miércoles, 6 de mayo de 2009

¡Es la escasez!

No falla. Cualquier paquete de apoyo a la economía siempre, siempre, siempre, será insuficiente.

Por eso no falla. Los supuestos representantes de los beneficiarios o los sesudos comentaristas dictaminarán de inmediato: ¡No alcanza!

Esa es la noticia más vieja en la historia de la humanidad, al menos desde que Adán y Eva fueron expulsados del paraíso y Dios les indicó que tendrían que ganarse el pan con el sudor de su frente. (Nota: Si usted, estimado lector, no cree en el pecado original, puede omitir el episodio bíblico, pero no podrá escabullir algunos hechos básicos de la vida humana, duros como piedras, que son el dolor, la enfermedad, la muerte, la escasez, la sed o el hambre). Y siendo la noticia más vieja no tenemos empacho en posar de sagaces y avispados para repetir, como si estuviésemos descubriendo el mediterráneo, que ¡no es suficiente! y para censurar al gobierno – el que sea- que no atinó a ofrecernos todo y de inmediato, que no halló el camino para que a partir de ya desapareciese la escasez.

Habrá que reconocer que los propios gobiernos frecuentemente siembran la semilla de la queja porque, antes, nos ofrecieron un viaje directo al paraíso terrenal sin más requisito que el de presentarnos a las urnas y votar por ellos.

He releído en estos días el libro insignia de J. M. Keynes – la teoría general del empleo, el interés y el dinero- y no recuerdo ninguna observación del ilustre economista acerca del hecho básico e inexorable que da origen a la economía: la escasez. Es como leer una introducción a la medicina en la que no se mencione la enfermedad, o en donde la enfermedad no sea un hecho con el que hay que lidiar, sino tan sólo una falla teórica de los economistas “clásicos” que el señor Keynes ha tenido a bien corregir.

Por contraste recuerdo el postulado inicial de la pequeña obra de Gary Becker (“Teoría Económica” en FCE, Bogotá, 1997) en que se recogen algunas de sus clases en la Universidad de Chicago, que dice: El hallazgo fundamental de la economía es la pendiente negativa de la curva de la demanda.

En otras palabras: La escasez.

La mala economía es “suponer” la abundancia (supongamos que sí tenemos un abrelatas en la isla desierta para abrir las conservas que se salvaron del naufragio), la buena economía es atinar en la asignación más eficiente, menos ruinosa, de los recursos escasos.

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