Lo bueno y lo malo de un desplegado insólito
Es insólito que el Grupo Televisa, mediante un desplegado en los periódicos nacionales, responda a las acusaciones de sus detractores. Por eso el desplegado publicado hoy en varios diarios nacionales es noticia: rompe una estrategia de comunicación institucional de décadas que consistía en desdeñar las críticas (una forma del mexicanísimo "ninguneo" apalancada en el inmenso poder de penetración que tuvo la televisión abierta en México, tanto en los años del monopolio como en los años más recientes del acuerdo de reparto del mercado entre dos, que pactaron con Azteca a partir de 1998 aproximadamente).
Más insólito es que el desplegado se dedique específicamente a dos detractores consuetudinarios de la televisora: Carmen Aristegui y Jenaro Villamil. (Empleo intencionalmente el adjetivo "detractor", que implica reconocer que los actos del sujeto persiguen una finalidad de ataque destructivo, en lugar de usar el adjetivo "crítico"). Debe admitirse que Televisa ha elegido bien el blanco de su enojo: Ni Carmen, ni Villamil son ejemplos de rigor periodístico, de investigación objetiva o de ejercicio imparcial del periodismo. Aun así, esta insólita jugada de Televisa no deja de tener sus riesgos para la televisora, ya que es previsible que la cofradía "progre" de este país inmediatamente cerrará filas con las pobres "víctimas" de la "malvada" televisora. Además, tiene otro gran costo evidente: Le hacen propaganda gratuita al dichoso libro de Villamil, que de otra manera habría pasado desapercibido para millones de mexicanos.
Lo bueno del desplegado: 1. Televisa se bajó de su pedestal (señal, tal vez, de que ha perdido, gracias entre otras bendiciones a la Internet y a la televisión de paga, el poder que tuvo en el pasado para "imponer su agenda") y hoy tiene que defenderse de las calumnias casi como cualquier mortal.
2. Siempre es bueno que se desenmascaren mentiras y el desplegado de Televisa desenmascara algunas de las propaladas por la secta retro-progresista a la que pertenecen Aristegui y Villamil; otras de las supuestas mentiras, por ejemplo lo que se refiere al apoyo que Televisa ofrece a la carrera política de Enrique Peña Nieto, no son mentiras sino probables verdades que la defectuosa investigación de Villamil y los juicios gratuitos de Aristegui no han podido comprobar.
3. El desplegado es el acta de defunción de la ambigua relación amor-odio que han sostenido en los últimos años Televisa y Andrés López Obrador. Sin lanzarse directamente contra López (a quien ya hasta sus antiguos amigos y aliados están viendo como lo que siempre ha sido: un obseso del poder con graves perturbaciones mentales) han dejado por los suelos a dos de los más fieles y obcecados escuderos del tabasqueño.
Lo malo del desplegado: 1. Televisa no es precisamente un dechado de credibilidad. Para tirar piedras hay que tener la casa de cristal, 2. El mensaje central de todo el asunto podría quedar sólo en un aviso de cambio de patrocinadores, algo que retrata magistralmente la caricatura de Paco Calderón difundida hoy: Habiendo Gaviota, ¿para qué queremos a un presidente patito? Reflexión que Paco en letra muy pequeña, junto a su firma, expresa con la típica anfibología del albur mexicano: "Al haber gaviotas..."
Más insólito es que el desplegado se dedique específicamente a dos detractores consuetudinarios de la televisora: Carmen Aristegui y Jenaro Villamil. (Empleo intencionalmente el adjetivo "detractor", que implica reconocer que los actos del sujeto persiguen una finalidad de ataque destructivo, en lugar de usar el adjetivo "crítico"). Debe admitirse que Televisa ha elegido bien el blanco de su enojo: Ni Carmen, ni Villamil son ejemplos de rigor periodístico, de investigación objetiva o de ejercicio imparcial del periodismo. Aun así, esta insólita jugada de Televisa no deja de tener sus riesgos para la televisora, ya que es previsible que la cofradía "progre" de este país inmediatamente cerrará filas con las pobres "víctimas" de la "malvada" televisora. Además, tiene otro gran costo evidente: Le hacen propaganda gratuita al dichoso libro de Villamil, que de otra manera habría pasado desapercibido para millones de mexicanos.
Lo bueno del desplegado: 1. Televisa se bajó de su pedestal (señal, tal vez, de que ha perdido, gracias entre otras bendiciones a la Internet y a la televisión de paga, el poder que tuvo en el pasado para "imponer su agenda") y hoy tiene que defenderse de las calumnias casi como cualquier mortal.
2. Siempre es bueno que se desenmascaren mentiras y el desplegado de Televisa desenmascara algunas de las propaladas por la secta retro-progresista a la que pertenecen Aristegui y Villamil; otras de las supuestas mentiras, por ejemplo lo que se refiere al apoyo que Televisa ofrece a la carrera política de Enrique Peña Nieto, no son mentiras sino probables verdades que la defectuosa investigación de Villamil y los juicios gratuitos de Aristegui no han podido comprobar.
3. El desplegado es el acta de defunción de la ambigua relación amor-odio que han sostenido en los últimos años Televisa y Andrés López Obrador. Sin lanzarse directamente contra López (a quien ya hasta sus antiguos amigos y aliados están viendo como lo que siempre ha sido: un obseso del poder con graves perturbaciones mentales) han dejado por los suelos a dos de los más fieles y obcecados escuderos del tabasqueño.
Lo malo del desplegado: 1. Televisa no es precisamente un dechado de credibilidad. Para tirar piedras hay que tener la casa de cristal, 2. El mensaje central de todo el asunto podría quedar sólo en un aviso de cambio de patrocinadores, algo que retrata magistralmente la caricatura de Paco Calderón difundida hoy: Habiendo Gaviota, ¿para qué queremos a un presidente patito? Reflexión que Paco en letra muy pequeña, junto a su firma, expresa con la típica anfibología del albur mexicano: "Al haber gaviotas..."
Etiquetas: "izquierda" retrógrada, calumnia, periodismo progre, Televisa, Televisión Azteca, televisión y radio
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal