domingo, 11 de febrero de 2007

Elogio de la especulación y el “acaparamiento”

El especulador mejora el funcionamiento de los mercados, tanto para productores como para consumidores, porque a través de su incidencia en los precios normaliza y difunde la información para tomar decisiones.

Con una buena dosis de ignorancia se suele condenar como “acaparadores” a quienes se dedican a comprar determinados bienes a precios relativamente bajos con la expectativa de vender esos mismos bienes más tarde a un precio más alto.

Independientemente del nombre que les demos, esos especuladores le hacen un gran bien a productores y consumidores porque estabilizan mercados que sin su tarea se volverían endemoniadamente inciertos para unos y otros.

Es obvio que al hacer su trabajo un especulador busca obtener la mayor ganancia. Ese y no otro es su principal incentivo a la vista. El especulador sólo puede ganar dinero si se realiza su expectativa: que el precio de venta sea mayor que el precio de compra más todos los costos de oportunidad implícitos en la “inmovilización” temporal de la mercancía.

¿Cuál es el efecto de la acción del especulador sobre el productor de, digamos, maíz? Normaliza la demanda y, al hacerlo, normaliza los precios. El productor obtiene precios más altos cuando el mercado está excesivamente deprimido y obtiene precios menos altos cuando el mercado está excesivamente demandado. Por su parte, el consumidor se beneficia con la acción del especulador porque éste asume los costos de recopilar y procesar la información especializada que permite anticipar tendencias del mercado, así como los prohibitivos costos – para cada consumidor individual- de hacer inventarios de cada bien para periodos prolongados. El especulador, pues, también normaliza la oferta.

La labor del especulador se perfecciona aún más con la aparición de los mercados de futuros, que diversifican riesgos, difunden información confiable (especulación sobre precios) a productores y consumidores, que de otra manera no podrían obtener, y facilitan a todos la toma inteligente de decisiones.

Qué bueno que haya especuladores y qué bueno que ganen dinero. Eso último quiere decir que sí están cumpliendo eficientemente su tarea.

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