sábado, 14 de octubre de 2006

El “Grameen Bank” más allá de la anécdota

Hay algunas características clave del Grameen Bank ideado por Muhammad Yunus, que merecen entenderse para no confundir esta exitosa experiencia con otras iniciativas que han fracasado.


Que el Premio Nobel de la Paz haya sido otorgado este año, a partes iguales, al Grameen Bank y al economista Muhammad Yunus – creador del banco, pero no su dueño- ha sido un gran acierto que ayuda a olvidar varios de los lamentables premios Nobel de la Paz de años pasados. Nada contribuye más a la paz que la creación de prosperidad para quienes menos tienen, sea a través del libre comercio o sea a través de iniciativas que transforman a los desposeídos en propietarios, no en “proletarios” resentidos y desesperados.
El Grameen Bank a primera vista se parece a otras iniciativas que no siempre han tenido éxito, como las cooperativas de ahorro y préstamo o algunos bancos de fomento subsidiados con fondos públicos. Este primer vistazo es totalmente engañoso.
La primera característica singular del Grameen Bank es que el negocio no es el banco, sino que el banco preste cada vez más y cada vez a más gente. Para lograrlo se necesita que los dueños del banco cuiden la solvencia del banco – el retorno de la inmensa mayoría de los préstamos, que en este caso es superior al 95 por ciento- y al mismo tiempo le den primacía al beneficio de los acreditados, no a las utilidades de los accionistas. Obviamente, este “milagro” sólo se puede lograr si los dueños del banco son los propios acreditados; y por eso Muhammad Yunus NO es accionista del banco. No hay otra forma, ni el gobierno, ni alguna filantrópica ONG, ni alguien ajeno a los acreditados cuidará mejor el interés de los acreditados que ellos mismos.
Los préstamos jamás son a fondo perdido, pero el esquema de pagos (mínimas cuotas semanales o bisemanales) facilita los pagos. No hay colaterales; la garantía es el interés de los propios acreditados en que los negocios productivos (por ejemplo, la fabricación y venta de canastos de paja) funcionen y den servicio a los préstamos. Por eso, la clave es que el banco es meramente un instrumento de miles de pequeños negocios, pero como es un instrumento indispensable las dueñas del banco – que son las acreditadas- no podrán en riesgo la permanencia del banco incurriendo en prácticas financieras ruinosas. El fin de las dueñas del banco no es acrecentar las utilidades del banco, sino acrecentar el capital de esa multitud de pequeños negocios, e inversiones en capital humano, que el banco financia, pero que el trabajo de esas acreditadas es el que hace rentables y productivos.
Vale la pena leer dos pequeños textos escritos por Yunus en agosto pasado: “¿Es el Grameen Bank diferente de los bancos convencionales?” y “¿Qué es un microcrédito?”, para entender en toda su profundidad esta auspiciosa experiencia que ha hecho propietarias a decenas de miles de mujeres (ver aquí y aquí también).

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