lunes, 24 de marzo de 2008

¿Qué queremos que sea Pemex?

Una empresa pública, controlada por el Estado, cuyas acciones se coticen en los mercados de capitales, y que se ajuste a los mejores estándares de gobierno corporativo y rendición de cuentas.

El miércoles pasado la brasileña Petrobras anunció que obtuvo la adjudicación de 22 bloques en el Golfo de México para la exploración y eventual explotación de yacimientos petroleros en aguas profundas y ultraprofundas (más de 1,600 metros). Petrobras fue una de las 85 compañías de crudo y gas que participaron en la subasta realizada por el gobierno de Estados Unidos a través del Mineral Management Service (MMS).

En once de los 22 bloques Petrobras va asociada al 50% con la estadounidense Devon Energy.

Petrobras ganó esa adjudicación con una inversión de 178.9 millones de dólares e invertirá de 2008 a 2012 en yacimientos petroleros de Estados Unidos en aguas del Golfo de México unos 4,900 millones de dólares.

Petrobras dista de ser el gran ganador de la subasta en términos de áreas concesionadas o de inversión. Lo interesante es que se trata de una empresa petrolera cuyas acciones de control son propiedad del Estado brasileño, en lugar de ser una empresa de propiedad privada, como la mayoría de sus competidores en la subasta (lo que se conoce como una NOC, National Oil Company, a diferencia de las IOC, Internacional Oil Company).

Petrobras, como Pemex, como PDVSA de Venezuela o como la Saudi Aramco – la más grande del mundo en reservas-, está clasificada como una NOC, su objetivo final es beneficiar al conjunto de los brasileños y es, de hecho y de derecho, una empresa estatal.

¿Por qué Petrobras – clasificada mundialmente como la petrolera con mayor sostenibilidad - sí puede hacer lo que Pemex no puede hacer, por ejemplo participar en estas subastas y asociarse con quien mejor le convenga?

Porque Petrobras es una empresa pública, que ha colocado parte de su capital entre el gran público inversionista a través de los mercados de capitales de Brasil y del mundo. Esa “pequeña” diferencia – ser una NOC cuyas acciones son comerciadas en los mercados de capitales – le da acceso a recursos de numerosísimos inversionistas en el mundo y le obliga a tener los más altos estándares de gobierno corporativo. Una “pequeña” diferencia que es todo un mundo de diferencia.

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