sábado, 19 de agosto de 2006

Llegar al fondo

Es magnífica idea esa de llegar al fondo en el asunto de los “videoescándalos”. Podríamos empezar con exigirle al líder político de quienes fueron pescados recibiendo dinero, Andrés Manuel López Obrador, que explique de una vez por todas su verdadero papel en esa trama de inmoralidades.


El sábado, el secretario de gobierno del Distrito Federal, Ricardo Ruiz, dijo que hay que llegar a fondo en el asunto de los “videoescándalos”, es decir: En todo lo que hay detrás de los videos que se han hecho públicos que protagoniza Carlos Ahumada. Magnífica idea, porque, primero, hay que recordar que hay varios videos – no sólo el que da cuenta de una parte de los “cordiales” interrogatorios a los que sometió la policía de Fidel Castro a Ahumada y que divulgó Carmen Aristegui el viernes- y que todos, este último y los primeros, despiertan fundadas suspicacias y dejan sin resolver muchos asuntos.
Empecemos por el final. Seguramente fue la sagacidad periodística de Carmen la que explica el hecho insólito de que haya podido hacerse con un video que grabó la temible policía secreta de Cuba; ya ha dicho el gobierno cubano que “no se propone hacer nuevas declaraciones sobre este tema que ha tratado de eludir durante mucho tiempo y continuará eludiendo”, y que avala lo dicho por su embajador en México: que nada tienen que ver con el video difundido por Carmen. Sí, cómo no. Y que le den el Pulitzer a Carmen por haber logrado vulnerar el aparato de seguridad de la finca de los hermanos Castro. Estos castristas nos creen idiotas…
El nuevo video, en estricto sentido periodístico, y lo lamento por Carmen, es poco menos que basura. No revela nada que no supiésemos o imaginásemos (que cualquier político medianamente inteligente tratará de mellar la reputación de sus adversarios cada vez que pueda exhibir sus puntos débiles, máxime si esos puntos son delitos de sus colaboradores) y además pone a la periodista en el incómodo papel de servidora incondicional de una causa partidista (y perdida) o, peor, de oficiosa servidora del régimen del dictador Fidel Castro.
Además, en todo este asunto nunca se nos ha dicho a dónde fue a parar el dinero entregado por Ahumada, ni qué papel desempeñó en realidad en esta trama de vergonzosas corrupciones Andrés Manuel López Obrador. Sigue siendo increíble – para cualquiera, no sólo para personas tan suspicaces como Carmen- que López no supiese lo que hacían sus colaboradores Ponce, Imaz y Bejarano. Sigue siendo fuente de sospechas terribles el hecho de que López facilitase - ¿inadvertidamente?- la fuga de Ponce y después lo pusiese sobre aviso al hacer pública la información confidencial de las investigaciones en su contra.
Me encantaría que Carmen, tan suspicaz como es, le preguntase a López si lo que buscaba, al difundir la información confidencial sobre el caso Ponce, era avisarle a su antiguo subordinado hasta dónde tenía que hablar y qué podía seguir callando. Digo, hay que llegar al fondo. Magnífica idea.

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