Zapatero: Lo que NO se debe hacer
Ricardo Medina Macías
El espíritu de los pactos de 1978 que explica la exitosa transición española a la democracia, está siendo traicionado en la práctica por Rodríguez Zapatero, quien se ha rehusado a gobernar en alianza con el otro gran partido nacional, el PP. México debería aprender lo que NO se debe hacer.
El “Zapaterito de León” – torero malo, si los hay- quiso armarla en grande el pasado miércoles en el debate parlamentario sobre el estado de la Nación; salió vapuleado, a él fue a quien se la armaron en grande cuando el líder de la oposición, el caústico gallego Mariano Rajoy, iluminó sin piedad – en un discurso memorable- los terribles fallos del primer año de gobierno de este socialista (José Luis Rodríguez Zapatero) dedicado a echar para atrás el reloj de la historia en España, al servicio de sus aliados a cual más pequeños, a cual más radicales, a cual más chantajistas.
“Hace un año – le recordó Rajoy a Zapatero- sabíamos que llegaba usted al gobierno sin esperarlo, sin planes, sin mayoría y sin experiencia. Le ofrecimos el apoyo del Partido Popular para las cuestiones de Estado y usted lo rechazó porque consideró mejor para sus objetivos personales que España se hipotecara en manos de una minoría nacionalista y radical”.
Ése, junto con su típico sectarismo de izquierdista trasnochado, ha sido el principal error de Rodrìguez Zapatero, del que se han derivado, como en casacada, una serie de pequeños y grandes desaciertos, que mantienen crispada y dividida a la sociedad española, algo que no sucedía desde la ejemplar alianza de 1978 que permitió la transición hacia la democracia.
De ahí que, en apretada sìntesis, Rajoy le recordara también a Zapatero el auténtico estado actual de la Nación española: 1. “Gobiernan los socialistas pero quien tiene la vara alta es Esquerra Republicana de Cataluña”, 2. “El Gobierno se dedica a reabrir heridas del pasado”, 3. “En España vuelve a haber buenos y malos” y 4. “Ha resucitado el cantonalismo”.
Más preciso e incisivo, Rajoy le explicó al Zapaterito: “Me parece que usted arrastra un problema: no acepta la reconciliación que alcanzamos el año 78. No la acepta. Era usted muy joven entonces, y tal vez no le explicaron que la Transición fue un derroche de generosidad y de inteligencia por parte de todos. Sobre todo representó – y representaba hasta que usted llegó al Gobierno- un inmenso afán de convivencia y concordia, de mirar hacia delante.
“Llevábamos 25 años muy tranquilos en este aspecto, pero ha tenido que llegar usted para recordarnos que existe el resentimiento. Sí, señoría, lleva usted un año soplando sobre los rescoldos del resentimiento”.
¿Lección para México? Alguna hay, sobre todo para los estúpidos que proponen que cualquier alianza con quienes cultivan la añoranza de los viejos tiempos del estatismo y el corporativismo es buena; cualquier cosa, dicen, menos la única alianza que podría mirar hacia delante: la de los dos grandes partidos nacionales, el PRI y el PAN.
Correo: ideasalvuelo@gmail.com
El espíritu de los pactos de 1978 que explica la exitosa transición española a la democracia, está siendo traicionado en la práctica por Rodríguez Zapatero, quien se ha rehusado a gobernar en alianza con el otro gran partido nacional, el PP. México debería aprender lo que NO se debe hacer.
El “Zapaterito de León” – torero malo, si los hay- quiso armarla en grande el pasado miércoles en el debate parlamentario sobre el estado de la Nación; salió vapuleado, a él fue a quien se la armaron en grande cuando el líder de la oposición, el caústico gallego Mariano Rajoy, iluminó sin piedad – en un discurso memorable- los terribles fallos del primer año de gobierno de este socialista (José Luis Rodríguez Zapatero) dedicado a echar para atrás el reloj de la historia en España, al servicio de sus aliados a cual más pequeños, a cual más radicales, a cual más chantajistas.
“Hace un año – le recordó Rajoy a Zapatero- sabíamos que llegaba usted al gobierno sin esperarlo, sin planes, sin mayoría y sin experiencia. Le ofrecimos el apoyo del Partido Popular para las cuestiones de Estado y usted lo rechazó porque consideró mejor para sus objetivos personales que España se hipotecara en manos de una minoría nacionalista y radical”.
Ése, junto con su típico sectarismo de izquierdista trasnochado, ha sido el principal error de Rodrìguez Zapatero, del que se han derivado, como en casacada, una serie de pequeños y grandes desaciertos, que mantienen crispada y dividida a la sociedad española, algo que no sucedía desde la ejemplar alianza de 1978 que permitió la transición hacia la democracia.
De ahí que, en apretada sìntesis, Rajoy le recordara también a Zapatero el auténtico estado actual de la Nación española: 1. “Gobiernan los socialistas pero quien tiene la vara alta es Esquerra Republicana de Cataluña”, 2. “El Gobierno se dedica a reabrir heridas del pasado”, 3. “En España vuelve a haber buenos y malos” y 4. “Ha resucitado el cantonalismo”.
Más preciso e incisivo, Rajoy le explicó al Zapaterito: “Me parece que usted arrastra un problema: no acepta la reconciliación que alcanzamos el año 78. No la acepta. Era usted muy joven entonces, y tal vez no le explicaron que la Transición fue un derroche de generosidad y de inteligencia por parte de todos. Sobre todo representó – y representaba hasta que usted llegó al Gobierno- un inmenso afán de convivencia y concordia, de mirar hacia delante.
“Llevábamos 25 años muy tranquilos en este aspecto, pero ha tenido que llegar usted para recordarnos que existe el resentimiento. Sí, señoría, lleva usted un año soplando sobre los rescoldos del resentimiento”.
¿Lección para México? Alguna hay, sobre todo para los estúpidos que proponen que cualquier alianza con quienes cultivan la añoranza de los viejos tiempos del estatismo y el corporativismo es buena; cualquier cosa, dicen, menos la única alianza que podría mirar hacia delante: la de los dos grandes partidos nacionales, el PRI y el PAN.
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