La crisis como negocio político
Un dato para la reflexión: Ni por asomo, como ha demostrado con toda sencillez el profesor Allan Meltzer, la actual recesión puede equipararse con la Gran Depresión 1929-1932, ni con su segunda parte de 1937-1938.
Los datos son elocuentes y reproduzco lo esencial del cuadro elaborado por Meltzer y publicado el lunes en The Wall Street Journal:
Gran Depresión (parte dos) 1937-1938: Duró sólo 13 meses pero la caída real del PIB fue de 18.2 por ciento, el desempleo alcanzó una tasa de 20 por ciento de la población económicamente activa y la producción industrial se desplomó 32.4 por ciento. ESO ES UNA DEPRESIÓN ECONÓMICA.
Recesión 2007-2009: Ha durado aproximadamente 18 meses, la caída real del PIB ha sido de 3.8 por ciento, el desempleo ha llegado a una tasa de 9.5 por ciento de la población económicamente activa y la declinación de la producción industrial ha sido de 16.9 por ciento. ESO NO ES UNA DEPRESIÓN ECONÓMICA, es una recesión más o menos severa.
Como también fueron recesiones severas la de 1973-1975 y la de 1981-1982; la primera de las cuales le parece al profesor Meltzer muy similar a la actual, en profundidad y duración, así como en expectativas de recuperación lenta, gradual y no exenta de retrocesos.
Después del dato, las reflexiones.
Primera reflexión: ¿Por qué, entonces, tantos economistas, medios de comunicación, negociantes y políticos insisten en hacer la analogía con la Gran Depresión?
Meltzer explora varias razones posibles para explicar esta falsificación (que consiste en algo así como "vender una catástrofe"), que tienen que ver con la conveniencia política, los negocios vinculados a los recursos fiscales y la ideología.
Resumo a mi modo, y bajo mi exclusiva responsabilidad, las conjeturas de Allan Meltzer en esas tres vertientes que se me ocurren (pongo desde luego mucho de mi cosecha, pero ruego a los lectores que lean el artículo original del profesor Meltzer que explica cien veces mejor las cosas y que pueden encontrar en este vínculo).
1. Conveniencia política: Al gobierno de Barack Obama le conviene dramatizar la crisis porque en esa medida podrá venderse como el gran gobierno que nos rescató de la catástrofe; adicionalmente, una lectura escandalosa de la crisis es útil para justificar una mayor intervención del gobierno en la economía - lo que forma parte de la agenda política de los "progres" estadounidenses, para quienes Obama es un símbolo heroico, una reencarnación de F. D. Roosevelt- y para apuntalar a los grupos que tradicionalmente han sostenido al Partido Demócrata, como los sindicatos de la industria automotriz y los sindicatos de maestros, entre otros.
2. Negocios vinculados a los recursos fiscales: Los paquetes multimillonarios de estímulos no suelen llegar a los consumidores comunes y corrientes sino a los negociantes bien enchufados con el Congreso y con la Casa Blanca, o con los gobiernos locales. Los esfuerzos titánicos para levantar a la industria de los automotores tradicional- que no para reformarla para que se haga más productiva- han derramado miles de millones de dólares para las empresas y para los intermediarios. Y atención: Estos "exitosos" programas, como el de bonificar con dinero público la entrega de autos chatarra como enganche para adquirir vehículos nuevos, se está haciendo a cambio de sacrificar las ventas que la propia regeneración del mercado (sin necesidad de la mano interventora del gobierno) provocaría en el futuro una vez recuperado el ritmo de crecimiento.
3.Ideología. Los Paul Krugman de este mundo que claman por más estímulos fiscales ven en esta crisis la oportunidad de reivindicar el keynesianismo más trasnochado. No entienden, dice Meltzer, que históricamente los estímulos fiscales han fracasado en su intento de reactivar la demanda de un modo permanente. El mercado puede más, el mercado sabe más y el mercado lo hace mucho mejor (el mercado, por si alguien lo ignora, somos las personas libres tomando decisiones, como ahorrar, comprar, vender, producir, invertir o esperar; no es una oscura fuerza maligna que conspira por las noches). Los medios, infestados literalmente de keynesiansmo ramplón (incluidos los medios supuestamente especializados en economía y finanzas), se hacen eco de esta presunta y anhelante victoria del Estado sobre el mercado.
Segunda reflexión: La recuperación ya empezó como parte de un proceso de destrucción creativa y regeneración que invariable y cíclicamente hacen los mercados para corregir excesos. La recuperación ha empezado incluso antes de que los multimillonarios recursos fiscales lleguen a dar resultados e incluso antes de que se hayan ejercido en su totalidad.
El problema será cuando la relajación fiscal y monetaria - en Estados Unidos y en el Reino Unido, principalmente- pase su factura. La recuperación se frustrará o, al menos, se hará más penosa por los serios obstáculos que deberá sortear.
Los datos son elocuentes y reproduzco lo esencial del cuadro elaborado por Meltzer y publicado el lunes en The Wall Street Journal:
Gran Depresión (parte dos) 1937-1938: Duró sólo 13 meses pero la caída real del PIB fue de 18.2 por ciento, el desempleo alcanzó una tasa de 20 por ciento de la población económicamente activa y la producción industrial se desplomó 32.4 por ciento. ESO ES UNA DEPRESIÓN ECONÓMICA.
Recesión 2007-2009: Ha durado aproximadamente 18 meses, la caída real del PIB ha sido de 3.8 por ciento, el desempleo ha llegado a una tasa de 9.5 por ciento de la población económicamente activa y la declinación de la producción industrial ha sido de 16.9 por ciento. ESO NO ES UNA DEPRESIÓN ECONÓMICA, es una recesión más o menos severa.
Como también fueron recesiones severas la de 1973-1975 y la de 1981-1982; la primera de las cuales le parece al profesor Meltzer muy similar a la actual, en profundidad y duración, así como en expectativas de recuperación lenta, gradual y no exenta de retrocesos.
Después del dato, las reflexiones.
Primera reflexión: ¿Por qué, entonces, tantos economistas, medios de comunicación, negociantes y políticos insisten en hacer la analogía con la Gran Depresión?
Meltzer explora varias razones posibles para explicar esta falsificación (que consiste en algo así como "vender una catástrofe"), que tienen que ver con la conveniencia política, los negocios vinculados a los recursos fiscales y la ideología.
Resumo a mi modo, y bajo mi exclusiva responsabilidad, las conjeturas de Allan Meltzer en esas tres vertientes que se me ocurren (pongo desde luego mucho de mi cosecha, pero ruego a los lectores que lean el artículo original del profesor Meltzer que explica cien veces mejor las cosas y que pueden encontrar en este vínculo).
1. Conveniencia política: Al gobierno de Barack Obama le conviene dramatizar la crisis porque en esa medida podrá venderse como el gran gobierno que nos rescató de la catástrofe; adicionalmente, una lectura escandalosa de la crisis es útil para justificar una mayor intervención del gobierno en la economía - lo que forma parte de la agenda política de los "progres" estadounidenses, para quienes Obama es un símbolo heroico, una reencarnación de F. D. Roosevelt- y para apuntalar a los grupos que tradicionalmente han sostenido al Partido Demócrata, como los sindicatos de la industria automotriz y los sindicatos de maestros, entre otros.
2. Negocios vinculados a los recursos fiscales: Los paquetes multimillonarios de estímulos no suelen llegar a los consumidores comunes y corrientes sino a los negociantes bien enchufados con el Congreso y con la Casa Blanca, o con los gobiernos locales. Los esfuerzos titánicos para levantar a la industria de los automotores tradicional- que no para reformarla para que se haga más productiva- han derramado miles de millones de dólares para las empresas y para los intermediarios. Y atención: Estos "exitosos" programas, como el de bonificar con dinero público la entrega de autos chatarra como enganche para adquirir vehículos nuevos, se está haciendo a cambio de sacrificar las ventas que la propia regeneración del mercado (sin necesidad de la mano interventora del gobierno) provocaría en el futuro una vez recuperado el ritmo de crecimiento.
3.Ideología. Los Paul Krugman de este mundo que claman por más estímulos fiscales ven en esta crisis la oportunidad de reivindicar el keynesianismo más trasnochado. No entienden, dice Meltzer, que históricamente los estímulos fiscales han fracasado en su intento de reactivar la demanda de un modo permanente. El mercado puede más, el mercado sabe más y el mercado lo hace mucho mejor (el mercado, por si alguien lo ignora, somos las personas libres tomando decisiones, como ahorrar, comprar, vender, producir, invertir o esperar; no es una oscura fuerza maligna que conspira por las noches). Los medios, infestados literalmente de keynesiansmo ramplón (incluidos los medios supuestamente especializados en economía y finanzas), se hacen eco de esta presunta y anhelante victoria del Estado sobre el mercado.
Segunda reflexión: La recuperación ya empezó como parte de un proceso de destrucción creativa y regeneración que invariable y cíclicamente hacen los mercados para corregir excesos. La recuperación ha empezado incluso antes de que los multimillonarios recursos fiscales lleguen a dar resultados e incluso antes de que se hayan ejercido en su totalidad.
El problema será cuando la relajación fiscal y monetaria - en Estados Unidos y en el Reino Unido, principalmente- pase su factura. La recuperación se frustrará o, al menos, se hará más penosa por los serios obstáculos que deberá sortear.
Etiquetas: Allan H. Meltzer, desperdicio de recursos públicos, keynesianismo para negociantes abusadillos, keynesianismo simplón, la gran depresión, Paul Krugman, recuperación
2 Comentarios:
De acuerdo con Meltzer.
Es un buen artículo pero no llega al fondo. Una crisis que, como acepta el mismo Meltzer, fue más profunda por no salvar a Lehman, no se parece a la recesión anterior como pretende hacerlo parecer. La crisis de profundidad similar, con la que compara ésta, no requirió de intervenciones de liquidez masivas, ni se expropiaron bancos y aseguradoras. Tampoco se generalizó a nivel mundial. Ni tuvo el impacto devastador que están experimentando diversas economías europeas. Como tanto analista de los EU, en este último aspecto resulta igual de rancherito que la mayoría de sus compatriotas. A propósito, ahora todo mundo nos endilga que los EU se llaman ¡América!
La magnitud de las líneas de crédito que han otorgado los bancos centrales es monumental, sin ellas estaríamos ante un desplome parecido al de los 30’s. Ese hecho central no se escapa a un economista de la talla de Meltzer y llama la atención que no lo mencione.
Es una lástima que escriba con ese sesgo porque debilita un mensaje de gran valor: que lo que hace el gobierno de EU, o no sirve, o es contraproducente.
PG
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