de un modo diferente del que practican quienes se dedican, por ejemplo, a cosechar frutas, verduras y hortalizas. Mientras estos últimos están en el negocio de la producción – y su mejor arma ha sido la productividad-, los primeros están en el negocio de la caza de rentas y su mejor arma, para obtener crecientes rentas de dinero público, es alborotar y chantajear.

Así, cuando se obtiene un rendimiento (subsidios) por tractor quemado de diez o hasta cien veces el valor del tractor (un tractor usado, modelo 1991, se consigue por unos 200 mil pesos), es perfectamente racional quemar tractores en la calle. A los rentistas del campo mexicano no les interesa el rendimiento por hectárea, sino el rendimiento por tractor quemado.

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viernes, 1 de febrero de 2008

Frase de catálogo

En esta nota periodística (ver aquí) se registra la siguiente frase atribuida al señor Andrés López Obrador:

"O se es mexicano o se es traidor"


No es una metáfora, no es una elipsis, no es ninguna figura retórica. Parece un exabrupto xenófobo, la expresión detestable de un nacionalista ramplón y fanático...pero no. Es lisa y llanamente una frase de colección, para poner en un manual de lógica elemental como ejemplo de estupidez inconmensurable.

¿Por qué? Muy sencillo, por definición para ser traidor (a México) se necesita ser mexicano. Ningún extranjero puede ser traidor a una patria que no le pertenece y a la que no pertenece.

Supongo que todo ser humano es susceptible de convertirse en una máquina incansable que dice y hace estupideces - cada vez mayores, cada vez más atroces e indignas- pero nos detienen, por fortuna, la educación (en un sentido amplio, empezando por las nociones elementales de buen sentido que se adquieren en el hogar) y alguna capacidad, por mínima que sea, de empatía con la realidad y con los demás seres humanos. Quien carece de esa elemental capacidad de empatía padece una grave enfermedad mental; si además nunca tuvo el beneficio de ser educado en el más rudimentario buen sentido...acaba diciendo frases como ésa, de catálogo.

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