lunes, 20 de marzo de 2006

Elecciones 2006: Un estudio de casos (VI)

Para efectos prácticos las elecciones presidenciales son una disputa entre tres candidatos, en la que los votos que pueden decidir el resultado final podrían ser aquellos más motivados por el rechazo hacia a un candidato que aquellos votos que podríamos llamar netamente “positivos”.


Planteamiento: Tenemos tres candidatos con alguna factibilidad – más o menos probable – de obtener el triunfo (para efectos del modelo, los otros dos candidatos en contienda son marginales y su efecto en el resultado final será irrelevante). Esos candidatos son: “A”, Roberto Madrazo; “B”, Felipe Calderón; “C”, Andrés M. López. Según las encuestas recientes quien encabeza las preferencias es “C”, mientras que “A” y “B” se disputan el segundo lugar, con una ligera ventaja para “B” en algunas encuestas.
Como señala Downs en contiendas de más de dos candidatos –como la actual en México- habrá un conjunto relevante de votos que no se definirán por la primera preferencia del votante, sino por aquella segunda preferencia que el votante perciba como más eficaz para evitar que gane aquél candidato que concita un mayor rechazo en el votante; es decir: habrá un grupo de electores más o menos numeroso que recurrirá al “voto útil” si percibe que su segunda preferencia tiene una mayor probabilidad de triunfar y de esa forma impedir que el candidato que más rechazo le produce se alce con la victoria.
Parece ser el caso actual en México porque hay un número relevante de electores no comprometidos de antemano con una de las tres opciones; dicho de otra forma: Quienes decidirán la contienda NO serán los electores “duros” de cada partido, sino los volátiles. Dada esa condición, junto con la variable “preferencia” debemos considerar la variable “rechazo” (entendida como la actitud del elector que se formula verbalmente como “el candidato por el que jamás votaría” o “el candidato que se quiere evitar que triunfe”). Las encuestas que se han realizado para detectar esta variable nos arrojan resultados interesantes porque en la variable “rechazo” el orden en que aparecen los candidatos no es simétrico al orden en que aparecen en la variable “preferencia”.
Así, el orden en la variable “preferencia” es: C-B-A, mientras que el orden en la variable “rechazo” es A-C-B. El más preferido es “C” pero el menos rechazado es “B”. En este esquema el candidato “A” lleva la peor parte porque –dada la gran cantidad de indecisos o volátiles- es quien mayores probabilidades tiene de perder votantes que migren a “B” o “C” en caso de suscitarse – como parece que va a suceder- un escenario propicio para el llamado “voto útil”. Por su parte “B” – el menos rechazado- tiene mayores probabilidades que “C” de captar esos votos motivados por el rechazo (en este caso, por rechazo a “C”), ya que “C” parece concitar menor rechazo que “A” pero mayor rechazo que “B”.
Otro elemento que podemos añadir al modelo es el grado de intensidad del rechazo, del que hablaremos mañana.

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