miércoles, 22 de julio de 2009

"Asqueado de todo esto..."

Por favor, no dejen de leer este comentario, "La historia no me absolverá", del periodista José Maria Siles, en su blog: (El Blog de José María Siles), corresponsal o ex-corresponsal de Televisa al que le solicitaron "cubrir" unas relevantes, históricas, cruciales y decisivas actividades de Enrique Peña Nieto en Estambúl.

¡Qué verguenza!

Recuerdo una hermosa versión que hizo Gabriel Zaid de un soneto de Shakespeare que dice:

Lectura de Shakespeare
(SONETO 66)


Asqueado de todo esto, me resisto a vivir.
Ver la Conciencia forzada a mendigar
y la Esperanza acribillada por el Cinismo
y la Pureza temida como una pesadilla
y la Inquietud ganancia de pescadores
y la Fe derrochada en sueños de café
y nuestro Salvajismo alentado como Virtud
y el Diálogo entre la carne y las bayonetas
y la Verdad tapada con un Dedo
y la Estabilidad oliendo a establo
y la Corrupción, ciega de furia, a dos puños: con espada
y balanza

Asqueado de todo esto, preferiría morir,
de no ser por tus ojos, María,
y por la patria que me piden.

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miércoles, 24 de junio de 2009

Lo bueno y lo malo de un desplegado insólito

Es insólito que el Grupo Televisa, mediante un desplegado en los periódicos nacionales, responda a las acusaciones de sus detractores. Por eso el desplegado publicado hoy en varios diarios nacionales es noticia: rompe una estrategia de comunicación institucional de décadas que consistía en desdeñar las críticas (una forma del mexicanísimo "ninguneo" apalancada en el inmenso poder de penetración que tuvo la televisión abierta en México, tanto en los años del monopolio como en los años más recientes del acuerdo de reparto del mercado entre dos, que pactaron con Azteca a partir de 1998 aproximadamente).

Más insólito es que el desplegado se dedique específicamente a dos detractores consuetudinarios de la televisora: Carmen Aristegui y Jenaro Villamil. (Empleo intencionalmente el adjetivo "detractor", que implica reconocer que los actos del sujeto persiguen una finalidad de ataque destructivo, en lugar de usar el adjetivo "crítico"). Debe admitirse que Televisa ha elegido bien el blanco de su enojo: Ni Carmen, ni Villamil son ejemplos de rigor periodístico, de investigación objetiva o de ejercicio imparcial del periodismo. Aun así, esta insólita jugada de Televisa no deja de tener sus riesgos para la televisora, ya que es previsible que la cofradía "progre" de este país inmediatamente cerrará filas con las pobres "víctimas" de la "malvada" televisora. Además, tiene otro gran costo evidente: Le hacen propaganda gratuita al dichoso libro de Villamil, que de otra manera habría pasado desapercibido para millones de mexicanos.

Lo bueno del desplegado: 1. Televisa se bajó de su pedestal (señal, tal vez, de que ha perdido, gracias entre otras bendiciones a la Internet y a la televisión de paga, el poder que tuvo en el pasado para "imponer su agenda") y hoy tiene que defenderse de las calumnias casi como cualquier mortal.

2. Siempre es bueno que se desenmascaren mentiras y el desplegado de Televisa desenmascara algunas de las propaladas por la secta retro-progresista a la que pertenecen Aristegui y Villamil; otras de las supuestas mentiras, por ejemplo lo que se refiere al apoyo que Televisa ofrece a la carrera política de Enrique Peña Nieto, no son mentiras sino probables verdades que la defectuosa investigación de Villamil y los juicios gratuitos de Aristegui no han podido comprobar.

3. El desplegado es el acta de defunción de la ambigua relación amor-odio que han sostenido en los últimos años Televisa y Andrés López Obrador. Sin lanzarse directamente contra López (a quien ya hasta sus antiguos amigos y aliados están viendo como lo que siempre ha sido: un obseso del poder con graves perturbaciones mentales) han dejado por los suelos a dos de los más fieles y obcecados escuderos del tabasqueño.

Lo malo del desplegado: 1. Televisa no es precisamente un dechado de credibilidad. Para tirar piedras hay que tener la casa de cristal, 2. El mensaje central de todo el asunto podría quedar sólo en un aviso de cambio de patrocinadores, algo que retrata magistralmente la caricatura de Paco Calderón difundida hoy: Habiendo Gaviota, ¿para qué queremos a un presidente patito? Reflexión que Paco en letra muy pequeña, junto a su firma, expresa con la típica anfibología del albur mexicano: "Al haber gaviotas..."

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lunes, 9 de febrero de 2009

La primera alharaca electoral

Me enteré por los periódicos de la primera de las alharacas de la temporada electoral 2009. Es decir, del asunto de los anuncios electorales y electoreros que las dos cadenas de televisión abierta, en cumplimiento formalista de la ley, le endilgaron a los desprevenidos que tele-presenciaban unos partidos de futbol soccer y algún partido de futbol americano durante el fin de semana del 31 de enero y el primer día de febrero.

Jamás vi ni escuché las dichosas piezas de propaganda porque no se me ocurrió sentarme frente a la televisión para presenciar esos espectáculos. Esa indolencia – a ver si no me regaña el senador Manlio Fabio Beltrones, a quien le gusta ser el azote de los indolentes de este país – me privó no sólo de muchas emociones "deportivas", sino de ver y escuchar los mensajes electorales y electoreros que – dicen - me habrían servido como preparación emocional e intelectual para llegar a las urnas en el verano lleno de información pertinente, ideas luminosas y convicciones patrióticas, a depositar mi voto por tal o cual personaje.

Por mí las televisoras pueden programar lo que les de la gana, con los anuncios que les de la gana (o los que les mande una ley electoral hecha por una asamblea de lobotomizados) sin efecto alguno sobre mis decisiones electorales. Es posible que todavía haya personas sobre las cuales un anuncio de televisión ejerza el influjo suficiente para obligarles a comprar "X" o votar "Z". No es mi caso, ni el de la mayoría de las personas que conozco. Pero los legisladores, los políticos y los dueños de las televisoras siguen creyendo que la televisión tiene propiedades milagrosas para convencer, inducir, hipnotizar y vencer. Allá ellos.

Esta primera alharaca de la temporada electoral demuestra: 1. Que en México se gasta una barbaridad de dinero público partiendo de la presunción de que los ciudadanos somos idiotas y que así, manipulando idiotas con mensajes propagandísticos, se ganan las elecciones, 2. Que los legisladores que manufacturaron la reciente reforma electoral hicieron tan mal su trabajo que obtuvieron lo contrario de lo que decían buscar, y 3. Que los concesionarios de la televisión abierta parecen tener una patológica percepción de sí mismos como entes todopoderosos por encima del bien y del mal.

Es decir: Nada nuevo.

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