domingo, 18 de septiembre de 2005

Costos de oportunidad y subsidios

Si Pemex vende un energético por debajo del precio internacional –es decir, por debajo del precio al que puede vender ese mismo bien en el mercado y por debajo de lo que le costaría adquirir ese bien en el mercado- entonces Pemex está subsidiando ese energético. Así de sencillo.

El otro día leí en un periódico el juicio de un presunto especialista en asuntos empresariales, quien argumentaba que si Pemex, monopolio del Estado mexicano, vende el gas natural a un precio superior al que le cuesta extraerlo, entonces Pemex no está subsidiando en modo alguno ese energético aun cuando ese precio sea inferior el precio vigente en el mercado de Norteamérica.
Ese juicio es, por varias razones, una grosera falacia. Primero: Pemex no es autosuficiente, por lo que tiene que importar parte del gas que surte en el mercado interno; esas importaciones se realizan al precio del mercado de Norteamérica – donde Pemex opera- por lo que a todas luces existe un subsidio cuando Pemex ofrece el gas en el mercado interno a un precio inferior al que pagó.
Pero también sería una falacia si Pemex fuese autosuficiente en la producción de gas. ¿Por qué? Porque, aun en el caso de la autosuficiencia, cuando vendiese el gas a un precio superior al del costo bruto de extracción, si ese precio es inferior al del mercado internacional Pemex estaría incurriendo en un costo de oportunidad superior al precio (el costo de oportunidad se define -aquí y en China y supongo que también en Monterrey-, como lo que deja de ganar al vender a un precio “controlado” en el mercado interno, frente a lo que obtendría vendiéndolo fuera de México) y estaría perdiendo dinero. Como Pemex es un monopolio del Estado, somos los contribuyentes quienes subsidiamos ese energético en beneficio de los consumidores, entre los cuales destacan algunos industriales del norte del país – representados oficiosamente por las opiniones del presunto especialista – que además de ser beneficiados son mal agradecidos.
Se supone que los empresarios – subrayo que se supone – desean que Pemex funcione como una empresa rentable a pesar de ser un monopolio del Estado; si desean tal cosa, no se entiende por qué habría de molestarles que Pemex calcule sus precios de acuerdo a sus costos de oportunidad. Menos se entiende por qué confunden a Pemex con algo así como una beneficencia estatal que debe hacer transferencias de recursos de los contribuyentes hacia los industriales que consumen gas u otros energéticos que ofrece ese monopolio.
En el fondo del asunto hay un desprecio – que no ignorancia- hacia los costos de oportunidad en todo lo que tiene que ver con el dinero público.
Por eso, en el fondo algunos negociantes no ven con malos ojos el intervencionismo gubernamental en materia de precios, barreras de entrada a los mercados y suministros privilegiados.
Por eso, porque son negociantes y no empresarios, detestan el libre mercado: Esa intemperie en la que hay que competir y en la que pierden quienes no son productivos.

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