jueves, 14 de septiembre de 2006

El espíritu de abstracción y el fanatismo

En el germen de las revoluciones y de los fundamentalismos más intolerantes suele haber una abstracción – muchas veces genial- que, como decía Chesterton, se ha vuelto loca, ha perdido el contacto con "lo real verdaderamente existente" y flota, inmarcesible, en un océano de ideas puras.


El conocimiento humano radica en la capacidad de abstraer de las percepciones sensibles y particulares conceptos inmateriales y generales. Sin esa capacidad, sin la abstracción que consiste en extraer la esencia de las cosas – aquello que hace que sean lo que son que, ojo, no es lo mismo que aquello que hace que sean- no habría ciencia, no habría comunicación, no habría progreso, no habría sociedad.
Lo que nos distingue de los animales irracionales es, precisamente, que gracias a la abstracción tenemos historia. Decía Ortega y Gasset que el último tigre sobre el planeta será exactamente igual que el primer tigre: acabado, perfecto, completo. Está programado para ser tigre, no puede equivocarse y no puede aprender nada nuevo a partir de los conocimientos de sus antecesores. No tiene tradición, sino instinto. No tiene libertad ni capacidad de sorprender; tiene naturaleza inexorable. En cambio, los seres humanos somos animales no programados; tan raros como un perro que se empeñase en aprender a maullar.
Siendo tan maravillosa la capacidad de abstracción, entraña un grave peligro cuando se vuelve absoluta, cuando suelta las amarras que la vinculan a su origen que es lo realmente existente fuera de nosotros. Cuando la razón se instala definitivamente en el mundo de las ideas, de las esencias inmarcesibles, y olvida la razón de ser de la razón – que es el ser, lo realmente existente-, surge ese espíritu de abstracción enloquecido que da lugar a las ideologías y a los fanatismos más o menos revolucionarios.
Escribió el filósofo Etienne Gilson:
"Sería un sujeto de reflexión fructífero considerar las terribles consecuencias de lo que podría llamarse 'espíritu de abstracción' (…) En el orden práctico, el espíritu de abstracción probablemente es la fuente más grande de desórdenes políticos y sociales de intolerancia y de fanatismo (…) Establecer definiciones abstractas para suplantar a las realidades concretas y luego intentar doblegar las realidades concretas a esas definiciones abstractas es uno de los procedimientos más seguros para iniciar revoluciones".

Ejemplos de este espíritu de abstracción: Toda conducta humana se explica en términos de "derecha" e "izquierda", o de "progresismo" y "reacción", o de "islamismo" e "infidelidad al Islam".
¿Cómo evitar el riesgo de ser consumidos por el espíritu de abstracción? Remitiéndonos una y otra vez a la realidad verdaderamente existente – no es pleonasmo- externa, subsistente fuera de la razón, para verificar si nuestro pálido mundo de abstracciones y esencias, de clasificaciones o de mediciones, corresponde a lo real. Platón al revés: La oscura caverna son las ideas. El mundo de las sombras no es el externo a nosotros, es el de nuestras abstracciones, insuficientes siempre para aprehender el ser en toda su plenitud.

4 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Ejercicio un poco enredoso, pero muy clarificador del origen de las obsesiones de algunas personas.

septiembre 26, 2006  
Anonymous Anónimo dijo...

Lamentablemente, y por no estar programados, los humanos PUEDEN SER PROGRAMADOS de tal modo que ya no puedan ser capaces de distinguir entre algo real y algo conceptual. Como lo señaló ayer Scott Adams en su Blog dilbertblog.typepad.com : "To be fair, there are people who can follow an analogy and correctly identify where the useful comparison ends. But the average person is more like a poorly designed moist robot. They treat all inputs the same – fact is the same as superstition, analogy is the same as reality."

septiembre 26, 2006  
Anonymous Anónimo dijo...

Ortega. La memoria. "Ésta nos muestra la vanidad de toda revolución general, de todo lo que sea intentar la transformación súbita de una sociedad y comenzar de nuevo la historia, como pretendían los confusionarios del 89. Al método de la revolución opone el único digno de la larga experiencia que el europeo actual tiene a su espalda. Las revoluciones, tan incontinentes en su prisa, hipócritamente generosa, de proclamar derechos, han violado siempre, hollado y roto el derecho fundamental del hombre, tan fundamental, que es la definición misma de su sustancia: el derecho a la continuidad. La única diferencia radical entre la historia humana y la "historia natural" es que aquélla no puede nunca comenzar de nuevo. Köhler y otros han mostrado cómo el chimpancé y el orangután no se diferencian del hombre por lo que, hablando rigorosamente, llamamos inteligencia, sino porque tienen mucha menos memoria que nosotros. Las pobres bestias se encuentran cada mañana con que han olvidado casi todo lo que han vivido el día anterior, y su intelecto tiene que trabajar sobre un mínimo material de experiencias. Parejamente, el tigre de hoy es idéntico al de hace seis mil años, porque cada tigre tiene que empezar de nuevo a ser tigre, como si no hubiese habido antes ninguno. El hombre, en cambio, merced a su poder de recordar, acumula su propio pasado, lo posee y lo aprovecha. El hombre no es nunca un primer hombre: comienza desde luego a existir sobre cierta altitud de pretérito amontonado. Éste es el tesoro único del hombre, su privilegio y su señal. Y la riqueza menor de ese tesoro consiste en lo que de él parezca acertado y digno de conservarse: lo importante es la memoria de los errores, que nos permite no cometer los mismos siempre. El verdadero tesoro del hombre es el tesoro de sus errores, la larga experiencia vital decantada gota a gota en milenios. Por eso Nietzsche define el hombre superior como el ser "de la más larga memoria".

septiembre 26, 2006  
Anonymous Anónimo dijo...

Oportuno su articulo Sr. Medina y tambien muy "nutritivo", y no visite el blog de Scott adams, pero tambien es interesante su reflexion que aqui veo.

septiembre 26, 2006  

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