domingo, 13 de abril de 2008

Golpeados con su propia vara

A veces, su propia obcecación es el peor enemigo de los fanáticos. Una estrategia para derrotar a los obcecados es facilitarles la vara con la que acabarán golpeándose.


El europeo que mejor conocía a principios del siglo XVII lo que hoy es el este de los Estados Unidos era el capitán John Smith, quien incluso había hecho un detallado mapa de Nueva Inglaterra. Smith, ansioso de regresar al nuevo mundo, ofreció sus servicios de guía a los peregrinos del Mayflower, pero los fervientes puritanos rechazaron la oferta, calculando que Smith, un aventurero que no se avenía al ideal de conducta puritana, sería una influencia nociva en una colonia que no quería tener otro guía que Dios.

Una vez en América los peregrinos pasaron grandes penalidades, la mayoría de ellas, por supuesto, no les fueron enviadas por Dios, sino que se debieron a su obcecación; por ejemplo, perdieron muchos días valiosos, pasaron hambre, sed y frío, algunos murieron, porque se empeñaron en explorar territorios que otros pioneros, como Smith, ya sabían que eran inhóspitos y que carecían de recursos.

Smith escribiría sobre los peregrinos del Mayflower: "Tales humoristas (es decir: fanáticos) nunca creerían (en la información y en los consejos ajenos), hasta ser golpeados con su propia vara (beaten whit their own road)"

Los obcecados que hoy en México han tenido la ocurrencia de "clausurar" a la fuerza los recintos legislativos federales es probable que corran la misma suerte y acaben golpeados con su propia vara.

Con diferencias importantes. Una diferencia: Merecen mucho más respeto aquellos obcecados movidos por su fe religiosa, que los de aquí y ahora, llenos de turbias y enredadas motivaciones. Otra diferencia es que nuestros obcecados podrían estarle regalando a sus adversarios del gobierno federal, así como del PAN y del PRI, varias victorias anticipadas en las próximas elecciones federales de 2009.

Victorias que sus adversarios, sobre todo el gobierno y el PAN, es muy probable que valoren más que una reforma que es apenas un tímido e insuficiente paso en la dirección correcta.

Hay quien cree que nuestros obcecados podrían salirse con la suya y destrozar las instituciones democráticas. Pero no es tan fácil. Para eso se necesitan, entre otras cosas, doctrina y disciplina.

Por eso Lenin detestaba el asambleísmo. "Es -decía- como poner a los enfermos a cargo del hospital". Suena conocido, ¿no?

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