martes, 20 de febrero de 2007

¡Libertad para Kareem!

Mañana, jueves 22, se reanudará en Egipto el juicio en contra del joven Kareem Amer, acusado del delito de ser “un no creyente desagradable” que criticó al Islam en su bitácora en la red.

Abdel Kareem Nabil Soliman (conocido también como Kareem Amer) publicó en su bitácora en la red (o “weblog”) el 23 de octubre de 2005 un indignado testimonio titulado: “La verdad desnuda acerca del Islam tal como pude verla en Maharram Beh”. El joven, estudiante de la prestigiosa universidad islámica Al-Azhar, describía vívidamente el ataque despiadado de musulmanes a cristianos coptos un par de día antes, el “viernes negro”, en Maharram Beh, Alejandría, y escribió que no se trataba de un salvajismo criminal aislado, sino de una conducta coherente con las enseñanzas de Mahoma, catorce siglos antes, respecto del odio que merecen los “infieles”.

Tres días después fue detenido acusado de blasfemia, fue expulsado de la universidad y hoy es repudiado por su padre, un maestro de matemáticas retirado, quien propone aplicar a su hijo la “Sharia”, o ley islámica: Tres días de plazo para arrepentirse públicamente o ser ejecutado.

Hoy en Estocolmo debió haberse realizado una manifestación de protesta frente a la embajada de Egipto en Suecia. Organizaciones como “reporteros sin fronteras” han denunciado este ataque flagrante contra la libertad de expresión (y de creencia) y se han elevado diversas protestas contra el gobierno de Hosni Mubarak, presidente de Egipto desde octubre de 1981.

Suele pensarse que Egipto es un país relativamente libre para los estándares del Medio Oriente. No es así, Egipto ocupa el bochornoso lugar 127 en el Índice Mundial de Libertad Económica y registra deplorables índices de libertad financiera, libertad de trabajo y respeto a los derechos de propiedad así como una elevada corrupción.

Es inconcebible que en el siglo XXI, en un país que pertenece a las Naciones Unidas y en el que algunos creen ver un factor de moderación y estabilidad en el mundo árabe, como Egipto, un joven sea encarcelado por horrorizarse ante el salvajismo y criminalidad que se ejerce, en nombre de la fe, contra los “infieles”.

Pero la ONU ignora el asunto y se preocupa, lo que no está mal, por una víctima de la gripe aviar en Egipto. ¿Cuándo las grandes burocracias supranacionales se preocuparán por la libertad de personas de carne y hueso?

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