jueves, 11 de junio de 2009

¿De convicción liberal? ¡No inventes!

Sólo cito dos párrafos increíbles de la colaboración semanal de Roberto Newell, "economista y director general del Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C." (IMCO), publicada hoy en el periódico "Reforma":

"Hasta la fecha, nadie ha probado que los negocios del ingeniero Slim se basen en prácticas monopólicas."

¿Nadie? Aquí Newell se arriesga a recibir toneladas de documentos, argumentos, alegatos jurídicos aún en tribunales, sentencias en firme, análisis, reportajes periodísticos serios y hasta el título de concesión de Telmex para que matice - al menos - su afirmación dogmática. ¿Nadie? Tal vez Newell sea como esas señoras que juran que sobre gustos no hay nada escrito, cuando en realidad lo que sucede es que no lo han leído (todo lo que hay escrito sobre los gustos).

Y este otro párrafo:

"Hasta la fecha, a Slim y a Telmex no los han vencido en tribunales. En cambio, todos los días se les juzga en medios domésticos e internacionales. El sinfín de acusaciones y descalificaciones ha causado que se satanice al empresario y, de paso, a todos los empresarios del país. Esto debe parar porque el costo para el desarrollo económico de México es muy alto".


¡Válgame Dios! "Esto debe parar". Prohibido, de hoy en adelante, que los analistas, los periodistas, los economistas, los estudiosos de la ciencia política, los abogados y desde luego los consumidores, emitan juicios sobre hechos evidentes (tarifas telefónicas en México, prácticas de subsidios cruzados de Telmex para desplazar a sus competidores en larga distancia cuando era monopolio puro en telefonía local, que sea Telmex el único proveedor de la interconexión que requieren forzosamente sus competidores para la terminación de llamadas, y muchos hechos más, duros e incontrovertibles). Los medios están para publicar los anuncios de Telmex, no para juzgar a esa empresa o a su dueño. "Esto tiene que parar" ordena Newell. Sólo se puede juzgar la actividad pública del ingeniero Carlos Slim y de sus empresas en los tribunales. El pueblo está para callar, obedecer y pagarle a las empresas del ingeniero lo que el ingeniero, en su infinita sabiduría, decida que tengamos que pagar.

¿Para qué darle tantas vueltas a las cosas?, ¿para qué esconderse bajo el título de economista?, ¿para qué seguir desprestigiando al liberalismo auténtico, titulando su columna, ¡oh, Dios!, "De convicción liberal"? Era más fácil ir al grano y decir: "Ingeniero Slim: Acuérdese de mí, siempre lo he defendido, jefecito, ¿no me podría considerar como economista de cabecera?".

Ustedes, estimados lectores, ¿qué creen?, ¿se trata de un caso de reblandecimiento cerebral o de reblandecimiento moral?, ¿será acaso que el artículo de Newell es en realidad una habilidosa estratagema irónica que tiene que leerse al revés?

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1 Comentarios:

Anonymous Jose Trinidad dijo...

No Ricardo, es solo uno de los "topos" a que hacías referencia en publicaciones anteriores

Saludos

junio 11, 2009  

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