sábado, 9 de enero de 2010

El atroz desprecio por la ley

Cumplir la ley debería ser lo más natural. Cumplir la ley debería darse por descontado. Si alguien jura de forma solemne y en público, al asumir un cargo igualmente público, "cumplir y hacer cumplir la ley", lo extraordinario, lo escandaloso sería que no lo hiciese. Sin embargo en países en los que el estado de derecho (la majestad de la ley) es inexistente o es la excepción, parece que lo extraordinario es que alguien cumpla su juramento solemne de hacer cumplir la ley.

En Argentina, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su esposo, Néstor, muestran tener en poca estima esa majestad de la ley. Néstor Kirchner, que es el poder tras el trono, no tiene pudor alguno al motejar a la misma ley de "máquina de impedir" los sueños - en realidad, los caprichos, las arbitrariedades y los disparates- de una arrogante y cursi "revolución peronista". Hablo de esto en mi columna del sábado en Excélsior, que puede leerse en la bitácora semana inglesa.

Hago aquí, en la bitácora de "Ideas al vuelo", unas consideraciones adicionales:

En su extenso y valioso ensayo acerca del Tercer Reich - sus orígenes, las causas detrás de esa aberración que causó millones de muertes y sufrimientos inconmensurables- el historiador inglés Michael Burleigh anota que la causa última del nazismo y de la aparentemente pasiva aceptación del pueblo alemán de esa expresión del crimen institucional como un natural "estado de las cosas", debe buscarse en el abandono de los valores de la democracia, como el respeto a la ley, a las libertades individuales, la tolerancia y la sujeción a la verdad como norma de los juicios públicos y privados.

En diciembre de 2010 Néstor Kirchner lamenta que la ley y la división y contrapeso de poderes funcionen como una "máquina de impedir". En 1936, Heinrich Himmler, en su discurso con motivo de la inauguración de la Academia de Derecho Alemán dejó en claro el concepto en el que el nacional-socialismo tenía a la ley y a las disposiciones jurídicas:

"Para mí es completamente indiferente el que una norma legal pueda oponerse a nuestras acciones (...) Durante los meses en los que era cuestión de vida o muerte para la nación alemana, carecía del todo de importancia que hubiese quien chillase porque se quebrantaba la ley."


¡Qué parecidas son las tiranías, sean de izquierda o de derecha, sean del color que sean, y por más que exhiban mitos y parafernalia contradictorios!

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