jueves, 31 de enero de 2008

Son los precios, ¡estúpido!

Una burbuja especulativa estalla o se desinfla cuando los precios de los activos sobrevaluados caen abruptamente para ajustarse a las condiciones reales del mercado. Mala noticia: Los precios promedio de la vivienda en los Estados Unidos no están cayendo significativamente. El descenso de la tasa de interés está alentando, en lugar de corregir, una mala asignación de recursos.


Muchas personas que pontifican sobre la burbuja que supuestamente estalló a mediados del año pasado en el sector de las hipotecas para vivienda en Estados Unidos, no podrían explicarnos qué entienden por burbuja especulativa.

Constantemente aparecen en los mercados burbujas especulativas. Se trata de bienes (que suelen tener su contraparte en activos financieros) que se han sobrevaluado por una errónea asignación de recursos. Dado que los mercados reflejan, a través de los precios, el resultado final de millones de decisiones de compradores y vendedores, las decisiones equivocadas – y está en la naturaleza de los seres humanos equivocarse- al valorar un activo (por ejemplo, una vivienda promedio en un área urbana como San Diego) producen “precios equivocados” que el propio mercado, al surgir los primeros síntomas de la valoración errónea (incumplimiento de los pagos) corrige modificando los precios, específicamente disminuyéndolos si se trata de activos sobrevalorados. En el mercado no sólo se gana por decisiones acertadas, también se pierde a causa de decisiones erróneas.

Una típica burbuja estalló a principios de este siglo en los activos relacionados con las telecomunicaciones. El lector recordará la quiebra de Worldcom, entre otras empresas, que marcó el espectacular estallido de esa burbuja. Tras la quiebra los activos salieron a remate. Hoy los consumidores estadounidenses disfrutan de precios mucho más bajos en telefonía celular, por ejemplo, gracias a que estalló esa burbuja. Quienes comparon a precios de remate los activos emproblemados pueden ofrecer los servicios de telecomunicaciones a precios mucho más bajos que antes, ya que para ellos el precio de los activos – digamos, la red de fibra óptica- fue mucho menor. Perdieron quienes tomaron decisiones equivocadas, imprudentes o fraudulentas. Ganaron, al final, los consumidores y la productividad de la economía.

Hoy eso no está sucediendo. Las autoridades monetarias de los Estados Unidos están impidiendo que los mercados corrijan, en los precios, las decisiones equivocadas. Lo cual promoverá más errores en la asignación de los recursos.

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miércoles, 30 de enero de 2008

¿En dónde estuviste los últimos 60 días?

Para ellos el año empieza en febrero. Regresan de unas “merecidas vacaciones” que iniciaron el 14 de diciembre y de inmediato se ponen a regañar a todos los que se quedaron trabajando ¡por perder el tiempo en discusiones estériles!

Como decía una tira cómica en algunos periódicos del siglo pasado: “¡Nunca falta alguien así!”. Son esos fastidiosos personajes que, con pretexto de la Navidad y del fin de año, se recetan a sí mismos un “pequeño descanso” de seis o siete semanas y regresan, al mundanal ruido, convencidos de que tienen que corregir todas las tonterías que hicimos los que nos quedamos trabajando.

Imaginemos la escena: Don Remigio Salsipuedes, un magnate mexicano por herencia que se describe a sí mismo como “una isla de eficiencia rodeada de un mar de imbecilidades”, vuelve al trabajo en la última semana de enero y descubre, con horror, que en su ausencia nadie ha hecho lo que se tenía que hacer y, en cambio, todo mundo ha derrochado incompetencia con ocurrencias idiotas.

Supongo que es una estrategia napoleónica – “la mejor defensa, dicen, es el ataque”- y es la forma mediante la cual estos remisos doctos apartan de sí cualquier pregunta incómoda como: ¿Y en dónde andabas tú, oráculo pletórico de sabiduría, mientras nosotros hacíamos puras idioteces? Por supuesto, don Remigio andaba en un crucero por las islas griegas o estuvo recluido en un monasterio budista cerca de Nepal. I-lo-ca-li-za-ble, des-co-nec-ta-do, fuera del área de servicio.

El colmo es que estos doctos remisos suelen estar muy mal informados. Su idea de “ponerse al día” es hojear dos o tres periódicos (con lo que se forman una idea totalmente fantástica del mundo) o, peor todavía, recurren a la tía Angustias, que tiene fama de pasarse la vida pegada al televisor, y le preguntan: “¿Qué hay de nuevo, querida tía?”. Entonces llegan a la oficina alarmadísimos porque nadie ha hecho nada para enfrentar la recesión que viene o porque todo mundo está muy quitado de la pena mientras que en Pakistán estallará la violencia.

Por ahí de septiembre u octubre de 2008 se enterarán de que les subieron el predial más del cien por ciento y pondrán el grito en el cielo: “Pero ¡qué barbaridad!, ¿es que nadie va a hacer algo para evitar este atropello?”

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martes, 29 de enero de 2008

Unos financieros muy "creativos"

Antes de incrementar el impuesto predial en la ciudad de México, el gobierno local debería dar una explicación lógica y creíble sobre la notoria caída en la recaudación de ese gravamen durante el año pasado respecto de la recaudación durante 2006.

El lunes 28 de enero la Secretaría de Finanzas del Distrito Federal difundió un comunicado de prensa cuyo encabezado, cito textual, dice: "Desarrolladores Inmoviliarios se pronuncian sobre el predial 2008" (así como se lee: "inmoviliarios"). (Actualización importante hecha el miércoles 30 a las 13 horas: Ya corrigeron el horror ortográfico en su página de la internet; pero conservo una copia por si acaso dicen que miento).

Tal vez se trata de otra muestra de creatividad, como la de incrementar desproporcionadamente la tasa del impuesto predial en 2008, sin siquiera haber logrado explicar por qué se les cayó tanto la recaudación de ese impuesto durante 2007.

Las causas de la caída en la recaudación del impuesto predial – que al tercer trimestre de 2007 era de menos 5.3 por ciento real respecto del mismo periodo de 2006 y de menos 8.2 por ciento respecto de lo programado- permanecen ignotas. El cuadro donde se da cuenta de dicho retroceso (página 25 del Informe de Avance de Trimestral) ofrece como "explicación de las variaciones" un comentario acerca de que las acciones de fiscalización permitieron que la caída – al tercer trimestre- fuese hasta un punto porcentual menor a la registrada al cierre del segundo trimestre. Perdón, pero eso no explica absolutamente nada de la caída anual en la recaudación. Y los dos informes anteriores de 2007 tampoco explican esa variación.

¿Habrá alguna conjetura razonable para ese comportamiento atípico, en un año en el que aumentó notoriamente el número de propiedades sujetas a dicho gravamen y en el que dicho impuesto se cobró bajo las mismas bases catastrales y tasas que en 2006?

Se me ocurren, al vuelo, dos hipótesis: 1. Las cifras de recaudación de 2006 son falsas y por alguna razón inconfensable fueron infladas. 2. La nueva administración, que se inició en diciembre de 2006, resultó de una gran incompetencia para recaudar ese gravamen específico, pero curiosamente no fue incompetente para recaudar otros.

Podría seguir ideando ocurrencias para explicar esas variaciones sorprendentes dado que quien debería dar una explicación clara, suficiente, lógica y pública (y de preferencia sin faltas de ortografìa) no lo ha hecho. ¿Es mucho pedir que, antes de aumentar los impuestos, rindan cuentas acerca de sus propias cuentas?

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lunes, 28 de enero de 2008

Reforma energética, ¿para quién?

Desde el punto de vista de millones de consumidores y contribuyentes mexicanos – que no es, desde luego, el punto de vista que les interesa a los políticos- la reforma energética ideal es muy sencilla: Que en el mercado nacional de energéticos exista plena competencia, en condiciones de libre oferta y demanda, entre el mayor número posible de oferentes.

Resulta chocante que las minorías rectoras de este país centren la discusión energética en cuál va a ser el futuro de PEMEX.

Uno pensaría que lo más importante en una reforma energética debería ser el interés de más de cien millones de consumidores de energéticos en México, varios millones de los cuales somos también contribuyentes a quienes nos afecta, para bien o para mal, que el monopolio petrolero del gobierno aporte una tercera parte de los recursos fiscales.

Lo que debería definirse es qué hacer para que en México los consumidores dispongamos de un abasto oportuno y suficiente de energéticos con precios competitivos – iguales a los del mercado global de los energéticos en nuestra zona geográfica-, sin que en el mercado energético mexicano se generen “ruidos” fiscales (subsidios o sobre precios). Además: Definir cómo y cuánto gravará el gobierno las externalidades negativas derivadas del consumo de tal o cual energético.

Eso se llama “mercado con un gran número de oferentes en competencia al que concurren millones de consumidores a elegir libremente la oferta energética que más les convenga”.

¿Sobrevivirían a esa competencia las empresas gubernamentales dedicadas a suministrar energéticos: PEMEX, CFE y Compañía de Luz? Tal vez sí, si consideramos que para hacer esa reforma no hay que tocar el asunto “sagrado” de la propiedad de los recursos en el subsuelo. O tal vez no, pero ése no es el problema de los consumidores ni de los contribuyentes.

Hace mucho dejé de creer en esa superstición de que PEMEX es una empresa que me pertenece por el hecho de que soy mexicano. Por eso, porque no soy accionista de PEMEX, para mí lo más importante es qué va a pasar con los consumidores ¿Algún día podremos elegir entre muchas ofertas en competencia?, ¿algún día pagaremos por los energéticos los precios que dicte el encuentro de oferta y demanda en un mercado competido o seguirán siendo precios “administrados”, a veces por arriba y a veces por debajo de los precios en el mercado global?

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domingo, 27 de enero de 2008

Otra vez, el miedo a la recesión

Insisto: No se trata de que la Reserva Federal de Estados Unidos esté aplicando un remedio insuficiente, está aplicando un remedio totalmente contraindicado. El miedo a la recesión es un pésimo consejero.

A diferencia de la Reserva Federal, el Banco Central Europeo (BCE) decidió mantener las tasas de interés y su presidente, Jean Claude Trichet, declaró explícitamente que la preocupación de las autoridades monetarias de la zona euro es la inflación, no una eventual recesión.

En este sentido, el mandato único del BCE, la estabilidad de precios, le otorga a Europa una inmensa ventaja sobre Estados Unidos, país que padece en materia monetaria un arreglo disfuncional y sumamente riesgoso, el famoso "mandato dual": buscar a la vez combatir la inflación e impulsar la generación de empleos. Un doble objetivo contradictorio que tiene dos consecuencias graves: 1. Reduce la capacidad del banco central para ejercer una política monetaria eficaz y 2. Disminuye la autonomía de la autoridad monetaria frente a los avatares de la política electoral.

La crisis económica que se fue gestando en México a lo largo de 1993 y 1994 – y que estalló en diciembre de ese último año- es un buen ejemplo de cómo el miedo a la recesión y a sus secuelas (un miedo que se transforma en pánico perturbador, en la mente de algunos políticos, en época de elecciones) provoca decisiones catastróficas. Algunas decisiones que en su momento parecieron oportunas y hasta geniales – por ejemplo, la de impulsar el traslado de la deuda en Cetes a Tesobonos, nominados en dólares, a fines de marzo de 1994- tuvieron pésimas consecuencias, como imponer al banco central un mandato impertinente – el deslizamiento fijo del tipo de cambio- que le impedió ejercer a plenitud la política monetaria.

Vale la pena comparar las recientes intervenciones públicas del presidente de la Reserva Federal con las del presidente del BCE. Mientras el primero, Ben Bernanke, aparece alarmado por el espectro de la recesión pero no hace un diagnóstico de las causas últimas de las turbulencias, su contraparte europea, Jean Claude Trichet, ofrece un diagnóstico sistematizado y una clara "hoja de ruta" para corregir las causas del desajuste. El doctor Bernanke recetó un cambio en la escala del termómetro para ilusoriamente "bajar la fiebre". El doctor Trichet sabe, por el contrario, que la fiebre es sólo un síntoma.

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jueves, 24 de enero de 2008

La falacia de la competitividad

La competitividad, entendida como mejorar la posición del país o de las empresas nacionales en tal o cual listado mundial, se suele convertir en una coartada para reforzar el intervencionismo del gobierno y el fracasado modelo mercantilista. Lo que debe importarnos es la productividad que se mide muy fácil: Mayor bienestar para los consumidores.

No se trata de un prurito semántico o de carácter académico, sino de distinguir entre dos modelos económicos radicalmente distintos. Competitividad no es lo mismo que productividad. Sobre todo, la diferencia entre uno y otro concepto se vuelve abismal cuando en algunos países la competitividad se entiende, en el discurso público, como sinónimo de ganar mayor participación en el mercado global (exportaciones) o mayores crecimientos en los márgenes de utilidad de las empresas, con la ayuda de regulaciones gubernamentales o de dinero público.

Con gran desparpajo muchos negociantes imploran que el gobierno les dote de mayor "competitividad", otorgándoles créditos en condiciones especiales, cerrando fronteras mediante barreras al comercio (arancelarias o no), subsidiando precios y tarifas públicos, condonando impuestos, poniendo barreras de ingreso a la inversión extranjera, encareciendo la entrada a tal o cual rama de actividad mediante regulaciones y controles. Incluso, todavía hay quienes piden "devaluaciones competitivas".

Pongo un ejemplo común: Los precios y las tarifas de los energéticos en un entorno en el cual la producción, el suministro y la comercialización de la energía son monopolio del gobierno. Muchos negociantes razonan que el hecho de que el gobierno subsidie dichos precios incrementaría la competitividad de su país (la típica extrapolación: "si me va bien a mí, quiere decir que le va bien al país"). El razonamiento es simple: "Si mi empresa paga menos por la energía, estoy en mejores condiciones para competir globalmente". ¡Viva la competitividad!

El gran engaño es que dicha mejora en la "competitividad" – temporal y hasta ilusoria- se ha pagado en detrimento de la productividad del país y de los consumidores y contribuyentes porque gravita sobre las finanzas públicas. La competitividad alcanzada mediante políticas y regulaciones que nos hacen retroceder en la productividad sólo refuerza el mercantilismo que ha lastrado el desarrollo de América Latina.

Una mejora productiva, para seguir con el ejemplo, sería abrir el sector energético a la competencia global. Terminar con el monopolio. Punto. Lo demás es volver al viejo juego de las complacencias mutuas entre gobiernos y cazadores de rentas.

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miércoles, 23 de enero de 2008

¿”Mandato dual” o locura política?

¿En qué estaba pensando Ben Bernanke cuando propuso el insólito descenso de tres cuartos de punto en la tasa de interés de referencia? Apuesto que estaba pensando en el próximo 4 de noviembre. No, no es la economía. ¡Son las elecciones!

“Tal vez mis palabras más importantes durante seis años al servicio del gobierno fueron: ‘No hagan nada’ (Do nothing)”, escribió George Pratt Shultz (1).

El actual presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, parece estar en el polo opuesto al de Shultz, quien, entre otras muchas cosas, fue director de la oficina de presupuesto, secretario del Tesoro y secretario de Estado, durante su paso por el gobierno de Estados Unidos a las órdenes de tres presidentes.
Bernanke, muy al contrario, es de los que creen que hay que hacer muchas cosas, hacerlas rápido y de preferencia en forma espectacular. Ese es el problema.

La revista “The Economist” señaló que la pregunta que se hicieron los mercados, ante el insólito recorte de tasas, fue: ¿Qué otra mala noticia, que nosotros no sabemos, sabe Bernanke?

Bien, lo que parece saber Bernanke es que este año hay elecciones presidenciales en Estados Unidos y que hay una regla no escrita pero inflexible en la Fed: “Jamás apliques una política que parezca restrictiva en un año electoral. Los políticos no te lo perdonarán”.

El 17 de enero, durante su presentación ante el comité de presupuesto de la cámara de Representantes, Bernanke repitió al menos tres veces que la Reserva Federal de Estados Unidos tiene “un mandato dual”: la estabilidad de precios y “promover la máxima tasa de empleo sostenible”. Prometió que cumpliría con ambos.

En realidad, ese “mandato dual” es la expresión de un absurdo compromiso entre keynesianos y ortodoxos (o entre políticos que buscan votos y economistas que aborrecen la inflación…y tienen buenas razones para ello). Es un mandato imposible de cumplir. Los bancos centrales deben tener un solo propósito: la estabilidad de precios; añadir el sostenimiento del empleo es la mejor forma de fracasar en ambos.

Es una tontería decir que los recortes de tasas y las inyecciones de liquidez son “insuficientes”. Es exactamente lo contrario: Son medidas impertinentes, excesivas, desatarán los demonios de la inflación, pospondrán la hora de la verdad – tal vez por semanas o meses, pero difícilmente hasta después de noviembre- y harán mucho más doloroso el ajuste.

(1) Shultz escribió eso ("...perhaps my two most important words during six years of government service were 'Do Nothing'") en el libro "Economic Policy Beyond the Headlines" junto con su colaborador en el gobierno Kenneth W. Dam en 1977; el libro contiene las reflexiones de Schultz y Dam, así como sus conclusiones al volver a la academia, después de seis años trabajando en puestos clave del gobierno federal. Una cita esclarecedora respecto de qué quiere decir Shultz cuando habla de "Do Nothing" es la siguiente: "Contrary to the view of those who believe that legislators and officials are responsible for rising standards of living, the market system itself has been our most resilient and versatile economic tool - a superior problem-solver, both in satisfying private wants and in achieving public goals. Yet too often governmental economic policy tools have been misused, even abused, in attemping to achieve goals for which they are inappropiate, and market solutions have too often been set aside at precisely the time when most needed".

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martes, 22 de enero de 2008

Igualitarismo corruptor e inicuo

En la práctica la prohibición contenida en la reciente reforma electoral, que atenta contra la libertad de expresión, provocará que la propaganda electoral en radio y televisión se disfrace de información o de comentario editorial – engañando al público -, al tiempo que los ingresos que por esa vía obtengan los medios no podrán ser fiscalizados, ni por el IFE, ni por el fisco, ni por los accionistas minoritarios, mucho menos por los electores.

En las dos entregas anteriores he denunciado, desde el punto de vista de los derechos humanos y de los principios de una democracia liberal, el atentado que entraña la prohibición que se ha hecho a los ciudadanos comunes de contratar espacios en radio y televisión para opinar sobre candidatos, contiendas y propuestas electorales.

Ahora veamos cuáles serán las consecuencias prácticas. Son fáciles de prever para quien conozca cómo operan en México la radio y la televisión, así como los mecanismos habituales que usan los dueños de dichos medios para beneficiarse en la arena política sin exponerse públicamente.

El pretexto para la prohibición se remite a unos anuncios que por dos o tres días, durante 2006, difundieron organismos empresariales advirtiendo de los riesgos de políticas populistas. De ahí, algunos han inferido que se trata de una prohibición con dedicatoria –aberrante en un Estado de Derecho- dictada por prejuicios ideológicos en contra de los "ricos". Sin embargo, a poco que se medite, no parece ser ése el motivo de fondo para la restricción, sino promover la corrupta costumbre de esconder propaganda política, pagada a trasmano, en noticiarios y en programas informativos y de opinión. Uno de los eufemismos para esta falsificación (difundir propaganda pagada como si se tratase de información) es la denominación "producto integrado" (para una descripción de Ibope acerca de qué se entiende por "producto integrado" ver aquí).

Dado que la prohibición se refiere sólo a espacios oficialmente comercializados ("spots"), proliferarán las simulaciones mencionadas, con lo cual: 1. Algunos partidos podrán difundir propaganda no fiscalizada por las autoridades electorales, violando los "topes de campaña"; lo cual es obviamente contrario a la equidad, y 2. Algunos medios obtendrán cuantiosos ingresos de los que no darán cuenta ni al fisco, ni a sus accionistas minoritarios, ni a las mismas autoridades electorales.

Un caso típico de regulación que beneficia a los entes regulados: partidos y medios electrónicos de comunicación.

Nadie sabe para quién trabaja. ¿O sí?

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lunes, 21 de enero de 2008

El desastre igualitarista

Una vez que la autoridad pretende, ilusoriamente, igualar "ex ante" los resultados que todos y cada uno de los seres humanos obtendrán como fruto de sus actividades, se ha puesto en marcha un proceso destructor de las libertades que no conocerá límites.

No es un disparate menor o risible el que se comete cuando se limita una libertad fundamental del ser humano en nombre de una falaz equidad, que en realidad es igualitarismo autoritario. Bastaría con el mero atentado a libertades fundamentales e irrenunciables – en en este caso, la libertad de expresarse en determinados medios acerca de los asuntos electorales, así como la libertad de usar los propios recursos como mejor le convenga a cada cual en fines lícitos- para protestar y denunciar el atropello. Pero, además, la historia nos advierte que el camino del igualitarismo siempre termina en el desastre social y es la semilla de la cual brotan los peores totalitarismos.

Sin duda al senador Santiago Creel – oficioso defensor del atropello contenido en la reforma electoral- lo mueven intenciones mucho más valiosas que las que revelan sus mal estructurados argumentos, pero las buenas intenciones no alcanzan para disipar la terrible confusión acerca de conceptos que son fundamentales para una democracia. O tales conceptos – como el de la verdadera igualdad de todos y cada uno de los ciudadanos ante la ley, así como el de la preeminencia de los derechos fundamentales de cada hombre por encima de cualquier consideración política – se entienden claramente, o están construyendo, aun sin saberlo algunos de los albañiles desprevenidos y hasta bien intencionados, la próxima tiranía.

Si se siguiera el criterio igualitarista propuesto por Creel en todas las políticas públicas todos deberíamos renunciar a cualquier diversidad para igualarnos en lo más bajo: Todos con las mismas ropas, todos con la misma ignorancia, todos con la misma mediocridad.

Por ejemplo, si se aplica tal criterio en la educación debe desaparecer de la enseñanza cualquier medida diferenciadora – como los exámenes de conocimientos- y más temprano que tarde concluiríamos que lo más eficaz para que nadie sea discriminado no sólo es el pase automático, sino el título profesional automático, entregado junto con el acta de nacimiento y la cartilla de vacunación.

Espero que el senador Creel no ejerza la docencia, porque su igualitarismo –de anacrónico maoísta – le llevaría a cometer atroces injusticias con sus alumnos ¡ y en nombre de la equidad!

Nota importante: Este es un vínculo de acceso gratuito al texto del senador Creel que critico en éste y en el anterior comentario; se trata del sitio de los senadores del PAN (el artículo fue publicado el viernes 18 de enero en el periódico "Reforma", pero los contenidos de ese diario no son de acceso libre a través de la red).

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domingo, 20 de enero de 2008

Vaciladas igualitaristas

Confundir la igualdad de los ciudadanos ante la ley con la igualdad en los resultados es una burla al Estado de Derecho y es el camino seguro para conculcar los derechos fundamentales del ser humano.


El presidente de la mesa directiva del Senado de la República, Santiago Creel Miranda, obsequió el viernes a los lectores de un periódico capitalino - "Reforma"- un (fallido) argumento para enriquecer la calificación que hizo de los amparos en contra de las restricciones a la libertad de expresión, contenidas en la llamada "reforma electoral", como "una vacilada" (esto es: una burla).

Creel, a quien no debe acusarse de usar con corrección el español (decir "sospechosismo" en lugar de suspicacia lo absuelve por completo de tal delito), argumenta que la prohibición, impuesta a los ciudadanos comunes, de contratar espacios en radio y televisión para expresar sus pareceres sobre contiendas, propuestas y candidatos electorales, no sólo no atenta contra la libertad de expresión sino que la garantiza porque permitirá la igualdad absoluta de todos los ciudadanos en tal aspecto. El argumento dice así: Dado que no todos los ciudadanos tienen los recursos económicos para contratar dichos espacios, la mejor manera de impedir que esa libertad (expresarse en radio y televisión) sea ejercida por unos pocos – que tienen los recursos- pero no por muchos otros – que no tienen los recursos-, es negársela a todos.

Siguiendo esa "lógica" los legisladores deberían diseñar muchas otras prohibiciones ¡para preservar la libertad! En materia electoral deberían garantizar que nadie (partidos o candidatos) compita con ventajas. La mejor manera de hacerlo es prohibir las elecciones e instaurar una dictadura. ¿Qué garantizaría mejor una equidad absoluta en los resultados electorales que el hecho de que no hubiera elecciones? Es lo mismo que sucede con la muerte que es la única forma comprobada de igualación total de los seres humanos – en los resultados- que se conoce.

Así pues, parecería que esta reforma electoral es un paso adelante hacia la envidiable condición de "igualdad democrática" que se disfruta en Cuba o en Corea del Norte.

El alegato de Creel debió publicarse en todos los periódicos de México y difundirse por todos los medios (en beneficio de los no alfabetizados), ya que, en la lógica del senador, su publicación en un solo periódico conculcó el derecho a la información de quienes no leyeron tal diario. ¡Qué atroz violación del igualitarismo salvaje!, ¡y perpetrada por uno de sus paladines!

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jueves, 17 de enero de 2008

La economía y el pecado original (IV y final)

La evidencia de la falibilidad humana – "naturaleza caída", "pecado original" o defecto de diseño, como quiera llamársele- debería alejar a los economistas de la tentación de convertirse en los "nuevos teólogos" de "nuevas confesiones dogmáticas". Los modelos económicos son imperfectas herramientas para aproximarnos a la realidad, de gran utilidad, pero jamás deberíamos tomarlos como la última palabra.

Aunque uno no comparta la vehemencia de algunos anticlericales a ultranza, como lo fue el gran economista Frank H. Knight, debe reconocerse que tal espíritu escéptico – que algunos motejan de cínico – es la actitud que más conviene al científico que busca la verdad, porque es muestra de que el científico auténtico sabe que la realidad que investiga siempre es más rica que todos los modelos que construyamos para capturarla.

En este sentido, Knight decía que la tarea del buen economista es semejante a la labor de Sísifo, que debe recomenzar ahí donde se quedó la noche anterior o, incluso, sobre los escombros de una hipótesis que primero pareció reveladora y después se mostró equivocada al confrontarse con los hechos.

Adicionalmente, no sólo se trata de que la realidad nos rebasa, sino de que el propio investigador - ¡otra vez, el pecado original!- es falible. En palabra de Blas Pascal – científico, pero también católico convencido de la falibilidad y de los infranqueables límites de la razón humana- no es necesario que todas las fuerzas del universo se conjuren para desviarnos de la búsqueda de la verdad; basta el perturbador vuelo de una mosca para que nuestra inquisición científica pierda la brújula…o deje de interesarnos.

Vivimos una época en la que, a despecho de grandes descubrimientos científicos y de la formidable dispersión social de la información, proliferan las supersticiones – calificadas gratuitamente como "ciencia" por no pocos medios de comunicación- y los novedosos dogmatismos. Mientras algunos clérigos olvidan la salud de las almas y repiten mitos y prejuicios totalmente acientíficos sobre los tratados comerciales, los precios o la pobreza, no pocos académicos confunden la ciencia con la teología y, abandonando el método científico, predican consignas ideológicas, cual si fuesen enviados divinos revelándonos el último dogma del momento. Han convertido el aula en púlpito sectario.

Ni unos ni otros podrían responder la pregunta clave que Milton Friedman solía hacer a los estudiantes que alegremente formulaban afirmaciones gratuitas: "Y eso que dices, ¿cómo lo sabes?".

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miércoles, 16 de enero de 2008

La economía y el pecado original (III)

Es lógico que aquél que conoce la falibilidad humana deteste que quien proclama saber lo que no puede saber trate de imponer ese dudoso "saber" a los demás, aduciendo, además, para ese propósito, "razones" que no son racionales y con frecuencia ni siquiera razonables.



En la historia de las ideas una misma semilla puede evolucionar hacia posiciones radicalmente opuestas. ¿Cómo la idea de "pecado original" – el hombre es falible, busca su propio interés por encima del interés de los demás y tiende, aún a su pesar, a "hacer el mal que no quiere"- produjo dos ejemplares humanos tan diametralmente distintos, en lo intelectual, como el brillante, escéptico y anticlerical economista Frank H. Knight – ver el primer artículo de esta serie- y el muy clerical, fundamentalista (es decir: nada escéptico) político Mike Huckabee, ex gobernador de Arkansas, que busca ser candidato a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano?

Recordemos que la cáustica crítica de Knight a clérigos y a médicos (y, desde luego, también a varios economistas) se fundaba en que tales personajes "pretenden saber lo que no pueden saber". Por su parte, Huckabee, pastor evangélico, predicador, no tiene empacho en proclamar que su fe religiosa norma y normará su actuación como político, que la Biblia en un sentido literal "es infalible" (¿también para enseñar geografía, física o matemáticas?) y, a la postre, propone al electorado la reconstrucción de un paraíso terrenal en Estados Unidos – y tal vez en el mundo- exactamente al modo de su muy personal "fe evangélica" (con lo cual, entre otras cosas, se ponen en entredicho la separación entre Iglesia y Estado así como la tolerancia).

Ambos personajes provienen de lo que algunos llaman, en Estados Unidos, "el cinturón de la Biblia" – es decir, el amplio medio oeste de ese país caracterizado por una fuerte tradición de enseñanza bíblica-, y ambos provienen de familias profundamente religiosas. Pero hasta ahí, por supuesto, llegan las coincidencias; por no hablar de la muy importante diferencia de periodos históricos que les toco vivir a cada cual.

¿Cuál de los dos, el escéptico a ultranza o el predicador fundamentalista, se olvida del pecado original y de sus consecuencias prácticas? Mucho me temo que el segundo. La Biblia, señor Huckabee, no es un manual de políticas públicas y usted, hasta donde sabemos, no está exento de padecer la falibilidad humana.

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martes, 15 de enero de 2008

La economía y el pecado original (II)

Al menos hay tres oficios que no serán necesarios en el paraíso: los de economista, médico y abogado. Y la mala economía, algo que encanta a muchos políticos, consiste en pensar que podremos recrear o recuperar el paraíso terrenal.

Uno puede creer o no que existió un paraíso terrenal en el cual los seres humanos – Adán y Eva, digamos- no estaban sometidos a las pesadas cargas del trabajo (ganarse “el pan con el sudor de la frente”), de la enfermedad, del dolor y de la muerte. Uno puede creer o no (eso es materia de la fe religiosa) que en uso de su libertad esos seres humanos desafiaron a Dios, quisieron “ser como dioses”, y en consecuencia perdieron esa condición de casi-perfectos y adquirieron una carga de falibilidad y contradicción interna, un desequilibrio abrumador entre lo que desean y lo que pueden, en fin: una “naturaleza caída”. Que consiste, para decirlo en una afortunada expresión de André Frossard, en comportarnos como si fuésemos unos perros que padecen el irrefrenable deseo de maullar como gatos.

Repito que uno puede creer en esto, en el sentido fuerte del verbo “creer”: como fe religiosa, o no, pero lo que uno no puede negar es que esta idea del “pecado original” tiene un formidable poder para explicar algo que han constatado todos los seres humanos: el dolor, la enfermedad, la corrupción, la muerte y la contradicción interna entre razón y voluntad (lo que San Pablo expresaba más o menos así: “Hago el mal que no quiero y no hago el bien que deseo”).

Con esa realidad humana falible, en la que siempre juega la libertad, tienen que habérselas, al menos, tres oficios que sólo tienen sentido en un mundo que NO es el paraíso: el médico que combate la enfermedad y el dolor; el economista que lidia con el dato básico de la escasez y el abogado que justifica su tarea porque existen conflictos entre los seres humanos.

El primer dato básico de la economía, la escasez, es desde una perspectiva judeocristiana un resultado directo del pecado original. Esto tiene varias consecuencias decisivas sobre la economía. Por lo pronto adelanto cuál es, a mi juicio, el primer gran error de la peor economía: Negar la escasez, proclamar que podemos crear o reconstruir (aquí en la tierra por supuesto) alguna suerte de paraíso.

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lunes, 14 de enero de 2008

La economía y el pecado original (I)

Un economista anticlerical con raíces religiosas.

Frank Hyneman Knight (1885-1972) fue uno de los economistas más influyentes del siglo XX. Mucho menos conocido que John Maynard Keynes o que Milton Friedman, este economista dirigió, junto con Jacob Viner, el departamento de economía de la Universidad de Chicago, desde 1928 hasta fines de los años 40 del siglo pasado (aunque siguió perteneciendo al claustro de esa universidad hasta el final de su vida), e influyó decisivamente en la formación de varios de los economistas de la Universidad de Chicago que recibieron el Premio Nobel de Economía como el propio Friedman, Theodore W. Schultz, Gary Becker, James M. Buchanan, George J. Stigler y Ronald Coase, entre otros.

Enemigo de cualquier dogma y argumento de autoridad, Knight era el escéptico por antonomasia: "Su escepticismo, característico de su brillante análisis económico, lo trasladaba también a otros campos. Sus estudiantes recuerdan que dos de los blancos favoritos de sus ácidas críticas eran los médicos y los clérigos (…) Ambos, consideraba Knight, pretenden saber cosas que no pueden saber" refiere un artículo del Chicago Tribune del 28 de mayo de 1972. En su estupendo libro acerca de la escuela de Chicago ("The Chicago School" , 2007, Agate, Chicago) Johan Van Overtveldt recoge la siguiente cita como muestra del anticlericalismo de Knight: "En el cristianismo – escribió en 1956-, con seguridad encontramos la 'suprema ironía de la historia': Que una enseñanza original centrada éticamente en la humildad, en la mansedumbre, en la negación de sí mismo, en el sacrificio, llegue a organizarse en corporaciones cuyos dignatarios difícilmente se identifican (con dichas virtudes) dado su arrogante aprovechamiento, el uso y el alarde que hacen del poder y de la riqueza y dada su insistencia en tener la prerrogativa de la adoración a Dios".

Lo más probable es que esta feroz crítica a la religión institucional tuviese, en el caso de Knight, una raíz profundamente religiosa acerca de la "naturaleza caída" del hombre. De hecho, según James Buchanan, el formidable espíritu crítico de Knight provenía de su educación religiosa (sus padres eran miembros de la Fraternidad de Plymouth, puritanos de una "secta intelectualmente cerrada"), y esa convicción de que el ser humano está marcado por un pecado original tiene mucho que ver con la economía, como trataré de explicar en los siguientes artículos.

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domingo, 13 de enero de 2008

Los conocimientos valen más que la tierra

En 1932 hubo en Estados Unidos 33 millones de acres más destinados al cultivo de maíz que los que hubo en 1970; sin embargo, en el mismo país la producción de maíz fue tres veces mayor en 1979 que en 1932. ¿Cómo es que se obtienen más cosechas con menos tierra? ¿Magia? No, productividad a partir del mejoramiento del capital humano: conocimientos, salud, tecnología.


Los datos citados arriba le sirvieron a Theodore W. Schultz, durante su discurso de aceptación del Premio Nobel de Ecomomía, el 8 de diciembre de 1979, para ejemplificar una de sus tesis: El capital humano – las habilidades, los conocimientos, la salud- es más importante para el desarrollo de la agricultura que las extensiones de tierra dedicadas al cultivo. Para Schultz, quien centró su disertación en la economía de la pobreza y, dentro de ella, en la economía agrícola, es en el capital humano donde se encuentra la clave para el desarrollo de los países pobres.

Me pregunto por qué en México nos estorban tanto los conocimientos, los datos y la simple lógica. ¿Será una vocación autodestructiva?

Hoy, por ejemplo, el director de un periódico utilizó su columna semanal para decir, con sensatez, que las discusiones acerca del TLCAN han estado ayunas de datos y plagadas de ideología. A su juicio, tanto los objetores como los defensores de la apertura comercial (debo incluirme entre los segundos) hemos abusado de la ideología cuando los datos, sentenció, indican que el TLCAN ha traído tanto beneficios como perjuicios. Suena salomónico y políticamente correcto, pero…

Ése paladín del “equilibrio” incurrió en lo mismo que critica: Aseguró que la apertura – según “especialistas” a quienes nunca identificó- ha significado “una concentración en el crecimiento de las exportaciones”. Afirmación que confrontada con los datos resulta una monumental mentira. Tan falsa que el propio articulista en el mismo párrafo citó un dato – entre varias decenas que podrían citarse- que lo desmintió sin piedad: El número de empresas exportadoras medianas y pequeñas en México pasó de 20,000 a 34,000 entre los años 1993 y 2000.

¿En qué quedamos, entonces? Pues en que también el presunto “equilibrio” a ultranza entre “derechas” e “izquierdas” – para quienes quieren posar de “objetivos y centrados” - es mera ideología a la que le estorban los datos.

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jueves, 10 de enero de 2008

La agricultura y la estulticia quejumbrosa

Que los eternos quejumbrosos le den gracias a Dios de que Australia y Nueva Zelanda NO son nuestros socios en el TLCAN.

No he tratado el asunto del capítulo agrícola en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. ¿La razón? Me provoca una flojera casi infinita, porque significa repetir los mismos datos (“duros”, desde luego; los datos “blandos”, si los hubiese, serían sólo prejuicios) y los mismos argumentos que un puñado de personas hemos divulgado, una y otra vez, desde que se estaba negociando el TLCAN. Y también porque, en términos de impacto sobre los productores y los consumidores mexicanos, la apertura en maíz, frijol, azúcar y leche en polvo es irrelevante: los cambios respecto de 2007 son mínimos, especialmente para los productores más pobres – de autoconsumo- para quienes los desaparecidos aranceles significan lo mismo que las lágrimas de cocodrilo de doña Hilaria de Clinton: Nada.

Pero ya que ése es el “tema” me atrevo a hacer una recomendación a los señores de la CNC, al otrora “diputado prepucio” (don Jesús Ortega, quien en una ocasión memorable defendió públicamente a “san Andrés del buen consuelo de la progresía” diciendo que sus adversarios, los del santo Andrés, le estaban recetando obuses en el prepucio – sic- cuando en realidad quiso decir occipucio), y a dos o tres caricaturistas atrapados en la explotación fastidiosa de lugares tan comunes como mentirosos: Lean por favor algo de Theodore W. Schultz – premio Nobel de Economía 1979 y renovador de los principios de la economía agrícola- para entender dos cosas.

A saber: 1. Si hay alguna actividad en la que se conoce con certeza cómo aumentar la productividad y en la que más claramente se obtienen incrementos cuando se aplican los insumos adecuados – que NO son los subsidios sino los conocimientos- es la actividad agrícola; así pues, no nos vengan con que necesitan más tiempo, y 2. Si hay alguna actividad económica en la que los sucesivos gobiernos de Estados Unidos han desperdiciado el dinero de los contribuyentes es en la actividad agrícola; no estamos compitiendo frente a los líderes de la productividad agrícola, sino con una agricultura casi tan ineficiente, por subsidiada, como la de nuestros productores más pobres.

Agradezcan a Dios que NO están compitiendo de frente con los agricultores australianos y neozelandeses, que son de los más productivos del mundo ¡y sin subsidios!
Lean a Schultz, “por favorcito”.

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miércoles, 9 de enero de 2008

Francia y Alemania: ¿Educar para el fracaso?

Parecería que la receta educativa, aplicada por décadas en México mediante algunos textos escolares, para formar adultos fracasados, resentidos socialmente y atiborrados de mentiras ideológicas, está popularizándose en Francia y Alemania.

La siguiente frase (en “negritas” para que no pase desapercibida) pertenece a un libro de texto sobre la historia del siglo XX, en tres volúmenes, que tienen que memorizar los jóvenes para su examen de ingreso en algunas prestigiosas universidades de Francia:

“El crecimiento económico impone un modo de vida febril, produce exceso de trabajo, estrés, depresión nerviosa, enfermedades cardiovasculares y, de acuerdo con algunos, incluso puede provocar cáncer”.

Dice un libro de trabajo sobre la globalización que se utiliza en las escuelas alemanas:

“El llamado mundial a una mayor desregulación en realidad significa despojar de su vitalidad material a la moderna nación- Estado”.

Y pregunta un libro de matemáticas para 4° grado utilizado en Berlín:

“En 2004 un paquete de pan costó 40 centavos. Por el trigo que contenía el paquete de pan el agricultor recibió menos de 2 centavos, ¿qué piensas al respecto?”

Mientras que otro texto de bachillerato utilizado en Francia “enseña” lo siguiente:

“La globalización significa ‘la subyugación del mundo al mercado’, lo cual representa un verdadero peligro cultural”.

En Alemania, en un texto de décimo grado para ciencias sociales se dan consejos para combatir el desempleo, pero no vaya a creerse que se habla ahí de productividad, sino de cómo pueden organizarse los desempleados para hacer marchas y protestas “conforme con la tradición de Alemania del Este de los lunes de manifestaciones”.

¿Qué pasa en esos dos países europeos?, ¿se están preparando para ingresar al Tercer Mundo?, ¿habrá en el futuro legiones de vendedores ambulantes y de choferes de microbús, locutores de radio y hasta periodistas, eso sí con título universitario, deambulando por Francia y Alemania?, ¿habrá una competencia descarnada entre decenas de miles de políticos disputándose el poder a punta de diatribas ideológicas y fanáticas, mientras que esos países languidecen, porque ya nadie sabrá ni querrá generar riqueza, sino sólo pelearse las migajas de lo que hubo alguna vez?

Si usted, estimado lector, se ha quedado tan estupefacto como yo, le recomiendo el perturbador informe de Stefan Theil, editor de economía de Newsweek en Europa, publicado en Foreign Policy: “Europe’s Philosophy of Failure”

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martes, 8 de enero de 2008

Otra cacería de brujas

Tenga usted cuidado porque el supremo tribunal de la cofradía de López ya promulgó la existencia de dos nuevos delitos imperdonables: ser pariente de…y trabajar en…

Émulos de J. Edgar Hoover – director del FBI estadounidense de 1924 a 1972- y del senador Joseph McCarthy, una cofradía de “progres” mexicanos ha emprendido una nueva cacería de brujas. En 2006 crucificaron a un empresario dedicado a la informática porque incurrió en el pecado de ser cuñado del candidato del PAN; al año siguiente sentaron en el banquillo al ejército acusándolo de instigar y cometer la imaginaria violación tumultuaria de una “víctima perfecta”: indígena, anciana, mujer y pobre. Este año lo han estrenado con la búsqueda afanosa de los culpables de haber censurado a “la Juana de Arco del periodismo radiofónico” (vulgo: Carmen Aristegui).

La cofradía usa los mismos métodos de siembra de suspicacias, desinformación y atribuciones de culpabilidad por contigüidad o parentesco, que se usaron en la cacería de presuntos comunistas en Estados Unidos durante los años 50.

La teoría de la conspiración en contra de Aristegui apunta al Presidente Felipe Calderón como culpable del supuesto agravio. De acuerdo con uno de los santos más venerados por los cofrades – san Andrés del buen consuelo de los “progres” en desgracia- Calderón encarna la maldad absoluta.

Eduardo Huchim – miembro de la cofradía- aporta como “evidencia” de la conspiración que el cuñado de Calderón, Juan Ignacio Zavala, trabaja en una de las múltiples empresas del grupo español “Prisa”, grupo que también participa en la XEW. Cuando el aludido le aclara públicamente que es un mero empleado en un proyecto comercial del periódico “El País” y que nada tiene que ver con la política editorial de la radiodifusora o del grupo, el cazador de brujas Huchim sentencia: “su presencia en el Grupo Prisa y su parentesco con el presidente Felipe Calderón alimentan sin remedio la convicción, en un gran segmento de la audiencia de “W” (sic), de que la decisión de no renovarle el contrato a la prestigiada periodista es un acto de censura y un agravio a la libertad de expresión”.

O Huchim es muy “humilde” – y atribuye sus enfermizas suspicacias de Otelo a un incognoscible colectivo – o el público de esa estación de radio es de veras exiguo, ya que el conjunto se agota en ese suspicaz cazador de brujas.

Alguna vez se lo dije a Carmen: “Suspicacia, amiga, no es perspicacia”.

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China: Dejar a los "santos" en sus altares

La tercera lección del gran viraje chino es: Emancipa tu mente, deja los cartabones ideológicos para los discursos y deja a los "santos", como Mao, en sus altares, no permitas que estorben las reformas.

A pesar del fracaso evidente de la "revolución cultural" y de las atrocidades provocadas por el "gran timonel" – digamos los millones de muertos por hambre a causa de la colectivización del campo -, el nombre de Mao Tse Tung, la ideología comunista y toda la parafernalia heredada seguían siendo intocables en 1978, cuando se efectuó el tercer pleno del 11 Comité Central del Partido Comunista.

Yu Guangyuan, testigo del pleno y de sus trabajos preparatorios como asistente de Deng Xiaoping, consigna que el propio Deng tuvo mucho cuidado en dejar inmaculado el nombre de Mao y en advertir que nadie debería poner en duda la sabiduría del gran líder; hecho esto, formulados los "cuatro principios cardinales" – que fueron la garantía ofrecida por Deng de que por ningún motivo las reformas pondrían en riesgo el monopolio de poder del Partido-, y una vez que bañaron de incienso la figura histórica de Mao y que todos hicieron profesión de fe en el comunismo, se pusieron a trabajar en lo que verdaderamente importaba: Cómo sacar del atraso y de la miseria a China…

En cierta forma, Deng jugó el papel de severo guardían de la pureza ideológica, durante su discurso del 25 de noviembre, frente a las propuestas más audaces de cambio, como las que había formulado Chen Yun en su discurso del 12 de noviembre (cuando significativamente Deng no estaba en la reunión) llamando a dejar atrás la "revolución cultural" y virar toda la discusión del congreso hacia cómo lograr el desarrollo económico. Pero aun como guardían de la pureza Deng exhortó a sus camaradas a "emancipar su mente", lo que – a la postre- significó: "No dejemos que los dogmas nos detengan".

Más tarde se popularizaría otra metáfora que podemos aplicar a este compromiso entre dogmas y reformas: La jaula y el pájaro. El ave, que simboliza la emancipación mental, debe volar libre pero nunca fuera de la jaula que es la preservación del partido y de sus dogmas. El chiste – que en México muchos políticos "revolucionarios" jamás han entendido- es que conforme vuela más alto y más lejos el ave, más crece la jaula…hasta volverse invisible o del tamaño del cosmos.

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domingo, 6 de enero de 2008

China: La gente sabe más que el gobierno

En cierta forma, el gran viraje de China hacia la prosperidad se inició desde abajo, con un solemne y secreto pacto entre 18 familias de los campesinos más pobres de China.



La segunda gran lección del éxito chino es que la gente sabe antes, más y mejor que cualquier burócrata cuál es el mayor incentivo para la productividad. Se llama propiedad privada.

Si bien muchos especialistas ubican el inicio del gran viraje chino en el congreso del 11° Comité Central del Partido Comunista, a fines de 1978, hubo antes experiencias aleccionadoras que marcaron la pauta.

Kate Xiao Zhou en el libro "How the farmers changed China: Power of the people" (edición en ingles de 1996 en Westview Press), argumenta que el origen último de las grandes reformas emprendidas a partir de 1978 fue la resistencia espontánea a la colectivización y a las comunas de parte de muchos campesinos; una resistencia callada, sigilosa por los mortales riesgos que entrañaba…

En el tercer capítulo Zhou narra cómo en el condado de Fengyang, en la provincia de Anhui, 18 jefes de familia, de los más pobres entre los más depauperados campesinos, firmaron con sus huellas el pacto de mantener en el más estricto secreto su decisión de desafiar las directrices del gobierno y quedarse para su propio provecho todos los excedentes de cosecha que pudiesen lograr por encima de las cuotas impuestas; si alguien era sorprendido por las autoridades de la comuna cometiendo ese crimen "burgués" (apropiarse del fruto de su trabajo), sería sentenciado a muerte, pero el resto de los camaradas se comprometía a cuidar de los hijos del sentenciado hasta que éstos llegasen a los 18 años.

Fue como si conociesen la atinada frase de Milton Friedman: "Nadie usa los recursos de otro con tanto cuidado como usa los recursos propios". Y, por supuesto, la producción aumentó en esa comuna muy por encima del resto. Con el tiempo el secreto se supo, llegó a oídos de las autoridades y se prohibió severamente el aprovechamiento privado de los recursos ("baochan daohu") incluso en el congreso de 1978…Pero para el otoño de 1980 se permitió el sistema de responsabilidad-propiedad en cerca del 20 por ciento de las comunas más pobres del país.

Hoy, la propiedad privada ha sido incluida en la Constitución. Con el éxito no se discute, a menos que uno sea muy necio.

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jueves, 3 de enero de 2008

China: ¿Cómo evitó el “capitalismo de compadres”?

A diferencia de muchos países de Europa del Este y de fallidos intentos reformistas de varios países de América Latina – incluido México-, los reformadores de la economía china NO buscaron crear un capitalismo “nacionalista”, lo que suele degenerar en mercantilismo, capitalismo de compadres y relaciones corruptas entre la clase política y la naciente clase de negociantes.

Primera lección china: La parafernalia nacionalista y sus mitos son el más grande obstáculo para desatar la productividad.

Una de las principales diferencias entre las fallidas experiencias “capitalistas” de algunos países de Europa del Este y el gran viraje chino hacia la prosperidad fue que los dirigentes del Partido Comunista Chino, a partir del seminal tercer pleno del 11º Comité Central, y especialmente en la conferencia de trabajo previa al mismo pleno – 36 días de intensas discusiones- en noviembre y diciembre de 1978, detectaron que una transformación económica de fondo sería inviable si se sustentaba en el mito popular de que el Estado debe fomentar un empresariado nacional protegiéndolo de la competencia y entregándole, en bandeja de plata, a millones de consumidores como mercado cautivo o territorio de caza.

Por el contrario, la gran reforma de la economía china se apoyó en una verdadera apertura a la inversión extranjera precisamente en áreas estratégicas y prioritarias. Justo en aquellas áreas que tradicionalmente el mercantilismo latinoamericano del siglo XX cerró, y sigue cerrando, a la competencia internacional y reserva para una supuesta clase empresarial autóctona entreverada con la misma clase política (o peor todavía: las reserva para los mismos políticos, como sucede en PEMEX).

La diferencia de incentivos es abismal: en el caso latinoamericano, por ejemplo, se forjó no una clase empresarial sino de cazadores de rentas a expensas de los consumidores; clase que se beneficia de concesiones, fronteras cerradas, barreras de entrada, y cuyo incentivo es mantener relaciones ventajosas con la clase política que otorga los favores e impone las restricciones. En el caso chino el incentivo es la productividad y su acicate es la competencia internacional.

Otra manera de calcular el abismo entre el modelo mercantilista de América Latina y el modelo capitalista de China es ver las reacciones ante episodios de apertura: Pocos ejemplos tan elocuentes de incompetencia mercantilista como el escenificado hace poco por algunos protegidos industriales mexicanos del calzado ante la competencia china. Dan pena, de veras.

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miércoles, 2 de enero de 2008

A 30 años del gran viraje de China

En diciembre de este año, 2008, se habrán cumplido 30 años del inicio formal del gran viraje de China hacia la prosperidad. Encabezada por Deng Xiaoping, la clase dirigente de China vio con extraordinaria claridad que su permanencia en el poder dependía de cambiar radicalmente el paradigma de la lucha de clases por el paradigma de la productividad.

A la distancia parece claro que fue durante la tercera reunión plenaria del Décimo Primer Comité Central del Partido Comunista de China, en noviembre y diciembre de 1978, cuando deliberadamente la clase dirigente china sentó las bases de una de las más radicales y exitosas reformas económicas de la historia. Paradójicamente, la motivación principal detrás de este viraje fue garantizar la permanencia en el poder del PC chino y de su clase dirigente. También paradójicamente, el evidente fracaso de las estrategias maoístas, encaminadas a erradicar cualquier vestigio de capitalismo, propiedad privada y libre competencia, así como los devastadores resultados de la desastrosa "revolución cultural", contribuyeron a que los nuevos dirigentes, encabezados por Deng Xiaoping, hicieran entonces un diagnóstico descarnado: Conservar el actual estado de cosas o retomar la planificación central de la economía sería suicida.

Como lo expresó Jean Francoise Huchet: "Económica y políticamente la inmovilidad ya no era más una opción. El capitalismo representaba la única alternativa posible en términos de organización del sistema económico" ( "The emergence of capitalism in China: an historical perspective and its impact on the political system" en Social Research, 22 de marzo de 2006).

Para la anécdota y como metafóra de este viraje quedó la famosa frase de Deng: "No importa si el gato es negro, pardo o blanco; lo importante es que atrape ratones".

Sería ingenuo querer transplantar tal cual la experiencia china de reforma económica radical (la cual, además, no ha sido líneal, sino que ha procedido por ensayo y error, con no pocas rectificaciones sobre la marcha), pero es indudable que China representa hoy la mejor demostración viviente de la superioridad y eficacia del modelo capitalista sobre las utopías igualitaristas y que la historia de la transformación china en los últimos 30 años encierra valiosas lecciones que deberían tomar en serio los hacedores de políticas públicas en países como México. En los siguientes artículos desmenuzaré algunas de esas lecciones.

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martes, 1 de enero de 2008

Crisis hipotecaria: Un riesgo gigantesco

Muy rápido debo atemperar mi optimismo acerca del futuro de la economía mundial. Un amigo lector, excelente economista, me hace notar que la crisis de las hipotecas de baja calidad puede tener consecuencias desastrosas si los bancos centrales de Estados Unidos y Europa suponen, ¡como lo están haciendo hasta ahora!, que dichos préstamos valen, en dinero contante y sonante, lo que no valen.

La crisis de las hipotecas de baja calidad – "subprime" – tiene todas las características de las crisis financieras típicas en las que la expansión del crédito, avalada en última instancia por el poder de los bancos centrales para crear dinero, lleva a la sobrevaloración de los activos en riesgo y de sus colaterales (las propiedades que garantizan la eventual recuperación de los préstamos) hasta que la burbuja estalla…con dos agravantes:

1. Nadie conoce a ciencia cierta la magnitud de los activos emproblemados porque están fuera de los balances bancarios tradicionales y se han convertido en una suerte de "commodities" financieros presuntamente homogéneos gracias a la magia de la ingenieria financiera y al aval de las agencias calificadoras, y

2. Hasta ahora los bancos centrales de Estados Unidos y Europa han usado su exorbitante poder de otorgar crédito – que en el fondo es el poder para crear dinero – con el fin de evitar un quebranto mayúsculo en grandes bancos comerciales; esto significa que, en breve, han tomado como "buenos" los préstamos "malos" y la burbuja no ha estallado en toda su magnitud; sigue pendiendo sobre nuestras cabezas como una guillotina.

Con suerte la burbuja se desinfla gradualmente, porque la llamada economía real está suficientemente sana y vigorosa para ir descontando las pérdidas en etapas sin ocasionar reacciones en cadena. Con suerte, pero también puede suceder que la crisis se vuelva epidémica y entonces veríamos una caída abrupta de la demanda en las economías industrializadas, una caída de los precios de las materias primas y del petróleo y una muy severa contracción del crédito.

Es un riesgo probable que no se puede desestimar y mi amigo corresponsal tiene absoluta razón al respecto. La causa última: La capacidad de los bancos centrales de crear dinero de la nada – dinero fiduciario- entraña un gran riesgo moral (pedagogía de la irresponsabilidad) para que las instituciones financieras actúen imprudentemente acicateadas por el incentivo de obtener utilidades exorbitantes respecto de su capital.

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