jueves, 5 de octubre de 2006

El seguro social y otros obstáculos

El actual arreglo para distribuir recursos que llamamos en México "seguridad social" es desventajoso casi para todos y es uno de los obstáculos más grandes para detonar la creación de millones de empleos productivos.


Inevitablemente cualquier discusión seria sobre el empleo en México termina en el asunto crucial para la economía: La productividad. E inevitablemente cualquier análisis objetivo de los obstáculos a la productividad en México se topa con una piedra monumental y aparentemente inamovible: El seguro social.

Llegados a ese punto la sabiduría política convencional aconseja: "Búscale por otro lado; con el seguro social no te metas". Pero la piedra monumental sigue ahí y rodearla cada día cuesta más. Por ejemplo, cada mes el número de afiliados al Seguro Social se anuncia como indicador de la creación de empleos en la economía productiva, pero nadie parece meditar en el hecho de que inexorablemente cada vez es más costoso crear ese tipo de empleos, entre otras razones porque el Seguro Social (o en su caso, el ISSSTE) es cada día un obstáculo mayor para la productividad. Sin sorna, deberíamos anunciar: "Y a pesar de los crecientes e inmensos costos que implica crear un empleo afiliado al IMSS, se crearon tantos más cuantos en este mes, lo que significa que – sin ese oneroso arreglo- habríamos creado hasta cinco veces más empleos productivos".

Entendamos: No se trata de poner en duda la necesidad de la previsión y seguridad social como tales, sino de reconocer que el tradicional arreglo que hemos hecho para distribuir esos recursos – producto del trabajo- etiquetados como "seguridad social" es costoso, ineficiente e improductivo.

El actual arreglo perjudica prácticamente a todos, salvo a una pequeñísima fracción que es el sindicato del IMSS. Idealmente la solución sería terminar de tajo con ese arreglo – desaparecer el IMSS como lo conocemos- y fundar un nuevo arreglo con un enfoque radicalmente distinto, pero esa solución ideal es impracticable. Démosle, entonces, una muerte gradual y decorosa al arreglo actual, al tiempo que fundamos uno nuevo.

La idea, esquemáticamente, sería traspasar los recursos directamente a quienes deben ser sus beneficiarios, los asegurados y sus familias, evitándonos la intermediación de una costosísima maquinaria y burocracia. Una reforma similar a la que exitosamente se realizó en el Infonavit, para que la institución IMSS se convierta en un intermediario financiero. Nada más y nada menos.

Así como el Infonavit ha dejado de comprar terrenos, construir casas, pactar discrecionalmente con los sindicatos el otorgamiento de esas viviendas – las famosas "promociones"- y demás, para convertirse en el intermediario financiero especializado que hoy es, el IMSS deberá dejar de ser una cadena gigantesca y costosísima de hospitales, clínicas, guarderías, instalaciones deportivas y hasta teatros, para volverse eficaz intermediario financiero especializado de la seguridad social en cuentas individualizadas y transparentes.

Lo peor que podemos hacer es seguir rodeando la piedra gigantesca y después seguirnos preguntando – desesperados- por qué nos cuesta hasta cinco veces más crear un empleo en México que crearlo afuera.

1 Comentarios:

Blogger J.S. Zolliker dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, mi estimado Ricardo. Es un problema que va más allá de lo imaginable; es un lastre del desarrollo y además, de la libertad de la gente de elegir. Porqué no ponerlo a competir contra el seguro privado si dicen este también es privativo de sus miembros? Porqué los empleados remunerados no tienen la opción de elegir dónde tratarse? Será cosa de poco a poco, darle el poder de decisión a la gente, para que como bien dices, no se beneficien sólo unos cuantos. Excelente reflexión. Un abrazo!

octubre 07, 2006  

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