lunes, 27 de noviembre de 2006

Excedentes petroleros, el ejemplo noruego

¿Qué ha hecho Noruega con sus excedentes petroleros? ¡Invertirlos! Hoy el fondo alimentado con esos recursos tiene un valor de mercado superior a los 220 mil millones de dólares.


Hace un par de semanas señalé en estas páginas: “Los abundantes recursos fiscales que México ha obtenido en los últimos años gracias a los precios elevados del petróleo fueron una de las principales causas de la ausencia de reformas estructurales para incrementar la productividad”.

La abundancia de “recursos naturales”, como se sabe, suele generar incentivos perniciosos. En el caso de México, por ejemplo, esta bonanza mató el necesario sentido de urgencia entre legisladores y partidos políticos para apoyar sin reticencias, entre otras reformas, una reforma fiscal. Pero también desalentó cambios de fondo en las finanzas públicas de estados y municipios, que fueron beneficiados por cuantiosos recursos prácticamente sin costo político para los gobiernos locales. Sin excedentes petroleros tal vez tendríamos una mejor recaudación del impuesto predial y registros públicos de la propiedad modernos y confiables.

Pero no se trata de una fatalidad, una especie de maldición inevitable, sino de una condición que una acertada política pública puede evitar. Ese es el gran valor de la experiencia noruega.

A partir de 2006 el fondo petrolero de Noruega – creado en 1997 para el presupuesto fiscal de 1998- se ha integrado en el “Government Pension Fund Global formado por lo que antes se conocía como el “National Insurance Scheme Fund” y el propio “Petroleum Fund”. El propósito del fondo global es facilitar al gobierno los ahorros necesarios para hacer frente en los años venideros a los crecientes gastos por pensiones públicas y apoyar una eficiente administración de largo plazo de los ingresos petroleros.

Vale la pena resumir los argumentos que el ministerio de Finanzas de Noruega ofreció en 1997 para crear el fondo petrolero: Si bien los ingresos petroleros proveen a Noruega de abundantes recursos que se traducen en superávit tanto en la cuenta corriente como en el balance fiscal, representan también riesgos:
1. Parte de ellos no son ingresos en un sentido ordinario dado que implican, también, un agotamiento de la riqueza petrolera,
2. Los ingresos fiscales petroleros NO tienen el mismo efecto de reducción del gasto en el sector privado que causan los impuestos,
3. Muestran a lo largo del tiempo variaciones mucho más grandes que otros ingresos fiscales, de forma que si el presupuesto público depende en gran medida de esos ingresos se originan superávit que se esfumarían una vez que los precios petroleros declinen, ocasionando alteraciones graves en la política económica.

La solución, pues, fue separar los ingresos extraordinarios derivados del petróleo – aislarlos de la economía- e invertirlos en los mercados internacionales de dinero (bonos) y de capitales (acciones), bajo un régimen de total transparencia administrado por el banco central. No hay transferencias corrientes del fondo al presupuesto gubernamental.

Un ejemplo para tomar en cuenta, ¿no?

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Nombre:Fernando Amerlinck Email:mexicovive@gmail.com Fecha:2006/11/28
Comentario:
Imposible esta idea. México tiene desde siempre la costumbre de basar su desarrollo en la extracción de bienes producidos por la Madre Natura (la plata, los árboles, el petróleo y hasta el pulque), no por nosotros. El tomar como excepción, al estilo noruego, lo que es realmente una excepción, atacaría en lo más profundo nuestra esencia nacional, nuestra idiosincracia, todo aquello por lo que como México no hay dos. Acá el despilfarro de lo irrenovable no necesita estar elevado a rango constitucional porque es una especie de ectoplasma en el alma nacional.

noviembre 28, 2006  
Blogger Ricardo Medina Macías dijo...

Fernando:

Vaya que se te da la ironía...en este caso en su vertiente amarga.

Saludos,

Ricardo

noviembre 28, 2006  

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