El poder femenino y la coquetería instantánea
La coquetería femenina es, también, un arma de la mercadotecnia política. Debe ser, sin embargo, coquetería cuidadosamente calculada. Coquetería que, en caso de ser denunciada como manifestación de frivolidad, tenga siempre la respuesta, también de indignación fingida y calculada, del feminismo políticamente correcto.
Una estupenda fotografía de la agencia Notimex muestra a Cristina Fernández de Kirchner haciendo un coqueto gesto de sorpresa – abriendo inmensos los ojos perfectamente maquillados, mientras su cuidado cuerpo se curva hacia delante- al momento de emitir su voto el domingo pasado. Coquetería instantánea o instantánea de la coquetería del poder. Recuérdese que "instantánea", como sustantivo, es, dice el diccionario, la "fotografía así obtenida".
Inevitablemente peronista, argentina de nacimiento y biográficamente "progresista", Cristina y su parafernalia política son cursis. Faltó añadir que también están ella, y el aparato de propaganda que la rodea, inmersos en la coquetería, en el cuidado casi obsesivo del cuerpo y de la imagen que proyecta.
El 20 de julio pasado, la editora de modas del diario The Washington Post, Robin Givhan, criticó a Hillary Clinton por lucir un escote demasiado pronunciado durante una audiencia en el Senado. "Exponer un escote en un marco que no tiene que ver con cocktails y hors de ouvres – escribió- es una provocación".
Mas reveladora que la crítica – y que el escote- fue la indignada respuesta de Ann Lewis, una de las principales asesoras de Hillary: "Francamente ocuparse del cuerpo de las mujeres en vez de prestar atención a sus ideas es insultante". ¿Qué revela tal respuesta? Un fingido feminismo puritano - ¿las políticas son incorpóreas?- y, tal vez, revela también que la senadora Clinton necesita recurrir, a veces, a un escote para no mostrar - ¡horror!- ideas que le resten votos.
En este sentido, la futura presidenta argentina es menos pacata: Se cuida mucho porque se gusta y se gusta mucho – encantada de conocerse en el espejo, como casi todos los políticos- porque se cuida. Detestaría volverse incorpórea o tan poco coqueta como la primer ministro de Alemania, Ángela Merkel, o su vecina chilena, Michelle Bachelet. Detrás de cada lente fotográfico o de cámara de televisión está, para Cristina, un espejo.
Después de todo, señora Lewis, un escote es un escote, y cuando distrae de las ideas (si las hay) está fuera de lugar.
Una estupenda fotografía de la agencia Notimex muestra a Cristina Fernández de Kirchner haciendo un coqueto gesto de sorpresa – abriendo inmensos los ojos perfectamente maquillados, mientras su cuidado cuerpo se curva hacia delante- al momento de emitir su voto el domingo pasado. Coquetería instantánea o instantánea de la coquetería del poder. Recuérdese que "instantánea", como sustantivo, es, dice el diccionario, la "fotografía así obtenida".
Inevitablemente peronista, argentina de nacimiento y biográficamente "progresista", Cristina y su parafernalia política son cursis. Faltó añadir que también están ella, y el aparato de propaganda que la rodea, inmersos en la coquetería, en el cuidado casi obsesivo del cuerpo y de la imagen que proyecta.
El 20 de julio pasado, la editora de modas del diario The Washington Post, Robin Givhan, criticó a Hillary Clinton por lucir un escote demasiado pronunciado durante una audiencia en el Senado. "Exponer un escote en un marco que no tiene que ver con cocktails y hors de ouvres – escribió- es una provocación".
Mas reveladora que la crítica – y que el escote- fue la indignada respuesta de Ann Lewis, una de las principales asesoras de Hillary: "Francamente ocuparse del cuerpo de las mujeres en vez de prestar atención a sus ideas es insultante". ¿Qué revela tal respuesta? Un fingido feminismo puritano - ¿las políticas son incorpóreas?- y, tal vez, revela también que la senadora Clinton necesita recurrir, a veces, a un escote para no mostrar - ¡horror!- ideas que le resten votos.
En este sentido, la futura presidenta argentina es menos pacata: Se cuida mucho porque se gusta y se gusta mucho – encantada de conocerse en el espejo, como casi todos los políticos- porque se cuida. Detestaría volverse incorpórea o tan poco coqueta como la primer ministro de Alemania, Ángela Merkel, o su vecina chilena, Michelle Bachelet. Detrás de cada lente fotográfico o de cámara de televisión está, para Cristina, un espejo.
Después de todo, señora Lewis, un escote es un escote, y cuando distrae de las ideas (si las hay) está fuera de lugar.
Etiquetas: Argentina, Cristina Fernández, Estados Unidos, feminismo, Hillary Clinton, mercadotecnia política, mujeres políticas, políticos, seducción
2 Comentarios:
Creo que fue el comediante americano Bill Maher quien lo dijo que si una mujer desea que se fijen menos en su escote y más en su mente, debería descubrirse el cerebro, no los pechos.
Un escote pronunciado llama mucho la atención, es una distracción, como distracción sería que publicara en este espacio una fotografía mía en la que aparezca en tanga.
¿En que se fijarían primero, en estas líneas o en el gordo de la tanga?
Un escote no tiene otro propósito que el ser visto. No tiene ninguna relación con las ideas que pueda expresar quien lo porta. y No, nunca estará fuera de lugar.
Ah!, Ramon, por favor, estaba desayunando!!
Saludos!
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