"Prohibido asomarse a la ventana"
Una de las más poderosas motivaciones de los alegatos contra la globalización es preservar las utopías a salvo de comparaciones perturbadoras.
Las utopías detestan las ventanas. Los dueños de las utopías – déspotas santificados por alguna ideología fanática- tratan a sus rebaños como los padres excesivamente protectores a sus retoños.
Un cuestionario para padres y maestros de niños pequeños que propone la National Fire Protection Association (NFPA) de Estados Unidos (organización dedicada a promover la seguridad frente a los peligros del fuego, de la electricidad y de los edificios) contiene esta significativa pregunta:
"Si un niño está en el piso de arriba y oye a alguien gritar desde fuera ¿qué debe hacer el niño si la ventana está abierta? A. Mantenerse alejado. B. Asomarse a la ventana para ver". ¿Respuesta correcta? ¡Desde luego que "A"!
Parece una medida de sentido común para proteger a los niños pequeños del peligro. Pero estas advertencias contra la curiosidad y el deseo natural de ver el mundo cuando se aplican a los adultos por parte de algunos gobiernos son aterradoras.
Al término de la Segunda Guerra, Stalin emprendió otro más de sus ciclos de terror y destrucción en contra de los ciudadanos soviéticos. En esa ocasión, ayudado por el fiel y depravado Laurenti Beria, el padrecito Stalin la tomó contra todos los que, a causa de la guerra, hubiesen tenido perniciosos contactos con el exterior: Por ejemplo, los soldados soviéticos que habían combatido fuera de las fronteras y habían visto cosas que no deberían ver en Alemania o en Europa del Este.
Lev Zajárovich Mejlis, comisario del Ejército Rojo y esbirro del aparato de seguridad creado por Stalin, advertía desde antes del fin de la guerra:
"No sólo en la historia de la Unión Soviética, sino en toda la historia de nuestra patria, por vez primera son millones las personas que han viajado al extranjero. Volverán con toda clase cosas. Gran parte de lo que verán no tendrá ningún sentido para nuestro pueblo (…)¿Y qué dirían si llegaran a visitar Norteamérica, con sus rascacielos y su industria?"
Los soldados y oficiales regresaron a la URSS no sólo victoriosos, sino perturbados por los vestigios de prosperidad y libertad que habían entrevisto aun en una Europa devastada. Miles fueron encarcelados, torturados y fusilados por haberse asomado a la ventana.
Hoy los fervientes adversarios de la globalización – que predican cual misioneros la autarquía empobrecedora lo mismo a los pobres de Brasil que a los de Oaxaca- razonan igual que Stalin y sus esbirros: La globalización, la libertad de cruzar fronteras y emigrar así como el libre comercio mundial son abominables: Hacen soñar a esos pobres con la prosperidad y con la libertad.
Por eso también nuestros devaluados predicadores de utopías elaboran cuidadosamente listas de ventanas prohibidas para sus rebaños: tales publicaciones, tales libros, tales periodistas, tales intelectuales.
Hoy como ayer.
Las utopías detestan las ventanas. Los dueños de las utopías – déspotas santificados por alguna ideología fanática- tratan a sus rebaños como los padres excesivamente protectores a sus retoños.
Un cuestionario para padres y maestros de niños pequeños que propone la National Fire Protection Association (NFPA) de Estados Unidos (organización dedicada a promover la seguridad frente a los peligros del fuego, de la electricidad y de los edificios) contiene esta significativa pregunta:
"Si un niño está en el piso de arriba y oye a alguien gritar desde fuera ¿qué debe hacer el niño si la ventana está abierta? A. Mantenerse alejado. B. Asomarse a la ventana para ver". ¿Respuesta correcta? ¡Desde luego que "A"!
Parece una medida de sentido común para proteger a los niños pequeños del peligro. Pero estas advertencias contra la curiosidad y el deseo natural de ver el mundo cuando se aplican a los adultos por parte de algunos gobiernos son aterradoras.
Al término de la Segunda Guerra, Stalin emprendió otro más de sus ciclos de terror y destrucción en contra de los ciudadanos soviéticos. En esa ocasión, ayudado por el fiel y depravado Laurenti Beria, el padrecito Stalin la tomó contra todos los que, a causa de la guerra, hubiesen tenido perniciosos contactos con el exterior: Por ejemplo, los soldados soviéticos que habían combatido fuera de las fronteras y habían visto cosas que no deberían ver en Alemania o en Europa del Este.
Lev Zajárovich Mejlis, comisario del Ejército Rojo y esbirro del aparato de seguridad creado por Stalin, advertía desde antes del fin de la guerra:
"No sólo en la historia de la Unión Soviética, sino en toda la historia de nuestra patria, por vez primera son millones las personas que han viajado al extranjero. Volverán con toda clase cosas. Gran parte de lo que verán no tendrá ningún sentido para nuestro pueblo (…)¿Y qué dirían si llegaran a visitar Norteamérica, con sus rascacielos y su industria?"
Los soldados y oficiales regresaron a la URSS no sólo victoriosos, sino perturbados por los vestigios de prosperidad y libertad que habían entrevisto aun en una Europa devastada. Miles fueron encarcelados, torturados y fusilados por haberse asomado a la ventana.
Hoy los fervientes adversarios de la globalización – que predican cual misioneros la autarquía empobrecedora lo mismo a los pobres de Brasil que a los de Oaxaca- razonan igual que Stalin y sus esbirros: La globalización, la libertad de cruzar fronteras y emigrar así como el libre comercio mundial son abominables: Hacen soñar a esos pobres con la prosperidad y con la libertad.
Por eso también nuestros devaluados predicadores de utopías elaboran cuidadosamente listas de ventanas prohibidas para sus rebaños: tales publicaciones, tales libros, tales periodistas, tales intelectuales.
Hoy como ayer.
2 Comentarios:
COMENTARIOS A ESTA ENTRADA RECIBIDOS EN "ASUNTOS CAPITALES":
Ramón Mier Email: moncho7@yahoo.com Fecha: 11/2/2006
Comentario:
Hay dos tipos de muros, los que se levantan para impedir la entrada y los que se levantan para impedir la salida. Quien levanta muros para impedir la entrada necesariamente pone ventanas para que quienes están adentro puedan ver el peligro que los amenaza. Quienes levantan muros para impedir la salida no lo hacen, no quieren que los que están dentro encuentren en lo que ven esperanza.
Nombre: Miguel A. Romero Email: romeromiguelangel@gmail.com Fecha: 11/2/2006
Comentario:
Es el horizonte ideologico en el que estan lo que provoca que sigan con esas ideas. Se trata de "pelear" contra el capitalismo desde afuera. Sin embargo todos fuman marlboro, usan camisas nike, gorras adidas, tennis converse; es un disparate ideologico. Son toda una novela de quejosos y sin quehaceres.
Efectivamente, fuman marlboro, Tiffany les da la hora y usan "pants" adidas como los ahora usa el comandante Fidel en lugar de su monocromático trajecito militar.
Quizás no se dan cuenta del disparate idológico porque para ellos esos objetos no son producto del "capitalismo" son (parafraseando a Ayn Rand) fenómenos, como los rayos, algo que simplemente ocurre en la naturaleza.
Ven el árbol, pero no la semilla ni las conidicones y esfuerzos que hacen falta para que ésta llegue a convertirse en un árbol.
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