No fue tersa, pero funcionó
Este país está cambiando. Para bien.
Los poderosos, los muy poderosos, los que parecían invencibles, también pueden ser derrotados.
Se que, para muchos, frases como las anteriores se considerarán una ingenuidad o, peor todavía, una cínica provocación. No son ni candor, ni sarcasmo. Dan cuenta de cómo funcionó ayer, de forma a veces ríspida y a veces titubeante, ese arreglo institucional que llamamos Senado de la República. Funcionó bien.
Quien se haya tomado la molestia de ver y escuchar la larga sesión de ayer, que culminó con la aprobación de la ley de ingresos de la Federación para 2010 y todos sus apéndices, habrá extraído muchas enseñanzas, la principal de las cuales es:
El proceso fue tortuoso, desesperante en más de una ocasión, pero arrojó resultados mucho mejores de los que la mayoría de los observadores habían pronosticado.
Por hoy sólo una conclusión al vuelo:
Al menos dos actores en esta discusión sobrestimaron su propia fuerza, calcularon mal y vieron convertidos sus desplantes de arrogancia en calladas derrotas, no por silenciosas menos contundentes. ¿Quiénes son esos dos actores?
El primero es Manlio Fabio Beltrones, quien ejerce como líder de los senadores del PRI. La estratagema de obligar al Ejecutivo a casi suplicar la colaboración de los senadores del PRI para sacar adelante lo sustancial del proyecto (que ya había sido aprobado por el PRI y el PAN en la Cámara de Diputados), y después, a la hora de la verdad, optar por una bochornosa abstención (digamos: pretender eludir los costos, pero lograr que se aprobasen mayores recursos fiscales de los cuales se beneficiará en especial su partido) falló por completo. Esos recursos les van a costar muy caro.
No ganó Beltrones ni el aplauso popular, ni la etiqueta de liderazgo responsable, ni la de político confiable y ni siquiera cumplió con eficacia la tarea de dispensar, desde la tarea legislativa, favores previamente prometidos: A la postre, la adición en la Ley Federal de Derechos del artículo 244-E que exentaba del pago al Estado de la contraprestación debida por el uso de espectro para nuevos actores en la telefonía celular por dos y hasta por tres años, fue desechada.
El segundo derrotado que sobrestimó su propia fuerza, sobre la clase política y sobre la opinión pública, fue el de los intereses de los grandes magnates de este país. Decidieron apostarle todo a sus "enchufes" en el poder legislativo (especialmente, en el Senado pero no sólo ahí, y notoriamente en el PRI y en el PVEM, pero no sólo en esos dos partidos) y a su capacidad para generar "ruido" (distorsiones) a través de los medios, rompieron lanzas en contra del Ejecutivo al que regatearon su colaboración y perdieron: El acotamiento a la consolidación fiscal fue ratificado por el Senado, si bien se suavizaron sus efectos en el tiempo.
El debate en el Senado acerca de la consolidación fiscal fue interesante, intenso y muy revelador de quién es quién a despecho del partido al que pertenezca.
La derrota de los grupos que, por razones obvias, se oponían a este acotamiento de la consolidación fiscal parece demostrar que: Uno, tener la hegemonía de la opinión publicada y de los medios de comunicación tradicionales ya no basta para doblegar a la clase política (la opinión pública no es necesariamente la opinión publicada y patrocinada, y eso lo están aprendiendo los políticos); dos, este país ya tiene una clase empresarial mucho más amplia, diversa, plural e informada de lo que tenía hace 30 años; los presuntos "representantes" empresariales - por ejemplo, CCE - han perdido autoridad moral, además de que muestran una lamentable pobreza intelectual y argumentativa, porque actúan como empleados de un puñado de magnates y no como auténticos voceros del amplísimo y variado conjunto de los emprendedores en México.
La democracia no fue tersa, no fue idílica, mucho menos fue angelical. Pero funcionó. Así pasa en casi todo el mundo. Bienvenidos a la normalidad democrática.
Los poderosos, los muy poderosos, los que parecían invencibles, también pueden ser derrotados.
Se que, para muchos, frases como las anteriores se considerarán una ingenuidad o, peor todavía, una cínica provocación. No son ni candor, ni sarcasmo. Dan cuenta de cómo funcionó ayer, de forma a veces ríspida y a veces titubeante, ese arreglo institucional que llamamos Senado de la República. Funcionó bien.
Quien se haya tomado la molestia de ver y escuchar la larga sesión de ayer, que culminó con la aprobación de la ley de ingresos de la Federación para 2010 y todos sus apéndices, habrá extraído muchas enseñanzas, la principal de las cuales es:
El proceso fue tortuoso, desesperante en más de una ocasión, pero arrojó resultados mucho mejores de los que la mayoría de los observadores habían pronosticado.
Por hoy sólo una conclusión al vuelo:
Al menos dos actores en esta discusión sobrestimaron su propia fuerza, calcularon mal y vieron convertidos sus desplantes de arrogancia en calladas derrotas, no por silenciosas menos contundentes. ¿Quiénes son esos dos actores?
El primero es Manlio Fabio Beltrones, quien ejerce como líder de los senadores del PRI. La estratagema de obligar al Ejecutivo a casi suplicar la colaboración de los senadores del PRI para sacar adelante lo sustancial del proyecto (que ya había sido aprobado por el PRI y el PAN en la Cámara de Diputados), y después, a la hora de la verdad, optar por una bochornosa abstención (digamos: pretender eludir los costos, pero lograr que se aprobasen mayores recursos fiscales de los cuales se beneficiará en especial su partido) falló por completo. Esos recursos les van a costar muy caro.
No ganó Beltrones ni el aplauso popular, ni la etiqueta de liderazgo responsable, ni la de político confiable y ni siquiera cumplió con eficacia la tarea de dispensar, desde la tarea legislativa, favores previamente prometidos: A la postre, la adición en la Ley Federal de Derechos del artículo 244-E que exentaba del pago al Estado de la contraprestación debida por el uso de espectro para nuevos actores en la telefonía celular por dos y hasta por tres años, fue desechada.
El segundo derrotado que sobrestimó su propia fuerza, sobre la clase política y sobre la opinión pública, fue el de los intereses de los grandes magnates de este país. Decidieron apostarle todo a sus "enchufes" en el poder legislativo (especialmente, en el Senado pero no sólo ahí, y notoriamente en el PRI y en el PVEM, pero no sólo en esos dos partidos) y a su capacidad para generar "ruido" (distorsiones) a través de los medios, rompieron lanzas en contra del Ejecutivo al que regatearon su colaboración y perdieron: El acotamiento a la consolidación fiscal fue ratificado por el Senado, si bien se suavizaron sus efectos en el tiempo.
El debate en el Senado acerca de la consolidación fiscal fue interesante, intenso y muy revelador de quién es quién a despecho del partido al que pertenezca.
La derrota de los grupos que, por razones obvias, se oponían a este acotamiento de la consolidación fiscal parece demostrar que: Uno, tener la hegemonía de la opinión publicada y de los medios de comunicación tradicionales ya no basta para doblegar a la clase política (la opinión pública no es necesariamente la opinión publicada y patrocinada, y eso lo están aprendiendo los políticos); dos, este país ya tiene una clase empresarial mucho más amplia, diversa, plural e informada de lo que tenía hace 30 años; los presuntos "representantes" empresariales - por ejemplo, CCE - han perdido autoridad moral, además de que muestran una lamentable pobreza intelectual y argumentativa, porque actúan como empleados de un puñado de magnates y no como auténticos voceros del amplísimo y variado conjunto de los emprendedores en México.
La democracia no fue tersa, no fue idílica, mucho menos fue angelical. Pero funcionó. Así pasa en casi todo el mundo. Bienvenidos a la normalidad democrática.
Etiquetas: México hoy, opinión pública u opinión publicada, partidos políticos, política fiscal, programa económico 2010
3 Comentarios:
Estoy de acuerdo contigo en que la modificación a la consolidación es buena para el país, pero creo que en general el aumentar impuestos (IVA e ISR) se me hace un error garrafal en una época como la que estamos viviendo donde tendríamos que estarle dando mayor posiblidad de compra a los consumidores para así echar a andar la economía, y justo hacemos lo contrario desincentivar a que los mexicanos compren cosas... El famoso boquete se podría resolver disminuyendo el gasto público que en los últimos años ha crecido muchísimo (no tengo el dato exacto, pero en algún lado leí que de 2005 a 2009 ha crecido más de 30%, quizás Ricardo puede confirmar este dato) recortarlo en 2010 no nos afectaría tanto (a los políticos sí, por eso es que nadie habla de bajar el gasto).... Creo que un impuesto como el del 2% de combate a la pobreza por lo menos era innovador al incluir medicinas y alimentos, pero tal como quedó la miscelánea creo que salvo lo de la consolidación, lo demás me parece decepcionante (por si no estaba lo suficientemente decepcionado ya) por parte del Gobierno, PAN y PRI...
Fernando
No estoy seguro que cambie para bien en cada oportunidad, la ley q regula las elecciones no fue precisamente una buena ley. Como sea, escuche en un programa del 11 que para el presupuesto del 2011, no sera tan facil como en esta oportunidad, quiza veamos un impuesto del 2% a alimentos y medicinas... da pena la rapidez con la que se evolucionaria, desde el 2001 se propone (por algo que ya habia sido probado en algunos paises) IVA generalizado, y QUIZA se apruebe algo poco parecido hasta el presupuesto del 2011... patetico
oooooorale, en serio los senadores se portaron como hombres contra las compañías telefónicas????
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