martes, 24 de febrero de 2009

"Retírate rico y joven"

La frase que encabeza este comentario es el nombre de un sitio en la red que le promete a los desprevenidos abrirles las puertas del fabuloso mundo de las inversiones "multinivel" (sic) en los mercados de divisas ("forex"), mediante frases como: "¿te gustaría levantarte cada mañana, servirte una taza de café y comprobar en tu correo electrónico que, mientras tú dormías, te han depositado miles de dólares?".

La diferencia entre este reclamo publicitario, en el que por supuesto hay la advertencia de que "todo es legal" (¿en dónde?, ¿según quién?), y los atractivos folletos de la vasta red de negocios de Sir Allen Stanford, sólo está en el tono y en la calidad del diseño y de la tipografía.

Para empezar, Stanford Financial Group no existe jurídicamente en ningún lugar del mundo. Es una especie de paraguas nominal – marca- para multitud de negocios "financieros" que van desde Ecuador hasta las Islas Vírgenes; algunos de los negocios son legales, al menos conforme a las leyes de su sede física- como el Stanford International Bank, con sede en Antigua o el Stanford Group Company con sede en Houston, Texas -, y otros probablemente sólo sean etiquetas para seducir a los clientes.

La fórmula la resumió muy bien un reporte del Financial Times (FT) acerca de los negocios de Sir Allen: "Un imperio que alardeaba de sus resultados pero aportaba pocos datos". El verbo es justo: Alardear. Así se cubre la ausencia de información dura y verificable. No es una fórmula muy distinta de la que a veces usan algunos medios para fabricar noticias.

FT cita algunos de los escasos datos contenidos en la edición 2008 de la revista "Stanford Eagle" dirigida a los inversionistas del grupo: Un crecimiento de 81% de sus ingresos en América Latina o un salto de 30% en sus activos, porcentajes sin respaldo en números absolutos.

Pero eso vende. Y que el grupo tenga bonitas oficinas, guapas promotoras y sea encabezado nada menos que por un auténtico "Sir" nombrado en presencia del príncipe Eduardo de la Gran Bretaña.

A ninguno de los incautos pareció perturbarle el hecho, duro como una piedra, de que tales rendimientos estaban muy por encima de los que podrían obtenerse con bonos públicos o mediante depósitos bancarios.

¿Todo legal?, pues sí, tan "legal" como omitir el pago de impuestos o ¿acaso alguno de los inversionistas le pidió al Stanford Financial Group su constancia de retenciones del Impuesto Sobre la Renta para hacer su declaración anual?

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