jueves, 11 de agosto de 2005

El incómodo liberalismo de Juárez

En el cumpleaños 200 de Benito Juárez, ¿qué harán tantos fervientes juaristas que en el fondo abominan el liberalismo económico – el de ahora y el del siglo XIX, que son básicamente lo mismo- y usan al héroe oaxaqueño como mero mito?
La restauración del ejido y de las llamadas propiedades comunales, después de la revolución mexicana del siglo XX, fue una rectificación - ¿o traición?- a los postulados del liberalismo mexicano del siglo XIX. Ninguno de los liberales, incluido Benito Juárez, habría aprobado el artículo 27 de la Constitución de 1917.
La intención detrás de la llamada “Ley Lerdo” del 25 de junio de 1856 (por Sebastián Lerdo de Tejada), que recibió el entusiasta apoyo de Benito Juárez, fue la individualización de la propiedad en México, como requisito indispensable para la productividad y modernización del país. Dicha ley no sólo promovía la desamortización de los bienes eclesiásticos – lo que le ganó a los liberales mexicanos el encono de no pocos jerarcas de la Iglesia Católica de entonces-, sino también la desamortización de los bienes que se decían propiedad de comunidades civiles, las propiedades colectivas o comunales.
Querer convertir a Juárez en una especie de social burócrata partidario del ejido y de leyes especiales para las comunidades indígenas – los famosos “usos y costumbres” – es una tremenda falsificación histórica. Una mentira monda y lironda.
Otros, impelidos por la contundencia histórica, admiten que Juárez no fue ni por asomo un indigenista socializante y no dudan en admitir apenados – como dijo recientemente un antropólogo e historiador mexicano – que Juárez dejó de ser indio en la medida que se convirtió en liberal (¡horror!, como si no pudiera haber zapotecas liberales y sí teutones social burócratas). Lo dicen como pidiendo perdón por esa enfermedad maligna – el liberalismo- que infectó a Juárez.
Menos liberal que Juárez fue el emperador Maximiliano – a quien podemos imaginar como una especie de Danielle Mitterrand visitando a Marcos en Chiapas – quien atemperó la ley de 1856 creando la “Junta Protectora de las clases menesterosas” lo que regresaba al colectivismo previo a la Reforma, al reconocer personalidad jurídica a las comunidades pobres, no a los pobres como individuos. Recuperado el poder sobre todo el territorio Juárez descartó el invento de la junta protectora e insistió en un país de ciudadanos libres y responsables, no en un reino de colectividades a las que un Estado benefactor protege tratándoles con una vara distinta a la de la ley común. Maximiliano, en este sentido, revelaba su talante mercantilista, no liberal.
Cuando el año próximo se celebre el 200 aniversario del nacimiento de Juárez me pregunto qué malabarismos ideológicos o falsificaciones históricas harán algunos que se llaman a sí mismos juaristas fervientes pero abominan el liberalismo económico, la globalización, la propiedad privada, la apertura comercial.
Tal vez en el fondo admiren al Juárez tardío, a quien la muerte sorprendió empeñado en su afán de mantenerse en el poder eternamente…algo que tiene mucho de masónico, pero nada de liberal.

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