martes, 19 de septiembre de 2006

El precio único y el capitalismo de compadres

La propuesta de "precio único" para los libros tiene un poderoso promotor final al que cualquier autor, en busca de ser editado en lengua española por una "editorial de prestigio", le debería rendir pleitesía: Jesús de Polanco, dueño de Prisa.


A contra corriente del sentido común, de las nociones de economía más elementales y de los intereses de los lectores, la cruzada a favor del precio único en los libros no cesa.

La razón que uno encuentra para explicar este penoso espectáculo de personas inteligentes defendiendo como fanáticos una soberana tontería – eso es el precio único- es que la puerta para publicar y vender libros en lengua española es cada vez más estrecha y hay casi un solo juez final para ser admitido en el selecto club de los "autores publicados por editoriales conocidas". Ese juez tiene nombre y apellidos: Jesús (de) Polanco Gutiérrez, dueño del conglomerado Prisa y mandamás en editoriales como Alfaguara, Aguilar, Altea, Santillana, Taurus. Además es dueño y señor del diario El País y de numerosos e influyentes canales de televisión abierta y de paga, así como de cadenas radiofónicas no sólo en España sino en gran parte de Hispanoamérica.

De cómo Polanco pasó de ser editor protegido del franquismo a mecenas de la social-burocracia española y del PSOE sería motivo de otro artículo; baste recordar que en España se decía en tiempos de Felipe González: "Polanco es Dios y Felipe su profeta"; hoy se dirá, supongo: "Polanco sigue siendo Dios y Zapatero es su monaguillo".

Entiendo que sea un pésimo negocio, para los autores en busca de editor y fama, así como para otros editores y hasta para los libreros de todo tamaño, enfrentarse a Polanco en algo que desea promover en México y que ya le ha dado muy buenos dividendos en España: El precio único para el libro.

En el mismo barco que Polanco va el compacto grupo de editores que apoya este engendro por una sencilla razón: Es un mecanismo para garantizarse amplios márgenes de utilidad y para evitar que en el futuro, merced a la tecnología, el libro sea sometido a los procesos de abaratamiento derivados de la libre competencia y de la productividad en el mercado.

Nunca en la historia de la humanidad la producción de un bien escaso – y el libro lo es- se ha incrementado en beneficio de los consumidores a partir de los precios únicos. No habrá más y mejores libros con el precio único, sino rentas garantizadas para los editores.

El "gancho" del precio único para atraer a los sufridos autores en busca de fama y de editor es que – se les promete- merced a ese mecanismo aún textos poco favorecidos por el público podrán editarse.

Los consumidores – lectores- seríamos los "paganos" de este antídoto contra el fracaso del negocio que, por ley, quieren promover los editores y algunos autores que detestan la libre competencia y aborrecen el "primitivo" juicio del público.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Para alguien que ha comprado ya varios libros electrónicos (incluyendo uno del autor de esta columna) al que además le gustan los libros en su versión de árbol muerto, me aterra esta posibilidad. El decir que la ley de precio único busca promover la publicación de textos poco populares es una patraña con la cual se pretende ocultar la intención de garantizar rentas. Si se desara faciliatar la publicación de libros "no tan populares" apostarían a la tecnología de impresión en sitio que ahora mismo se está probando en librerías de Estados Unidos. Se visita, por ejemplo Barnes & Noble, si el libro que uno busca no está disponible, se puede ordenar para recogerlo en una fecha posterior o solicitar una impresión de ese ejemplar en sitio.

septiembre 26, 2006  

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