sábado, 22 de marzo de 2008

Dos grandes mentiras sobre Pemex

La magnitud de las mentiras que se han dicho – y se seguirán diciendo – acerca de Pemex es pasmosa e indignante, especialmente por parte de quienes se oponen a cualquier transformación estructural de esa “empresa”. Dos ejemplos.


Primera mentira: Durante los últimos años no se ha invertido en Pemex y los recursos excedentes, derivados de mayores de precios del petróleo, se han desperdiciado.

La realidad: De 2000 a 2007 se han invertido en Pemex más de 70 mil millones de dólares. Gracias a las cuantiosas inversiones realizadas en Pemex de 2000 a la fecha la “empresa” ha aumentado sustancialmente la producción de gas natural en la cuenca de Burgos, disminuyendo las importaciones de ese energético; en 1997 se producían cada día 420 millones de píes cúbicos de gas en dicha cuenca; hoy se producen diariamente 1,450 millones de píes cúbicos de gas, un crecimiento de 245% en diez años. También gracias a dichas inversiones Pemex ha localizado prometedores mantos en aguas profundas en el Golfo de México.

Lo que sí es cierto es que la inversión en Pemex durante el último gobierno del PRI – Ernesto Zedillo- fue magra: sólo 29 mil millones de dólares en todo el sexenio 1994-2000.

Segunda mentira: El fisco – la Secretaría de Hacienda – ha exprimido a Pemex; otras petroleras nacionales, como Petrobras en Brasil, no pagan tantos impuestos.

La realidad: Todas las compañías petroleras del mundo pagan altos impuestos a los gobiernos por la extracción de energéticos. Específicamente, Petrobras en 2007 pagó “impuestos de producción” por 60.3% del valor de cada barril de petróleo o equivalente al gobierno brasileño (ver informe anual de Petrobras: El costo promedio de “lifting” sin impuestos en 2007 fue de 7.70 dólares; con “impuestos de producción” fue de 19.39 dólares).

La principal diferencia entre Pemex y Petrobras – que también es controlada por el Estado- es que la brasileña sí es una empresa pública cuyas acciones se cotizan en los mercados internacionales, con ejemplares prácticas de gobierno corporativo, que no tiene restricciones para asociarse con otras petroleras y empresas de servicios para explorar y explotar yacimientos en Brasil y en todo el mundo. Pemex ni siquiera es jurídicamente una empresa sino un organismo público descentralizado que está sujeto a inflexibles y absurdas restricciones para establecer asociaciones – por ejemplo, contratos de riesgo – con empresas privadas nacionales o extranjeras.

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