jueves, 7 de diciembre de 2006

Productividad gubernamental: La experiencia de NZ (fin)

En la reforma neozelandesa el llamado modelo Agente-Principal tuvo una influencia decisiva, junto con las teorías de la administración relativas a la necesaria autonomía de gestión de los agentes o administradores que no son dueños de los recursos que administran, pero a quienes se gratifica por resultados, no por procedimientos.




El modelo o problema Agente-Principal en economía trata de vencer las dificultades derivadas de información insuficiente y asimétrica cuando un Principal (dueño de los recursos) contrata a un Agente (administrador) para que haga un uso óptimo de esos recursos en beneficio del Principal. Dado que el Agente posee mayor información que el Principal ¿cómo alinear los incentivos del Agente para que coincidan con los objetivos del Principal?

El caso típico es el del administrador profesional en una corporación privada (Agente) que ha sido contratado por un amplio grupo de accionistas (Principal) representados por el Consejo de Administración.

La respuesta al problema básico, que es alinear los incentivos del administrador, puede tomar varias formas de premio-castigo: Vincular los ingresos del administrador a los rendimientos obtenidos y deseados por los dueños (comisiones, bonos de productividad, participación en la propiedad de la empresa y demás), condicionar la permanencia en el puesto y sus prerrogativas al logro de los resultados deseados, transparentar la gestión del administrador para que sea sancionado públicamente, en términos de reconocimiento o desprestigio social y muchas variantes.

Lo que hicieron los reformadores neozelandeses al trasladar este modelo de teoría de juegos a la administración pública, implicó reconocer un postulado crucial de la democracia moderna: El titular de los derechos de propiedad de los recursos públicos sigue siendo el público, NO es el administrador, no es el gobierno, ni siquiera lo son los representantes del público (digamos, los diputados federales en un régimen presidencialista o los miembros del parlamento en un régimen parlamentario).

Aunque esto último parezca una obviedad que se da por sentada en las democracias modernas, basta analizar el funcionamiento real de la política en la mayoría de los países para detectar que no sin razón los contribuyentes suelen ver como un despojo o una expropiación o un costo ineludible (a veces a fondo perdido) el pago de impuestos. Es decir: La parafernalia del aparato estatal contribuye a que en la práctica los derechos de propiedad sobre los recursos públicos se diluyan y hasta se desvanezcan.

A mi juicio, ése es el punto principal que rescata la reforma neozelandesa, los derechos de propiedad, y lo ha hecho con gran eficacia. Y el principal escollo para que se acepte una reforma de esta naturaleza en otras latitudes radica en la debilidad que el concepto de rendición de cuentas de mandatarios a mandantes aún tiene en muchas democracias jóvenes. Debilidad a la que ha contribuido, en gran medida, la retórica socialista trasnochada, que de una u otra forma ataca el concepto mismo de propiedad privada y de derechos de propiedad.

3 Comentarios:

Blogger Ramón Mier dijo...

Yo he tenido la oportunidad de conocer Nueva Zelanda y ver el resultado que las reformas han tenido en ese país.

Un país hermoso, donde la gente trabaja arduamente pero disfruta de los beneficios de sus esfuerzos.

Sin embargo, por corrección política, los gobiernos de Nueva Zelandia han creado condiciones especiales para tratar a los nativos Maori. Como hera de esperarse, las cosas no han resultado demasiado bien en ese frente.

diciembre 07, 2006  
Anonymous Anónimo dijo...

Hola Ricardo,

Una preguntilla, ¿cómo viste el paquete de impuestos del nuevo gobierno mexica? A mi no me encantó, y no creo que a ningún liberal, me gustaría mucho saber tu opinión.

Saludos,

A. Villatoro

diciembre 08, 2006  
Blogger Ricardo Medina Macías dijo...

Respuesta a la "preguntilla".
No conozco el paquete tributario en su totalidad, pero mi opinión es favorable a tres de las modificaciones propuestas y que han sido las más comentadas hasta ahora:
1. IEPS de cinco por ciento a refrescos, sean endulzados con azúcar refinada o con otro edulcorante. Este IEPS parejo de cinco por ciento sustituye la aberacción de cobrarle IEPS de 20% a los refrescos elaborados con fructosa u otros edulcorantes distintos del azúcar refinada y NO cobrarle nada de IEPS a los refrescos endulzazdos con azúcar refinada. La propuesta corrige la situación actual que es una joya de discriminación comercial, proteccionisno, bareras de entrada a los mercados y uno de los más poderosos alicientes a que crezca uno de los más graves problemas de salud pública en México: El excesivo consumo de azúcar refinada, que ocasiona obesidad y diversas enfermedades graves en cuyo combate hemos estado gastando más de 5 mil millones de dólares en los últimos siete años. No puedo sino aplaudir que se corrija una inequidad terrible y una aberración que fomenta la malnutrición, la mala salud y las adicciones.
2. No deducibilidad de pasivos en el pago del impuesto al activo. El impuesto al activo es un mecanismo de control supeditado al ISR. Sólo lo paga quien no paga ISR porque declara que no tuvo utilidades. Para quien paga ISR el impuesto al activo es irrelevante, no existe. Surgió para combatir la simulación fiscal - verbigracia, disfrazar como gastos o costos de ventas las utilidades que el empresario saca de su empresa y después declarar que no se tuvieron utilidades, de ahí las famosas "empresas miserables con empresarios ricos" tan comunes en el pasado en México. Ahora bien, si la intención del impuesto al activo es sólo controlar que no haya tales simulaciones en el ISR, era importante perfeccionar el mecanismo de control y evitar una nueva simulación: No sólo declaro que no tengo utilidades (y estarás de acuerdo que una empresa que durante cinco años dice tener pérdidas es un absurdo que no cierre: ¿quién tiene activos para estar perdiendo dinero con ellos, en lugar de ganar dinero?) y me limito a pagar el 2% sobre activos sino que además disminuyo la base gravable declarando altos pasivos (el colmo de lo ilógico para cualquier empresa lucrativa: No sólo no tengo utilidades, sino que me endeudo en cantidades crecientes para seguir perdiendo dinero; ¡qué empresarios tan incompetentes! o, en realidad, ¡qué empresarios tan astutos para evadir al fisco!), deduzco esos pasivos de la base gravable y ni siquiera el impuesto al activo lo pago o pago una cantidad irrisoria. Estoy de acuerdo con la modificación propuesta por la SHCP.
3. Disminución del porcentaje de deducibilidad de comidas en restaurantes. Totalmente de acuerdo. No seamos hipócritas, ¿de cuándo acá la productividad de una empresa va en relación directa a lo que gastan sus dueños o ejecutivos en comidas con "clientes"?
En fin, sin ser perfectas - son sólo pequeñas adecuaciones a un sistema tributario lleno de defectos de fondo que NO se han querido corregir por parte del Congreso-, son medidas acordes con una economìa que quiere empresas competitivas en un ambiente de libre mercado: No tiene sentido económica - va contra toda lógica- que tengamos empresas (ficticias) que nunca ganan dinero y que están cargadas de deudas; no tiene ningún sentido económico premiar al politizado y protegido sector de los cañeros, de los dueños de ingenios y de los productores de refrescos, en detrimento del libre comercio y de la salud pública y no tiene sentido premiar el señoritismo y la simulación de "empresarios" y "ejecutivos" cuya supuesta productividad estriba en comer diario en restaurantes de postín cargándole la cuenta a la empresa que, a su vez, se la carga al fisco, lo que significa cargársela a los contribuyentes cautivos vía tasas altas de ISR para quienes sí pagamos impuestos.

diciembre 08, 2006  

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