lunes, 13 de noviembre de 2006

¿Se acabará la maldición del petróleo?

¿Por qué las economías en desarrollo con menor dotación de recursos naturales han tenido un mejor desempeño que las economías en desarrollo con abundantes recursos naturales, como el petróleo? Una tremenda lección de la importancia de los incentivos.


Los abundantes recursos fiscales que México ha obtenido en los últimos años gracias a los precios elevados del petróleo fueron una de las principales causas de la ausencia de reformas estructurales para incrementar la productividad.
Sin tales reformas el crecimiento económico sigue padeciendo una barrera infranqueable. En años afortunados, como el 2000, el crecimiento ha llegado a la soñada cota de siete por ciento anual, pero se trató – como bien pudimos comprobar apenas la economía estadounidense entró en una fase recesiva en 2001- de un registro efímero producto de la acumulación de los beneficios derivados del fuerte crecimiento de la economía estadounidense, que se transmitieron a México gracias a la integración comercial con Estados Unidos.
Son varios los trabajos de investigación en el mundo que han demostrado que la abundancia de recursos naturales – especialmente, petróleo- en gran parte de los países en desarrollo actúan más como una barrera al crecimiento sostenido que como un detonador del mismo.
La razón es clara y la expone el profesor Richard M. Auty, profesor de Geografía Económica en la Universidad de Lancaster en su libro: Resource Abundance and Economic Development (Oxford University Press, diciembre de 2004): Los países con abundantes recursos naturales tienden a engendrar grandes Estados políticos con vastos intereses cuyo objetivo es capturar las rentas que producen tales recursos, a expensas de la coherencia en la formulación y aplicación de políticas públicas.
Se trata de un asunto de incentivos perversos: La abundancia natural genera grandes grupos de poder y de presión – cazadores de rentas- que se convierten en el principal obstáculo a reformas que incrementen la productividad, justo porque tales reformas ponen en riesgo la apropiación de esas rentas exorbitantes.
Por contraste, los países en desarrollo con una pobre dotación de recursos naturales – petróleo, cobre, carbón, tierras fértiles, entre otros- tienen un fuerte incentivo a realizar reformas alineadas al interés de las mayorías pobres; existe una fuerte presión social para generar riqueza a través de mejoras sustanciales en la productividad.
Estas dos trayectorias contrapuestas – países en desarrollo con ricos recursos naturales que incurren en crisis de balanza de pagos y eluden hacer reformas estructurales contra países en desarrollo con una pobre dotación de recursos que hacen reformas y sostienen políticas fiscales y monetarias responsables y prudentes- las ejemplifica Auty con los casos de decenas de países desde 1960 hasta la fecha de publicación de su libro.
A la vista de estos contundentes malos resultados, el relativamente próximo agotamiento de la riqueza petrolera de México no es tan mala noticia. Lo cierto es que la bonanza gratuita nunca es buena consejera.
Ojalá los diputados reflexionaran sobre las grandes ventajas – paradójicas ventajas que parecen ir contra la intuición- de tener restricciones presupuestales de veras duras.

Ver aquí un "paper" de Auty con la misma tesis para los casos de Kazakstán y Uzbekistán.

2 Comentarios:

Blogger Ricardo Medina Macías dijo...

Copio el comentario al respecto de mi amigo FJR, recibido por e-mail:

Ricardo,

El profesor Auty está totalmente correcto pero no ha descubierto nada nuevo. Acuérdate de "The wealth of nations" de Adam Smith, quien compará la colonzación de América del imperio español y la del británico.

Escribió que en aquella época, España tenía el poder naval por lo que no sólo fue capaz de descubrir América sino que también fue capaz de quedarse con ella; sino de toda, si de la meyor y más jugosa parte que incluye los territorios con oro: México y Peru. Las demas potencias de europa se quedaron con las sobras, territorios que sólo ofrecian terrenos para trabajar y cultivar.

España en América, instaló enormes burocracias, altísimos impuestos y una sociedad de proivilegios para llevarse al antiguo continente todas la riquezas que fuera posible.

En el norte, Inglaterra aprovechaba la oportunidad de dar tierra a su gente, instalado un gobierno ínfimo que sólo atendía a la defensa y cuidado de: propiedad, vida y contratos de sus pobladores quienes mantenian dichos servicios públicos con bajísimos impuestos.

Pasó el tiempo, España inundó europa de oro; al final se necesitaba el doble de monedas de oro para comprar un saco de trigo. Sacaron tanto oro que este se devualó y el trabajo productivo se mantuvo, fue entonces cuando Inglaterra tomó el mando de los mares. En un documental vi que unos de los principales motivos por los que la armada invesible perdió fue que la mayoría de los cañones de la marina española no servían por mala calidad. No me queda duda que el fabricante debe de haber sido amigo o pariente del aristócrata que los encargó.

A mediados del siglo 18 escribió Adam Smith que a esta colonia británica, llegaba la gente sin nada y que con trabajo de seis meses a un año, alcanzaban un nivel de vida similar al promedio de europa, dijo que lo único que faltaba en esa región, para ser una potencia similar a europa, era mas gente. En cambio en la Nueva España, se construian palacios y se daban grandes banquetes para algunos pero el resto de la población vivía en extrema pobreza y sin posibilidades de superarla.

Y todo esto que es macro también pasa en lo micro. Tengo amigos que son hijos o nietos de grandes fortunas y por lo mismo no han hecho nada con sus vidas, viven cómodamente entumidos.

noviembre 14, 2006  
Blogger Ricardo Medina Macías dijo...

Y este otro comentario recibido en Asuntos Capitales:

Nombre:Paul Theissen Email:cabritorex@yahoo.com Fecha:2006/11/14
Comentario:
Excelente artículo, ojala y lo leyeran todos los apologistas del estado benefactor y rector de la economía. Quiza sea bueno recordar aquella frase de los veneros que escritura el diablo.

noviembre 15, 2006  

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