¿En privado, decentes; en público, podridos?
Un columnista de The New York Times (NYT) escribió que la clase política estadounidense suele ser “decente en privado y corrompida en público”. Aunque parece una descripción acertada, es una contradicción: Alguien que es incapaz de sostener en público lo que dice en privado no merece calificarse como decente.
La columna del 8 de febrero de David Brooks en el NYT – “Virtudes privadas, vicios públicos”- desató una interesante polémica en Estados Unidos. El conocido comentarista escribió que los políticos hoy en día con frecuencia son sensibles en privado, pero que en público se disfrazan apoyando políticas en las que realmente no creen.
En México diríamos que los políticos con frecuencia no tienen más remedio que “tragar sapos”.
Si bien ese doblez no es precisamente virtuoso constituye algo así como un talento apreciado entre los políticos.
La columna de Brooks motivó un duro comentario del economista Donald J. Boudreaux de la George Mason University en Fairfax, Virginia. Escribió Boudreaux en su bitácora “Café Hayek” y en una carta al NYT: “Gente que es firme y sabia sólo en privado – donde no corre el riesgo de ser criticada por sus principios- , ni es decente, ni es líder. Son oportunistas, insinceros y bribones”.
El propio Boudreaux añade otro adjetivo para esa clase de políticos: “Cobardes”.
Al leer eso recordé ese ejemplo de integridad – aun como personaje de ficción - que es Atticus Finch, el abogado protagonista de “Matar un ruiseñor” (To Kill a Mockingbird), la novela de Harper Lee, quien explica dirigiéndose al jurado en su alegato de defensa de un negro acusado de un crimen sólo por el hecho de ser negro:
“No soy un idealista que crea firmemente en la integridad de nuestras cortes o de nuestro sistema judicial – para mí no es un ideal, sino una realidad viva y actuante. Caballeros, una corte no es mejor que cada uno de los hombres que están sentados hoy aquí frente a mí, en el jurado. Una corte es sólo tan sana como lo es el jurado, y un jurado sólo puede ser tan sano como los hombres que lo componen”.
Que nadie por aquí se sienta aludido; eso sucedió en Estados Unidos.
La columna del 8 de febrero de David Brooks en el NYT – “Virtudes privadas, vicios públicos”- desató una interesante polémica en Estados Unidos. El conocido comentarista escribió que los políticos hoy en día con frecuencia son sensibles en privado, pero que en público se disfrazan apoyando políticas en las que realmente no creen.
En México diríamos que los políticos con frecuencia no tienen más remedio que “tragar sapos”.
Si bien ese doblez no es precisamente virtuoso constituye algo así como un talento apreciado entre los políticos.
La columna de Brooks motivó un duro comentario del economista Donald J. Boudreaux de la George Mason University en Fairfax, Virginia. Escribió Boudreaux en su bitácora “Café Hayek” y en una carta al NYT: “Gente que es firme y sabia sólo en privado – donde no corre el riesgo de ser criticada por sus principios- , ni es decente, ni es líder. Son oportunistas, insinceros y bribones”.
El propio Boudreaux añade otro adjetivo para esa clase de políticos: “Cobardes”.
Al leer eso recordé ese ejemplo de integridad – aun como personaje de ficción - que es Atticus Finch, el abogado protagonista de “Matar un ruiseñor” (To Kill a Mockingbird), la novela de Harper Lee, quien explica dirigiéndose al jurado en su alegato de defensa de un negro acusado de un crimen sólo por el hecho de ser negro:
“No soy un idealista que crea firmemente en la integridad de nuestras cortes o de nuestro sistema judicial – para mí no es un ideal, sino una realidad viva y actuante. Caballeros, una corte no es mejor que cada uno de los hombres que están sentados hoy aquí frente a mí, en el jurado. Una corte es sólo tan sana como lo es el jurado, y un jurado sólo puede ser tan sano como los hombres que lo componen”.
Que nadie por aquí se sienta aludido; eso sucedió en Estados Unidos.
Etiquetas: corrupción, integridad, políticos, público y privado
1 Comentarios:
Seguro que fue en USA?
Clarisimo pense que hablábamos de nuestro "Honorable" congreso de la Unión.
Saludos
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