jueves, 25 de junio de 2009

Indicadores no concluyentes y reivindicación de la escuela austriaca

Todos los días, ya sea que se trate de la economía de Estados Unidos, ya sea que se trate de la economía mexicana o de la economía mundial, recibimos una mezcla de señales que lo mismo sirven para alimentar el pesimismo más sombrío que para alentar las expectativas de una pronta recuperación.

Tomemos el día de hoy el caso de los indicadores más recientes acerca de la actividad económica en Estados Unidos. Hoy, muy temprano, el Departamento de Comercio difundió las cifras revisadas para el PIB del primer trimestre en ese país: una contracción de 5.5 por ciento, que es "mejor" que la estimación previa, también del Departamento de Comercio, que era de una contracción de 5.7 por ciento y "mejor" que la estrepitosa caída de 6.3 por ciento del último trimestre de 2008 - la peor desde 1982.

Pero queda claro, aun cuando haya sido ligeramente "menos mala" que lo previsto, que estamos ante una cifra desalentadora. Y además estamos viendo las cosas con el espejo retrovisor: Esta contracción de 5.5 por ciento NO está sucediendo ahora, ¡fue lo que pasó en los tres primeros meses del año, y ya estamos por empezar, casi, la segunda mitad de 2009! En el entorno actual este dato "fresco" ya es viejo.

Las cosas no son más concluyentes, empero, si nos referimos a cifras más "nuevas", como las solicitudes de seguro de desempleo. En la última semana fueron, según el Departamento del Trabajo, 15 mil solicitudes más que una semana antes, para llegar a 627 mil. Un dato para abonar el terreno de los pesimistas.

Sin embargo, también hay cifras recientes para sostener las esperanzas en el campo de los optimistas, por ejemplo: el sorpresivo incremento de las órdenes de compra de bienes de consumo duradero durante mayo, por no hablar de los signos de estabilización de los precios, aquí y allá, en el mercado de la vivienda.

Los indicadores, en resumen, no son concluyentes. Cuidado, pues, con las previsiones instantáneas que todos nos vemos tentados, impelidos diría yo, a hacer.

Lo poco que sí podemos saber: 1. La recuperación será lenta, gradual, y no estará exenta de titubeos y contramarchas. 2. La recuperación será desigual en términos de países y de sectores de actividad, 3. En el horizonte ya se ven otros nubarrones preocupantes que no tienen su origen en la recesión, sino en los desesperados esfuerzos para combatirla mediante la expansión monetaria y la expansión fiscal.

En mi opinión, este último punto - un futuro de tremendas presiones inflacionarias en el mundo - es el más atemorizante y el punto acerca del cual podemos tener mayor certeza. El miedo a la recesión - una constante de la actuación de políticos y gobiernos - nos está costando, otra vez, muy caro.

Al final estamos viviendo, de forma trágica, la reivindicación de Hayek, y de la escuela austriaca en general, por encima de Keynes, por supuesto, y hasta de Friedman y los monetaristas. Pero eso merece otro comentario en el futuro próximo.

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