miércoles, 15 de octubre de 2008

Un club de arrogantes, un poquito tontos

¿Se está sobredimensionando la magnitud de la crisis? Sin duda.

Cualquier periodista del mundo sabe que si se juntan los financieros con los políticos habrá “nota”. Sucederá, o al menos se dirá, algo “notorio”, digno de hacerse noticia y transformarse en comentario, análisis y crítica pública más o menos estentórea.
Ambos grupos – financieros y políticos – tienden a tener acerca de sí mismos una imagen más grandiosa de lo que les corresponde en la realidad.
El político cree, de veras lo cree, que lo que dice o lo que hace tiene repercusiones contundentes e inmediatas en millones de seres humanos. Pero pocas, muy pocas veces es así. La vida cotidiana sigue y en la mayoría de los casos “la gente” (es decir el 98 por ciento o más de las personas) ni se da por enterada, sigue trabajando, riendo, llorando, comprando, vendiendo, especulando, rezando, maldiciendo, criando hijos, consintiendo nietos, amando, cultivando gozos o amarguras. Y eso sin importarle un rábano lo que hagan o digan los políticos.
Algo similar sucede con los financieros. Se creen más de lo que son en realidad: Más poderosos, más influyentes, más decisivos para el cosmos. Pobres.
Hay un tercer grupo social, el de los periodistas, donde también somos extremadamente vanidosos; soñamos que el mundo se estremece cotidianamente al influjo de nuestros mensajes, pero poquísimas veces es así. Con un agravante: Alimentamos la vanidad y la grandilocuencia de políticos y de financieros.
Políticos, financieros y periodistas: Un club selecto que cree ingenuamente que domina al mundo.
Casey B. Mulligan, profesor de economía en la Universidad de Chicago, escribió en The New York Times algo muy sencillo y que debería resultar obvio: Salvar a los bancos NO es salvar al mundo.
Lo más probable, en medio de esta crisis político-financiera global, es que el mundo NO necesite ser salvado de la recesión o de la depresión económica. Y es un hecho, además, que políticos, financieros o periodistas no somos confiables como redentores.
Ni siquiera somos capaces de curar una gripa o de calmar un corazón atribulado. La economía sigue funcionando como siempre. Pregúntenle a la señora que fue al supermercado ayer y que ni siquiera sabe, ni le importa, que los accionistas de esa empresa están en medio de la peor tormenta financiera de los últimos 50 años.

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2 Comentarios:

Blogger Sentido Comun dijo...

Excelente aportacion Ricardo, para leerla cada vez que terminamos de escuchar las noticias o leer el diario.

Saludos.

octubre 16, 2008  
Blogger Unknown dijo...

lo que se me ocurre , felicitarte, es una verdad para todos a aquellos que se creen con el derecho , el poder y la obligación de manejar a los demás según su verdad (los amos de la verdad absoluta)

octubre 18, 2008  

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