miércoles, 28 de febrero de 2007

Un país de analfabetas funcionales

Una de las claves del éxito de la república MTP para mantenerse en la dorada mediocridad fue la lucha incansable de autoridades, maestros, hombres y mujeres de empresa, medios de comunicación, para evitar que prendiese entre niños y jóvenes la perniciosa costumbre de leer.

Emma echa una ojeada al periódico. A diferencia de otros días algo - ¡por fin!- capta su atención: Según el diario, que por cierto da insuficientes referencias por si acaso alguien quiere profundizar en el asunto, una encuesta entre maestros de educación básica en MTP (“Media Tabla Perpetua”) muestra que cuatro de cada diez profesores no tienen más de 20 libros en su casa y que seis de cada diez profesores confiesan que no leyeron más de dos libros en el último año.

Adiestrada desde pequeña, por sus padres, en las tareas de cifrar y descifrar Emma obtiene dos conclusiones: 1. Dado que en los últimos 20 años, aproximadamente, los gobiernos de MTP han destinado ingentes recursos a la educación y a elevar los salarios de los maestros, las revelaciones de la encuesta – por otra parte previsibles- confirman la impolítica tesis: No sólo no hay una relación causal entre más gasto público y mejoría sino que frecuentemente más gasto gubernamental sólo sirve para empeorar las cosas.

2. Qué pena, pero los datos de la encuesta explican las indudables ventajas competitivas de Emma en el mercado de trabajo. En un país, como MTP, en el que 40% de los maestros tiene una biblioteca en su casa menor al número de libros que Emma lee en un mes y en el que 60% de los maestros leyó en un año menos libros de los que Emma lee en una semana, nadie debe sorprenderse de que Emma a sus 25 años gane un envidiable salario y reciba constantes ofertas de empleo en MTP y fuera del país.

Lo primero que hace Emma al llegar a su oficina es responder afirmativamente, por correo electrónico, a la oferta de trabajo que le hace una corporación del odiado – y envidiado- país del Norte. Mientras lo hace, escucha a una emocionada secretaria encomiar el histórico nivel de audiencia que logró el capitulo final de la telenovela ésa…Sí, ésa de cuyo nombre Emma, ¡pobrecita desmemoriada!, no se acuerda.

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martes, 27 de febrero de 2007

¿Un mal sueño de Cayo Valerio Godínez?

¡Pobre almohada bañada de babas!, fue el resumidero de la rabiosa impotencia de Cayo. La vida tiene, a veces, implacables mecanismos de cobro.

La “ley de la indeclinable voluntad reformadora” pasó en unos días de logro político encomiable a motivo de burla y hazmerreír. Cayo Valerio Godínez ya ni siquiera disfrutaba de los mullidos asientos de piel del automóvil. Por si fuera poco, el chofer, ¡idiota!, había tomado un pésimo camino lleno de hoyancos y vericuetos (algún tonto atajo por algún barrio miserable y desolado, artimañas inútiles de las que estos incompetentes se ufanan, pensó). Maldijo y le rechinaron los dientes escondidos tras el bigotito de galán otoñal que hacía juego con el pelo engominado.

Quiso darle tres gritos al imbécil chofer, pero por algún motivo supo de inmediato que no le saldría la voz. Con un estremecimiento entendió que estaba incomunicado, encerrado en el asiento trasero del ostentoso automóvil con vidrios opacos. Mudo. Impotente ante el fracaso…Como salido de la nada – así son los sueños- apareció Catarino Mendoza, su maestro en el arte de la política - ¿no había muerto hace años?- y le soltó a bocajarro: “Cayito, Cayito, ¡siempre fuiste un tarugo!, ¿cuántas veces te dije que no hicieses apuestas inciertas? Haber usado la ratificación de Jiménez como moneda de cambio fue, admítelo, una soberana pendejada…”.

Cayo quiso formular objeciones a los reproches de Catarino, pero el espectro ya había desaparecido…El auto se detuvo bruscamente y la cabeza de Cayo golpeó contra la ventanilla, ¡chofer imbécil! masculló, pero nadie lo oía…Nadie estaba al volante. Sintió un líquido viscoso que le escurría de los labios. ¿Sangre?…”Nada más eso faltaba, que por culpa de este retrasado mental (¿dónde diablos se ha metido?) también me haya partido el hocico…”

Ruido: Poquetá-poquetá-poquetá…Y la cantaleta, la burla cruel de la voz de Catarino: “Soberana pendejada, soberana pendejada, soberana pendejada…”. Y él que se había sentido genial y poderoso…”Ese pesado de Jiménez (ese tecnócrata que simbolizaba todo lo que Cayo jamás podría ser) no pasará; ¡su postulación es un agravio!...”.

Sentía la mejilla empapada, se esforzó en gritar…Abrió por fin los ojos, el corazón retumbándole en el pecho…No, no es sangre. Sólo la almohada bañada de babas asquerosas…

Se consuela: Fue un mal sueño…De la calle llegaba el ruido sistemático: Poquetá-poquetá-poquetá…

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Migración y comercio: Nudo de incoherencias

Es absurdo estigmatizar la libre migración de trabajadores al tiempo que se cantan alabanzas retóricas al comercio libre. Esta conducta esquizofrénica – común entre los políticos estadounidenses y europeos- revela que los prejuicios más reaccionarios se han instalado cómodamente en las propuestas de quienes presumen de progresistas.

Hace unos días The New York Times (NYT) trataba de dilucidar una presunta incógnita acerca del Tratado de Libre Comercio de Norte América: ¿Por qué, se preguntaba el diario, el TLCAN no ha frenado la migración de trabajadores mexicanos hacia Estados Unidos?

Se supone que el NYT representa la visión “progresista” y de “izquierda” en Estados Unidos. El solo hecho de plantear una pregunta tan absurda – como si la virtud del libre comercio fuese ser el antídoto contra la libre migración- confirma hasta qué punto el supuesto “progresismo” estadounidense (mal identificado en Estados Unidos como “liberal”) está infectado de prejuicios reaccionarios, así como de análisis y de información sesgados y defectuosos.

Otro tanto sucede en la Unión Europea con las posiciones presuntamente “progresistas”.

Las contradicciones y argumentos falaces del reportaje del NYT son analizados desde una perspectiva estrictamente académica en el espléndido weblog “Politics of Immigration and Trade” de Mariana Medina Garciadiego.

Sin entrar en el análisis académico, hay que anotar que este incoherente enfoque hacia el comercio y la migración – en el que la ultraderecha y los socialistas de diverso linaje acaban por coincidir, para explotar electoralmente los sentimientos xenófobos- no sólo es común, sino que representa uno de los mayores obstáculos que el mundo desarrollado está poniendo al progreso de los países pobres y en desarrollo.

Prejuicios, por otra parte, que por desgracia encuentran su paralelo exacto dentro de la retórica contra el libre comercio que aún persiste entre los líderes supuestamente “progresistas” de los propios países en desarrollo.

En América Latina los gobiernos están dejando pasar una oportunidad preciosa para construir nuevos liderazgos globales alrededor de una lucha decidida a favor del libre comercio y la libre migración.

Sorprendentemente han sido los gobiernos de los pequeños países de la región centroamericana, como en el caso de El Salvador, los pocos que han visto todo el potencial de esta rendija de oportunidad – exigir a los países “ricos” genuina libertad de comercio y libertad migratoria auténtica- como palanca eficaz para lograr la prosperidad y combatir la pobreza.

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sábado, 24 de febrero de 2007

Las ideas subversivas de Basurto (fabulaciones sobre MTP)

Gracias a que buscamos obtener ganancias (eso es lucrar) satisfaciendo necesidades, el bienestar avanza; lo grave, y es una falla en que suelen incurrir los gobiernos, es cuando se lucra con lo innecesario o inexistente, entonces el bienestar mengua.

La computadora personal ha sido uno de esos saltos en la productividad que generó para sus inventores ganancias extraordinarias, al tiempo que provocó un avance formidable en el bienestar global. Eso es lucrar con una necesidad del ser humano.

El investigador que busca una cura contra una enfermedad mortal, está lucrando: espera obtener una ganancia, “sacar provecho de un negocio”, a partir de una necesidad del ser humano.

Lo censurable no es lucrar con las necesidades sino lucrar con lo que no es necesario. Sólo es posible lucrar con productos o servicios innecesarios cuando se tiene un poder dominante en los mercados – un monopolio, por ejemplo que cobra por lo que promete pero no da-, o cuando se “cobra” recurriendo a la amenaza por no hacer un daño (un extorsionador, digamos), o cuando se tiene un poder coercitivo, como el que poseen los gobiernos, que obliga a los ciudadanos a pagar por cosas o servicios innecesarios o inexistentes.

Cosas como las escritas en los párrafos anteriores eran las que solía decir el profesor Aníbal Basurto Corcuera – a quien llamaban el Gordo- en sus clases, en una pequeña universidad de una olvidada ciudad en la república de la Media Tabla Perpetua (MTP). Lo malo es que esas nociones de realismo económico desafiaban la propaganda del supremo gobierno, encabezado entonces por un militar que se proclamaba “adalid del socialismo del nuevo siglo”.

Dados los excesos del gasto gubernamental MTP atravesaba entonces por una crisis inflacionaria; crisis de la que el supremo gobierno culpaba a quienes lucraban con lo necesario. Menudearon los controles de precios, las expropiaciones y, también, las persecuciones contra los promotores de dichos lucros. Por ello el Gordo perdió su empleo de profesor. Solo en la vida, salió del país con sus menguados ahorros que le alcanzaron para abrir una pequeña mercería en su nueva patria – “ahí donde puedo ser libre, ahí está mi patria” decía- en la que siguió lucrando, sin recibir ningún reproche de su conciencia, con hilos, botones, agujas…Con cosas necesarias, pues.

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viernes, 23 de febrero de 2007

Un blog excelente sobre políticas de libre comercio y migración ¡no se lo pierdan!

¡AQUÍ! !AQUÍ! ¡AQUÍ!


EL MEJOR BLOG QUE PUDIERON IMAGINAR SOBRE MIGRACIÓN Y COMERCIO EN EL MUNDO QUE COMBINA EL RIGOR ACADÉMICO CON LA AGUDEZA...

Politics of Immigration and Trade

Bueno, todo esto es para anunciar el weblog de Mariana Medina (estudiante de doctorado en Washington University, Saint Louis, Mo.) quien es una talentosa joven mexicana estudiosa de los fenómenos del comercio y la migración a lo largo de la historia y a lo ancho del mundo desde la perspectiva de la economía política.

¿Qué les puedo decir?

Es brillante. Y también es mi hija.

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Moral, economía y libertad

Intersección de la economía y de la moral: la libertad de elegir ante la escasez.

El dato fundacional de la economía es la escasez. En un universo en el que los recursos – empezando por la vida – fuesen ilimitados la economía no tendría razón de ser. Y en dicho universo hipotético, de abundancia absoluta, la libertad humana no sería tal como la conocemos. Se puede especular que ante la presencia de la abundancia absoluta – es decir, del Ser por sí mismo subsistente, como los teólogos y múltiples filósofos definen a Dios- la voluntad humana se doblegaría y elegiría por necesidad (valga la paradoja) dicho bien, sin considerar siquiera alguna alternativa.

Pero ya sea que creamos que un día estaremos cara a cara frente a Dios o que no lo creamos, el hecho es que vivimos ahora en un mundo precario, que se acabará (con o sin “calentamiento global”), que somos contingentes y que constantemente nos vemos precisados a elegir entre bienes igualmente precarios (que no son eternos). Ese es el terreno de la libertad y ese es el terreno de la moral. Sin libertad, sin capacidad de elegir, no hay moral. Nadie puede imputarle inmoralidad a un tigre por matar a su presa y seguir por instinto la programación inmemorial que le hace ser tigre. El tigre no elije, cumple el programa de todos los tigres que han sido y que serán.

Por contraste, ¡nada menos!, el ser humano siempre elije. Aun privado de su libertad física es capaz de elegir la actitud que asumirá ante esa privación: rebelarse, aceptarla, humillarse, mantener su señorío, su dominio de sí. Los campos de concentración nazis y soviéticos en el siglo pasado nos legaron una colección de biografías que abarca el abanico de opciones de la libertad ante un cautiverio brutal.

Por su parte la economía pretende encontrar la mejor asignación para recursos escasos entre destinos alternativos en competencia y ha encontrado, la ciencia económica, que la persona libre es quien mejor elije – en términos de costo contra beneficio- la asignación de sus propios recursos. Y hace la mejor elección aun cuando se equivoque porque quien ha de padecer las consecuencias de esa mala elección es justamente aquél que la hizo. Eso significa ser responsable. Hacerse cargo de lo que se decide libremente, de sus consecuencias: buenas o malas en términos económicos y también – buenas o malas consecuencias- en términos morales.

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miércoles, 21 de febrero de 2007

Una inmoralidad: Omitir la escasez

Usted tiene 50 mil millones de dólares para aliviar los problemas globales del planeta, ¿cuál sería el problema que atacaría prioritariamente? Aquél en el que el monto de recursos invertidos diese la mejor relación costo-beneficio ¿Por qué? Porque así se hace el mayor bien al mayor número de personas.

Una de las experiencias más interesantes acerca de cómo enfrentar los problemas del mundo se llevó a cabo en Copenhague en mayo de 2004 y se repetirá en 2008 también en mayo. Esa experiencia se llamó Consenso de Copenhague, fue organizada por Bjorn Lomborg, profesor asociado de Estadística en la Universidad de Aarhus de Dinamarca y fue auspiciada por el Ministerio de Asuntos Exteriores de ese país y por el semanario The Economist.

Identificados los diez problemas globales más acuciantes se propuso a un panel de ocho economistas notables decidir a cuál de esos problemas deberían destinarse unos hipotéticos 50 mil millones de dólares, adicionales a los recursos que ya se usan en el mundo para atenderlos.

Los economistas concluyeron que la prevención de enfermedades transmisibles – específicamente la prevención del VIH-Sida – era el mejor destino para esos recursos, el que daría la mejor relación costo-beneficio o, dicho en otras palabras: la inversión que produciría el mayor bien cierto para el mayor número de personas. Muy cerca quedó la abolición de subsidios y barreras al comercio. En cambio, en el sótano de la clasificación quedó el cambio climático; no sólo por las pocas certezas científicas acerca de la naturaleza y causas de dicho “problema”, sino por la incertidumbre acerca de la eficacia de las “soluciones”.

El lector puede conocer este trabajo en el libro Global Crises, Global Solutions.

Lo que me interesa destacar es la pertinencia de que fuesen economistas, y no “líderes morales”, a quiénes se recurrió para jerarquizar qué problema debe atacarse primero.

El imperativo moral ya está dado – hacer el mayor bien cierto al mayor número de personas- y corresponde a la economía, a partir de datos comprobados, determinar con rigor científico en dónde estará mejor empleado el dinero: Costo contra beneficio.

Hay una estúpida objeción moralista a este criterio económico: “todos los problemas deben ser resueltos”. Alegato inmoral porque nada hace más daño a más gente que suponer que los recursos son infinitos.

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martes, 20 de febrero de 2007

¡Libertad para Kareem!

Mañana, jueves 22, se reanudará en Egipto el juicio en contra del joven Kareem Amer, acusado del delito de ser “un no creyente desagradable” que criticó al Islam en su bitácora en la red.

Abdel Kareem Nabil Soliman (conocido también como Kareem Amer) publicó en su bitácora en la red (o “weblog”) el 23 de octubre de 2005 un indignado testimonio titulado: “La verdad desnuda acerca del Islam tal como pude verla en Maharram Beh”. El joven, estudiante de la prestigiosa universidad islámica Al-Azhar, describía vívidamente el ataque despiadado de musulmanes a cristianos coptos un par de día antes, el “viernes negro”, en Maharram Beh, Alejandría, y escribió que no se trataba de un salvajismo criminal aislado, sino de una conducta coherente con las enseñanzas de Mahoma, catorce siglos antes, respecto del odio que merecen los “infieles”.

Tres días después fue detenido acusado de blasfemia, fue expulsado de la universidad y hoy es repudiado por su padre, un maestro de matemáticas retirado, quien propone aplicar a su hijo la “Sharia”, o ley islámica: Tres días de plazo para arrepentirse públicamente o ser ejecutado.

Hoy en Estocolmo debió haberse realizado una manifestación de protesta frente a la embajada de Egipto en Suecia. Organizaciones como “reporteros sin fronteras” han denunciado este ataque flagrante contra la libertad de expresión (y de creencia) y se han elevado diversas protestas contra el gobierno de Hosni Mubarak, presidente de Egipto desde octubre de 1981.

Suele pensarse que Egipto es un país relativamente libre para los estándares del Medio Oriente. No es así, Egipto ocupa el bochornoso lugar 127 en el Índice Mundial de Libertad Económica y registra deplorables índices de libertad financiera, libertad de trabajo y respeto a los derechos de propiedad así como una elevada corrupción.

Es inconcebible que en el siglo XXI, en un país que pertenece a las Naciones Unidas y en el que algunos creen ver un factor de moderación y estabilidad en el mundo árabe, como Egipto, un joven sea encarcelado por horrorizarse ante el salvajismo y criminalidad que se ejerce, en nombre de la fe, contra los “infieles”.

Pero la ONU ignora el asunto y se preocupa, lo que no está mal, por una víctima de la gripe aviar en Egipto. ¿Cuándo las grandes burocracias supranacionales se preocuparán por la libertad de personas de carne y hueso?

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lunes, 19 de febrero de 2007

El “Estado de Bienestar”: Mal modelo, buena prensa

No parece muy buena idea “comprar” como arquetipo del futuro deseable un modelo fracasado, pero….

En todo el mundo, no sólo en los países en desarrollo, el modelo “Estado de Bienestar” sigue teniendo buena prensa. Sin ir más lejos, buena parte de los precandidatos en la liza por la próxima presidencia de los Estados Unidos “venden” con más o menos desparpajo ese viejo modelo a pesar de sus reiterados fracasos – basta ver las cifras de desempleo en Francia, Alemania o España- y de su inviabilidad fiscal.

Ayer en el diario español ABC el profesor Juan Velarde Fuertes ofreció un valioso resumen tanto de la génesis intelectual del concepto de Estado de Bienestar (los dos informes Beveridge, 1942 y 1944), como de las entonces desdeñadas pero certeras críticas de la escuela austriaca al modelo y del demoledor campanazo que desmoronó intelectualmente al Estado de Bienestar en 1968 cuando Milton Friedman publicó su célebre ensayo sobre el papel de la política monetaria.

Tomo del profesor Velarde esta descripción sucinta de lo que ofrece el Estado de Bienestar: “el ciudadano de los países occidentales pasó a creer que era posible el pleno empleo y la seguridad de su permanencia en el puesto de trabajo, así como la cobertura de un amplio conjunto de necesidades que se resumen en las pensiones, la asistencia sanitaria, las ayudas tanto a los desempleados como a la familia”.

Pero, ¿es factible que esta maravilla sea proporcionada por el Estado, a través de la política fiscal, es decir: mediante el gasto público; sea éste financiado por impuestos, sea financiado por deuda?

La respuesta es no. Financiado por deuda es un desastre inmediato. Financiado por impuestos es un desastre mediato pero inevitable. Pero esa respuesta contundente no basta para convencer a los políticos y a parte del público de que debe renunciarse al Estado benefactor de la cuna a la sepultura.

¿Por qué? Porque, por una parte, se trata de una fascinante promesa (“¿eres tan desalmado como para oponerte?”) y, por otra, porque el Estado de Bienestar, así como el keynesianismo que le dio origen, son la coartada perfecta para garantizar y aumentar el bienestar… ¡de los políticos!

Es, otra vez, la tibieza acogedora que muchos sienten cuando caen en el regazo de los presupuestos públicos.

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domingo, 18 de febrero de 2007

Las genialidades de Ponciano

Decía la investigación sobre el atraso de las telecomunicaciones en la república MTP: “Un aceptable diseño que otorgaba autonomía funcional a la agencia reguladora fue anulado en la práctica y el ente quedó capturado por el pequeño grupo de empresas que dominaba el mercado”.

Ponciano Medrano podía presumir de dos grandes éxitos en su vida. El primero de esos logros fue neutralizar –él sabía cómo- cualquier chiste vulgar acerca de su nombre. El segundo, menos conocido pero más importante para la vida pública del país de la Media Tabla Perpetua (MTP), fue conseguir para beneficio de sus amigos y patrocinadores (el grupo que dominaba el mercado de las telecomunicaciones en MTP), que también la modernización de las instituciones regulativas de ese mercado quedase neutralizada.

Por eso Ponciano experimentó un gusto secreto, inconfesable desde luego, cuando llegó a sus manos el trabajo de investigación de uno de los más prestigiosos especialistas en reformas institucionales que describía el caso de las telecomunicaciones en MTP como “la más perfecta e insidiosa falsificación de lo que debió ser un arreglo institucional para liberar la competencia en un mercado estratégico”.

Por supuesto, el estudio no le daba crédito a Ponciano – y qué bueno que así fuese, el anonimato de la operación era un asunto clave- sino que se limitaba a señalar que gracias a que buena parte de la Asamblea de Notables de MTP – órgano legislativo- estaba controlada por esos pequeños pero poderosísimos grupos de interés, la designación de los comisionados del nuevo ente regulador, presuntamente autónomo, fue controlada a placer por las dos o tres empresas dominantes en el mercado que se buscaba regular.

Un hecho molesto, pero que Ponciano y sus socios confiaban neutralizar eficazmente a través de la legión de “periodistas” que tenían en nómina, fue que un par de especialistas vetados por la Asamblea de Notables (porque no resultaban “confiables”) osó demandar ante los tribunales a la mismísima Asamblea aduciendo que no estaba facultada para vetar designaciones por razones que no fuesen estrictamente técnicas y de competencia profesional.

El alegato de ese par de “insolentes” – como les motejaba Ponciano- se transformó, gracias a la abrumadora propaganda de los “periodistas” amigos, en una “necedad” que obstaculizaba el avance del país en telecomunicaciones.

Mientras se afeitaba, Ponciano saludaba al personaje del espejo diciéndose: “Eres un genio, Ponciano; eres un genio”.

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jueves, 15 de febrero de 2007

Las leyes de Cayo Valerio Godinez (una fábula)

En aquél país el Congreso de Notables aprobó por unanimidad la “Ley de la Prosperidad Obligatoria” que no fue más que la secuencia obligada de la “Ley de la Indeclinable Voluntad Reformadora”, también aprobada por unanimidad.

El prolongado abrazo selló el reconocimiento: “Compadre – exclamó uno de los múltiples compadres de Cayo Valerio Godinez – te volaste la barda. ¡Aprobada por unanimidad!”. Atacado por una súbita modestia, el Notable Cayo objetó: “Nada, compadre, fue un trabajo de todos, teníamos que plasmar nuestra firme voluntad de hacer las reformas”.

Aquél día, cuentan, las celebraciones se prolongaron hasta la medianoche en varios restaurantes rumbosos de la república de MTP o de la Media Tabla Perpetua. Políticos de renombre, aspirantes a políticos, lo mismo los que se escondían de las cámaras y de los micrófonos que aquellos que los buscaban ávidos, comentaban elogiosamente la “ley Godinez” aprobada ¡por aclamación!, como dijo el viejo cronista, el maestro Pericles Órdago y Lazo en su leída columna “Los gladiadores de la tribuna”. Ordenamiento jurídico que se llamó “Ley de la Indeclinable Voluntad Reformadora”.

Los historiadores consignan que dicha ley – criticada por algunos maldicientes como “expresión suprema del voluntarismo estéril”- nació del anhelo popular de que los políticos en MTP pusiesen manos a la obra en la tarea de sacar al país de su inveterada mediocridad. Los expertos habían insistido, por activa y por pasiva, en que era necesario hacer “reformas profundas” para dar ese gran salto.

Ahí estaba la respuesta, el mentís a todos aquellos detractores por hábito que motejaban al Congreso de Notables de “asamblea de zánganos”. El Congreso sí daba resultados. La ley establecía cuidados y precisos mecanismos – comisiones deliberativas y de análisis, por ejemplo-, así como plazos perentorios para que se realizasen – tras agotadoras discusiones y negociaciones – esas tan llevadas y traídas reformas.

Tan buenos réditos políticos obtuvo la primera “ley Godinez” que muy pronto fue complementada por una segunda ley promovida por el mismo Cayo Valerio: “La Ley de la Prosperidad Obligatoria”. Como se señalaba en la exposición de motivos ésta nació por “la imperiosa necesidad de que a nadie le quede duda de que las reformas que surjan de nuestra indeclinable voluntad reformadora son precisamente aquéllas que provocarán, por necesidad ontológica y por imperativo moral, la prosperidad prometida”.

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miércoles, 14 de febrero de 2007

Kim Jong il: ¿Cuánto quieres por dejar de amenazarnos?

El próximo viernes, 16 de febrero, es cumpleaños de Kim Jong il, el grotesco dictador de Corea del Norte, quien probablemente también celebrará que le ganó la partida a ese desafortunado comisario de paz que ha tratado de ser George W. Bush.

George W. Bush ha mostrado ser un comisario ineficaz para aplacar a los bravucones de la aldea global.

El martes en Pekín cinco países – Estados Unidos, China, Rusia, Japón y Corea del Sur- le sacaron a Corea del Norte la promesa de que dejará de jugar, por ahora, al armamentismo atómico, a cambio de generosas dotaciones de energéticos y otras ayudas.

De nada sirvió, en apariencia, la nueva política que quiso inaugurar Bush quien anunció, en los albores de su primer mandato, que no cedería a los chantajes del “pigmeo” y “chiquillo malcriado”. Su antecesor, Bill Clinton, había intentado neutralizar a Kim Jong il ofreciéndole suministros energéticos. Hoy es el mismo trato, pero apoyado por los otros países involucrados.

Fruto simbólico de esas antiguas negociaciones es un obsequio que le hizo a Kim Jong il la entonces secretaria de estado de Estados Unidos, Madelene Albright: Un balón de básquetbol autografiado por Michael Jordan, y que el coreano, nacido en las estepas siberianas, guarda junto con miles de tesoros variopintos – como un gigantesco y lujoso vagón de tren que Stalin le regaló a su padre - en un bunker 147 kilómetros al norte de Pyongyang.

La política original de Bush había sido amenazar al bravucón del barrio con severas represalias y descalificarlo con vehemencia, como cuando, agitando el dedo índice en el aire le dijo a Bob Woodward: “¡Aborrezco a Kim Jong il!”. (Nosotros también, George, pero ¿cómo lo desarmamos?).

Finalmente, ganó la vergonzosa pero eficaz diplomacia de ceder al chantaje. ¿Se puede hacer otra cosa, cuando las amenazas del comisario no son eficaces porque no son creíbles?

¿Un triunfo para la paz mundial? Bueno, algo así como lo que hacemos cuando somos víctimas de un asalto callejero: “Está bien, llévate el auto, pero no me vayas a disparar”.

Y ¿para qué sirve en estos casos la ONU?, ¿para lo mismo que sirve la agencia del ministerio público después de que nos asaltaron? Ni para eso.

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martes, 13 de febrero de 2007

La catástrofe que se avecina (es ficción)

Que conste que es ficción: ¿Fabricar la persuasión de que se avecina una catástrofe planetaria serviría para “alinear” a las burocracias supranacionales y volverlas eficaces?

En uno de los viejos episodios – marzo de 1981- de la sátira política Yes Minister de la televisión británica (BBC), el ministro James Hacker y su permanente contradictor Sir Humphrey discuten sobre la naturaleza de la burocracia del Mercado Común Europeo – con sede en Bruselas y antecedente de la actual Unión Europea:

Dice Hacker: “El problema con Bruselas no es el internacionalismo sino la excesiva burocracia”. A lo cual le responde Sir Humphrey: “Pero la burocracia es una consecuencia del internacionalismo, ¿acaso no es por eso por lo que tenemos un comisionado inglés con un director general francés inmediatamente debajo de él y con un jefe de división italiano que le reporta al francés?”

Hacker: “Oh, estoy de acuerdo”

Sir Humphrey: “Es como la Torre de Babel”

Hacker: “De acuerdo”

Sir Humphrey: “No, es aún peor: es como la ONU”

Hacker: “De acuerdo”

Entonces interviene, conciliador, Bernard Woolley: “Tal vez, por lo que puedo inferir, ambos están de acuerdo”

Hacker y Sir Humphrey (al unísono): “¡No!, ¡no lo estamos!”.

En otro episodio, éste reciente, Hacker se queja ante un burócrata de la Unión Europea: “Hay una oficina en la Comisión Europea donde se le paga a la gente para que produzca alimentos y en la oficina contigua se le paga a la gente para que destruya los alimentos”. Irritado el burócrata responde: “¡Eso no es cierto!”. Interviene Sir Humphrey: “¿De veras?”. “Sí”, responde el burócrata, “esas oficinas no están en el mismo piso”.

Lograr que las superburocracias supranacionales trabajen con eficacia parece imposible, como imposible parece hacer que el conjunto de las naciones tenga de veras una meta en común.

Algunos cínicos dicen que por ello esas superburocracias supranacionales se esfuerzan en persuadirnos de que se avecinan catástrofes planetarias, dado que ello les permite justificar mayores presupuestos.

Otros más benévolos, como yo, conjeturamos que alguien muy inteligente ha ideado el mecanismo de la fabricación de amenazas cósmicas inminentes no por el pedestre interés en un mayor presupuesto, sino con el noble fin de generar consensos en esas gigantescas burocracias, peores que la Torre de Babel.

Que es ficción, ya lo dije.

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lunes, 12 de febrero de 2007

¿En privado, decentes; en público, podridos?

Un columnista de The New York Times (NYT) escribió que la clase política estadounidense suele ser “decente en privado y corrompida en público”. Aunque parece una descripción acertada, es una contradicción: Alguien que es incapaz de sostener en público lo que dice en privado no merece calificarse como decente.

La columna del 8 de febrero de David Brooks en el NYT – “Virtudes privadas, vicios públicos”- desató una interesante polémica en Estados Unidos. El conocido comentarista escribió que los políticos hoy en día con frecuencia son sensibles en privado, pero que en público se disfrazan apoyando políticas en las que realmente no creen.

En México diríamos que los políticos con frecuencia no tienen más remedio que “tragar sapos”.

Si bien ese doblez no es precisamente virtuoso constituye algo así como un talento apreciado entre los políticos.

La columna de Brooks motivó un duro comentario del economista Donald J. Boudreaux de la George Mason University en Fairfax, Virginia. Escribió Boudreaux en su bitácora “Café Hayek” y en una carta al NYT: “Gente que es firme y sabia sólo en privado – donde no corre el riesgo de ser criticada por sus principios- , ni es decente, ni es líder. Son oportunistas, insinceros y bribones”.

El propio Boudreaux añade otro adjetivo para esa clase de políticos: “Cobardes”.

Al leer eso recordé ese ejemplo de integridad – aun como personaje de ficción - que es Atticus Finch, el abogado protagonista de “Matar un ruiseñor” (To Kill a Mockingbird), la novela de Harper Lee, quien explica dirigiéndose al jurado en su alegato de defensa de un negro acusado de un crimen sólo por el hecho de ser negro:

“No soy un idealista que crea firmemente en la integridad de nuestras cortes o de nuestro sistema judicial – para mí no es un ideal, sino una realidad viva y actuante. Caballeros, una corte no es mejor que cada uno de los hombres que están sentados hoy aquí frente a mí, en el jurado. Una corte es sólo tan sana como lo es el jurado, y un jurado sólo puede ser tan sano como los hombres que lo componen”.

Que nadie por aquí se sienta aludido; eso sucedió en Estados Unidos.

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domingo, 11 de febrero de 2007

Elogio de la especulación y el “acaparamiento”

El especulador mejora el funcionamiento de los mercados, tanto para productores como para consumidores, porque a través de su incidencia en los precios normaliza y difunde la información para tomar decisiones.

Con una buena dosis de ignorancia se suele condenar como “acaparadores” a quienes se dedican a comprar determinados bienes a precios relativamente bajos con la expectativa de vender esos mismos bienes más tarde a un precio más alto.

Independientemente del nombre que les demos, esos especuladores le hacen un gran bien a productores y consumidores porque estabilizan mercados que sin su tarea se volverían endemoniadamente inciertos para unos y otros.

Es obvio que al hacer su trabajo un especulador busca obtener la mayor ganancia. Ese y no otro es su principal incentivo a la vista. El especulador sólo puede ganar dinero si se realiza su expectativa: que el precio de venta sea mayor que el precio de compra más todos los costos de oportunidad implícitos en la “inmovilización” temporal de la mercancía.

¿Cuál es el efecto de la acción del especulador sobre el productor de, digamos, maíz? Normaliza la demanda y, al hacerlo, normaliza los precios. El productor obtiene precios más altos cuando el mercado está excesivamente deprimido y obtiene precios menos altos cuando el mercado está excesivamente demandado. Por su parte, el consumidor se beneficia con la acción del especulador porque éste asume los costos de recopilar y procesar la información especializada que permite anticipar tendencias del mercado, así como los prohibitivos costos – para cada consumidor individual- de hacer inventarios de cada bien para periodos prolongados. El especulador, pues, también normaliza la oferta.

La labor del especulador se perfecciona aún más con la aparición de los mercados de futuros, que diversifican riesgos, difunden información confiable (especulación sobre precios) a productores y consumidores, que de otra manera no podrían obtener, y facilitan a todos la toma inteligente de decisiones.

Qué bueno que haya especuladores y qué bueno que ganen dinero. Eso último quiere decir que sí están cumpliendo eficientemente su tarea.

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jueves, 8 de febrero de 2007

El “calorcito” antiliberal

Hay de calores a calores. Una cosa, por ejemplo, es el “calentamiento global”, nueva versión del cataclismo cósmico dizque causado por el progreso (la mejor recomendación que he oído para combatir ese demonio es bañarse con agua fría, como dicen que hace Al Gore), y otra cosa, muy distinta, es el calorcito antiliberal: esa sensación de amparo, como de vientre materno, que nos prometen si nos abandonamos confiados al cuidado de los bondadosos gobiernos.

Ayer en "Asuntos Capitales" Roberto Salinas León se refería al desagradable sentimiento de “desamparo moral” que dicen experimentar algunos ante el énfasis dado por el liberalismo a la libertad individual y a su concomitante responsabilidad, también individual.

Por lo que se ve y se oye la sola mención de que por encima del Estado está la libertad de cada individuo, causa escalofríos en muchas conciencias. En contraste, esas mismas almas piadosas experimentan un tibio regocijo al pensar que el gobierno, el Estado y hasta entidades supranacionales, como las Naciones Unidas (ONU), llenas de sabiduría y bondad, están aquí para cuidarnos aún a nuestro pesar.

Esa arraigada afición al calorcito de la seguridad – que lisa y llanamente es miedo a la libertad y a sus consecuencias- explica el entusiasmo con que algunos proponen el resurgimiento de patrañas tales como la acción del Estado contra los acaparadores y “hambreadores del pueblo”.

También ayer, pero en otras páginas, otro opinante – al que caritativamente llamaré Mínimo Gorki, en memoria del escritor que devino en propagandista de las bondades del socialismo soviético- arrojaba con fruición adjetivos en contra de esos “malvados” que incurren en el “delito” de comerciar con granos, almacenarlos y obtener - ¡qué barbaridad! – alguna utilidad por su trabajo de acuerdo a las “malignas” leyes de la oferta y de la demanda.

Máximo Gorki se envileció cantando las loas del terror implantado tanto por Lenin como más tarde por Stalin en contra los “kulaki”, que no eran otros que los campesinos que osaban oponerse a la colectivización y que guardaban para su propio consumo, o para comerciar con ellos, los frutos de sus cosechas. Millones murieron de hambre en esa lucha que el Estado soviético decía llevar a cabo en contra del hambre. Al final, el objetivo se logró: Los graneros quedaron vacíos, los “acaparadores” muertos o presos en los helados campos siberianos y el hambre asoló todo el territorio soviético. Ah, el calorcito del Estado protector.

Mínimo Gorki, el nuestro, no va tan lejos. Sólo califica de “ruines”, “ratas”, “traidores a la patria” a los presuntos acaparadores de maíz y, ya en plena efusión calorífica, propone: “Yo no digo que debamos ahorcar a los acaparadores, pero sería formativo darles una arrastradita por el primer cuadro, unas buenas cachetadas guajoloteras, diez mil zapes estilo maestro de primaria…”.

El calorcito incluye un poco de faramalla – “charla artificiosa encaminada a engañar”- como ésa. Nada terrible, sólo efusiones demagógicas para darle al pueblo tortillas y circo. Calorcito.

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miércoles, 7 de febrero de 2007

Jugársela por el libre comercio

El caso del azúcar ejemplifica dramáticamente la escasa credibilidad de los supuestos líderes de los países desarrollados. Por ello, es una oportunidad única para que gobiernos como el de México se la jueguen en serio, en los foros multilaterales y en el frente interno, por el libre comercio. Como dicen: ¿Tendremos el valor o “nos vale”?

Es admirable la decisión de países como Australia y Nueva Zelanda en su apuesta por la libertad económica, así como admirables han sido los magníficos resultados derivados de esa postura inequívoca.

El caso del corrompido mercado internacional del azúcar, que difícilmente se sostendrá en el mediano plazo, habla claramente de la crisis de liderazgo y credibilidad que padecen los países más desarrollados, como la Unión Europea y Estados Unidos.

Si México quiere de veras asumir un liderazgo en la región latinoamericana y usar frente a su poderoso vecino del norte un arma de negociación que vaya más allá de la gastada y vehemente retórica – que sirve más para consumo interno de una minoría trasnochada que para otra cosa- tiene que jugársela en serio a favor de la libre competencia y del libre comercio tanto en el frente interno como en los foros internacionales, por ejemplo en la Organización Mundial de Comercio.

Más todavía, puede empezar por una apertura unilateral de su mercado, como lo han hecho Australia o Brasil con magníficos resultados.

Como en muchas otras ocasiones en su historia México puede desaprovechar esta oportunidad y limitarse - ¡otra vez!- a que las cosas le pasen y a rumiar su mala fortuna con mitos y discursos ridículos.

Hasta ahora los gobiernos mexicanos han supeditado su política comercial en materia de azúcar al desastroso modelo estadounidense: Mercantilismo puro y duro, con grupitos de presión incrustados en el poder político medrando de los excedentes que se arrebatan a los consumidores.

Si en un golpe de audacia y visión de largo plazo México apostase en serio por la liberalización total de los mercados agrícolas del mundo, y empieza por el del azúcar, ganaría una gran credibilidad como un nuevo y efectivo líder de los países en desarrollo. Haría causa común con otros países en desarrollo, como Brasil, la India, Colombia, Perú y Cuba (cuya transformación política y económica puede estar a la vuelta de la esquina), así como con Centroamérica, entre otros.
De paso, beneficiaría a millones de consumidores pobres en el país y contaría con una magnífica palanca – la congruencia entre política exterior y políticas públicas hacia los mercados internos- para ir desmontando los arreglos mercantilistas que aún padecemos.

Como me escribió ayer un conocedor de estas oportunidades desperdiciadas: “Mientras sea más rentable cerrar una carretera para exigir un mayor precio para la caña que, por ejemplo, utilizar mejores fertilizantes, no habrá oportunidades para una mayor productividad”.

Como dicen por ahí: ¿Tenemos el valor o “nos vale”?

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martes, 6 de febrero de 2007

Liberación del azúcar: Ganadores y perdedores

Una total liberalización del mercado mundial del azúcar dejaría ganancias netas – para los consumidores en países importadores y para los productores eficientes de países exportadores que actualmente no subsidian la producción- cercanas a los 80 mil millones de dólares en el lapso de ocho años. Salvo por Australia, todos los ganadores netos serían países en desarrollo o francamente pobres.

Hay cuando menos una docena de modelos realizados por investigadores de distintos países que han proyectado los efectos que tendría una liberalización, parcial o total, gradual o inmediata, del mercado mundial del azúcar. Los resultados son similares en todas las proyecciones: Habría una ganancia neta global de varios miles de millones de dólares (ganancias menos pérdidas) y los mayores beneficiarios serían consumidores y productores de países en desarrollo o pobres y los productores de Australia, que cuenta con una industria azucarera muy eficiente sin subsidios ni barreras comerciales.

Uno de los más completos estudios es el del Centre for International Economics de Canberra y Sidney, Australia ( “Sugar, the taste test of trade liberalization”, Septiembre de1999, Brent Borrell y David Pearce), basado en el modelo Global Sweetener Markets (GSM) desarrollado por CSR Ltd., Australia, que anticipa los siguientes efectos, para 2008, en caso de que en 2000 se hubiese concretado una liberalización total del mercado mundial del azúcar:

Elevación de 34% en el precio nominal del azúcar en el mercado libre; lo que para la mayoría de los consumidores significa una notable disminución del precio ya que el nuevo precio libre se aplicaría al 100 por ciento del azúcar en el mundo y por tanto entre 85% y 93% del azúcar mundial, hoy protegida, bajaría de precio para los consumidores respecto de sus niveles actuales.

La disminución efectiva en el precio para la mayoría de los consumidores del mundo estimularía una mayor demanda, lo que sería aprovechado por los países y productores más eficientes (Brasil, India, Australia, Cuba, República Dominicana, Thailandia, Medio Oriente, Norte de Africa, Sudáfrica, entre otros) e incentivaría inversiones para modernizar y hacer más productivos los cultivos.

Países cuyos consumidores de azúcar más ganarían con la liberalización: Japón, Unión Europea, Estados Unidos, México, Indonesia, China y Este de Europa.
Como advierte el estudio las cifras específicas que arroja el modelo deben tomarse con cautela, debido a múltiples factores (por ejemplo, ¿qué tan rentable resultaría con un precio libre para el azúcar la producción de etanol a partir de caña?) que es imposible cuantificar con precisión en un modelo.

Pero tan importante o más que las ganancias globales netas de la liberalización sería el efecto ejemplar que una liberalización del mercado mundial del azúcar podría tener para fortalecer el libre comercio en el mundo.
El actual mercado mundial del azúcar es una vergüenza para la Organización Mundial de Comercio y daña gravamente la credibilidad de los países desarrollados.
Este aspecto de la geopolítica del azúcar merece tratarse en el siguiente artículo.

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Azúcar: Muestrario de prácticas proteccionistas

Subsidios a los productores, tarifas y cuotas de importación, compras forozosas con recursos públicos de los excedentes a precios muy superiores a los del mercado, impuestos federales y locales…Nombre una práctica proteccionista en contra del libre comercio y seguramente algún país la aplica en el caso del azúcar.

Más del 90 por ciento del azúcar producida en el mundo se vende muy por encima del precio internacional, la mayoría de los años. En el mejor de los casos, no más del 15 por ciento de la producción mundial llega a comerciarse libremente.

Los mecanismos de protección a los productores de azúcar van desde los más rudimentarios y abusivos hasta los más complicados e hipócritas. En algunos países, como Estados Unidos, el “lobby” azucarero – Big Sugar- controla las comisiones de agricultura de las cámaras legislativas asi como a la inmensa y costosa burocracia del Departamento de Agricultura, mientras que en otros, como México, el mecanismo de cooptación de legisladores por parte de los productores de azúcar es más “transparente”: Los productores tienen asegurados sus escaños en las cámaras, principalmente a través del PRI; constituyen el equivalente a varios distritos electorales, cuyos candidatos tienen asegurado el pase automático al Congreso.

En esta materia vergonozosa – el proteccionismo más descarnado a favor de los productores de azúcar y en detrimento de los consumidores – México tiene el “honor” de compartir los primeros lugares con los países desarrollados: El campeón proteccionista es Japón (donde los precios internos han llegado a estar 400 por ciento por encima del precio internacional), la Unión Europea, Estados Unidos, México e Indonesia, en ese orden.

Sólo tres países productores y exportadores de azúcar tienen bajos o nulos niveles de proteccionismo comercial: Brasil, Australia y Cuba (una vez que se derrumbó la Unión Soviética y terminaron las ventas forzosas al bloque soviético), y producen alrededor del 17 por ciento del volumen mundial de endulzantes nutritivos. Y entre los consumidores e importadores de azúcar sólo unos cuantos países juegan “limpio” – sin prácticas proteccionistas – como Hong Kong, Singapur y Malasia.

El abrumador proteccionismo comercial en el caso del azúcar – algo indefendible desde un punto de vista racional, porque protege a minorías cuantitativamente insignificantes- provoca, a su vez, que los precios “libres”, esa pequeña porción del endulzante que se comercia sin la intromisión distorsionadora de los gobiernos, estén obviamente corrompidos a la baja, lo que a su vez significa que los productores más eficientes por ventajas comparativas y competitivas sean los más castigados en el comercio mundial.

¿Qué pasaría si, como se ha propuesto desde hace diez años al menos, en el seno de la Organización Mundial de Comercio se pactase la liberación total de este mercado para todos los países miembros?

Habría millones de ganadores – especialmente en países pobres y en vías de desarrollo- y un puñado de adinerados perdedores, literalmente un puñado, en los países desarrollados de la Unión Europea, en Estados Unidos, en Japón y, en mucho menor grado, en México.

Mañana lo veremos.

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domingo, 4 de febrero de 2007

Azúcar: Un insulto al libre comercio

Los consumidores de azúcar en México, Estados Unidos, Europa y Japón pagamos dos o tres veces más por ese endulzante que el precio internacional. ¿Por qué? Pues ¡porque producimos azúcar!…tal parece que si no lo hiciéramos nos saldría mucho más barata.

El mercado mundial del azúcar es un ejemplo perfecto, de libro de texto, de todas las aberraciones que provoca el proteccionismo comercial y de cómo la intervención de los gobiernos para proteger a una minoría de productores condena a los consumidores de esos mismos países no sólo a pagar precios más altos sino a pagar impuestos que sirven para subsidiar a los productores más ineficientes.

Cita: “…la variación anual del precio del azúcar entre junio y diciembre pasó de 2.09 a 31.93 por ciento. El aumento en el precio de este endulzante NO estuvo asociado a incrementos en sus cotizaciones internacionales. En respuesta a dicho incremento se autorizaron a partir del 30 de agosto una serie de cupos a la importación. Adicionalmente, se elevó la disponibilidad del producto por la zafra que inició en noviembre. No obstante, el descenso en los precios fue limitado (en diciembre de 2006 los precios internos del azúcar superaron a los externos en 136 por ciento)”. Termina la cita del Informe de Inflación octubre-diciembre de 2006 del Banco de México.

Antes de que algún demagogo silvestre quiera aprovechar estos datos para exigir aumentos salariales de emergencia o promover marchas de protesta, debo advertir (al odioso demagogo y a los, esos sí, amables lectores) que el caso del azúcar es el ejemplo perfecto de que la mejor respuesta a los problemas de carestía en los países pobres y en desarrollo (¡y hasta en los países desarrollados!) es libre comercio, más libre comercio y más libre comercio. También debo advertir que el hecho de que en México el azúcar estuviese en diciembre 136 por ciento más cara que en el mercado libre internacional no es, por desgracia, algo anómalo: Los consumidores de Estados Unidos, de la Unión Europea y de Japón pagan dos y hasta tres veces más por el azúcar que las cotizaciones internacionales del azúcar “libre”, que sólo representa algo así como el 15 por ciento de la producción mundial.

Más todavía: Las aberraciones del mercado mundial del azúcar son el ejemplo más dramático de que la retórica de los políticos del mundo a favor del libre comercio es desmentida todos los días por las acciones proteccionistas de los gobiernos a los que pertenecen esos mismos políticos.

El caso del azúcar – uno de los mercados más distorsionados por la intervención de los gobiernos a favor de prósperas minorías de productores en detrimento de cientos de millones de consumidores- es también el mejor ejemplo de por qué hasta ahora los esfuerzos de la Organización Mundial de Comercio para terminar con el proteccionismo agrícola han fracasado.

Hagamos una protesta multitudinaria, sí, pero para exigir, ¡ya!, verdadero libre comercio. En los próximos artículos seguiré con este amargo asunto del azúcar.

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jueves, 1 de febrero de 2007

Venezuela: El monarca intocable

Ahora resulta que la soberanía de Venezuela radica en que la figura de Hugo Chávez debe ser inmarcesible. Tan fanatizados están los funcionarios al servicio de este nuevo monarca absoluto que sueñan con aplicar extraterritorialmente sus totalitarias leyes de censura.

El caricaturista Paco Calderón dibujó a Hugo Chávez Frías como un simio disgustado, de espaldas, mostrando un prominente nalgatorio, dispuesto a devorarse a un gusanito – Radio Caracas Televisión, RCTV- como desquite por el poco afecto que percibe, el simio desde luego, fuera de sus dominios.

Con gran diligencia la ministra consejera encargada de negocios del gobierno de Venezuela en México envió una dilatada carta de reclamo al periódico mexicano ("Reforma", página 9-A, 1 de febrero de 2007; requiere suscripción en la red) que osó publicar la caricatura de Paco Calderón. La carta es una joya histórica en más de un sentido.

Primero, porque es muestra del terror que parece inspirar a los funcionarios a sueldo del gobierno de Venezuela – o como se llame oficialmente ahora ese sufrido país- la figura del supremo y ampliamente habilitado tirano “democráticamente electo”. El otrora vicepresidente José Vicente Rangel, recientemente arrojado de su puesto por no complacer lo suficiente al soberano, sabrá bien de qué hablo. Terror que nada le pide al que implantó Stalin en la fenecida Unión Soviética.

Segundo, porque revela que ha vuelto la época – que se creía superada- de los monarcas absolutos; si bien en versión tropical. Para todo efecto práctico, y más con las malhadadas leyes “habilitadoras” – que le confieren poderes absolutos- Hugo Chávez no sólo es el monarca de Venezuela, él es Venezuela, quien le critica ofende a Venezuela, quien no recoge con él, desparrama. Chávez, nos advierte la nada diplomática funcionaria, encarna a la patria, a la soberanía, al territorio, al Estado, al pueblo.

Tercero, porque nos avisa que el fanatismo – inducido por el terror más que espontáneo- de quienes conforman la corte alrededor del nuevo soberano ha llegado al extremo de imaginar que los mamotretos jurídicos con los que Chávez ha implantado la censura en Venezuela deben aplicarse en todo el cosmos y a todo ser humano, tratándose de la figura inmarcesible del tal Hugo.

En efecto, la ministro nos avisa – y le recuerda a Paco Calderón- que existen la Ley del Ejercicio del Periodismo, el Código de Ética del Periodista y la Ley de Responsabilidad Social de Medios de Comunicación que impedirían que en Venezuela se publicase una representación irreverente del tal Hugo, y ni siquiera disimula sus fervientes deseos de que dichas leyes se le aplicasen también a los mexicanos en México cada vez que osasen – como el caricaturista- mofarse del soberano absoluto.

Tal vez alguien debería recordarle, comedidamente, a la señora encargada de los negocios de Chávez en México que en este país no toleramos que ningún soberano extranjero, por muy amplios y habilitadores que sean sus poderes, o que sus cortesanos – por más encendido que sea su fanatismo- pretendan castigar la libérrima opinión de ningún mexicano. Nada más eso nos faltaba...