jueves, 22 de mayo de 2008

A mí me daría pena…

Sigue la cosecha de despropósitos en el supuesto debate acerca del petróleo…

Cuando hace meses sugerí que la llamada reforma energética debería negociarla la subsecretaría de asuntos religiosos, para que los ánimos de los adoradores del becerro de chapopote pudiesen temperarse, hubo quien se molestó por la sugerencia (además, como si alguien me fuese a hacer caso), pero el tiempo ha mostrado que no andaba muy desencaminado.

Esta semana, entiendo, los sesudos monólogos en el Senado tocaron el sacrosanto "tema" de la constitucionalidad de las propuestas de reforma a Pemex. La semana anterior el turno fue para los "principios" y, siguiendo en la misma línea de exposición dogmática, supongo que la tercera ronda incursionará en el asunto de los diez mandamientos petroleros o en la discusión de si es pecado (anticonstitucional, pues) que Pemex tenga cuentas en instituciones bancarias ¡privadas!, o si podrán entrar al cielo de los hidrocarburos aquellos que compren o vendan gasolina en sábado.

Leí por ahí que el doctor Jorge Carpizo, que lo que sea de cada quien algo sabe de la Constitución y de la famosa constitucionalidad, se disculpó de participar en la puesta en escena pues dijo no ser experto en petróleo. Hizo bien, porque siempre es mejor evitar los reflectores a incurrir en el desdoro de ser pescado en público en flagrante ignorancia.

En cambio, el martes un doctor en derecho, que fue consejero del IFE (usted sabe, los votos son igualitos que los hidrocarburos y las actas electorales son semejantes a los estados de resultados de las empresas), Jaime Cárdenas, dijo cosas tan risibles como que sería anticonstitucional (pecado grave cuya absolución está reservada a "san Peje" en persona) que Pemex tuviese consejeros especializados cuyos patrimonios no fuesen fiscalizados por la Secretaría de la Función Pública. Curiosa versión petrolizada del ministerio sagrado: Sólo podrán celebrar los santos oficios petroleros aquellos consagrados en el altar del servicio público e inscritos en la nómina del presupuesto.

También aseguró que los Pidiregas son anticonstitucionales – como el pecado de maltratar a los animalitos - aunque estoy seguro de que no sabe explicar cómo funciona ese mecanismo de financiamiento de la inversión pública.

A mí me daría pena hacer esos papelitos, pero otros prefieren aventarse al ruedo a lidiar toros ajenos, a pesar de que confunden la muleta con el capote.

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