lunes, 20 de marzo de 2006

Elecciones 2006: Un estudio de casos (VIII)

Un “clivaje” social es una profunda y duradera división en la sociedad alrededor de la cual las fuerzas sociales se definen a sí mismas y pueden comprometerse en una movilización política. ¿Cuáles son los “clivajes” que pueden definir las elecciones en México?


La palabra “clivaje” no aparece en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, sin embargo es un término usual entre los estudiosos de la ciencia política, tomado de “cleavage” en inglés, “clivage” en francés y “klieven” en neerlandés.
“Clivaje” también se utiliza en geología y se define, en esa ciencia, como “aptitud de un mineral para dividirse según planos paralelos, sean cristalográficos, estratigráficos o tectónicos”. Algo análogo sucede en los grupos sociales y en la sociedad cuando determinadas cosmovisiones se enfrentan, generalmente en el terreno político y partidario, dividiendo a la sociedad como: “integrismo religioso- secularismo”, “colectivismo-individualismo”, “intervencionismo gubernamental-libre mercado”, “proteccionismo-apertura comercial”, “Estado de bienestar- Estado guardián de los derechos del individuo”, “igualdad en los resultados- igualdad ante la ley”, “Estado moralista- Estado de Derecho”.
Las controversias sobre asuntos específicos o particulares – no universales- no son propiamente “clivajes” (por ejemplo, la discusión acerca de si en el transporte aéreo se debe optar por una política de “cielos abiertos” o de exclusividad de líneas aéreas nacionales en viajes cuyo origen y destino es dentro del territorio nacional) aunque se derivan de alguno – o varios- de los clivajes enunciados, en la medida que son consecuencia de una cosmovisión profunda de los electores, sea tácita o explícita.
En el caso de México, los tres candidatos con posibilidades de triunfar están planteando sus respectivas campañas en términos de “clivajes”. Por una parte, el candidato que ocupa el primer lugar en las encuestas, Andrés M. López (“C”), identifica en su discurso, en términos moralistas, a sus dos principales contendientes como representantes de una sola política que beneficia a las elites en detrimento de los pobres; a su vez, los candidatos “A” y “B” han centrado sus respectivas campañas, en términos tácticos, en desprestigiar a “C”, si bien con modalidades diferentes. “A”, Roberto Madrazo, ha centrado su discurso en el clivaje: “eficacia derivada de la experiencia contra inexperiencia e ineficacia (tanto de “C” como de “B”)”; mientras que “B”, Felipe Calderón, ha planteado el clivaje en términos de “futuro contra pasado” o “prosperidad y progreso contra atraso y pobreza”.
Nótese que cada candidato engloba a sus dos adversarios en un solo valor negativo: “A” tilda a “B” y a “C” de inexpertos e ineficaces, “B” tilda a “A” y a “C” de contrarios a la democracia y anclados en el pasado, “C” tilda a “A” y a “B” de defensores de los privilegiados y, por tanto, en términos moralistas más que jurídicos, de ser cómplices de la corrupción (entendida ésta en términos de injusticia contra los pobres, no en términos jurídicos de violación de la ley).
El lunes, el último artículo de la serie: ¿Cuáles clivajes pueden decidir las elecciones en México?

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