Al Gore y la venta de indulgencias verdes
Si usted quiere quemar combustibles fósiles en proporciones “inconvenientes” lo que hace es pagar sus culpas comprando una cobertura de carbón a un pobre diablo que, quiera o no, sí restringe su consumo de energéticos contaminantes.
La flamante estatuilla del Oscar que recibió Al Gore fue abollada sin misericordia por una ONG de Tennessee que reveló que la mansión de este paladín de la moralina ecologista consume más energía eléctrica en un mes de lo que un hogar promedio en Estados Unidos consume en un año.
A esta inconveniente revelación se sumó otra: Para mantener agradablemente cálida su alberca el señor Gore quema cada mes tanto gas natural como para pagar una factura de $500 dólares.
Las revelaciones del Tennessee Center for Policiy Research tuvieron rápido eco en la prensa mundial y en The Wall Street Journal (WSJ) del primero de marzo ironizaron acerca de la “inconveniente alberca” del ex vicepresidente.
Pero el señor Gore está tranquilo – aun cuando esto, junto con su frenética quema de combustibles fósiles en sus frecuentes viajes en jet, parezca desmentir sus prédicas acerca del “calentamiento global”- porque paga “compensaciones de carbón” a cambio.
Se trata de un floreciente mercado de coberturas y bonos de carbón alrededor del mundo que permite a empresas y hasta a países contaminantes intercambiar “x” contaminación aquí por “y” proyecto de protección al ambiente acullá: Una fábrica lanza toneladas de bióxido de carbono a la atmósfera, pero patrocina un proyecto ecológico en la selva del Amazonas. Este mercado, como informaba recientemente Luis Miguel González en el periódico “Milenio”, tiene su versión a escala para particulares con sentimientos de culpa ecológica.
Un viaje redondo en avión Ciudad de México - Londres genera 2.56 toneladas de bióxido de carbono, pero usted puede conservar impecable su historial ecologista – y calmar cualquier cosquilleo en la conciencia- pagando a Climate Care 19.4 libras esterlinas.
Todo esto suena mucho como la venta de indulgencias que tanto indignaba a Martín Lutero y que, entre otras causas, dio origen a la llamada reforma protestante. Los cínicos cavilamos que no sería descabellado que la razón por la que algunos predicadores de hoy le inyectan tanto alarmismo a sus predicciones sobre el infernal calentamiento del planeta, no es otra que la de encarecer el precio de las “indulgencias verdes”. ¿Será?
La flamante estatuilla del Oscar que recibió Al Gore fue abollada sin misericordia por una ONG de Tennessee que reveló que la mansión de este paladín de la moralina ecologista consume más energía eléctrica en un mes de lo que un hogar promedio en Estados Unidos consume en un año.
A esta inconveniente revelación se sumó otra: Para mantener agradablemente cálida su alberca el señor Gore quema cada mes tanto gas natural como para pagar una factura de $500 dólares.
Las revelaciones del Tennessee Center for Policiy Research tuvieron rápido eco en la prensa mundial y en The Wall Street Journal (WSJ) del primero de marzo ironizaron acerca de la “inconveniente alberca” del ex vicepresidente.
Pero el señor Gore está tranquilo – aun cuando esto, junto con su frenética quema de combustibles fósiles en sus frecuentes viajes en jet, parezca desmentir sus prédicas acerca del “calentamiento global”- porque paga “compensaciones de carbón” a cambio.
Se trata de un floreciente mercado de coberturas y bonos de carbón alrededor del mundo que permite a empresas y hasta a países contaminantes intercambiar “x” contaminación aquí por “y” proyecto de protección al ambiente acullá: Una fábrica lanza toneladas de bióxido de carbono a la atmósfera, pero patrocina un proyecto ecológico en la selva del Amazonas. Este mercado, como informaba recientemente Luis Miguel González en el periódico “Milenio”, tiene su versión a escala para particulares con sentimientos de culpa ecológica.
Un viaje redondo en avión Ciudad de México - Londres genera 2.56 toneladas de bióxido de carbono, pero usted puede conservar impecable su historial ecologista – y calmar cualquier cosquilleo en la conciencia- pagando a Climate Care 19.4 libras esterlinas.
Todo esto suena mucho como la venta de indulgencias que tanto indignaba a Martín Lutero y que, entre otras causas, dio origen a la llamada reforma protestante. Los cínicos cavilamos que no sería descabellado que la razón por la que algunos predicadores de hoy le inyectan tanto alarmismo a sus predicciones sobre el infernal calentamiento del planeta, no es otra que la de encarecer el precio de las “indulgencias verdes”. ¿Será?
Etiquetas: catástrofes, demagogia, ecología, energía, moral, moralismo, progresismo
3 Comentarios:
Oh! No! Esto es totalmente inconveniente y lo que dices es políticamente incorrecto... y verdad. Saludos de un cínico a otro..
Creo que este caso ejemplifica como una buena idea, como el mercado de bonos de carbon puede ser "secuestrada" por personajes con ambisiones políticas o de otra índole.
Lo que en principio pudiera parecer una muy razonable respuesta de mercado a un problema que supera las legislaciones locales pierde credibiliad por este tipo de revelaciones.
Habrá que estar alerta ante la muy probable aparición de charlatanes en este nuevo tipo de negocio.
Supongo que debe ser más fácil hacer un bono de carbón falso que un billete falso de 20 pesos.
La inmoralidad oleada y sacramentada por el velo verde. Me parece increible que los "antis" de toda la vida no digan una sola palabra sobre el tremendo negociazo que harán los gringos y europeos con el "mercado de emisiones" y los "carbon offsets", a costa de limitar el desarrollo de los paises del tercermundo.
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