jueves, 30 de julio de 2009

Obama, ¿se acabó el encanto?

La portada de The Economist que empezó a circular hoy dice que ha llegado el momento decisivo para el futuro de la presidencia de Barack Obama: "Crunch time", casi "the end of the game" como define el diccionario Webster.

Es impresionante cómo ha caído la popularidad de este personaje en sólo seis meses. Hoy su aceptación popular, según las encuestas, no es mayor que la que tenían George W. Bush o Richard Nixon seis meses después de haber iniciado, cada cual, su segundo periodo.

Los reveses principales, pero no los únicos, han sido en el asunto de la reforma al sistema de salud y en la promoción de una "novedosa" política energética "verde" en la cual Estados Unidos sería - al decir de Obama- uno de los más decididos y audaces cruzados en contra del calentamiento global y la emisión de gases de efecto invernadero. Ambas cosas cuestan mucho dinero público y tendrán, en el mejor de los casos, beneficios inciertos. Malos negocios a los ojos de una sociedad que se ha propuesto ser más frugal y menos soñadora. A "The Economist" le faltó destacar, me parece, el desencanto que produjo también la obvia intromisión de Obama para rescatar a GM y a Chrysler de las cenizas de su declaración de quiebra o concurso mercantil. Otra vez, un mal negocio, dispendioso, con dinero público.

Obama, como dice el semanario británico, fue excelente para proponer ideales y metas sublimes, pero gobernar es asunto de detalles. Prosa no poesía. Poner ladrillos, no dibujar castillos en el aire.

Por si fuese poco, dos mujeres de su propio partido, Hillary Clinton y Nancy Pelosi - la vociferante y populista líder de los demócratas en la Cámara de Representantes-, le han dado y le seguirán dando dolores de cabeza a Obama, quien sin embargo no puede distanciarse de ellas, sin perder al mismo tiempo apoyos importantes dentro de su partido.

Esta es, presentada al vuelo y en desorden, la visión del semanario británico.

Desde hace muchas semanas, un analista mexicano, Eduardo García Gaspar, había planteado en su sitio de Internet, ContraPeso.info, esta historia del sonoro desencanto que provocaría Obama, con argumentos y símiles que vale la pena leer aquí.

Y cito:

La impresión que tengo de Obama es una combinación que los mexicanos entienden muy bien. Obama tiene rasgos de Fox, el que creyó que ya en la presidencia la campaña electoral debía seguir. Y tienen rasgos de López Obrador, el que todo lo resuelve con más gobierno gastando más.


¡Ay!, eso sí duele.

Etiquetas:

2 Comentarios:

Blogger Artemio Estrella dijo...

¿Oportunidad para quién?

Me estoy dando cuenta que la sociedad norteamericana no le endilga toda la cuenta al anterior presidente (como sucede en México, por ejemplo)

Los norteamericanos esperan que el actual lo resuelva, sino puede, pues entonces el que viene.

Hacía dónde estarán volteando ahora los gringos, ¿algunos estarán reconociendo su grave error democrático?

Para quién será la oportunidad, ¿para los demócratas de centro?, ¿para los republicanos?, ¿para Ron Paul?

Aún no creo que sea el fin de Obama, va a seguir dando guerra. La vía formal no le está funcionando del todo; ya dio muestra de que puede utilizar tácticas latinoamericanas para tomar el poder. Sus siguientes pasos, según yo, movilizar a la gente y a los sindicatos; claro, no de la forma burda como se hace por estos lares, pero de que los va a movilizar, es un hecho, creo yo.

Obama va a comenzar a ejercer poder desde el pedestal populista, haciendo ver a los congresistas como enemigos del pueblo y de las clases más necesitadas. Si hacer campaña le funcionó alguna vez, volverá a hacer campaña. ¿Hugo Chávez no hace campaña todo el tiempo?, lo hace, hace campaña y no gobierna, por eso le funciona.

Yo no compararía a Obama con Fox. A Fox lo taponearon los priístas como una táctica de desprestigio hacía Fox (les resultó al revés). En cambio los congresistas norteamericanos taponean a Obama, porque los congresistas no se quieren desprestigiar ante sus electores en cada Estado. Por otro lado, Fox, a pesar de que no fue lo esperado, no abusó de su poder y en cambio dejó a México en una relativa estabilidad (lo cual agradezco hoy día)

Ya quisieran los gringos a un Ernesto Zedillo, a un Fox o ya de perdida a un Felipillo. Pero no, ellos quisieron a su López Obrador.

agosto 01, 2009  
Anonymous Eduardo García Gaspar dijo...

Gracias por la cita de una de mis columnas. El caso de Obama es quizá parte del ciclo de encanto-desencanto que sufren gobernantes. Del encanto electoral pasan al desencanto en el gobierno. Es una percepción de "no era lo que se esperaba" y sucede con, me imagino todos, aunque en variedad de intensidades más fáciles de ver cuando no se tienen preferencias personales por ninguno. Saludos.

febrero 17, 2011  

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal