jueves, 10 de enero de 2008

La agricultura y la estulticia quejumbrosa

Que los eternos quejumbrosos le den gracias a Dios de que Australia y Nueva Zelanda NO son nuestros socios en el TLCAN.

No he tratado el asunto del capítulo agrícola en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. ¿La razón? Me provoca una flojera casi infinita, porque significa repetir los mismos datos (“duros”, desde luego; los datos “blandos”, si los hubiese, serían sólo prejuicios) y los mismos argumentos que un puñado de personas hemos divulgado, una y otra vez, desde que se estaba negociando el TLCAN. Y también porque, en términos de impacto sobre los productores y los consumidores mexicanos, la apertura en maíz, frijol, azúcar y leche en polvo es irrelevante: los cambios respecto de 2007 son mínimos, especialmente para los productores más pobres – de autoconsumo- para quienes los desaparecidos aranceles significan lo mismo que las lágrimas de cocodrilo de doña Hilaria de Clinton: Nada.

Pero ya que ése es el “tema” me atrevo a hacer una recomendación a los señores de la CNC, al otrora “diputado prepucio” (don Jesús Ortega, quien en una ocasión memorable defendió públicamente a “san Andrés del buen consuelo de la progresía” diciendo que sus adversarios, los del santo Andrés, le estaban recetando obuses en el prepucio – sic- cuando en realidad quiso decir occipucio), y a dos o tres caricaturistas atrapados en la explotación fastidiosa de lugares tan comunes como mentirosos: Lean por favor algo de Theodore W. Schultz – premio Nobel de Economía 1979 y renovador de los principios de la economía agrícola- para entender dos cosas.

A saber: 1. Si hay alguna actividad en la que se conoce con certeza cómo aumentar la productividad y en la que más claramente se obtienen incrementos cuando se aplican los insumos adecuados – que NO son los subsidios sino los conocimientos- es la actividad agrícola; así pues, no nos vengan con que necesitan más tiempo, y 2. Si hay alguna actividad económica en la que los sucesivos gobiernos de Estados Unidos han desperdiciado el dinero de los contribuyentes es en la actividad agrícola; no estamos compitiendo frente a los líderes de la productividad agrícola, sino con una agricultura casi tan ineficiente, por subsidiada, como la de nuestros productores más pobres.

Agradezcan a Dios que NO están compitiendo de frente con los agricultores australianos y neozelandeses, que son de los más productivos del mundo ¡y sin subsidios!
Lean a Schultz, “por favorcito”.

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