"Lo bueno es que nos enteramos a tiempo"
¿Tengo que estar asustado o enojado? El día que un periódico capitalino anunció una epidemia de influenza en la ciudad de México, lo consideré otra muestra de la irresponsabilidad y el amarillismo de algunos medios. Pero no. Sí hubo tal epidemia, o brote o montón de enfermos o riesgo sanitario o castigo divino o plaga de Egipto o lo que sea. Se suspendieron clases (el aviso surgió casi a la medianoche del jueves y desató la usual cadena de importunas llamadas telefónicas de medianoche de personas oficiosas que creen su deber asustar al prójimo); en algún noticiario nocturno el locutor sometió al secretario de Salud a una desordenada e ilógica andanada de preguntas que el funcionario respondió como mejor pudo.
Viernes en la tarde: La gente en la ciudad de México parece oscilar entre la temeridad y el pánico. Muchos con cubre-bocas (mal puestos, por cierto) pero sin signos de alarma; por el contrario, abarrotando restaurantes, haciendo planes para la calculada desmesura de viernes en la noche. Un simpatizante blanquiazul (hay cruces y parroquias imposibles de disfrazar) especula que la epidemia de influenza será un gran e inesperado aliado del PAN y del gobierno en las elecciones próximas porque monopolizará durante semanas la agenda informativa y de opinión (y aquí estoy yo, de tonto, uniéndome al coro). ¿Será?
Al día siguiente tenemos que salir temprano a San Luis Potosí para asistir a un bautizo. La noche del viernes hay profusión de notas sobre la influenza en la red. Ninguno de los medios que consulto en la red, y son muchos, menciona alguna relación San Luis Potosí - influenza porcina. Hacia allá volamos, felices de la vida, el sábado. De pronto, en medio de la comida nuestros anfitriones nos dicen que somos de veras muy valientes y muy lindos al habernos animado a venir…porque los hospitales locales no se dan abasto; porque ya van varias muertes por influenza. Domingo en la mañana. Escribo esto desde la habitación de hotel en San Luis Potosí. Leo en el sitio de la red del mismo periódico aquél: “El brote de influenza en San Luis Potosí se agravó al reportar el quinto fallecimiento por este padecimiento y el registro de 62 enfermos confirmados”.
Me lleva… Esto es como haberse ido de descanso a las pacíficas islas Malvinas el 6 de mayo de 1982. Lo bueno es que nos enteramos a tiempo.
Viernes en la tarde: La gente en la ciudad de México parece oscilar entre la temeridad y el pánico. Muchos con cubre-bocas (mal puestos, por cierto) pero sin signos de alarma; por el contrario, abarrotando restaurantes, haciendo planes para la calculada desmesura de viernes en la noche. Un simpatizante blanquiazul (hay cruces y parroquias imposibles de disfrazar) especula que la epidemia de influenza será un gran e inesperado aliado del PAN y del gobierno en las elecciones próximas porque monopolizará durante semanas la agenda informativa y de opinión (y aquí estoy yo, de tonto, uniéndome al coro). ¿Será?
Al día siguiente tenemos que salir temprano a San Luis Potosí para asistir a un bautizo. La noche del viernes hay profusión de notas sobre la influenza en la red. Ninguno de los medios que consulto en la red, y son muchos, menciona alguna relación San Luis Potosí - influenza porcina. Hacia allá volamos, felices de la vida, el sábado. De pronto, en medio de la comida nuestros anfitriones nos dicen que somos de veras muy valientes y muy lindos al habernos animado a venir…porque los hospitales locales no se dan abasto; porque ya van varias muertes por influenza. Domingo en la mañana. Escribo esto desde la habitación de hotel en San Luis Potosí. Leo en el sitio de la red del mismo periódico aquél: “El brote de influenza en San Luis Potosí se agravó al reportar el quinto fallecimiento por este padecimiento y el registro de 62 enfermos confirmados”.
Me lleva… Esto es como haberse ido de descanso a las pacíficas islas Malvinas el 6 de mayo de 1982. Lo bueno es que nos enteramos a tiempo.
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