viernes, 4 de febrero de 2011

Las idiotas carreras a la luna

Para el público que le escuchó, el pasaje más memorable del mensaje de Barack Obama sobre el estado que guarda su país fue la crítica que el presidente de los Estados Unidos hizo a la proliferación de instancias gubernamentales burocráticas, que no sólo son dispendiosas e improductivas sino absurdas.

A pesar de que las cuatro palabras más mencionadas por Obama en su mensaje fueron “gente”, “empleos”, “nuevo” y “trabajo”, la palabra que más recordaron los oyentes – de acuerdo con un sondeo realizado por National Public Radio (NPR) entre cuatro mil estadounidenses que atendieron el discurso-, fue “salmón”. Sí: salmón. Esto es, el pasaje del discurso en el que Obama hizo mofa de la burocracia. Y cito:

“Vivimos y hacemos negocios en la era de la información, pero la última gran reorganización del gobierno sucedió en la era de la televisión en blanco y negro. Hay doce agencias gubernamentales diferentes que tienen que ver con las exportaciones. Hay al menos cinco entidades diversas en el gobierno que atienden asuntos de la vivienda. Y este es mi ejemplo favorito: el Departamento del Interior está a cargo del salmón mientras éste está en agua dulce, pero el Departamento de Comercio es el que está a cargo del salmón cuando está en agua salada y he escuchado que el asunto es aún más complicado cuando los salmones están ahumados”.


El pasaje es cien por ciento el delicioso humor ácido de Mark Twain. Lo cual parece comprobar que Obama no sólo dice excelentes discursos, sino que éstos resultan tanto más empáticos para el pueblo cuanto más se alimentan de la gran tradición literaria de ese país.

La segunda observación es que al estadunidense medio de hoy le sigue gustando, como hace 30 años, que su Presidente sea un crítico despiadado de la burocracia y de la irrefrenable y odiosa afición de los gobiernos a meterse en todo lo divino y humano, incluso con los pretextos más descabellados. Por eso, entre otras cosas, Ronald Reagan era un “gran comunicador”, porque sabía mofarse del intervencionismo gubernamental. Verbigracia: “las palabras más aterrorizantes que uno puede escuchar son ‘soy del gobierno y estoy aquí para ayudarle’”.

El tercer punto: Obama quería emocionar al pueblo estadounidense infundiéndole otra vez el entusiasmo por ocupar el primer lugar en otra de esas artificiosas carreras entre naciones, con ganadores y perdedores. De ahí toda la palabrería sobre “los momentos Sputnik”; la cual, además, resultó un poco enrevesada, ya que se recordará que el “Sputnik” fue un duro revés que le asestó la entonces Unión Soviética a los Estados Unidos en la carrera espacial; revés del que por cierto, lanzados por John F. Kennedy, los Estados Unidos más que se repusieron poniendo al primer hombre en la luna. Fue palabrería de Obama que no hizo mella en el ánimo de sus oyentes.

Esto de las carreras entre países les encanta a políticos y medios de comunicación; ¿en los últimos meses cuántos veces hemos leído o escuchado las más variopintas comparaciones, la mayoría de ellas impertinentes, entre México y Brasil? Pero son competencias que nos dejan fríos a los simples mortales.

Las carreras a la luna o las carreras por ser “el país del momento” nos importan un comino, cuando un puñado de manifestantes idiotas, a quienes políticos y burócratas complacen como si fuesen la niña de sus ojos, nos impide llegar puntuales al trabajo.

Lo primero, diría el maestro Pero Grullo, sigue siendo lo primero.

2 Comentarios:

Anonymous Omar B. dijo...

Sabes? acabo de leer lo que escribiste sobre el pasado racista de Salvador Allende. Soy historiador de la UNAM (de ideas capitalstas) y me parece desatinada tu percepción. Entiendo que los periodistas, como tú, no tengan nociones de Historia, como yo, y cometan ciertos anacronismos con respecto a las ideas que pudiera haber tenido cualquier personaje del pasado. Sin embargo, es peligroso que equivocaciones contextuales y conceptuales lleguen a la gente a través de medios masivos de comunicación (justo tu fuerte).
¿Por qué es peligroso? Porque, como un profesionista en tu ramo, debes saber que la información que se publica pasa, rigurosamente, por controles editoriales que perfilan si el contenido es publicable o no, si es entendible o no y, sobre todo, si es comprobable o no.
Podré estar a favor de la política de Nixon en la década de 1970 y de la de Reagan en 1980, pero me consta que el avance científico que se tenía en el ramo de la medicina durante la primera mitad del siglo XX era el reflejo de las crisis económicas del New Deal, de la inflación alemana, de los brotes de epidemia en México (la gripe aviar) y de los desastres naturales (todos estos detalles los puedes obtener de Derek Howard. La primera guerra mundial. Barcelona, Crítica, 2008. Lo venden en el FCE). La salud, fue un problema constante entre la comunidad de médicos, quienes, en función de aliviar los males a falta del desarrollo de una cura fabricada en laboratorio, propusieron la esterilización de los enfermos (cualesquiera que sean los padecimientos). Ese rasgo no es compatible con el antisemitismo. Como te repito, tu comentario es desatinado y dennota tu falta de conocimientos en la materia.
Por otro lado, el tema de los judíos sé que es uno de los argumentos fácilmente mejor comerciables (y que tantos otros como yo hayan visto el tema interesante sólo demuestra nuestra ociosidad), pero no hay contradicción entre los avances médicos y tecnológicos que hicieron los nazis en sus experimentos con judíos (que sumaron más de 15) y los supuestamente propuestos por Allende. Es más, a pesar de la ética profesional de los médicos occidentales, los alemanes solucionaron varias de la interrogantes científicas de la época, ¿Cómo uno de aquellos estudiantes no iba a sugerir proseguir con aquellos experimentos tan revolucionarios?
Las preguntas te las dejo de tarea. Perdón que te tutée, pero el respeto, el respeto se gana, Ricardo.

febrero 19, 2011  
Blogger Ricardo Medina Macías dijo...

Distinguido historiador: Hubiese sido estupendo que dejase su comentario en el sitio que correspondía, es decir, acompañando con sus admoniciones magisteriales el comentario original acerca del antisemitismo de Salvador Allende y otras de sus ocurrencias juveniles, que usted califica de revolucionarias, considerando la época. Ni hablar. Gracias por su comentario de todos modos, ilustra a mi juicio que aún tenemos entre nosotros muestras de las más diversas ocurrencias que, con el disfraz de ciencia, han pululado en la historia de la humanidad. Reciba un saludo, por supuesto yo no me atrevo a tutearlo, la confianza hay que ganársela. RMM

febrero 20, 2011  

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