Los "especialistas" en incultura financiera
Increíble pero cierto: Con arrogancia digna de mejor causa hay “especialistas” en periodismo financiero que proponen “deflactar” las cifras de asegurados permanentes en el Seguro Social. Es sólo un ejemplo de la incultura financiera ¡de los “especialistas”!
Sucedió hace poco en un programa de radio especializado en finanzas: El o la comentarista en turno – que dejaremos piadosamente en el anonimato- dijo que aunque las recientes cifras sobre el número de asegurados permanentes en el Seguro Social parecían buenas habría que aplicarles la consabida suspicacia, por ejemplo –sentenció- habría que “deflactar” dicho número para saber lo que realmente pasaba con el empleo en México.
“Deflactar” es un espantoso verbo con el que algunos economistas significan restar a una cifra expresada en valores monetarios corrientes los efectos de la inflación para poder conocer mejor su significado real. No sólo los economistas, también los contadores, los analistas financieros y los empresarios – entre otros- están habituados a este procedimiento –desinflar lo expresado en valores monetarios corrientes- para disipar, en la medida de lo posible, la ilusión monetaria que introduce la inflación.
Lo que resulta novedoso, sorprendente e irritante es que alguien que presume de especialista en economía y finanzas, (que se gana la vida comentando críticamente la información de esa naturaleza y que ostenta una presunta experiencia de años en tal oficio) proponga con total impunidad intelectual que un dato que expresa un número de personas – como es el caso de los asegurados en el IMSS- pueda “deflacionarse” o “deflactarse”. En todo caso se trata de una ignorancia que revela no sólo la precaria calidad del oficio periodístico en México – y el desinterés de los dueños de los medios de comunicación y de los patrocinadores por brindar productos de calidad al público -, sino también una peligrosa ignorancia generalizada que permite la fabricación de multitud de especialistas instantáneos; ignorancia “ilustrada” podríamos llamarle.
Lo más irritante es que la misma persona que hizo tal propuesta absurda (error elemental: La inflación es un fenómeno monetario, sólo pueden “desinflarse” aquellas cifras que expresan valores monetarios corrientes), cotidianamente da “lecciones” de finanzas y economía política a diestra y siniestra, despotrica porque a su juicio el banco central se equivoca al aplicar tal o cual política, lamenta que los doctores en economía no sean más doctos (así lo hizo, sin ir más lejos, tres minutos después de proponer su barrabasada), regaña con acritud, en ausencia de los criticados, a funcionarios públicos y a empresarios e inversionistas y, metafóricamente, se rasga las vestiduras porque “estos señores que pagamos con nuestros impuestos no saben hacer las cosas”.
Pero hay que tomar el asunto con humor. Me imagino que este persona cuando acude al médico “deflacta” sus cifras de glucosa, su presión arterial y hasta su peso corporal. Digamos que así vive en la ilusión, típica de los ignorantes ilustrados, de que “sabe” más que los profanos. Pregunta: ¿Cuando cocina un pastel también “deflacta” las cantidades de harina, huevos, azúcar y demás para ponerlas, digamos, en “gramos constantes de 1970”?
Sucedió hace poco en un programa de radio especializado en finanzas: El o la comentarista en turno – que dejaremos piadosamente en el anonimato- dijo que aunque las recientes cifras sobre el número de asegurados permanentes en el Seguro Social parecían buenas habría que aplicarles la consabida suspicacia, por ejemplo –sentenció- habría que “deflactar” dicho número para saber lo que realmente pasaba con el empleo en México.
“Deflactar” es un espantoso verbo con el que algunos economistas significan restar a una cifra expresada en valores monetarios corrientes los efectos de la inflación para poder conocer mejor su significado real. No sólo los economistas, también los contadores, los analistas financieros y los empresarios – entre otros- están habituados a este procedimiento –desinflar lo expresado en valores monetarios corrientes- para disipar, en la medida de lo posible, la ilusión monetaria que introduce la inflación.
Lo que resulta novedoso, sorprendente e irritante es que alguien que presume de especialista en economía y finanzas, (que se gana la vida comentando críticamente la información de esa naturaleza y que ostenta una presunta experiencia de años en tal oficio) proponga con total impunidad intelectual que un dato que expresa un número de personas – como es el caso de los asegurados en el IMSS- pueda “deflacionarse” o “deflactarse”. En todo caso se trata de una ignorancia que revela no sólo la precaria calidad del oficio periodístico en México – y el desinterés de los dueños de los medios de comunicación y de los patrocinadores por brindar productos de calidad al público -, sino también una peligrosa ignorancia generalizada que permite la fabricación de multitud de especialistas instantáneos; ignorancia “ilustrada” podríamos llamarle.
Lo más irritante es que la misma persona que hizo tal propuesta absurda (error elemental: La inflación es un fenómeno monetario, sólo pueden “desinflarse” aquellas cifras que expresan valores monetarios corrientes), cotidianamente da “lecciones” de finanzas y economía política a diestra y siniestra, despotrica porque a su juicio el banco central se equivoca al aplicar tal o cual política, lamenta que los doctores en economía no sean más doctos (así lo hizo, sin ir más lejos, tres minutos después de proponer su barrabasada), regaña con acritud, en ausencia de los criticados, a funcionarios públicos y a empresarios e inversionistas y, metafóricamente, se rasga las vestiduras porque “estos señores que pagamos con nuestros impuestos no saben hacer las cosas”.
Pero hay que tomar el asunto con humor. Me imagino que este persona cuando acude al médico “deflacta” sus cifras de glucosa, su presión arterial y hasta su peso corporal. Digamos que así vive en la ilusión, típica de los ignorantes ilustrados, de que “sabe” más que los profanos. Pregunta: ¿Cuando cocina un pastel también “deflacta” las cantidades de harina, huevos, azúcar y demás para ponerlas, digamos, en “gramos constantes de 1970”?
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