sábado, 28 de febrero de 2009

China: Háblenle suavecito

Durante su reciente visita a China, la flamante Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary (Hilaria) Clinton, fue extremadamente comedida. Nada que ver con la señora candidata que criticaba las violaciones a los derechos humanos en China o que alarmaba a sus compatriotas al protestar porque China era ya el acreedor individual (prestamista) extranjero más importante de la endeudada economía de los Estados Unidos.

Por supuesto Hilaria tiene que ser comedida. Una de las pocas cosas claras en este crisis es que a China hay que hablarle suavecito. De la paciencia del gobierno chino y de su persistencia como principal comprador de los bonos del Tesoro de Estados Unidos – mecanismo mediante el cual se financiará el déficit fiscal de 1.75 billones (millones de millones) de dólares, anunciado ayer por Barack Obama- depende que el barco de la economía mundial no se hunda de golpe y porrazo.

Por supuesto, los chinos están muy concientes de que estos no son tiempos para propinarle un buen susto a Estados Unidos, como sería la ocurrencia de liquidar buena parte de sus cuantiosas tenencias en bonos del Tesoro y en otros activos estadounidenses (según algunos cálculos más de 1,700 miles de millones de dólares) e invertirlas domésticamente, en China, en gasto social y en gasto destinado a la infraestructura (algo por lo que claman millones de chinos). No, no lo harán (por ahora), pero ganas no les faltan.

Por eso, porque a China hoy más que nunca hay que hablarle suavecito y de buen modo, causó tanta consternación en los mercados que en su primera aparición ante el Congreso el flamante Secretario del Tesoro, Tim – Timoteo- Geithner, criticase la política cambiaria del gobierno chino y lo acusase de manipular su moneda para dominar como potencia exportadora. ¡Chitón, Timoteo!, ¡así no se le habla a tu principal prestamista individual!

En lugar de criticar a China, Estados Unidos debe hacer todo lo que pueda para que China siga siendo potencia exportadora; y en esa medida, el gran prestamista de Estados Unidos y aval del dólar.

El próximo abril, en la reunión del G-20, mister Obama tendrá que sacudirse los reflejos aldeanos y mostrar un liderazgo efectivo a favor de la expansión del comercio mundial. El gobierno chino lo estará escuchando y sería estúpido creer que la paciencia y la prudencia de los chinos son inagotables.

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jueves, 26 de febrero de 2009

Pruebas de estrés, allá y acá

La novedad serán las “pruebas de estrés” a las que someterán a los grandes bancos en Estados Unidos. Algo así como las pruebas de esfuerzo que se hacen, generalmente a los adultos, para verificar su condición cardiovascular. Llegará un enviado del secretario del Tesoro, armado con un ábaco – por aquello de las lecciones que dejó el estancamiento de la economía japonesa - y someterá a los balances de cada banco a duros ejercicios de simulación: “¿cuánto capital fresco necesitará el banco si un incremento en el desempleo nacional de tres puntos porcentuales se traduce en un aumento de dos puntos porcentuales en la cartera vencida?”.

En realidad le están inventando una fascinante tarea a los econometristas, quienes harán bonitos modelos matemáticos relacionando un montón de variables tales como: desempleo, precios de los “commodities”, ejecuciones de hipotecas, índice de confianza de los consumidores, construcción de nuevas viviendas, precios de los bienes raíces, índices bursátiles, futuros de las divisas, precios y tasas de los bonos del Tesoro, valuación a precios de mercado de los fondos de cobertura y 27 variables más. Se pone todo en una licuadora, se persigna el investigador, se enciende la licuadora econométrica (“aprietas F9”) y se llega a una cifra…Con el resultado se decidirá lo que ya es previsible: Demasiado grande para dejarlo quebrar, aunque el meollo del asunto debería ser: Demasiado grande para dejarlo existir. ¿Por qué no empezamos a fragmentar y desconectar los riesgos? (Es una idea como cualquier otra y, al parecer, se vale cualquier ocurrencia en esta crisis).

Ya más en serio (lo que no significa que lo anterior haya sido del todo una broma), eso de las pruebas de estrés funcionaría también para que en el Senado, en México, antes de nombrar a los miembros de un organismo técnico y regulador, sometan a los candidatos a pruebas de estrés para ver cómo reaccionarán ante determinados eventos.

Por ejemplo, al aspirante a ocupar la presidencia de la Cofetel le podrían preguntar: “¿Qué haría usted si recibe una grabación, clandestina e ilegal, de las conversaciones telefónicas del funcionario que es la cabeza del sector de las comunicaciones en el gobierno federal?” Si el aspirante contesta: “Le entrego las grabaciones a una de sus subordinadas para que se lo grille”, entonces debe ser designado por aclamación: “Bienvenido, arquitecto, con usted las telecomunicaciones de este país no podían estar en mejores manos”.

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miércoles, 25 de febrero de 2009

¿Periodismo o basura?

Me gustaría saber en qué universidad enseñan que la transmisión de grabaciones ilícitas de conversaciones privadas, cuyo contenido es irrelevante para los asuntos públicos, es periodismo.

El lunes pasado, Jesús Silva Herzog Márquez, competente comentarista de asuntos políticos, lamentaba que se ventilen conversaciones privadas de personajes más o menos públicos con el pretexto de que las personas públicas no tienen derecho a la privacidad y deben ser juzgadas por el público hasta por su forma de expresarse ante sus amigos – en privado – o por sus virtudes o vicios íntimos. Se refería, obviamente, a la divulgación de una conversación que Luis Téllez Kunzler sostuvo -siendo entonces, por cierto, un ciudadano como cualquier otro-, con amigos o parientes cercanos; conversación en la que Téllez dice saber o suponer que Carlos Salinas de Gortari dispuso indebidamente de (o robó) la mitad de "la cuenta secreta".

En eso acierta Silva Herzog, tal divulgación es execrable por varias razones: 1. Atenta contra el derecho a la privacidad, 2. Se hace cómplice inexcusable de un delito grave y especialmente repulsivo, que es la escucha ilegal de conversaciones privadas que son ajenas al emisor, y 3. Para colmo, resulta del todo irrelevante porque lo dicho ahí ni prueba nada, ni sirve en lo absoluto para esclarecer un hecho público (cómo se gastó la dichosa "partida secreta" en ese periodo presidencial) y, en cambio, contribuye a facilitar una extorsión a un funcionario público y, tal vez, al gobierno federal en turno. ¿De parte de quién?

En lo que se equivoca Silva Herzog es en presumir que tal conducta delictiva (divulgar conversaciones privadas obtenidas ilícitamente) es práctica común y aceptada del periodismo. Mentira. Eso no es periodismo, es basura y punto.

Supongo que a Silva Herzog no le agradaría que se juzgase a todos los académicos por las estupideces que hace o dice alguno de ellos, por famoso que ése sea; supongo que no aceptaría que a todos los graduados en derecho, como es su caso, se les juzgase de acuerdo con el comportamiento de abogados cómplices de delincuentes.

Aun entre los perros, suele decirse, hay distinciones de razas.

Lo que debería provocar indignación no es lo que haya dicho o dejado de decir Téllez, sino que se califique como "periodismo" lo que simple y llanamente es una muestra más de la falta de ética y de profesionalismo de una locutora y del medio de comunicación que le da cabida.

Si eso es periodismo, prefiero decir que soy pianista en un burdel.

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martes, 24 de febrero de 2009

"Retírate rico y joven"

La frase que encabeza este comentario es el nombre de un sitio en la red que le promete a los desprevenidos abrirles las puertas del fabuloso mundo de las inversiones "multinivel" (sic) en los mercados de divisas ("forex"), mediante frases como: "¿te gustaría levantarte cada mañana, servirte una taza de café y comprobar en tu correo electrónico que, mientras tú dormías, te han depositado miles de dólares?".

La diferencia entre este reclamo publicitario, en el que por supuesto hay la advertencia de que "todo es legal" (¿en dónde?, ¿según quién?), y los atractivos folletos de la vasta red de negocios de Sir Allen Stanford, sólo está en el tono y en la calidad del diseño y de la tipografía.

Para empezar, Stanford Financial Group no existe jurídicamente en ningún lugar del mundo. Es una especie de paraguas nominal – marca- para multitud de negocios "financieros" que van desde Ecuador hasta las Islas Vírgenes; algunos de los negocios son legales, al menos conforme a las leyes de su sede física- como el Stanford International Bank, con sede en Antigua o el Stanford Group Company con sede en Houston, Texas -, y otros probablemente sólo sean etiquetas para seducir a los clientes.

La fórmula la resumió muy bien un reporte del Financial Times (FT) acerca de los negocios de Sir Allen: "Un imperio que alardeaba de sus resultados pero aportaba pocos datos". El verbo es justo: Alardear. Así se cubre la ausencia de información dura y verificable. No es una fórmula muy distinta de la que a veces usan algunos medios para fabricar noticias.

FT cita algunos de los escasos datos contenidos en la edición 2008 de la revista "Stanford Eagle" dirigida a los inversionistas del grupo: Un crecimiento de 81% de sus ingresos en América Latina o un salto de 30% en sus activos, porcentajes sin respaldo en números absolutos.

Pero eso vende. Y que el grupo tenga bonitas oficinas, guapas promotoras y sea encabezado nada menos que por un auténtico "Sir" nombrado en presencia del príncipe Eduardo de la Gran Bretaña.

A ninguno de los incautos pareció perturbarle el hecho, duro como una piedra, de que tales rendimientos estaban muy por encima de los que podrían obtenerse con bonos públicos o mediante depósitos bancarios.

¿Todo legal?, pues sí, tan "legal" como omitir el pago de impuestos o ¿acaso alguno de los inversionistas le pidió al Stanford Financial Group su constancia de retenciones del Impuesto Sobre la Renta para hacer su declaración anual?

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lunes, 23 de febrero de 2009

Reglas para ser víctima de un fraude financiero

Los fraudes financieros que dejan una estela de víctimas entre inversionistas adinerados, al estilo Madoff o Stanford, suelen salir a la luz en medio de las crisis pero no son producto de las crisis, sino de los periodos de euforia previos a ellas.
Esos periodos son el caldo de cultivo para el encuentro de dos tipos humanos que se repiten a lo largo de la historia: 1. El defraudador, disfrazado de elegante, simpático y enterado promotor de inversiones, visitante habitual de los sitios de moda, GCU ("Gente Como Uno") y 2. La incauta pero ambiciosa víctima quien racionaliza sus decisiones de inversión de la misma manera que racionaliza la compra de atuendos, joyas, bienes raíces y automóviles caros; verbigracia: "Es lo que se está llevando", "es el mismo auto que se compró Perengano, que nada en millones de dólares", "es el fondo de inversión que me recomendó mi sobrino, que estudió un MBA en Harvard", "todo 'Valle' (por Valle de Bravo) tiene su dinero ahí"…

Sin ánimo de regocijarme por las desgracias ajenas, ofrezco algunas reglas básicas para ser víctima de un fraude:

1. Use como fuentes de información las revistas del corazón y las secciones de sociales de los periódicos, quienes aparecen en sus páginas son sus referentes, piense antes de invertir su dinero – o el que le dejó su marido- si los personajes que "engalanan" esas publicaciones harían una inversión similar; si la respuesta es positiva, ¡adelante!; no pierda el tiempo buscando información dura y precisa sobre la marcha de la economía y de las finanzas.

2. Busque asesores de inversión con "buena pinta". Buen apellido, buena ropa, buena comida, buen auto, último modelo de "Blackberry". Siempre es mejor cerrar los tratos en un restaurante de lujo, después de una comida opípara, acompañada de un vino "increíble", que en una fría oficina con un vasito de agua.

3. Por ningún motivo tenga el atrevimiento de indagar sobre la naturaleza jurídica del contrato que firma, es de pésimo gusto y pueden creer que usted es un palurdo (en una de ésas hasta creen que compra su ropa en el supermercado), tampoco pida explicaciones claras de dónde salen los extraordinarios rendimientos; déjele esos detalles aburridos a los promotores y promotoras que son los "expertos".

Ah, y una vez que se materialice el fraude, échele la culpa al gobierno que no le advirtió a tiempo que usted estaba siendo víctima de una infalible combinación de ignorancia y codicia.

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jueves, 19 de febrero de 2009

Obama y su (tramposa) medida del éxito

Los mercados financieros no le creen a Barack Obama. No lo recibieron con entusiasmo el 20 de enero, no han festejado, en absoluto, la firma del multimillonario paquete de estímulos para reanimar la economía (ojo, ya no es de rescate) aprobado a jalones y estirones por el Congreso, ven con profundo escepticismo el programa de 75 mil millones de dólares recién anunciado por Obama para reducir los pagos mensuales que deben hacer los dueños de casas que hoy no están pagando sus hipotecas y para disminuir, así, el número de ejecuciones de esas garantías (foreclosure).

¿Están los mercados financieros equivocados?

No. Los inversionistas son pragmáticos y saben que muchas de las iniciativas de Obama hacen agua.

Tomemos, por ejemplo, el programa de reducción de pagos de las hipotecas en problemas. Obama y su equipo parten del supuesto de que la gente que no está pagando sus hipotecas – incurriendo en el riesgo de perder su casa- lo hace simplemente porque no puede pagar; conjeturan que si se disminuyen los pagos – digamos a un tercio de los ingresos de los acreditados en mora- el asunto se resolverá. Pero es probable que la realidad sea otra: muchos de los otrora "beneficiados" con hipotecas de baja calidad simplemente ya no quieren pagar por una hipoteca que cuesta mucho más que lo que vale su casa en el mercado (riqueza negativa). Preferible perder la casa (aun "ensuciando" su historial de crédito) que mantenerse atrapados en la ficción financiera. Dicho en "mexicano": Ya no quieren queso, sino salir de la ratonera.

El mismo Obama revela escepticismo al no comprometerse con una medida verificable y estricta que evalúe, en el futuro, si sus programas tuvieron éxito. Ayer Greg Mankiw, en su bitácora en la red, recordó que Obama ha tenido la astucia política de fijarse una ambigua medida del éxito: La medida del éxito, dijo Obama, es lograr "crear o salvar 4 millones de empleos". ¿Crear o salvar? Si el empleo sigue cayendo, Obama y su equipo siempre podrán decir que las cosas, de no ser por ellos, podrían haber sido peores. Los empleos nuevos se pueden medir, los empleos presuntamente "salvados" ¿cómo se miden?

Llevadas las cosas al extremo, bastaría con que existan en el futuro 4 millones de personas con empleo en Estados Unidos para que Obama proclamase que ha tenido éxito.

Por cosas así, astucias de político, los mercados financieros no le están creyendo a Obama. ¿Usted le creería?

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miércoles, 18 de febrero de 2009

Estos legisladores nos van a perjudicar

En la vida pública los actos deben juzgarse por sus resultados, no por las buenas o malas intenciones de quienes los ejecutan. Tal vez los legisladores (diputados y senadores) que desean poner topes a las tasas de interés activas estén llenitos – o llenitas, para no discriminar a nadie- de buenas intenciones hacia los deudores, pero los efectos de su ocurrencia, de llevarse a cabo, serán terribles para quienes requieren crédito, en particular, y para todos los mexicanos, en general.
Cuando, por ejemplo, un legislador señala que un banco que opera en México, pero cuya matriz está en Canadá, debe cobrar la misma tasa de interés a los deudores en México que la que cobra a los deudores en Canadá, está manifestando una gran ignorancia.
Primero, porque las monedas en cada caso – dólares canadienses y pesos mexicanos – son distintas; segundo, porque la morosidad, mayor o menor, que registran las carteras crediticias es diferente en cada país y, tercero, porque las leyes y la vigencia del Estado de Derecho en cada uno de esos dos países son diversas, lo que implica que la probabilidad de recuperación del crédito es diferente según se trate de Canadá o de México (por cierto, debe ser tarea de los legisladores mejorar el marco jurídico y su aplicación en México para, de esa forma, incidir con eficacia en un menor costo del crédito).
Las tasas de interés (en este caso, las tasas activas) reflejan esas diferencias. Si se pretende decretar una tasa máxima o tope lo que se provocará será que cada vez habrá menos crédito, hasta su extinción.
Por otra parte, los legisladores partidarios de ponerle un tope a las tasas de interés del crédito al consumo desdeñan el hecho, fundamental, de que el crédito personal al consumo NO tiene más garantía que la firma del acreditado. Es un principio elemental de la actividad bancaria en todo el mundo, y a lo largo de la historia, que las tasas activas están determinadas, entre otros factores, por la calidad de las garantías que respaldan los créditos.
Estos legisladores, tan prontos para hacer declaraciones populacheras y para fabricar propuestas voluntariosas, nos van a perjudicar a todos aun cuando nos juren otra vez amor incondicional (a la vista de las próximas elecciones) y aun cuando proclamen que están llenitos o llenitas de las mejores intenciones.

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martes, 17 de febrero de 2009

La miopía de Barack Obama

El flamante presidente de los Estados Unidos, mister Barack Obama, hasta ahora ha sido poco creativo, poco audaz y poco visionario para establecer una iniciativa de verdadero estadista que saque a su país de la crisis. Ha sido miope.

El famoso paquete de estímulos multimillonarios es una versión inflada de las erráticas iniciativas de Franklin Delano Roosevelt (FDR) al inicio del New Deal. Obama muy pronto empezará a suscitar grandes decepciones, en la misma proporción y a la misma velocidad con la que generó entusiasmos durante su campaña electoral.
En lugar de complacer a las viejas clientelas políticas que se han refocilado en Washington – los proteccionistas de la industria siderúrgica, los sindicatos de la industria del automóvil, los burócratas de Fannie Mae y Freddie Mac o los retro-progresistas que detestan a los inmigrantes- Barack Obama debería haber vuelto la vista al mundo, debería haber promovido decididamente el libre comercio y la ronda de Doha y debería haber hecho una vigorosa campaña a favor de la libre migración, ya que ésta puede ser la mejor herramienta para revitalizar a la economía de Estados Unidos.
Es difícil que Obama lo haga; siendo senador fue un feroz y poco informado opositor a una reforma migratoria que introduciría un sistema de puntos para atraer inmigrantes jóvenes con altas calificaciones laborales – como el que rige en Canadá y, en menor medida, en el Reino Unido-, alegando que se trataba de un propuesta "clasista"; ¡vaya con los prejuicios ideológicos!, ¡vaya con la dictadura de los incompetentes!
A continuación, la brillante propuesta de Shekhar Gupta, editor del periódico The Indian Express, que se difundió hace unos días el sitio en la red Marginal Revolution:
"Todo lo que hay que hacer es garantizar visas a dos millones de indios, chinos y coreanos. Nosotros compraremos todas las casas 'subprime'. Trabajaremos 18 horas al día para pagarlas. De inmediato mejoraremos la tasa de ahorro interno de Estados Unidos (ningún banco en la India tiene una cartera vencida de más de 2% respecto de su capital, porque aquí en la India consideramos una vergüenza no honrar nuestras deudas). Y nosotros fundaremos nuevas empresas que crearán nuestros propios empleos y los nuevos empleos de muchos estadounidenses".
Propuesta brillante, inteligente y acorde con el espíritu que hizo grande a los Estados Unidos. Sólo me atrevo a sugerir al señor Gupta que también nos incluya en el paquete de estímulos – "Buy a home, get a visa"- a unos cientos de miles de latinoamericanos, acostumbrados y dispuestos a trabajar duro.
A usted, ¿qué le parece?

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domingo, 15 de febrero de 2009

Subsidios cruzados para desplazar a la competencia, ¿fue el caso de Telmex en 1997 y 1998?

Esta pequeña historia se inicia el viernes 13 de febrero cuando publiqué el siguiente artículo titulado:
Que no nos tomen el pelo
Algún estratega de la propaganda que trabaja en el grupo Carso ideó un ingenioso ardid de contra-información para descalificar las críticas que ha enderezado Javier Lozano, actual secretario del Trabajo, al ingeniero Carlos Slim y a sus sombríos vaticinios.

Hace una docena de años, 1997, México estrenaba una incipiente apertura en el negocio de la telefonía de larga distancia. Por primera vez se permitió que operadores, diversos de Telmex, prestasen dicho servicio. En tanto, los servicios de telefonía local permanecían como monopolio de Telmex. Esto facilitó que la empresa presidida por Slim enfrentase ventajosamente a su nueva competencia con una práctica de subsidios cruzados: los usuarios de telefonía local subsidiamos, entonces, mediante el pago de servicios de telefonía local excesivamente caros (derivados del monopolio en ese servicio), las tarifas increíblemente bajas que ofreció Telmex en los servicios de larga distancia. Esas tarifas de larga distancia, hasta 15% por debajo de los costos, no las podían ofrecer los competidores de Telmex.

En ese entonces, 1997-1998, Lozano fue sucesivamente subsecretario de comunicaciones y presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel). Recuerdo bien que Lozano denunció públicamente esta práctica contraria a la sana competencia y urgió a que se acelerase la apertura de la telefonía local a nuevos competidores. Lo recuerdo porque quienes hacíamos los noticiarios de Televisión Azteca recibimos una regañada memorable por haber dado cabida en el noticiario estelar a esas declaraciones de Lozano, ya que – se nos dijo- dicha osadía ponía en riesgo la cuantiosa inversión publicitaria que grupo Carso hacía en la televisora.

Estos antecedentes permiten entender el ingenioso ardid de contra-información que salió el martes de las oficinas de Carso, destinado a confundir a desprevenidos columnistas políticos. El ardid consiste en sacar del archivo documentos en los que aparece Lozano, como presidente de la Cofetel, señalando que durante el segundo semestre de 1997 Telmex registró pérdidas de 126 millones de pesos en la prestación del servicio de larga distancia y de unos 50 millones de pesos en el primer trimestre de 1998. Pérdidas que (esto obviamente omite advertirlo el paquete de contra-información) fueron más que compensadas con utilidades extraordinarias en telefonía local, donde Telmex seguía siendo un monopolio. Pérdidas que, tampoco se les dijo a los aleccionados columnistas, demostraban la práctica de subsidios cruzados en Telmex dirigidos a "tronar", a la mala, a sus competidores.

Tolvaneras, las de hoy, que son secuencia de aquellos lodos. Que conste, para que no nos tomen el pelo.

En respuesta, Telmex me envió la siguiente carta el mismo viernes:

Ricardo Medina Macías

El Economista



Le saludo cordialmente, al tiempo que me refiero a su artículo publicado el día de hoy en la página 44 de ese diario, bajo el título “Que no nos tomen el pelo”, en el que se refiere a oficio enviado el 4 de noviembre de 1998 por el entonces titular de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, Lic. Javier Lozano Alarcón, al Director General de Telmex, Ing. Jaime Chico Pardo (se anexa), y respecto del cual usted señala que una vez iniciada la competencia en la oferta de servicios de larga distancia, “(se) facilitó que la empresa presidida por Slim enfrentase ventajosamente a su nueva competencia con una práctica de subsidios cruzados: los usuarios de telefonía local subsidiamos, entonces, mediante el pago de telefonía local excesivamente caros (derivados del monopolio en ese servicio), las tarifas increíblemente bajas que ofreció Telmex en los servicios de larga distancia”.



A este respecto, informo a usted que en México y en todo el mundo, la aplicación de subsidios ocurre justamente al revés: la larga distancia subsidia al servicio local porque el costo de aquella es alto y apoya al servicio local de uso masivo en beneficio de los consumidores. Cabe precisar que a Telmex, a partir de la privatización, le otorgaron 6 años para la eliminación de estos subsidios de los servicios de larga distancia en apoyo del servicio local, justamente para dar lugar al inicio de la apertura en servicios de larga distancia, que de otra manera no hubiesen podido entrar en competencia.



Anexo a usted un resumen de los decrementos en el servicio de larga distancia, en términos reales, que da cuenta de los casi doce años de competencia en la oferta de servicios de larga distancia.



Variación de Precios de Larga Distancia de Telmex en Términos Reales

Diciembre 2008 vs. Diciembre 1991

Servicios Telefónicos Básicos de LD

Variación

Total Larga Distancia

-88.5%

Larga Distancia Nacional

-88.7%

Larga Distancia Internacional y Mundial

-85.8%

Larga Distancia Internacional

-85.6%

Larga Distancia Mundial

-89.5%





Agradeceré a usted la aclaración correspondiente en beneficio de su público lector.





A t e n t a m e n t e



Dra. Concepción Rivera R.

Subdirectora de Comunicación

TELMEX


Y, entonces, yo respondí diciendo lo siguiente:

Los datos aportados por Rivera NO desmienten el hecho, verificable, de que Telmex cobró, durante 1997 y 1998 al menos, tarifas por debajo de los costos de operación en larga distancia, sino que parecen confirmarlo. Esa disminución en las tarifas de larga distancia no fue por altruismo, sino con el presumible objetivo de desplazar a sus nuevos competidores, en tanto Telmex, empresa privada que busca maximizar utilidades, era a la vez el único oferente del servicio de telefonía local. Mañana: Cómo difieren los subsidios cruzados, en telefonía, según se trate de un monopolio gubernamental o de una empresa privada con ventajas monopolísticas.

Con estas dos reflexiones:

Subsidios cruzados en telecomunicaciones

Aprovecho la oportunidad de la carta "aclaratoria" enviada por Telmex para profundizar en dos aspectos: 1. Los riesgos de descontextualizar la cita de un texto ajeno y, mucho más importante, 2. Las modalidades que adoptan los subsidios cruzados, especialmente en telecomunicaciones.

Uno: Si alguien tiene el cuidado de confrontar el texto original de mi artículo del viernes con la cita, pretendidamente textual, de un fragmento del mismo que hizo la subdirectora de comunicación de Telmex, encontrará que en la carta "aclaratoria" no sólo se mutiló mi párrafo original descontextualizándolo (se omitió que Telmex permanecía en 1997 y 1998 como único prestador de servicios de telefonía local), sino que incluso se modificó su inicio poniendo "se" en lugar del adjetivo demostrativo "esto" con el que se iniciaba; esta alteración indebida modifica el sentido de la frase ya que en la versión transformada parece que yo estaba señalando que las tarifas de larga distancia, en ese entonces, le fueron impuestas a Telmex por el gobierno, cosa que no sucedió y que jamás escribí: fue la empresa quien fijó sus tarifas libremente por debajo de sus costos, de ahí las pérdidas en ese rubro que registró entonces Telmex y que se mencionaron en el artículo del viernes.

Dos: Un subsidio cruzado en telefonía puede perseguir una finalidad social, por ejemplo: financiar a los consumidores rurales cobrando por encima de los costos a los consumidores urbanos o subsidiar la telefonía local cobrando tarifas más altas que los costos en larga distancia. Esto es lo que solían hacer los monopolios gubernamentales en telecomunicaciones, que por definición NO buscan maximizar utilidades propias, sino generar beneficios sociales.

Pero hay otra modalidad de subsidios cruzados que realizan empresas privadas (que por definición buscan maximizar sus utilidades) en situación de dominancia anticompetitiva en los mercados. Cito una descripción técnica de los subsidios cruzados cuya finalidad es: "b) Perjudicar a los competidores. En un mercado (recién) liberalizado dónde operan varias empresas, los subsidios cruzados pueden utilizarse para protegerse de la competencia. Una empresa puede fijar temporalmente precios por debajo de los costes para algunos servicios y financiar sus pérdidas con los beneficios obtenidos en la venta de otros servicios. Esta situación puede perjudicar y sacar del mercado a las empresas que no tienen suficiente fortaleza financiera para soportar pérdidas durante un periodo de tiempo prolongado. Éste comportamiento anticompetitivo está prohibido ya que causa ineficiencias y distorsiones en el mercado con el único propósito de restringir la competencia."

La referencia puede leerse en este diccionario de telecomunicaciones en la Internet.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Los estímulos fiscales y la curva del azúcar

El niño se levanta profundamente adormilado y débil, pero debe ir a la escuela. Su amorosa madre le hace tomar un cafecito pletórico de azúcar o un refresco carbonatado y azucarado. El remedio funciona, aparentemente, con gran eficacia: El niño despierta, mejoran sus signos de alerta y atención. Llega a la escuela animoso. Tres horas después el niño se está durmiendo sobre el pupitre y no tiene ánimo ni siquiera para hacer travesuras. Un alma caritativa sentencia: "Se le bajó el azúcar" y le endilga otro refresco azucarado. Están fabricando a un obeso diabético, adicto al azúcar, cuyos ciclos de hipoglucemia – baja de azúcar – como reacción a la híperglucemia – exceso de azúcar en sangre- serán cada vez más frecuentes y graves. En lapsos cada vez más cortos necesitará cañonazos de azúcar más fuertes . Asociará la ingestión de azúcar y otros carbohidratos a una sensación de bienestar inmediato.

Así terminará funcionando el paquete de estímulos por el que tanto ha pugnado Barack Obama en los Estados Unidos. La recesión es como una baja de azúcar cuya causa no se ha diagnosticado correctamente (se trata de una hipoglucemia reactiva al exceso de azúcar), a la que se receta un remedio contraproducente: más azúcar. Los genios económicos que hoy posan de keynesianos simplistas ("lo único que importa es estimular la demanda") están actuando como médicos que reprobaron endocrinología.

Los economistas Gary Becker y Kevin M. Murphy señalaron el martes pasado en The Wall Street Journal cuatro puntos respecto del paquete de estímulos fiscales (gasto público) para reanimar la economía.

1. El multiplicador del gasto (lo que producirá en términos de PIB) difícilmente será superior a uno. Los efectos de los cañonazos de azúcar son cada vez menos duraderos y menos eficaces.
2. Los estímulos, calificados de temporales, se volverán permanentes; crearán sus clientelas beneficiarias (grupos de interés y de presión) que pugnarán por la permanencia y ampliación del gasto público. Adicción al estimulante.
3. Las demandas políticas de gasto de efecto inmediato entran en conflicto con las necesidades de inversión con efectos de largo plazo, deteriorando la calidad del gasto público. Cada vez los carbohidratos ingeridos serán de menor calidad nutricional.
4. Nadie gasta con sabiduría tanto dinero en plazos extremadamente cortos y no hay "comidas gratis", lo que se gasta hoy se pagará mañana con más impuestos. Las caídas reactivas de los niveles de azúcar serán cada vez más profundas.

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La muerte de un poeta

El domingo falleció el poeta mexicano Marco Antonio Montes de Oca. A mi entender la muerte de un poeta de verdad es una de las noticias más relevantes, por grave, que puedan difundirse. El mundo pierde con tal muerte a un descifrador y cifrador privilegiado.

Descifrar y cifrar el mundo es la tarea más elevada – casi divina – a la que podemos aspirar. Los poetas, los grandes poetas, tal vez los filósofos, son los mejores para ello. ("El filósofo y el poeta tienen en común que ambos tienen que habérselas con lo maravilloso" escribió Tomás de Aquino). Nos revelan parcelas de una realidad que cotidianamente esquivamos, ocupados como estamos en pequeñeces (las alharacas electorales, el bombardeo de "estimulantes" inciertos mediante millones de millones de gasto público), a las que catalogamos de "cosas importantes" aun cuando sólo sean zumbidos ensordecedores.

Los poetas hacen más habitable el mundo. Gracias.

Conozco poco la poesía de Montes de Oca. Alguna tarde fue más luminosa tras leer alguna poesía suya en "Vuelta" – la revista predecesora de "Letras Libres" y sucesora de "Plural"- o alguna mañana fue menos farragosa gracias al hallazgo de una metáfora estremecedora de Montes de Oca en una de las miles de publicaciones que, con calidad y pertinencia variables, arroja la Universidad Nacional Autónoma de México año tras año.

Leí el lunes una pequeña noticia – aderezada de uno de esos sinónimos anacrónicos, domingueros, que nos encantan a los periodistas: "vate" en lugar de "poeta" – que daba cuenta de la muerte de Montes de Oca. Traté de recuperar algo de esas tardes y de esas mañanas rescatadas de lo anodino gracias a la esmerada disposición de las palabras con las que Montes de Oca me reveló un remanso nunca antes imaginado. Y leí, entonces, esta octava final de "Cargamento":

"Vuelve a la carga mi batallón de flores.
En la hostia una pequeña fractura denuncia la sangre divina.
El cielo y la tierra se juntan hasta que sólo los separa
Un álamo que agita su follaje como un pandero.
Ya me vence mi muerte, los fantasmas atan mi cuerpo

En profundos esqueletos de coral.
Doy vueltas a la noria, conozco mi deber de esclavo
Pero no conozco a mi dueño, ni sé por qué estoy aquí."

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lunes, 9 de febrero de 2009

¿Quién ha sido indolente?

Diego Petersen, quien es diestro en la confección de parábolas, ha escrito que muchos gobiernos, ante la crisis global, han actuado como el público espera que lo hagan los porteros en el futbol ante un tiro penal: Moviéndose.

La experiencia, documentada por las estadísticas, indica que un portero que, ante un tiro penal, se lanza a la izquierda o a la derecha – adivinando hacia dónde podría dirigir el tirador el balón- tiene menos probabilidades de evitar el gol, que un portero que permanece inmóvil en el centro (son más frecuentes los tiros hacia el centro de la portería). Sin embargo, el público tenderá a censurar más al portero inmóvil, que se planta en el centro, que al portero que se mueve. ¿Por qué? Probablemente porque a los porteros que se "aventaron" a uno u otro lado se les reconoce que hicieron "algo", aunque les hayan metido gol.

La parábola no implica que la inmovilidad sea la mejor respuesta ante la crisis (asunto que habría que discutir), sino que, al igual que en el futbol, el público y los críticos tienden a ser más benévolos con los gobiernos que "hacen algo" ante la recesión que con aquellos que no dan virajes, ni anuncian, ni promueven acciones y programas extraordinarios, aun cuando tales programas, como el paquete de gasto público multimillonario por el que ha apostado el presidente Barack Obama en Estados Unidos, pudiesen ser poco eficaces, al decir de varios especialistas.

El senador del PRI Manlio Fabio Beltrones ha calificado de "indolente" la respuesta del gobierno federal de México ante la crisis. Se trata de una acusación totalmente injusta. Si algo ha caracterizado al gobierno federal durante esta calamidad global ha sido el activismo, no la pasividad. Que consulte el senador la hemeroteca y comprobará que desde los inicios de 2008 el gobierno federal ha puesto en marcha acciones contra cíclicas buscando contrarrestar el ciclo recesivo. Ya se verá cómo resultan, pero de que el portero se aventó, sin duda lo hizo. Comparado con ese activismo, ha sido el Congreso el que ha incurrido en indolencia.

Por ejemplo, ¿cuántas reformas modernizadoras - que se han quedado en el tintero o que se manufacturaron contrahechas por culpa de los legisladores- serían hoy, si se hubiesen hecho bien, un motor eficaz para que México creciese a despecho de la recesión?

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La primera alharaca electoral

Me enteré por los periódicos de la primera de las alharacas de la temporada electoral 2009. Es decir, del asunto de los anuncios electorales y electoreros que las dos cadenas de televisión abierta, en cumplimiento formalista de la ley, le endilgaron a los desprevenidos que tele-presenciaban unos partidos de futbol soccer y algún partido de futbol americano durante el fin de semana del 31 de enero y el primer día de febrero.

Jamás vi ni escuché las dichosas piezas de propaganda porque no se me ocurrió sentarme frente a la televisión para presenciar esos espectáculos. Esa indolencia – a ver si no me regaña el senador Manlio Fabio Beltrones, a quien le gusta ser el azote de los indolentes de este país – me privó no sólo de muchas emociones "deportivas", sino de ver y escuchar los mensajes electorales y electoreros que – dicen - me habrían servido como preparación emocional e intelectual para llegar a las urnas en el verano lleno de información pertinente, ideas luminosas y convicciones patrióticas, a depositar mi voto por tal o cual personaje.

Por mí las televisoras pueden programar lo que les de la gana, con los anuncios que les de la gana (o los que les mande una ley electoral hecha por una asamblea de lobotomizados) sin efecto alguno sobre mis decisiones electorales. Es posible que todavía haya personas sobre las cuales un anuncio de televisión ejerza el influjo suficiente para obligarles a comprar "X" o votar "Z". No es mi caso, ni el de la mayoría de las personas que conozco. Pero los legisladores, los políticos y los dueños de las televisoras siguen creyendo que la televisión tiene propiedades milagrosas para convencer, inducir, hipnotizar y vencer. Allá ellos.

Esta primera alharaca de la temporada electoral demuestra: 1. Que en México se gasta una barbaridad de dinero público partiendo de la presunción de que los ciudadanos somos idiotas y que así, manipulando idiotas con mensajes propagandísticos, se ganan las elecciones, 2. Que los legisladores que manufacturaron la reciente reforma electoral hicieron tan mal su trabajo que obtuvieron lo contrario de lo que decían buscar, y 3. Que los concesionarios de la televisión abierta parecen tener una patológica percepción de sí mismos como entes todopoderosos por encima del bien y del mal.

Es decir: Nada nuevo.

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viernes, 6 de febrero de 2009

México: La hora de las reformas

Las economías emergentes que reúnan dos requisitos – buenos fundamentos macroeconómicos y un marco institucional favorable para la inversión, el libre comercio y la libre competencia- tienen en esta crisis global una oportunidad única.

¿Por qué?

Porque inevitablemente las masivas inyecciones de liquidez con las que Estados Unidos y otras economías desarrolladas están apuntalando su estrategia contra-cíclica para paliar la recesión generarán recursos excedentes que, del mismo modo que el agua busca su cauce, acabarán buscando los destinos de inversión más rentables.
Esos destinos de inversión ya no estarán tanto en los mercados financieros, sino en la inversión directa en proyectos productivos con altas tasas de retorno.
A mayores necesidades por satisfacer hay mayores tasas de retorno. Ejemplo: Construir vivienda en México es, dado el déficit de vivienda, una inversión mucho más atractiva que construir vivienda en Estados Unidos; siempre y cuando, atención, el esquema del negocio no esté basado en supuestos ilusorios (como: "los precios de la vivienda siempre irán a la alza", o como: "es viable otorgar un préstamo hipotecario a quien no tiene ingresos acordes con los pagos planeados para honrar ese préstamo"), como sucedió en Estados Unidos o en España, sino en hechos duros y maduros, como ha sucedido con el crecimiento de la vivienda en México en los últimos años.
Dicho lo anterior, veamos si México cumple con los dos requisitos para hacer de esta crisis una oportunidad única: 1. Tiene finanzas públicas sanas y una política monetaria razonablemente ortodoxa; tiene lo esencial en términos de macroeconomía (está mejor pertrechado que Estados Unidos), pero: 2. No tiene un entorno institucional propicio para llamar inversiones externas cuantiosas en actividades productivas: no tiene un entorno de libre competencia en áreas estratégicas; carece de una práctica cotidiana y sólida de respeto al estado de derecho, a los derechos de propiedad y de garantías al cumplimiento de los contratos; no tiene una legislación laboral flexible que facilite la generación de nuevos empleos y la movilidad en función de las oportunidades productivas; no tiene un sistema educativo orientado a la productividad.

Los legisladores de hoy y de mañana (los que surgirán de las elecciones de este verano) tienen un enorme desafío: hacer las reformas necesarias para subsanar estas graves carencias.

Es ahora o nunca. ¿Lo entienden? Me temo que no.

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jueves, 5 de febrero de 2009

El "new-new deal" funciona tan mal como el anterior

La semana pasada la mayoría demócrata de la cámara de representantes de Estados Unidos aprobó el grandioso, único, insólito y formidable paquete multimillonario de estímulos que levantará a la economía estadounidense de su postración. Ahora sólo falta que la cámara de senadores haga lo propio y nos volverá el alma al cuerpo. Obama en las alturas. Tres vivas por Keynes y todos sus compañeros.

Lo bonito de aprobar tanto gasto es considerar cómo ese dinero público se convertirá en alivio para las necesidades de la gente.

Tomen el caso de Milwaukee, Winsconsin, a dónde los representantes decidieron enviar, como parte del paquete de estímulos, 88.6 millones de dólares etiquetados para construcción de escuelas. Suena bien, pero hay un pequeño problema: Milwaukee tiene el día de hoy 15 escuelas vacías, una sobreoferta de edificios públicos y ningún plan para nuevas construcciones de escuelas, ¿por qué? Porque no se necesitan.

Todo esto lo informaba el lunes pasado la edición en línea del Journal Sentinel de Milwaukee ( y también señalaba que, además del dinero para la construcción de nuevas escuelas, el distrito escolar de esa ciudad junto al gran lago Michigan recibirá 115.5 millones de dólares de estimulo para educación especial y para la ayuda a estudiantes de bajos ingresos.

La totalidad de las escuelas públicas en Milwaukee están clasificadas como en "buenas" o en "mejores que buenas" condiciones, pero los legisladores entrevistados por el diario confían en que los recursos puedan usarse para mejorar, digamos, la eficiencia energética de las escuelas, reemplazar materiales de construcción riesgosos (como los asbestos) o reparar techos. Nunca falta algo que hacer con tantos millones de dólares.

Hay que considerar que un programa iniciado el año 2000 en Milwaukee, llamado la iniciativa de escuelas del vecindario, supuso un gasto de 102 millones de dólares y se tradujo en proyectos que están subutilizados o en proyectos no realizados y cancelados. Una serie de reportajes del mismo Journal Sentinel en agosto de 2008 reveló que decenas de millones de dólares se malgastaron y el programa no se tradujo en un mayor porcentaje de estudiantes atendidos en las escuelas públicas.

Pero eso son detalles, la grandiosa visión keynesiana del gasto público como panes y peces multiplicados permanece incólume. No pierdan la fe.

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miércoles, 4 de febrero de 2009

Los mitos de FDR y el "New Deal"

Encontré un ejemplar, en una venta de libros usados, del segundo tomo de la obra "La era de Roosevelt" del historiador estadounidense Arthur M. Schlesinger junior, que trata de "La llegada del Nuevo Trato" (The coming of the New Deal 1933-1935), a un precio de ganga. Lo empecé a leer con la sincera intención de convertirme en un admirador de Franklin Delano Roosevelt (FDR) y del famoso New Deal que la sabiduría dizque progresista suele tipificar como el arquetipo del buen gobierno que derrotó a la Gran Depresión.

Schlesinger no oculta su admiración por Roosevelt. Finaliza la obra (página 563) con este panegírico: "Vivió, de acuerdo con su exultación, en los horizontes lejanos y en los mares desconocidos. Fue esto lo que le mereció la confianza y la lealtad en una época atemorizada (…) esto y la convicción de la gente sencilla de que les había dado su mente y su corazón y que no cesaría de luchar por su causa".


Sin embargo, lo que antes ha reseñado Schlesinger a lo largo de la obra, no se conduele con la imagen heroica de un gobernante ejemplar, sino con la de un amasijo de contradicciones, voluntarismo político, arrogantes experimentos intervencionistas, demagogia, impericia técnica, transacciones políticas inconfesadas con los poderosos…Lo que salvaría al personaje es que invariablemente dijo estar a favor de la "gente sencilla" y en contra de la odiosa "derecha". Esto es: el mito del "pueblo bueno" al que invariablemente recurren los populistas.

Si Barack Obama pretende resucitar en los albores del siglo XXI los mitos de FDR y del "New Deal" ha empezado con el pie derecho (o con el izquierdo, para aquellos que llevan la ideología hasta los píes), pero eso significa, también, que no hay que abrigar esperanzas de que Estados Unidos supere con rapidez esta crisis. Intervencionismo gubernamental a granel, rescates y socorros multimillonarios, mucha retórica y sofismas (basta seguir hoy los alegatos falsamente académicos de keynesianos redivivos contra neoclásicos en los diarios y en las bitácoras de la red), proteccionismo comercial aderezado de xenofobia y de solidaridad con la "gente sencilla" que perdió su empleo, nos dirán, por culpa de la codicia de Wall Street, del libre comercio y de la invasión de indocumentados de pelo oscuro y grasoso que hablan español. Prepárense.

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lunes, 2 de febrero de 2009

La estupidez proteccionista

"If we buy american, no one else will". Esa es la demoledora afirmación que encabeza la colaboración del profesor Douglas A. Irwin en The New York Times del sábado pasado. Traducción libre: "Si seguimos el mandato de 'compra sólo productos manufacturados en Estados Unidos', nadie más en el mundo los comprará".

La advertencia del profesor Irwin, quien es autor del libro "Free trade under fire" (El libre comercio en peligro) y profesor de economía en Dartmouth, no sólo es pertinente sino de suma urgencia, dado que la mayoría demócrata en la cámara de representantes de Estados Unidos ha logrado introducir, en el paquete multimillonario de estímulos fiscales aprobado la semana pasada, la provisión "buy american" en el gasto público destinado a reanimar la alicaída economía de los Estados Unidos. Es un error gigantesco que tendrá nefastas consecuencias no sólo para los contribuyentes de ese país, sino para la economía mundial. Además es un error que manifiesta una pasmosa ignorancia de los legisladores demócratas acerca de la experiencia histórica.

Cualquier estudiante de economía más o menos aplicado sabe que la oleada proteccionista con la que Estados Unidos intentó hacer frente a la depresión de los años 30 – simbolizada en el acta Smoot-Hawley de 1930 que elevó los aranceles a las importaciones a niveles prohibitivos – profundizó la depresión económica, redujo la riqueza mundial y generó, en respuesta, invencibles obstáculos fuera de Estados Unidos a las exportaciones e inversiones de ese país.

El principal efecto de cualquier iniciativa proteccionista es la reducción de la riqueza global; nos empobrece a todos, empezando por quienes aplican las iniciativas proteccionistas. ¿Por qué, entonces, los legisladores demócratas insisten?

1. Porque no sólo son ignorantes sino arrogantes,
2. Porque quieren complacer a los cabilderos de la industria siderúrgica estadounidense (exactamente la misma tontería en que incurrió el gobierno de George W Bush), y
3. Porque tienen una noción idealizada y falsa del "New Deal" de Franklin D. Roosevelt, que en realidad fue un amasijo desastroso de intervencionismo gubernamental y colectivismo y quieren repetir la experiencia, confiados en que algún falsificador de historias los inmortalizará como héroes populares, tal como se hizo con F.D.R.

En contraste, empresas como General Electric y Caterpillar se oponen al estúpido "buy american" porque saben que sólo les cerrará las puertas en países como China y la India que tienen ambiciosos planes de inversión pública.

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