domingo, 14 de septiembre de 2008

El crédito y la productividad (12 de agosto)

El crecimiento del crédito puede ser una formidable palanca para el desarrollo, pero también puede ser la ruina de cientos de proyectos productivos y el detonante de una crisis sistémica. La diferencia entre uno y otro escenario estriba en evaluar la productividad de los proyectos.



Como reportó El Economista el lunes 11 de agosto, muchos bancos mexicanos están incrementando sus provisiones ante un aumento de la cartera vencida, especialmente del crédito al consumo. Sin embargo, también hay que atender lo que pasa con el crédito a las empresas.

No hace mucho, algunos banqueros decían con optimismo que un aumento de la cartera vencida es la consecuencia inevitable, y manejable, de bancarizar; proceso por el cual, define el diccionario, se propicia que cada vez más actividades sociales y económicas se realicen a través de la banca.

Tal "argumento" es falaz, ya que pasa por alto que la cartera vencida es un cociente del total de los créditos, un número relativo y no absoluto; por lo tanto, un alza significativa de la cartera vencida no se explica porque aumentó el monto total del crédito otorgado sino porque aumentó la proporción de créditos de baja calidad respecto del total.

El problema de la cartera vencida tiene que ver con una de las más grandes carencias que padece la economía mexicana: el desdén hacia la productividad.

No pocos acreditados creen que obtener un crédito significa que los bancos ya han hecho una evaluación de la productividad de los proyectos y los han encontrado satisfactorios. Error. Los bancos en México evalúan las garantías y los colaterales del solicitante de crédito, no la productividad de los proyectos (o la racionalidad de quienes consumen a crédito).

El negocio de los bancos no es el negocio de los acreditados. Son estos últimos los que deberían evaluar, en términos de la productividad que se obtendrá o no de los recursos, si vale la pena contraer un pasivo.

Por lo demás, no es extraño ese desdén hacia la productividad en un país en el que persisten grandes mercados en los cuales no hay competencia, sino arreglos mercantilistas para la apropiación de excedentes que corresponderían al consumidor; y en un país en el que la clase política parece incapaz de entender algo tan obvio como la productividad negativa (desperdicio) de gastar el dinero público para que el Estado opere refinerías de petróleo.

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