México: La hora de las reformas
Las economías emergentes que reúnan dos requisitos – buenos fundamentos macroeconómicos y un marco institucional favorable para la inversión, el libre comercio y la libre competencia- tienen en esta crisis global una oportunidad única.
¿Por qué?
Porque inevitablemente las masivas inyecciones de liquidez con las que Estados Unidos y otras economías desarrolladas están apuntalando su estrategia contra-cíclica para paliar la recesión generarán recursos excedentes que, del mismo modo que el agua busca su cauce, acabarán buscando los destinos de inversión más rentables.
Esos destinos de inversión ya no estarán tanto en los mercados financieros, sino en la inversión directa en proyectos productivos con altas tasas de retorno.
A mayores necesidades por satisfacer hay mayores tasas de retorno. Ejemplo: Construir vivienda en México es, dado el déficit de vivienda, una inversión mucho más atractiva que construir vivienda en Estados Unidos; siempre y cuando, atención, el esquema del negocio no esté basado en supuestos ilusorios (como: "los precios de la vivienda siempre irán a la alza", o como: "es viable otorgar un préstamo hipotecario a quien no tiene ingresos acordes con los pagos planeados para honrar ese préstamo"), como sucedió en Estados Unidos o en España, sino en hechos duros y maduros, como ha sucedido con el crecimiento de la vivienda en México en los últimos años.
Dicho lo anterior, veamos si México cumple con los dos requisitos para hacer de esta crisis una oportunidad única: 1. Tiene finanzas públicas sanas y una política monetaria razonablemente ortodoxa; tiene lo esencial en términos de macroeconomía (está mejor pertrechado que Estados Unidos), pero: 2. No tiene un entorno institucional propicio para llamar inversiones externas cuantiosas en actividades productivas: no tiene un entorno de libre competencia en áreas estratégicas; carece de una práctica cotidiana y sólida de respeto al estado de derecho, a los derechos de propiedad y de garantías al cumplimiento de los contratos; no tiene una legislación laboral flexible que facilite la generación de nuevos empleos y la movilidad en función de las oportunidades productivas; no tiene un sistema educativo orientado a la productividad.
Los legisladores de hoy y de mañana (los que surgirán de las elecciones de este verano) tienen un enorme desafío: hacer las reformas necesarias para subsanar estas graves carencias.
Es ahora o nunca. ¿Lo entienden? Me temo que no.
¿Por qué?
Porque inevitablemente las masivas inyecciones de liquidez con las que Estados Unidos y otras economías desarrolladas están apuntalando su estrategia contra-cíclica para paliar la recesión generarán recursos excedentes que, del mismo modo que el agua busca su cauce, acabarán buscando los destinos de inversión más rentables.
Esos destinos de inversión ya no estarán tanto en los mercados financieros, sino en la inversión directa en proyectos productivos con altas tasas de retorno.
A mayores necesidades por satisfacer hay mayores tasas de retorno. Ejemplo: Construir vivienda en México es, dado el déficit de vivienda, una inversión mucho más atractiva que construir vivienda en Estados Unidos; siempre y cuando, atención, el esquema del negocio no esté basado en supuestos ilusorios (como: "los precios de la vivienda siempre irán a la alza", o como: "es viable otorgar un préstamo hipotecario a quien no tiene ingresos acordes con los pagos planeados para honrar ese préstamo"), como sucedió en Estados Unidos o en España, sino en hechos duros y maduros, como ha sucedido con el crecimiento de la vivienda en México en los últimos años.
Dicho lo anterior, veamos si México cumple con los dos requisitos para hacer de esta crisis una oportunidad única: 1. Tiene finanzas públicas sanas y una política monetaria razonablemente ortodoxa; tiene lo esencial en términos de macroeconomía (está mejor pertrechado que Estados Unidos), pero: 2. No tiene un entorno institucional propicio para llamar inversiones externas cuantiosas en actividades productivas: no tiene un entorno de libre competencia en áreas estratégicas; carece de una práctica cotidiana y sólida de respeto al estado de derecho, a los derechos de propiedad y de garantías al cumplimiento de los contratos; no tiene una legislación laboral flexible que facilite la generación de nuevos empleos y la movilidad en función de las oportunidades productivas; no tiene un sistema educativo orientado a la productividad.
Los legisladores de hoy y de mañana (los que surgirán de las elecciones de este verano) tienen un enorme desafío: hacer las reformas necesarias para subsanar estas graves carencias.
Es ahora o nunca. ¿Lo entienden? Me temo que no.
Etiquetas: competencia, crisis, estado de derecho, la doble L: Ley y Libertad, México hoy, reformas
1 Comentarios:
¿Y se enterarán los legisladores? ¿Leen este blog? Porque si no... ¿¿??
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