No culpen a la tecnología por los bajos salarios
Muchos avances tecnológicos disminuyen más las necesidades de capital que las necesidades de mano de obra. Un ejemplo claro son los ahorros de capital derivados de las mejores tecnologías de transporte.
En un fascinante artículo el economista anglo-húngaro Anthony de Jasay demuestra que más que culpar al libre comercio y/o a los avances tecnológicos de los bajos salarios de la mano de obra en Europa, habría que volver los ojos hacia las políticas de protección laboral que han encarecido, quitándole flexibilidad, el factor trabajo.
El artículo de Jasay se llama “Low Pay”, Refelections from Europe y puede verse aquí. Me detengo sólo en un ejemplo, que se refiere a la relación entre avances tecnológicos y remuneraciones al trabajo.
Un avance tecnológico consiste en un novedoso acomodo de los factores y/o procesos de producción que incrementa la productividad: hacer lo mismo con menos insumos, hacer más con los mismos insumos o, aún mejor: hacer más con menos insumos.
Algunos avances tecnológicos espectaculares, como la automatización en una línea de ensamble, consisten en mecanizar tareas rutinarias que antes realizaba la mano de obra no calificada, incrementando el volumen producido por unidad de tiempo y disminuyendo los costos unitarios de producción. Es obvio que este tipo de avances desplaza, en un primer momento, mano de obra. De ahí que asociemos popularmente los avances tecnológicos con “ahorros de mano de obra” más que con “ahorros de capital”.
Sin embargo, muchos avances tecnológicos implican mayores ahorros de capital que de mano de obra. Aquí entra el ejemplo que ofrece Jasay: Si gracias a una mejor tecnología de transporte logro reducir el tiempo en tránsito de materias primas o de mercancías terminadas de tres semanas a una, y suponiendo que el costo de capital implícito equivale a 25 por ciento del precio final, esa mejora tecnológica implica una reducción de los costos de capital a sólo 8 por ciento del precio final. Lo que, a su vez, se traduce en una disminución de precios al consumidor, lo que propicia una mayor participación de mercado y, por las economías a escala, una mayor utilidad neta incluso con menores márgenes – utilidad de operación- por unidad producida.
Estas mejoras NO generan un descenso relativo en los salarios, sino – por el contrario- un mayor poder de compra para los consumidores.
En un fascinante artículo el economista anglo-húngaro Anthony de Jasay demuestra que más que culpar al libre comercio y/o a los avances tecnológicos de los bajos salarios de la mano de obra en Europa, habría que volver los ojos hacia las políticas de protección laboral que han encarecido, quitándole flexibilidad, el factor trabajo.
El artículo de Jasay se llama “Low Pay”, Refelections from Europe y puede verse aquí. Me detengo sólo en un ejemplo, que se refiere a la relación entre avances tecnológicos y remuneraciones al trabajo.
Un avance tecnológico consiste en un novedoso acomodo de los factores y/o procesos de producción que incrementa la productividad: hacer lo mismo con menos insumos, hacer más con los mismos insumos o, aún mejor: hacer más con menos insumos.
Algunos avances tecnológicos espectaculares, como la automatización en una línea de ensamble, consisten en mecanizar tareas rutinarias que antes realizaba la mano de obra no calificada, incrementando el volumen producido por unidad de tiempo y disminuyendo los costos unitarios de producción. Es obvio que este tipo de avances desplaza, en un primer momento, mano de obra. De ahí que asociemos popularmente los avances tecnológicos con “ahorros de mano de obra” más que con “ahorros de capital”.
Sin embargo, muchos avances tecnológicos implican mayores ahorros de capital que de mano de obra. Aquí entra el ejemplo que ofrece Jasay: Si gracias a una mejor tecnología de transporte logro reducir el tiempo en tránsito de materias primas o de mercancías terminadas de tres semanas a una, y suponiendo que el costo de capital implícito equivale a 25 por ciento del precio final, esa mejora tecnológica implica una reducción de los costos de capital a sólo 8 por ciento del precio final. Lo que, a su vez, se traduce en una disminución de precios al consumidor, lo que propicia una mayor participación de mercado y, por las economías a escala, una mayor utilidad neta incluso con menores márgenes – utilidad de operación- por unidad producida.
Estas mejoras NO generan un descenso relativo en los salarios, sino – por el contrario- un mayor poder de compra para los consumidores.
Etiquetas: Anthony de Jasay, capital, Europa, globalización, productividad, salarios, tecnología, trabajo
2 Comentarios:
Y ofrece la oportunidad de migrar de la mano de obra no calificada, hacía la mano de obra calificada.
Si se tiene la oportunidad de invertir en tecnología para eliminar la mano de obra; también se consigue el camino para invertir los excedentes en recurso humano generador de ideas.
El mundo del progreso convoca a todos, ricos o pobres, no importa religión, ni raza; solo se requiere una mente abierta.
¡Saludos!
Cada vez que escucho a alguien culpar a los avances tecnológicos del desempleo o los bajos salarios le propongo prohibir la rueda.
Si se prohibiera el uso de la rueda, en todas sus expresiones, sin duda lograríamos el pleno empleo. Todos estaríamos empleados... pero viviríamos en la miseria.
La rueda alguna vez fue un "avance tecnológico" y dejó sin empleo, por ejemplo, a muchos que se ganaban el pan llevando pesadas cargas sobre sus espaldas.
Sin embargo ese avance no empobreció a la humanidad, sino todo lo contrario. Eso es lo que ocurre cada vez que hay un avance tecnológico.
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