domingo, 12 de marzo de 2006

Elecciones 2006: Un estudio de casos (IV)

Un caso específico: Cómo las propuestas “irracionales” son, en el contexto de la seducción de los electores, perfectamente “racionales” para la finalidad del partido o del candidato: Obtener votos.


El pasado lunes 6 de marzo, el columnista político Salvador García Soto (periódico El Universal, “Serpientes y escaleras”) difundió una versión acerca de un ríspido encuentro que habrían tenido en el mes de febrero el candidato del PRD, Andrés M. López (AL) y el hombre de negocios Roberto Hernádez (RH), quien fue uno de los principales accionistas de Banamex, banco vendido en 2001 a Citigroup.
Lo que nos interesa aquí, al margen de juicios de valor, es mostrar cómo la “racionalidad” de los candidatos y de los electores puede moverse en distintos planos (incluído el de la aparente “irracionalidad”) sin que el comportamiento de unos u otros deje de ser “racional”.
Se trató de un encuentro privado al que convocó el Grupo Televisa, en el que AL expuso algunas de sus propuestas y los asistentes – vinculados de una u otra forma a Televisa- le hicieron preguntas especìficas. García Soto indica que AL no sabía de antemano que RH estaría presente. Reproduzco el intercambio verbal entre ambos según el columnista:
RH: “Señor candidato, yo quisiera preguntarle si usted tiene algún problema personal conmigo”.
AL: “Ningún problema señor, solamente que pague usted sus impuestos” (Se infiere que AL reclama a RH que no haya pagado impuestos por la venta del banco). RH: “Pero yo no hice nada ilegal, todo lo que hice fue legal”.
AL: “Yo no sé si fue legal o no (subrayado mío), pero lo que usted hizo, obtener ganancias de ese tamaño y no pagar impuestos, es inmoral, ofende al pueblo”.
RH: “ Pero yo le insisto si usted tiene algún tipo de problema personal…”
AL: “Ninguno, que pague usted sus impuestos, y los va a tener que pagar en 2007”.

Lo más importante de este diálogo es que muestra claramente cómo el candidato formula su propuesta en un terreno extrajurídico, de supuesta “superioridad moral”: RH pagará no porque lo diga la ley (eso es irrelevante en el argumento) sino porque “es inmoral obtener ganancias de ese tamaño y no pagar impuestos”.
En el marco de la normalidad democrática (Estado de Derecho y división de poderes) el reclamo del candidato, que al cierre del diálogo se convierte en oferta-promesa-amenaza (“usted pagará -porque yo ganaré-”) es improcedente y su oferta derivada es irrealizable (simplemente, por la no retroactividad de la ley, aun en el supuesto de que la ley cambiase gravando ese tipo de operaciones en el mercado bursátil) y debe tacharse de “irracional”. Sin embargo tiene una sólida lógica interna una vez que el votante potencial ha comprado la premisa de partida implícita en la oferta: Esta no es una contienda legal, sino una lucha “moral”.
Mañana: cómo la promesa “moral” es, en realidad, la oferta de un satisfactor emocional para un grupo de electores.

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