La locura y presunción del déspota benevolente
Al mito del déspota benevolente le suele acompañar, como mito gemelo, el mito del déspota sabelotodo, capaz de suplir con eficacia millones de voluntades libres y obtener resultados “justos” para la sociedad.
Una de las más graves falsedades de los discursos electorales hoy en México, aceptada acríticamente por casi todos, es que la pobreza como tal es el principal problema que debe resolver el gobierno. Error: Estamos confundiendo el síntoma con la enfermedad. El principal problema no es la pobreza, sino la incapacidad para generar riqueza, o peor aún: Cómo erradicar todo aquello que nos lleva a desperdiciar – asignar mal- los recursos.
Detrás de esto hay una paradoja atroz: Aun suponiendo que pueda existir tal maravilla como un déspota de veras benevolente – la expresión “déspota benevolente” la he tomado de James Buchanan- si ése despota está convencido que el problema a resolver es la pobreza, ese déspota con las mejores intenciones del mundo sólo generaría más pobreza, asignando inexorablemente mal los recursos. ¿Por qué? Porque se echaría sobre sus hombros una tarea que ni el más inteligente, ni el más preparado, ni el más visionario de los seres humanos puede hacer con éxito: Conocer y controlar en cada momento y lugar millones de variables impredecibles, decidir por millones de seres humanos cuáles deben ser sus fines particulares en todo momento y lugar, y actuar en consecuencia. Dicho déspota omnisciente debería ser capaz, en este mismo instante, de decidir lo que usted debe hacer y cómo debe hacerlo, al mismo tiempo que debería ser capaz de discernir en forma idéntica – qué deben hacer y cómo- por millones de seres humanos más. Tal déspota no sólo debe tener en la mente el modelo ideal de sociedad igualitaria que promete, sino los millones de diagramas que en cada momento indican previsoramente las consecuencias de los actos de cada cual y la compleja red de interacciones que generan esos actos.
Nuestro déspota debe fijar aquí y ahora el mejor precio de los limones para el consumidor, pero también debe prever que tal precio sea de veras remunerador para quien cultiva los limones y para quien los distribuye, y que tal precio permita reinvertir a los productores (de forma que siga habiendo limones disponibles); deberá discernir además quién debe cultivar limones y en dónde y si el mejor uso de esa tierra es para el cultivo de limones y no para sembrar rábanos o construir sobre ella un hospital o una escuela. Y así hasta el infinito.
Escribió Adam Smith:
“El gobernante que intentase dirigir a los particulares en cuanto a la forma de emplear sus capitales, no sólo echaría sobre sí el cuidado más innecesario, sino que se arrogaría una autoridad que no fuera prudente confiar ni siquiera a Consejo o Senado alguno; autoridad que en ningún lugar sería tan peligrosa como en las manos de un hombre con la locura y la presunción bastantes para imaginarse capaz de ejercerla”.
Decirlo más claro, se antoja imposible.
2 Comentarios:
Le escribo anónimo porque no me acuerdo de la diracción que le puse el otro día. Citar a Adam Smith es un fundamentalismo, porque el fundamentalismo como usted lo sabrá es seguir literalmente un texto sin ponerse a analizar, en un contexto histórico y creativo la potencialidad del texto, y la situación de el presenta histórico etc...Usted lo sabrá mejor porque estudio filosofía. Ahora si a usted le parece que resolver un problema requiere tantas variables inconmensurables, dediquese a otra cosa. Sin números reales el matemático no aprende a sumar ¿o no?. Además se supone que Usted es el experto ¿o no?. No se haga bolas, sea optimista y no extremista (o soñador?)
Con todo respeto
Krauze
A pesar de no haber analizado en un contexto histórico y creativo la potencialidad del texto de Ricardo Medina (a lo mas que llego es a leerlo cotidianamente) debo decir que no estoy de acuerdo en que citar a Adam Smith, a Marx o a quien gusten y manden sea un fudamentalismo.
El citar las palabras de figuras relevantes para abonar a las ideas de un texto es válido y la cita que escogió Ricardo para esta columna es bastante acertada y oportuna.
Ahora bien, Anónimo (o Krauze) nos da una excelente oportunidad de ejemplificar el terrible error que sería permitir que se concentrara el poder para asignar recursos en pocas manos al dicerle a Ricardo: "... si a usted le parece que resolver un problema requiere de tantas variables inconmensurables dedíquese a otra cosa".
Ricardo utiliza recursos para escribir su columna, lo mismo hacen los medios que lo reproducen y las personas que la leen. Todas las partes involucradas reciben un beneficio sobre los recursos que utilizaron llámense tiempo, dinero, ancho de banda, o papel.
Anónimo (o Karuze) que debe ser una persona bien intencionada piensa que Ricardo debería dedicarse a otra cosa porque tiene una opinión distinta a la suya, ¿se imaginan que podría pasar si estuviera en sus manos la asignación de los recursos de Ricardo, de los medios y de los lectores?
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