miércoles, 24 de enero de 2007

Acerca del encarecido sentido común

Por dos razones el sentido común es caro: Porque es valioso en sí mismo y porque cada día parece más escaso. Tal vez podremos recuperarlo si buscamos cuáles son los principios básicos de lo que un gran teólogo del siglo XX llamó “la filosofía rudimentaria del ser”.

Cada vez que calificamos algo de “absurdo” apelamos, aún sin saberlo explícitamente, al sentido común. Algo se nos revela como absurdo porque violenta uno o varios de los primeros principios que adquirimos – así sea rudimentariamente y en forma por demás implícita- desde nuestra primera percepción de la realidad; desde que sabemos que “algo es”.

¿Cuáles son esos primeros principios – fundadores de la inteligibilidad del mundo- que forjan el sentido común? Sigo, en forma esquemática, la excelente exposición que hizo Reginald Garrigou-Lagrange (1877-1964), en un libro publicado originalmente en 1909 (Le sens commun) y que, a pesar de haber surgido como refutación incidental al modernismo en la teología católica, es todo un tratado, breve, de los fundamentos de la filosofía del ser.

Tales primeros principios del sentido común son:
1. Todo ser es idéntico a sí mismo,
2. Nada puede ser y no ser a la vez y bajo el mismo aspecto,
3. Lo que es, es uno y el mismo aun bajo sus modos de ser múltiples y transitorios; lo que significa que la inteligibilidad de cualquier ser (ente) radica en su sustancia,
4. Todo lo que es tiene su razón de ser, ya sea en sí mismo o en otro; por ello siempre preguntamos ¿por qué?,
5. Dado que de la nada, nada se hace, es preciso que todo ser tenga una causa eficiente y final; por ello preguntamos ¿de dónde?, y ¿para qué?,
6. Nada cambia si no tiene la potencia – capacidad o disposición- para hacerlo; de donde se derivan las nociones de potencia y acto,
7. La verdad – la adecuación del conocimiento al ser- subyuga a la voluntad y de ahí el primer principio de la razón práctica o moral: Ser bueno consiste en adecuar el comportamiento a la verdad; ser bueno equivale a ser feliz.

Entiendo que esta irrupción de la filosofía, en esta bitácora, puede parecer impertinente. Pero tengo para mí que la mayoría de las confusiones intelectuales de nuestro tiempo – y sus terribles consecuencias prácticas en la vida cotidiana de millones de personas- provienen de que se han abandonado paulatinamente estos principios del sentido común, trocándolos por un amasijo de prejuicios y emociones primarias que podríamos llamar “sabiduría convencional o al uso”.

Tal abandono del sentido común, para sustituirlo, sin el menor análisis crítico, por los dictados de la moda impuesta por el ambiente, puebla nuestras opiniones y actos de absurdos (efectos sin causa, ininteligibilidad del mundo, disonancias entre dichos y hechos, negación de lo evidente, supersticiones de todo tipo, prejuicios que se venden falsamente como “ciencia”), que lo mismo son causa de pobreza que de tiranías. De infelicidad, en suma.

4 Comentarios:

Blogger Ramón Mier dijo...

No es impertinente la irrupción de la filosofía en tu columna. Todo lo contrario y menos aún si el tema es el del sentido común.

Hace algunos años leí un discurso que Ayn Rand dió en West Point titulado "Philosophy: Who Needs it?" y al leer tu columna me vino de inmediato a la mente.

http://gos.sbc.edu/r/rand.html

Necesitamos de la filosofía, sin ella no somos más que astronautas varados en un planeta extraño en el que sus habitantes nos dicen donde estamos y que debemos hacer.7

enero 24, 2007  
Blogger Ricardo Medina Macías dijo...

Ramón:

Mil gracias por el espléndido discurso de Ayn Rand...Genial. Y, por supuesto, ¡pertinente! ¿Hay algo más pertinente que esto en nuestros días?

Un abrazo,

RMM

enero 24, 2007  
Anonymous Anónimo dijo...

Aquí te envío un editorial con motivio de tu columna...saludos.

LA TRISTE MUERTE DE "SENTIDO COMUN"
Hoy lloramos la muerte de un querido amigo, Sentido Común, que ha estado entre nosotros durante muchos años.
Nadie sabe a ciencia cierta cuántos años tenía, puesto que los datos >sobre su nacimiento se han perdido desde hace mucho tiempo en los vericuetos de la burocracia.Sentido Común será recordado por haber sabido cultivar lecciones tan valiosas como entrar y salir de la lluvia, cómo los pájaros que madrugan consiguen lombrices, porque todo es mejor cuando se razona, como se vive en concordancia con las estaciones del año, aprender que la noche es para descansar, etc. La vida no siempre es justa y tal vez hayamos sido nosotros los culpables.
Sentido Común vivió bajo simples y eficaces consignas (no gastes más de lo que ganas) y estrategias paternales confiables, (los adultos, no los niños, están a cargo). Su salud comenzó a deteriorarse rápidamente cuando se aplicaron reglas supuestamente bien intencionadas, pero arbitrarias.
Informes respecto de un niño de seis años acusado de abuso sexual por haberle dado un beso a una compañera de clase; adolescentes suspendidos del colegio por haber usado enjuague bucal después de almorzar; y que una maestra fuera despedida por reprender a un alumno indisciplinado, sólo hicieron que empeorara su condición.
Sentido Común perdió terreno cuando los padres atacaron a los maestros >simplemente por hacer el trabajo en el que ellos fracasaron: disciplinar a sus ingobernables hijos.
Declinó aun más cuando las escuelas decidieron requerir un permiso de los padres para administrar una Aspirina, usar protector solar, o colocar una cinta adhesiva a un alumno; pero, eso sí, no podían informar a los padres si una alumna estaba embarazada y quería abortar.
Sentido Común perdió su deseo de vivir cuando los Diez Mandamientos se convirtieron en contrabando; las iglesias en negocios; y los criminales recibían mejor trato que sus víctimas.
Para Sentido Común fue un duro golpe que uno ya no pueda defenderse de >un ladrón en su propia casa, pero que el ladrón sí pueda demandarnos por agresión.
Finalmente Sentido Común se rindió y perdió definitivamente su voluntad de vivir cuando una mujer fue incapaz de comprender que una taza de café hirviendo, quema. Derramó un poco sobre su falda, y muy pronto logró un "jugoso" arreglo. La muerte de Sentido Común fue precedida por la de sus padres, Verdad y Confianza; la de su esposa, Discreción; su hija Responsabilidad y su hijo, Raciocinio.
Lo sobreviven sus tres hermanastros; Conozco Mis Derechos, Otro Tiene La Culpa y Yo soy Una Víctima. No hubo mucha gente en su funeral porque muy
pocos se enteraron que se había ido.

enero 29, 2007  
Blogger Ricardo Medina Macías dijo...

Anónimo:

El comentario (editorial) sobre la muerte del sentido común es genial. Muchas gracias por compartirlo. Ojalá de veras entendamos la magnitud de esta tragedia.
Gracias de nuevo.
RMM

enero 29, 2007  

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